Año 1967. En los cines de Buenos Aires dan Al Calor de la Noche, con Sidney Poitier, dirigida por Norman Jewison. Poitier es del FBI, y lo han mandado a un pequeño pueblo del sur para desenredar la madeja de un asesinato.
Poitier va a la factoría de un muy rico supremacista blanco y lo interroga:
–El arma asesina parece igual a unas maderas de su fábrica...
Están cara a cara, El blanco le pega un cachetazo, y Poitier se lo devuelve con el doble de vigor, y al segundo.
El blanco lo mira con odio y asombro:
-Hace unos años ya estarías colgando de un árbol...
La escena -un emblema- es, en parte, la historia más siniestra del Sur de los Estados Unidos, mientras el Norte avanzaba con la fuerza de un ejército.
Tal como la perfecta síntesis de Sarmiento: civilización y barbarie...
Hacia 1832 -¡casi dos siglos han pasado!-, en un tabladillo sureño, el actor cómico Thomas Rice se pintaba la cara de negro y desplegaba un show que en esos años era de clara intención: burlarse de los afroamericanos, a quienes se los llamaba animales, hijos del diablo, monstruos, mientras morían en los algodonales que hicieron rico al sur, o ahorcados, o lacerados a latigazos...
El pobre espectáculo se llamaba Jump Jim Crow, y acabó siendo el nombre de una monstruosidad: Las leyes de Jim Crow.
El espectáculo caricaturesco actuado por Thomas D. Rice, un blanco que pintaba su cara de negro para ridiculizarlos, no hacía sino reflejar la ideología reinante en los estados del Sur.
Bajo el cínico lema “separados pero iguales”, estremecen las leyes propias con que se manejaron esos estados desde 1876 a 1965, cuyo resultado para las minorías fue:
-Desventajas económicas, educativas y sociales.
-Segregación en las escuelas públicas,tranporte,restaurantes, baños, y hasta distintas fuentes de agua potable.
-Prohibición de votar.
-Negros y blancos pobres no podían ser jurados en los juicios.
-Segregación en el ejército y en los derechos civiles.
-En Lusiana les exigían vagones de ferrocarril separados: negros y blancos.
Todavía, en algunos films se remarcan en los baños públicos dos carteles desteñidos por el tiempo: White -Colored. Un baldón para la especie humana... mientras en los algodonales y las iglesias, entre lamentos e himnos gospel profundamente religiosos -dolor y fe-, nacía la más bella música popular: el blues, el jazz y sus derivaciones, hasta llegar, como icono inmortal, a la voz de Elvis Presley...
Pero, más allá de Martin Luther King, la rebeldia civil jamás cesó.
En 1955, Rosa Parks desató un vendaval con solo dos palabras. Subió a un ómnibus, y rompió lanzas: se sentó en uno de los primeros lugares del sector para blancos. El guarda le ordenó ir hacia el fondo, “al sitio de los negros”, pero Rosa se negó:
-Estoy cansada.
Pocas veces una humilde trabajadora desató semejante torbellino. Los derechos civiles volvieron a la primera plana, ningún afroamericano volvió a subir a un ómnibus por largas semanas, y la compañía perdió una fortuna.
Lentamente, las criminales leyes de “Jim Crow” se desvanecían...
No mucho después, tres jóvenes activistas por los derechos sociales (Michael Schwerne, Andrew Goodman y James Chaney) desaparecieron en Neshoba, Mississippi.
Llegó el FBI, interrogó a medio condado -la mitad militaba en el Ku Klux Klan-, y cuarenta y cuatro días después, rastreando metro a metro, sus cuerpos aparecieron enterrados en una gran pila de tierra.
Dieciséis Ku -incluído el alguacil – fueron acusados, confesaron, y siete fueron condenados....aunque ninguno cumplió el plazo.
En 1988, el director Alan Parker elevó el caso a la pantalla, y logró, con “Mississipi en llamas”, no sólo una película memorable. También una obra de arte...
La ley de derecho a voto para los afroamericanos llego recién en 1965.
Mientras, la negritud seguía creando para el mundo artistas, músicos y escritores geniales, y hasta hoy recibe los más altos premios...
Su pionero fue Sidney Poitier. Que entre 1950 y 1960 se plantó ante los monarcas de los estudios:
-En adelante, ningún negro aparecerá como bufón, lustrabotas o guardatrenes. Si no es así, busquen blancos para esos papeles...
Post scriptum: el 25 de mayo de este año, en Minneapolis, Minnesota, el agente de policía Derek Chauvin aplastó con su rodilla la cabeza del ciudadano negro George Floyd... hasta matarlo.
Nadie sabe dónde yacen los huesos de Jim Crow, pero algo de sus diabólicas leyes, cada tanto, respiran...
Hay historias que no terminan jamás.
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