Natalee Holloway y Stephany Flores vivían lo suficientemente lejos una de la otra como para poder asegurar que difícilmente podrían haberse conocido. Pero sus destinos estarían fatalmente entrelazados. Natalee era norteamericana y tenía 18 años; Stephany era peruana y tenía 21. Natalee quería ser médica, Stephany estudiaba economía. Los dos tenían un hermano varón, familias que las amaban y un futuro brillante y promisorio. Ese futuro fue truncado por un joven de origen holandés por el que, durante un brevísimo tiempo, sintieron atracción.
Un mismo día 30 de mayo, con cinco años de diferencia, Natalee y Stephany dejaron de respirar bajo las manos de su verdugo: Joran Van der Sloot. Natalee murió el lunes 30 de mayo de 2005; Stephany el domingo 30 de mayo de 2010.
¿Mera coincidencia? ¿Un plan siniestro de una mente asesina? Quién sabe.
Natalee y su soñado viaje de egresados
Natalee Ann Holloway era hija de Beth y Dave Holloway. Nació el 21 de octubre de 1986, en Clinton, Mississippi, y tenía un hermano menor llamado Mateo. Sus padres estaban divorciados desde 1993 y, al momento del viaje escolar, Natalee vivía con su madre y su nuevo marido, George “Jug” Twitty, un importante hombre de negocios. Años después, cuando Beth se separó de Twitty, iba a recuperar el apellido Holloway en honor a su hija.
Rubia, de ojos azules, de 1,63 m de altura y unos 50 kilos, Natalee era una chica más bien menuda y muy alegre. Se había graduado con honores y esperaba obtener una beca para estudiar medicina en la universidad de Alabama.
Llegó a Aruba, una isla caribeña paradisíaca que depende del Reino de Holanda, con 124 compañeros del colegio secundario Mountain Brooke, de Alabama, Estados Unidos, el 26 de mayo de 2005. Era su viaje de graduación y estaba feliz.
Esa noche del domingo 29 de mayo, como era la última del viaje, el grupo de estudiantes salió a divertirse. La joven llevaba puestas una mini de jean, una musculosa verde rayada y en la muñeca tenía abrochada la pulsera turquesa del hotel Holiday Inn donde estaban todos alojados. En las fotos que sacó su compañera de colegio, Jessica Caiola, se la ve bailar y reír. Jessica no era muy amiga suya, pero igual le hizo varias fotografías esa noche en el pub Carlos ‘n Charlies, de Oranjestad. Serían las últimas imágenes de Natalee antes de su ausencia eterna.
“Nunca en mi vida le había sacado una foto a Natalee”, reconocería luego desolada su compañera de escuela.
Con Jessica habían decidido volver juntas al hotel. Era la una y media de la madrugada del lunes 30 de mayo y estaban en la puerta del pub-discoteca. Pensaban tomar el minibus para turistas que recorre la zona hotelera. Sin embargo, a último momento, se separaron. Natalee quiso comprar algo para comer y se perdieron de vista entre la gente.
Es en esos instantes que Natalee se habría cruzado con el mismo chico que habían visto los días anteriores en el casino y en el hotel: Joran van der Sloot. El joven tiene 17 años, mide 1,91, es sumamente atractivo y simpático. Vive en la isla, pero es holandés y está con otros amigos que son de Surinam. Nada parece denotar peligro. Sería en ese momento que Joran le da charla y le ofrece llevarla hasta su hotel en la zona de Palm Beach. Natalee se sube al auto con ellos.
Una ausencia impensada
La mañana del 30 de mayo la delegación escolar la esperó en vano en el lobby del hotel. Natalee no aparecía por ningún lado. Al principio no se alarmaron demasiado, pero con el correr de los minutos y el hallazgo de su equipaje y pasaporte en su habitación la intranquilidad comenzó a sentirse. Los compañeros bromeaban sobre la posibilidad de que se hubiera quedado dormida por ahí, luego de la trasnochada. Pero como todo se demoraba demasiado fueron enviados al aeropuerto. Mientras, los encargados del grupo, encabezaban la búsqueda y comenzaban a desesperarse.
Jessica, antes de irse, tenía algo para decirle a la policía que llegó al lugar. A la madrugada, cuando sin querer se separaron, ella la había visto pasar dentro de un coche: “La ventana estaba baja así que la vi perfectamente en la parte trasera del auto. Pensé: bueno, consiguió una manera de volver al hotel. En el auto iba el mismo chico que había conocido en el casino de nuestro hotel. No éramos íntimas amigas, pero esa noche la pasamos juntas”. Ese chico del que Jessica hablaba era Joran van der Sloot y había estado rondando al grupo esos días.
Las mejores amigas de Natalee Holloway, Claire Fierman y Mallie Tucker, estaban muy preocupadas porque Natalee perdería el avión. Hablaron por teléfono con Beth, su madre, pero luego fueron enviadas de regreso a su país con la incertidumbre sobre lo ocurrido.
Tiempo después Jessica volvió a declarar sobre el tema y explicó algo obvio sobre el joven van der Sloot: “Era tan simpático que no había motivo para no estar con él. No recuerdo a nadie especialmente con él, pero siempre estaba ahí. Y esa noche estuvo en el pub, mil por ciento. Lo vi. Se lo conté infinidad de veces al FBI”.
Solo Joran sabe qué pasó exactamente en esas horas. Lo cierto es que Natalee nunca llegó a su hotel y su cuerpo jamás fue hallado.
La inútil investigación de un crimen
Esa noche pudo reconstruirse con certeza que Natalee se subió al auto con tres residentes de la isla: Joran van der Sloot (17) y los hermanos surinameses Deepak (21) y Satish (18) Kalpoe. Su madre Beth, con su instinto maternal, sospechó desde el principio que Joran van der Sloot estaba involucrado.
Solo pocas horas después de la desaparición de Natalee, su madre Beth y su padrastro Twitty llegaron a Aruba en un jet privado con amigos que se ofrecieron a acompañarlos. La investigación, al principio, fue prácticamente encabezada por ellos porque la policía no avanzaba.
El primero que le habló a Beth de Joran van der Sloot, fue el encargado nocturno del Holiday Inn que lo había visto en un video de seguridad. Beth, su marido y los amigos fueron directamente a la policía quienes los acompañaron hasta la casa de van der Sloot.
Beth recuerda perfectamente el encuentro que tuvo con este chico enorme y fornido quien le aseguró que aquella noche había llevado a su hija al hotel luego de una discusión. Fue otra de las tantas mentiras de Joran, porque en las cámaras de vigilancia del Holiday Inn no se vio nunca que Natalee llegara esa madrugada a su hotel.
Todo marchó mal desde el principio con la investigación de Natalee. A pesar de que su familia ofreció una recompensa de 100 dólares por datos certeros y de que la propia Secretaria de Estado de los Estados Unidos, Condoleezza Rice, estaba siguiendo muy de cerca el caso y se encontraba en permanente contacto con las autoridades de la isla.
Los sospechosos señalados por varios testigos fueron ubicados rápidamente. Pero las mentiras y las diferentes versiones que fueron dando marearon a la policía en una isla pequeña donde nunca pasaba nada demasiado grave. Dijeron que la habían llevado al hotel; luego que la habían llevado a la zona del faro, en Arashi Beach, porque la adolescente quería ver a los tiburones; que se había bajado sola en la playa porque quería caminar; los hermanos Kalpoe sostuvieron que la habían dejado con van der Sloot en la playa y que luego éste la había dejado allí dormida… Falsedades que generaron mucha confusión. Fueron arrestados y vueltos a liberar en varias ocasiones.
La influencia de la familia van der Sloot parecía ser mucha. El padre de Joran, Paulus van der Sloot, era un abogado holandés que pretendía ser juez y tenía dinero. Su madre, Anita Hugen, era profesora de arte en un establecimiento local. Para colmo el joven estudiante holandés del colegio Internacional de Aruba, de 17 años, parecía cualquier cosa menos un adolescente asesino.
Durante los primeros días y semanas se buscó a Natalee con 50 soldados holandeses, 3 aviones F 16 de la real Fuerza Aérea de Holanda equipados con sensores infrarrojos, agentes especiales del FBI y buzos tácticos. Los lugareños también se sumaron a la tarea. No hallaron absolutamente nada.
La familia de Natalee luchó desde el principio con las reticencias que mostraba el gobierno de Aruba para profundizar y mejorar la investigación. Las autoridades veían alarmadas que se dañaba su imagen como destino turístico norteamericano. Eso los preocupaba porque el turismo es una de sus principales fuentes de recursos.
Beth dio todas las batallas posibles para el esclarecimiento de la desaparición de su hija, pero no se lograron avances significativos. El 18 de diciembre de 2007, más de dos años después, el caso fue cerrado por falta de pruebas y sin ningún imputado.
Reabrir el expediente
Pero dos meses después de que el caso se cerrara ocurriría algo que obligaría a la justicia de Aruba a reabrir el expediente el primero de febrero de 2008.
La aparición de un video grabado en Holanda por un polémico y poco ortodoxo investigador logró reavivar el caso.
El hombre que lo consiguió es Patrick van der Eem. Él había invertido meses en ganarse la confianza de Joran van der Sloot que, en ese entonces con 20 años, estaba libre y feliz estudiando en Holanda. La marihuana y el póker fueron la excusa para generar una sólida relación. Patrick, que conocía perfectamente la historia de Natalee, quería colaborar para llevarle algo de paz a la familia Holloway. Pretendía averiguar qué era lo que había ocurrido aquella noche en Aruba. Una vez construida la relación de confianza con van der Sloot, se contactó con el periodista especializado en casos complejos, Peter R. de Vries. El periodista se entusiasmó con la propuesta de Patrick y le proporcionó las herramientas que necesitaba para conseguir el objetivo: una camioneta Range Rover equipada con tres cámaras y sistemas de audio.
Patrick le tendió una trampa a Joran y grabó todo lo que dijo. Y lo que dijo fue espeluznante. En esos videos que están subidos a Internet, Joran confiesa bajo la influencia de la marihuana. Relató que la chica había muerto y que se había deshecho del cuerpo con la ayuda de un amigo al que no quiso identificar. Éste la habría tirado al medio del mar desde un bote, mientras Joran volvía a caminando a su casa y armaba su coartada. El amigo que no quiere mencionar y que lo habría ayudado podría haber sido su propio padre Paulus.
Ante las preguntas de Patrick, Joran se explayaba: “Por supuesto que está muerta (…)Todo terminó mejor de lo que nunca hubiera soñado, Patrick, porque nunca la encontraron. Porque si la hubieran encontrado yo estaría hundido en la mierda (…) La conocí sólo dos días, a lo sumo habré estado con ella tres horas y media en total (...) Estábamos ahí y de golpe no se movió más. Por supuesto Pat, traté de reanimarla. Traté de sacudirla. Estaba ahí, sacudiendo a la perra. Quería llorar. Pensaba por qué siempre me pasan estas mierdas. Entonces llamé a este tipo. No lo llamé de mi celular. Fui a un teléfono público (se cree que sería un teléfono del Hotel Marriot), lo llamé y le dije lo que había pasado. ‘Vení, vení a ayudarme. Y no llames a la policía’. Él me dijo que no la llamaría y que venía. Era un amigo de mi infancia que haría cualquier cosa por mí y me voy a llevar su nombre a la tumba. Llegó a la playa, ella estaba igual todavía (...) Mi amigo me dijo que tenía el bote (…) la levantamos y la subimos al bote. Y me aconsejó que a la mañana fuera al colegio y me comportara normalmente por si descubrían que ésta chica faltaba (…) Me dí cuenta de que tenía razón, que tenía que actuar normal. Y pensé que iba ir al Casino al anochecer así las cámaras me registraban (…) Así que mientras yo caminaba a casa, él navegaba hacia mar abierto. Me dijo que habría hecho unas dos millas. La tiró por la borda y volvió a casa. Y me dijo que ella iba a ser considerada perdida y que la buscarían. Pero que no iban a encontrar nada (...) Deepak and Satish son chicos estúpidos. Vos podés ver cuán inteligente soy yo. Los dejé decir que me dejaron en el hotel. Confundieron a todos y cagaron toda la investigación (...) Estábamos tocándonos con ella y hablando... estaba por decirle que me la chupara y ¡bum! Empezó a temblar”.
Si bien esta confesión bajo la influencia de la marihuana no sirvió para llevarlo a la cárcel, si le proporcionó algo de paz a Beth Holloway: “Recé varios años para tener una respuesta a lo que pasó y por fin la tengo. (...) Joran ¡podría haber llamado a una ambulancia!”. Beth está convencida de que Joran asaltó sexualmente a su hija y que con un cómplice la arrojó al mar todavía con viva.
Para poder poner tras los barrotes a Joran van der Sloot pasaría mucho tiempo y ocurriría otro crimen.
De todos modos, la historia de Patrick van der Em no fue lo virtuosa que parecía. Se dijo luego que lo que Patrick realmente pretendía era convertirse en millonario resolviendo el misterioso crimen. No solo eso: en diciembre de 2008 fue detenido en Holanda por golpear a su novia con un palo y huir de la policía.
Extorsión, dinero y viaje a Perú
En los años que siguieron a la desaparición de su hija, Beth Holloway enfrentó varios pedidos extorsivos de Joran van der Sloot. Prometía darle información sobre el lugar dónde había descartado el cadáver a cambio de grandes sumas de dinero. En una ocasión le mandó a pedir 250 mil dólares.
Beth, que quería desesperadamente saber lo que había pasado y estaba furiosa porque van der Sloot evitaba la cárcel por no haberse hallado el cuerpo de Natalee, recurrió al FBI. Les avisó del pedido de extorsión. A los investigadores se les ocurrió atraparlo por fraude para poder meterlo preso. Urdieron una trampa, pero todo salió pésimo.
El 10 de mayo de 2010, después de que van der Sloot los llevara a mostrarles el jardín donde dijo que su padre Paulus (que ya había muerto ese año) había enterrado a Natalee, el FBI le dio un anticipo de 25.000 dólares (10.000 en efectivo y 15.000 fueron depositados en su cuenta). Pocas horas después, con el dinero en mano, van der Sloot les mandó un mail diciendo que todo lo que había dicho era mentira. Y se embarcó en un vuelo rumbo a Perú.
Van der Sloot había sido más rápido que el mismísimo FBI. El criminal pudo viajar por la sencilla razón de que los agentes federales no habían presentado rápidamente cargos en su contra, ni habían pedido a las autoridades de Aruba que fuera detenido.
Esto enfureció a los Holloway. Y, en pocos días, otra mujer pagaría con su vida la gran ineptitud de los agentes.
Stephany, la estudiante de economía
Stephany Tatiana Flores Ramírez tenía 21 años, era estudiante de economía, y era hija de Marielena Ramírez y Ricardo Flores, ex presidente del Automóvil Club de Perú, empresario y corredor de autos. Tenía un hermano llamado Enrique. Vivían en el barrio Chacarilla de la capital peruana.
Se dijo que la noche en la que moriría había tenido una discusión con su padre. Stephany era rebelde y le gustaba jugar al póker. Salió con amigas y luego con alguien que había conocido hacía un par de días: Joran van der Sloot en un casino donde él también jugaba póker.
Esa noche del domingo 30 de mayo de 2010, exactamente cinco años después del crimen de Natalee, Stephany fue estrangulada en el hotel Tac, del barrio Miraflores de la ciudad de Lima, Perú. Su cuerpo fue encontrado dos días después, en la habitación 309, por una empleada de la recepción. Era la madrugada del miércoles 2 de junio cuando la recepcionista Adely Abad Marchena atendió el teléfono. Era una llamada para un ciudadano holandés de una mujer del casino Atlantic City. Pero en la habitación no respondía nadie. Adely chequeó entonces el estado del cuarto y vio que el extranjero debía dos días de alquiler. Entonces decidió subir a la habitación. Golpeó sin obtener respuesta alguna, pero se escuchaba el televisor encendido. Fue al primer piso del hotel y le comunicó el tema a la administradora que le indicó que volviera a la habitación con una llave. Adely testificó que al entrar observó que “la señorita Stephany se encontraba tirada en el piso de espalda y las rodillas flexionadas hacia la pared. Sangraba por la nariz por lo que me asusté y salí de ahí”.
No hubo que investigar demasiado: la habitación estaba bajo el nombre van der Sloot y él se había ido del hotel sin devolver la llave. Esta vez su padre Paulus no pudo ir en su rescate: había muerto de un infarto masivo, el 11 de febrero de ese mismo año, jugando al tenis.
Van der Sloot, ya con 22 años, fue detenido el 3 de junio, en Chile, y deportado a Perú en menos de 24 horas. Confesó.
Las causas del deceso de Stephany fueron hemorragia cerebral y fractura de cuello. Joran van der Sloot se defendió diciendo que había salido de la habitación para comprar dos cafés y que, al volver, había encontrado a Stephany revisando su computadora portátil asustada porque había hallado información del caso Holloway. La furia que le sobrevino y su paranoia con que el FBI lo estaba persiguiendo habría hecho que terminara asesinándola. Reveló que ella estaba muy atemorizada por lo que había leído en su laptop sobre el crimen de Natalee y que empezaron a pelear. Después de la discusión ella habría querido escapar y él afirma que le pegó en la nariz con el codo derecho, con un movimiento de karate le dió un gran golpe en la nuca, la estranguló durante un minuto completo y la terminó asfixiando con su remera ensangrentada. La violencia utilizada por van der Sloot era impactante. Además, faltaban 5000 dólares que Stephany había ganado en el casino.
Cuando le contaron las noticias, Beth Holloway decidió volar a Perú. Quería enfrentar al asesino de su hija y de Stephany en la prisión, mientras esperaba ser juzgado.
Lo vería nuevamente cara a cara.
“Caminé sola con todas las novias, madres y amantes que estaban haciendo cola para ese día de visitas en la cárcel”, recordó en una entrevista con ABC. Cuando lo tuvo frente a ella le suplicó que le revelara dónde estaba su hija. Él se negó a hablar. Pese a eso Beth recuerda el encuentro como un momento “glorioso”, porque supo que esta vez él pagaría por sus crímenes.
Su madre Anita Hugen dijo entonces, rompiendo el silencio, a De Telegraaf: “Joran está enfermo dentro de su cabeza y no acepta ayuda. Si él hizo esto debe enfrentar las consecuencias. No puedo consolarlo”.
Fue juzgado por el homicidio de Stephany, declarado culpable de asesinato y condenado a cumplir 28 años de cárcel.
Al cine y la literatura
En 2006 Dave Holloway publicó un libro, escrito junto a otros dos autores de la isla, La trágica historia inédita de Natalee Holloway y la corrupción en el paraíso.
El 2 de octubre de 2007 Beth lanzó su propio libro: Amada Natalee: testamento de esperanza y fe de una madre. Ella creó también la Fundación Internacional Viajes Seguros, sin fines de lucro, para promover que los viajeros estén a salvo. En 2010 abrió en la ciudad de Washington el Centro de Recursos de Natalee Holloway, dentro del Museo Nacional de Crimen y Castigo, para ayudar a las familias de personas desaparecidas.
En el año 2009 se estrenó la película Natalee Holloway, dirigida por Mikael Salomon, basada en el libro de su madre. En 2011 se realizó otra llamada Justicia por Natalee Holloway, dirigida por Stephen Kay. Y luego hubo un nuevo documental llamado Desaparecida. Además de varios episodios en series sobre crímenes y una media docena de libros escritos sobre su historia.
El caso no perdió vigencia. Era imposible no identificarse con una tragedia sucedida durante un viaje de egresados.
Dave Holloway, seis años años y medio después de la desaparición de su hija Natalee, le pidió al juez Alan King que la declarase muerta. Quería dejar de pagar su seguro médico y su fondo universitario de 2000 dólares para poder ayudar económicamente a Mateo, su hijo menor. El 12 de enero de 2012 fue declarada oficialmente muerta.
Dos casos, un criminal
Fue durante un reportaje que finalmente los dos casos (Holloway/Flores) quedaron conectados en las propias declaraciones de van der Sloot. El 17 de marzo de 2016, confesó otra vez haber asesinado a Natalee en un video difundido a la prensa por los periodistas del National Enquirer y Radar Online. Él ya estaba preso por el crimen de Stephany y no sabía que estaba siendo grabado: “Siempre le he mentido a la policía. Nunca les dije la verdad. Inventé muchas historias y nunca dije todo. La policía nunca sabía lo que tenían que preguntarme. Creo que fue una de las peores investigaciones policiales (...) Soy culpable también del caso Holloway y acepto todo lo que he hecho”.
Esos 51 segundos -que fueron grabados en el penal de máxima seguridad de Challapalca, en Puno, Perú, donde está confinado desde 2014- le dieron un cierre casi definitivo a la historia.
Joran van der Sloot (nacido el 6 de agosto de 1987 en Arnhem, Países Bajos), fue estudiado por los psicólogos quienes determinaron que posee una personalidad psicopática y que la vida humana le resulta absolutamente indiferente. Se estima que aquella noche en la playa, alguna negativa de Natalee lo molestó y despertó su ira asesina. La misma cólera que lo habría llevado a matar a Stephany cinco años después.
Amores desafiantes
En julio de 2014, Joran van der Sloot se casó, en el aislado penal donde vive a más de 4500 metros de altura, con una contadora peruana de 24 años: Leydi Carol Figueroa Uceda. Ella estaba embarazada de siete meses. El 28 de septiembre de 2014 nació su hija, Dushy van der Sloot, llamada así en memoria a su bisabuela paterna holandesa.
Se creyó que con el matrimonio van der Sloot buscaba obtener la nacionalidad peruana para evitar ser extraditado a los Estados Unidos, donde es requerido por fraude y extorsión a Beth Holloway, delitos federales que podrían haberlo condenado a prisión perpetua en ese país.
Pero el criminal convicto fue por más. El diario holandés De Telegraaf publicó, el 2 de noviembre de 2018, que van der Sloot y su mujer Leydi Figueroa Uceda, están siendo investigados en Perú por haber lavado 350 mil dólares provenientes de estafas a casinos. Con ese dinero Leidy habría comprado un lujoso departamento en una zona residencial de Lima.
Joran van der Sloot con 32 años no escarmienta y sigue despreciando la vida humana y enfrentando a la ley.
Cuando haya cumplido su condena en Perú, en julio del año 2038, podrá ser extraditado a los Estados Unidos. Recién entonces su primera víctima, donde sea que esté, descansará en paz.
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