Tiffany Ann Cole conocía a Carol y Reggie Sumner, ambos de 61 años, de toda la vida. Eran amigos de su padre y vecinos en el barrio donde vivían, en Carolina del Sur, Estados Unidos. Había comido con ellos infinidad de veces y hasta había dormido en su casa. Tenían tanta confianza que cuando los Sumner decidieron mudarse en el 2005 a Jacksonville, Florida, Tiffany les compró el auto -un Chevrolet Lumina modelo 1997- en cómodas cuotas
Justamente, para terminar con el papeleo burocrático de la transferencia, fue que Tiffany con 23 años y su novio Michael Jackson de 24, manejaron hasta Jacksonville a mediados de junio de 2005.
Los Sumner amablemente les ofrecieron alojarse en su nueva casa. Así lo hicieron. Fue en esa ocasión que Tiffany y Michael se enteraron de que los Sumner habían sacado una buena diferencia económica entre la venta y la compra de su vivienda.
Esa noche en que Carol y Reggie Sumner fueron perfectos anfitriones de la joven pareja, firmaron sin saberlo su certificado de defunción.
El siniestro plan de su adorada vecina se había puesto en marcha.
Enterrados vivos
Efectivamente, los Sumner habían vendido su casa de Carolina del Sur y habían comprado otra, en Jacksonville, y la jugada les había dejado una ganancia de 99 mil dólares. Apenas Tiffany y Michael lo supieron empezaron a pergeñar con otros dos jóvenes, Bruce Nixon Jr y Alan Wade, una estrategia para apoderarse de ese dinero. Sería muy fácil porque Tiffany conocía bien a los Sumner, sus problemas de salud y todos sus movimientos. Tenía la información necesaria. Pero, por eso mismo, supieron desde el principio que los matarían.
La noche del crimen, el viernes 8 de julio de 2005, se proveyeron de cinta adhesiva y bolsas plásticas. Tiffany había rentado un auto Mazda RX-8, dos días antes, para llevar adelante el plan. Así no tendría que usar su Chevrolet Lumina, el que le habían vendido sus próximas víctimas, y que la policía podría identificar rápidamente para llegar a ella.
Tiffany y sus cómplices fueron hasta la vivienda de los Sumner. Mientras la pareja se quedó dentro del auto estacionado en una esquina, Wade y Nixon bajaron y golpearon la puerta. Carol y Reggie, que estaban preparándose para cenar pollo frito, sintieron los golpes. Carol fue a abrir. Eran dos jóvenes que le pidieron prestado el teléfono, ella amablemente los dejó pasar.
Entrar había resultado facilísimo. Pero apenas ingresaron la situación se volvió violenta. Wade arrancó inmediatamente el cable telefónico de la pared y Nixon los amenazó con un arma de juguete. Los llevaron primero a la habitación matrimonial, donde los ataron y amordazaron con cinta adhesiva. Luego, por el radio Nextel, Wade y Nixon se contactaron con Michael y Tiffany que esperaban fuera. Michael, entonces, decidió entrar a la casa y comenzaron a buscar los datos de las cuentas bancarias y objetos de valor para llevarse. Mientras, Tiffany manejó hasta el final de la calle y siguió esperando en el auto.
Un rato después, los jóvenes llevaron a las víctimas al garage y bajo amenazas los obligaron a meterse en el baúl de su enorme auto Lincoln Town. Michael llamó a Tiffany y le pidió que diera marcha atrás con el Mazda hasta la puerta del garage de los Sumner. Allí guardaron en el baúl una bolsa de residuos llena de pertenencias de los dueños de casa: joyas, la caja fuerte y la tarjeta bancaria del Trust Federal Credit Union de Reggie.
Luego, los dos autos se pusieron en marcha.
Quién sabe si los Sumner supieron que su querida Tiffany era el cerebro del secuestro o si escucharon su nombre o el de su novio. Es muy probable que sí.
A oscuras, en una situación absolutamente claustrofóbica, los Sumner iban indefensos y aterrorizados hacia su destino final.
Nixon y Wade conducían el Lincoln; los seguía Tiffany con Michael, en el Mazda. Un viaje siniestro hacia la frontera interestatal con el estado de Georgia. Si llegaba a aparecer un patrullero, el plan era que el Mazda se pondría a máxima velocidad para distraerlos del Lincoln. Pero nada de eso ocurrió. La fatalidad tenía vía libre.
Cuando llegaron al descampado que habían elegido, se dividieron. El Mazda quedó parado más lejos. El Lincoln se adentró un poco en la zona boscosa. Allí ya tenían cavada, desde hacía dos días con cuatro palas robadas por Nixon, la gigante fosa para los Sumner: el hoyo tenía un metro y medio de profundidad y abarcaba una superficie de dos metros cuadrados. Los varones habían cavado sin descanso mientras Tiffany había sido la que sostenía la linterna en el medio de la noche.
A esa tumba preparada con mucha antelación fueron empujados los Sumner, atados y con vida, la terrible noche de ese 8 de julio.
Sofocados, bajo la tierra que les caía como una cortina de escombros letal, pudieron liberar un poco sus manos en una tarea inútil por sobrevivir. Aún así consiguieron abrazarse y murieron juntos respirando tierra.
Habían sido enterrados vivos.
Michael Jackson volvió al auto con sensación de triunfo por haber obtenido la clave de la tarjeta de Reggie Sumner. Mientras los Sumner se ahogaban bajo la tierra que habían apisonado sobre ellos, el malévolo cuarteto manejó sin inmutarse hasta Sanderson, donde abandonaron el Lincoln. Los cuatro siguieron camino en el Mazda que conducía Tiffany. Al llegar a Jacksonville, pararon en un cajero automático ATM. Sacaron 1000 dólares de la cuenta de Reggie y se dirigieron a un hotel donde tomaron dos habitaciones.
A la mañana siguiente, luego de comprar lavandina y guantes de goma, Tiffany y Wade regresaron a la casa de las víctimas para limpiar el desastre. Aprovecharon para llevarse también su computadora.
Durante esos días, y sin culpa alguna, Tiffany y sus secuaces empeñaron las alhajas de Carol y siguieron retirando plata de la cuenta de Reggie. Festejaron su horrendo crimen gastando miles de dólares de los vecinos de antaño: alquilaron una limusina, tomaron champagne y se sacaron fotos con puñados de dólares en sus manos. Estaban viviendo la vida loca.
Una veloz investigación
El domingo 10 de julio de 2005, la hija de Carol de su primer matrimonio, Rhonda Alford, llamó a las autoridades para reportar la extraña desaparición de su madre. No podía contactar a la pareja y eso era algo altamente inusual. Ese mismo día, el oficial Vindell Williams, reportó haber encontrado el auto Lincoln desaparecido de los Sumner en Sanderson.
Cuando los investigadores llegaron a la casa de los Sumner el martes 12 de julio descubrieron un extracto bancario que demostraba que ellos tenían una buena cantidad de dinero en el banco. Llamaron al banco y se enteraron de que grandes montos habían sido extraídos en esos días. Se izaron todas las banderas rojas. Algo muy raro estaba ocurriendo. El banco primero bloqueó las cuentas.
Pero ese mismo 12 de julio, ante la imposibilidad de sacar dinero de los cajeros, Tiffany tuvo el descaro de llamar a la oficina del sheriff haciéndose pasar por Carol Sumner. La atendió el detective Meacham a quien ella le explicó que habían abandonado rápidamente la ciudad por una emergencia familiar y que estaban teniendo problemas para sacar su dinero, que esperaban que ellos pudieran ayudarlos. El detective sospechó inmediatamente de la persona que hablaba y no creyó que fuera Carol Sumner. Llamó al banco para desbloquear las cuentas para que los criminales pudieran sacar dinero y así poder rastrearlos. Funcionó a la perfección.
El celular desde el que llamaron a la policía resultó ser el de Michael Jackson y los registros demostraron que, ese mismo teléfono móvil, había sido utilizado en la fecha de la desaparición del matrimonio, muy cerca de la residencia intrusada. Todo cerraba.
También hallaron muchas llamadas a una empresa rentadora de autos donde averiguaron que Tiffany había alquilado un Mazda que no había devuelto, pero que lo tenían ubicado por su geolocalizador. Contactaron entonces a la familia de Tiffany Cole y fue el hermano de ella quien les proporcionó a los investigadores su domicilio.
Usando el sistema de seguimiento satelital pudieron también determinar que el Mazda había estado cerca de la casa de los Sumner aquella noche en la que el matrimonio se había evaporado. Además, recuperaron los videos en los que se veía a Jackson sacar dinero de distintos cajeros automáticos. El Mazda se observaba al fondo de esas imágenes.
El 14 de julio los tres miembros masculinos del grupo fueron detenidos en el hotel Best Western de la ciudad de Charleston, en Carolina del Sur. La policía buscó pruebas en las dos habitaciones rentadas por Tiffany y encontraron pertenencias de los Sumner. También hallaron la tarjeta bancaria de Reggie en el bolsillo trasero del jean de Michael Jackson. En el baúl del Mazda se encontró la colección de monedas del señor Sumner. Tiffany fue capturada, poco después, cerca de su propia casa.
El primer acusado en confesar fue Bruce Nixon. Él le proporcionó a la policía todos los detalles del horrendo crimen. Les relató cómo habían planeado el robo y el secuestro y dónde los habían enterrado.
El sábado 16 de julio los cuerpos de las víctimas fueron recuperados. Había pasado poco más de una semana.
Horror en la noche
Fue el doctor Anthony J. Clark, médico examinador del equipo de investigación de Georgia, el encargado de las autopsias. El resultado fue escalofriante: el matrimonio Sumner había muerto ahogado por bloqueo de sus vías respiratorias, se les habían tapado con tierra y suciedad. Habían sido, cruelmente, enterrados vivos.
El horror inundó a todos los presentes en el juicio.
Tiffany Cole quiso testificar y dijo, en un intento de manipulación del jurado, que ella pensó que el atraco sería solo eso, un robo. Y agregó que lo que enterrarían serían las pertenencias de los Sumner. Aseguró que ella no había participado ni del secuestro ni del asesinato. Incluso llegó a esgrimir que no sabía que los Sumner estaban siendo conducidos hacia su muerte en el baúl del Lincoln. Luego, sin embargo, sostuvo que las fosas habían sido cavadas solamente para asustar a los Sumner, para que ellos les dieran las claves bancarias necesarias para retirar dinero. Declaraciones inexplicables en las que ni ella misma creía.
Los queridos vecinos Sumner
Carol y Reggie pasaron en sus vidas por numerosas vicisitudes. Se habían conocido en el secundario de North Charleston, en Carolina del Sur, y habían tenido un breve romance veraniego. Luego, la vida los había llevado por diferentes caminos que los mantuvieron separados durante casi 40 años. Reggie se unió a la Marina, luego trabajó para los ferrocarriles y para la compañía CSX Railroad. Carol, por su parte, sobrevivió al tiroteo de un marido violento y abusivo.
Se reencontraron bien entrados los 50 años y renació el amor. Se casaron y sintieron que, por fin, habían alcanzado la paz y el sosiego. Eso parecía ser cierto. Por lo menos hasta que conocieron a su vecino Cole y a su hija Tiffany y sus destinos se cruzaron. Ella se convirtió para el matrimonio en algo así como una hija adoptiva. Fueron vecinos durante muchos años. Cuando los Sumner decidieron mudarse por la salud de Reggie que necesitaba un clima más templado, llegaron las despedidas. Su Chevrolet Lumina lo compró Tiffany, esa chica que tanto querían, en cómodas cuotas.
Sería esa misma joven, a la que habían visto crecer, la que terminaría con todos sus planes de una vejez placentera, calma y feliz.
Cuando fueron enterrados, en su lápida, sus doloridos familiares escribieron: Juntos para siempre.
Condenada a inyección letal
El juicio fue en octubre de 2007 y duró una semana. El 19 de octubre, al jurado le llevó menos de 90 minutos encontrar culpable a Tiffany, de 25 años, de asesinato en primer grado. De los doce jurados, nueve votaron a favor de que ella recibiera la pena de muerte.
Cinco meses después, el juez dictó las sentencias.
Tiffany Cole fue sentenciada a muerte por inyección letal por los dos crímenes, con premeditación y alevosía; fue sentenciada a prisión perpetua por los dos secuestros y a 15 años, por cada imputación de robo a cada una de las víctimas.
Michael Jackson, su novio, y Alan Wade fueron también condenados a muerte.
Bruce Nixon de 18 años, quien había llevado a la policía hasta los cuerpos y testificó en contra de sus cómplices, se declaró culpable de asesinato en segundo grado y fue condenado a 45 años de prisión.
Tiffany apeló la pena de muerte en 2010, pero la apelación le fue rechazada en ese entonces.
En 2015, Tiffany le dijo a la periodista Diane Sawyer lo que suelen decir todos los condenados: “Yo no soy la misma persona. Ahora tengo paz, tengo alegría y una mente sana”. Jay Plotkin, el fiscal de caso piensa radicalmente diferente y le dijo a la cadena ABC: “Fui fiscal durante más de veinte años. No he tenido un caso más vil y más cruel que este, que la tortura y asesinato de los Sumner”.
Sin embargo, en 2017, la Corte Suprema estableció que las sentencias a muerte deberían dictarse con unanimidad del jurado, algo que no había ocurrido en el caso de Tiffany Cole. Y esta norma se aplicaría para todos los sentenciados luego del 2002. Es por eso, que Tiffany es ahora una de las cuatro reclusas condenadas a la pena capital que tiene garantizada una nueva audiencia. Quizá su pena de muerte pueda ser conmutada.
La sociedad se había estremecido con el caso. Por ello, el pavoroso crimen de los Sumner apareció en el capítulo Vecinas de Miedo, durante la quinta temporada de Las verdaderas mujeres asesinas, de Discovery Channel, emitido en 2011.
¿Quién era Cole?
El 3 de diciembre de 1981, Tiffany Ann Cole, nacía en el estado de Florida bajo el signo de Sagitario. Era una bella e inocente bebé en una familia con varios hijos.
Poco se sabe de ella y de sus primeros años. Sí se supo que fue girl scout, que medía 1.63 cm de altura, que era porrista en el colegio, que tocaba bien la flauta en la banda escolar y que nunca, hasta que fue detenida por el crimen de sus vecinos, había pasado una noche en la cárcel. Su madre trabajaba mucho y fue criada por su padre quien se enfermó de manera terminal. Al morir, ella se tuvo que ocupar de sus hermanos. Pero Tiffany sumó otros detalles complejos a su historia cuando declaró: dijo que sufrió abuso doméstico cuando era una niña y que, a los 23 años, se juntó con la gente equivocada como su novio Michael Jackson.
Su abogado defensor recurrió a la estratagema de decir que Tiffany era muy influenciable, que se había escapado de su casa varias veces para huir del abuso y que ello la había llevado a las drogas y a la prostitución. Intentó que su horrible pasado y su no participación directa en el crimen, sumados a su bajo nivel intelectual alivianaran la sentencia, pero no fue posible. El equipo defensor sostuvo que Tiffany había sido una persona pacífica hasta que se involucró con el violento Michael Jackson. Pero lo cierto es que era ella quien conocía bien a los Sumner y quien proporcionó toda la información a sus secuaces. Además, Nixon, su cómplice, declaró que Tiffany sabía de antemano que los matarían y que, de hecho, fue quién había comprado las bolsas plásticas y la cinta adhesiva que habían utilizado.
Hoy Tiffany es identificada en prisión por el número del centro de detención de Lowell Annex: J3521.
Ya tiene 38 años, de los que ha pasado presa unos 15. A pesar de haber sido condenada a muerte en 2008, ahora tiene la esperanza de obtener una nueva sentencia amigable con la existencia. Una existencia que no es otra cosa que la vida -esa entelequia en el sentido más filosófico de la palabra- que ahora para sí misma, valora tanto.
SEGUÍ LEYENDO: