Gloria Vanderbilt: la turbulenta vida de la “pobre niña rica” que siempre buscó el amor y creó un imperio

Heredera de la fortuna millonaria vivió rodeada de lujos, peleas, tragedias y desamores. Aun así pudo siempre seguir adelante y fabricar más dinero del que heredó. La historia de una mujer increíble que fue ícono de la moda, celebridad en Nueva York e inspiró al genial Truman Capote

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Gloria Vanderbilt fue la creadora
Gloria Vanderbilt fue la creadora de un imperio e ícono de la moda (AFP)

El 20 de febrero Gloria Vanderbilt cumpliría 96 años. Pero el ícono de la moda, la socialité de Nueva York, aquella “pobre niña rica” que los medios de prensa perseguían incansablemente, se despidió de la existencia el 17 de junio de 2019 después de perder su pulseada contra un cáncer de estómago.

Cuando nació su vida prometía ser fácil y repleta de flashes, dinero y amores. Sin embargo, heredera de millones y disputas, desde muy chica estuvo rodeada de batallas legales por su custodia, acorralada por la falta de cariño maternal y por las tragedias.

El frufrú de las faldas de tafeta

Gloria Laura Vanderbilt nació en 1924, en un frío día de invierno neoyorquino, pero en su casa todo era sumo confort. Era la única hija de Reginald Claypoole Vanderbilt​ (heredero de una fortuna que provenía del negocio de los ferrocarriles) con su segunda mujer, Gloria Mercedes Morgan nacida en Suiza y de solo 17 años.

Al menos en su futuro económico esa bebé no tendría nada que temer. Sus primeros seis meses de vida transcurrieron al cuidado de Dodo, su niñera irlandesa adorada cuyo nombre era Emma Sullivan Kieslich. Sus padres habían partido solos en un extenso viaje para explorar el mundo.

Un año y medio después, el 4 de septiembre de 1925, Reginald Vanderbilt, un hombre que se dedicaba a los caballos y al juego, murió de cirrosis como consecuencia de su alcoholismo, en su casa de campo en Rhode Island. Tenía 45 años. Ese día su mujer, que ya contaba con 19 años, estaba en una función de teatro en Nueva York.

Gloria vivió una infancia en
Gloria vivió una infancia en soledad, sin el amor materno. A los 17 años se enamoró del millonario Howard Hughes, de 42 años en ese entonces (Shutterstock)

Gloria Vanderbilt tenía solo 18 meses cuando se convirtió en heredera de un fondo fiduciario de 5 millones de dólares (para la época era una verdadera fortuna) que sería controlado por su madre hasta su mayoría de edad. Había sido bautizada en la iglesia episcopal, pero luego de la muerte de su padre fue confirmada en la Iglesia católica, la religión de su madre. Tenía además una media hermana Cathleen, hija del matrimonio anterior de Reginald.

Al quedar viuda Gloria Morgan decidió instalarse en París donde vivirían por algún tiempo. Pero Gloria Vanderbilt estaría siempre al cuidado de Dodo mientras su madre participaba de infinitos compromisos sociales y paseaba por el mundo.

En un reportaje -ya en su adultez- Gloria recordaría el frufrú, el ruido que hacían las faldas de su madre al caminar cuando ella pasaba a despedirse con un beso volador y lejano. A la niña el pecho se le estrujaba. Su madre llegaba y salía, más salía que llegaba... Y ella quedaba en los brazos de Dodo, quien jugaría un papel importantísimo en su vida huérfana de cariño materno. Aunque también estaba muy presente su abuela materna, Laura Morgan, que no aprobaba para nada la conducta disipada de su hija al quedar viuda del magnate.

Cuando su madre se enamoró del príncipe alemán Friedel Hohenlohe, su abuela temió que se llevara a su nieta a vivir a Alemania. Entonces convino con su hija que la pequeña se mudara de nuevo a Estados Unidos con Dodo y su abuela. El complot para separarlas había comenzado.

Una pelea legal entre su
Una pelea legal entre su poderosa tía y su madre, hizo que la pequeña quedara bajo la tutela de su abuela materna (REUTERS)

En Estados Unidos Gloria ingresó en el colegio privado para mujeres Miss Porter’s School, en Farmington, Connecticut. Mientras, su alocada madre Gloria Morgan y su hermana gemela idéntica, Thelma Morgan, gastaban dinero sin ton ni son y se dedicaban a pasarla bien en la glamorosa Europa. Thelma era, en esos tiempos, la amante del príncipe de Gales, Eduardo VIII, quien todavía no había conocido a Wallis Simpson por quien abdicaría al trono.

La confabulación de su abuela materna empezó a tomar forma. Laura buscó el apoyo de la poderosa tía paterna Gertrude Vanderbilt, la escultora y fundadora del Museo Whitney de Nueva York. Los gastos excesivos y la vida desenfrenada de la joven viuda encontrarían un freno brutal. Gertrude puso bajo escrutinio las finanzas y el ejercicio de su maternidad en los tribunales: solicitó la custodia de su sobrina.

En 1934 comenzó la tumultuosa contienda legal sobre la tenencia entre Gertrude y la madre de la pequeña de 9 años. A tan corta edad, ya tenía el peso de la mirada de la sociedad sobre sus espaldas.

Gloria Vanderbilt recordó en sus memorias a su abuela Laura diciéndole durante el juicio: “Tenés que demostrar cuánto querés a tu tía. La tenés que abrazar y besar mucho”.

El proceso fue un verdadero escándalo. El juez, varias veces, pidió quedarse a solas con la niña para escucharla sin interferencias de los adultos. Gloria llegaba a la corte en el asiento trasero de una limusina Rolls Royce gris entre cientos de chismosos que pispeaban por las ventanas del lujoso auto. Cuando bajaba, los fotógrafos se arremolinaban sobre ella. Era una pobre niña indefensa ante la muchedumbre mientras los adultos batallaban puertas adentro.

(Instagram: @gloriavanderbilt)
(Instagram: @gloriavanderbilt)

Hubo en esos días llantos a raudales y testimonios que inhabilitaron a la madre quien finalmente perdió la custodia en esa pelea descarnada a la que denominaron “el juicio del siglo”. Gloria, por su lado, se ganó el apodo que la acompañaría de por vida: “Pobre niña rica”.

Lo peor llegó cuando el juez que le dio la tenencia a Gertrude determinó también que no vería más a Dodo. A la niñera le prohibió todo intento de contacto con la menor.

Para Gloria que sentía que ya había perdido a su madre mucho tiempo atrás, ésta separación significó uno de los dos peores momentos de su vida.

En sus memorias Gloria se desnudaría contando que “Dodo había estado en mi vida desde el momento en que nací. Extraída durante una cesárea del útero de mi madre, fui entregada directamente a los brazos de Dodo. Mi cuerpo de recién nacida echó raíces en su abrazo y encontró allí un hogar. La voz de Dodo fue la primera que escuché, Mi abuela fue la segunda voz. Era toda la familia que necesitaba”.

Cuando durante el juicio se enteró que pensaban despedirla su mundo se rompió en mil pedazos: “Si Dodo me era quitada, podría morir (...) Abrazaba a Dodo sollozando tratando de decir lo que había escuchado… ¡Líbrense de la niñera!”.

Lo cierto es que se creyó que Dodo había influenciado negativamente a Gloria en contra de su propia madre y por eso prohibieron que la siguiera viendo: “Era lo peor que me había pasado, quería morirme… parte de mí murió entonces”, escribió. En el juicio se ventiló que Dodo era extremadamente posesiva con la pequeña y que le había llegado a decir que su madre podría matarla.

Gloria Mercedes Morgan de Vanderbilt claramente no era una madre convencional, era más bien mundana con un espíritu inasible. Todo eso influyó para que le quitaran la tutela de su propia hija. La justicia reguló que podría verla los fines de semana y un mes entero durante los veranos.

(Instagram: @gloriavanderbilt)
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Pero terminado el juicio la relación de Gertrude con la pequeña Gloria también se enfrió. Era una mujer a la que le costaba expresar los afectos.

“Yo me daría cuenta mucho después que mi madre estaba tan asustada de mí como yo de ella”, relatará Gloria varias décadas más tarde. De hecho, en su elegante departamento neoyorquino, una enorme pintura de su madre presidía el comedor y por distintos rincones de su casa podían verse dibujos y retratos de ella, como un homenaje a aquella madre lejana a la que le habían quitado la tenencia. Gloria de alguna manera la justificó cuando le dijo a la revista Vanity Fair que las mujeres como su madre, que se movían en esas altas esferas sociales, “... en algún sentido no se suponían que fueran madres, porque sus instintos no iban en esa dirección”.

Entre los tantísimos recuerdos que ella volcó en sus libros hay uno que cuenta un breve encuentro lésbico suyo, en su preadolescencia, con una compañera de colegio. Contó que su amiga le recordaba mucho a Dodo su niñera, que se metieron bajo las mantas de la cama y empezaron a acariciarse: “La verdad debe ser dicha, fue genial. Por supuesto yo no sabía bien de qué se trataba, pero no quería parar”, escandalizó Gloria.

La relación con su madre no mejoró nunca. Una vez ya adolescente fue a visitarla a Los Ángeles y decidieron pasar un fin de semana en el castillo de William Randolph Hearst, en San Simeon. Iban sentadas atrás en el auto con chofer. Pero se quedaron enseguida sin conversación. No hablaron de nada. Un vacío se había instalado entre ellas.

Un matrimonio tras otro

Cuando Gloria a los 17 años se mudó a Hollywood, tras una visita a su madre, quedó demostrada la atracción que ejercían los hombres mayores sobre ella: el famoso actor Errol Flynn y el multimillonario empresario Howard Hughes... entre muchos otros. Hughes la conquistó cuando apenas había cumplido los 17 años y ella lo relató así: “El sexo funcionó y fue la primera vez que no tuve que fingir un orgasmo”.

Ese mismo año, 1941, se casó con el representante de actores de Hollywood Pasquale “Pat” DiCicco. El matrimonio fue un desastre porque él la maltrataba física y verbalmente. Gloria buscaba afecto como fuera, pero no le resultaba nada fácil. Para colmo la ex mujer de DiCicco había muerto en circunstancias misteriosas y él había sido considerado sospechoso.

Se divorciaron en 1945, pero semanas después Gloria Vanderbilt ya estaba con otro hombre en el que habría visto a un padre: el director de orquesta Leopold Stokowski, 42 años mayor que ella. Se casaron en 1945: ella tenía 21 y él 63. Estuvieron juntos una década durante la cual tuvieron dos hijos: Stanley y Christopher. En la infancia de sus hijos recurrió a su querida ex niñera Dodo para que los cuidara.

(Instagram: @gloriavanderbilt)
(Instagram: @gloriavanderbilt)

Durante la década de 1950 Gloria Vanderbilt hizo de todo en cuanto a lo profesional: estudió con el artista y curador del Museo Metropolitano de Arte Robert Beverly Hale, en la Art Students League, en Manhattan y, luego de algunos años, realizó sus primeras exposiciones. También decidió probar suerte en la actuación y debutó en 1954 con el protagónico en The Swan. En 1955 llegó a Broadway con una remake de El tiempo de tu vida de William Saroyan.

En 1955 Gloria y Stokowski se separaron. Ella tenía solo 31 años. Comenzó a salir y se dejó ver con Frank Sinatra y con Marlon Brando, pero finalmente creyó haber encontrado de nuevo alguien con quien compartir su vida. En agosto de 1956, se casó con el cineasta, director, productor y guionista estadounidense Sidney Lumet. Durarían siete años, pero él no era la pasión de su vida. Se separaron en 1963.

Todavía estaba con Lumet cuando el verdadero amor golpeó a su puerta: el escritor Wyatt Emory Cooper. Se casaron solo cuatro meses después de la separación de Lumet, en 1963. Con él tuvo dos hijos más: Carter Vanderbilt Cooper, en 1965, y Anderson Hays Cooper, en 1967. Con él sintió, por primera vez, que había armado una familia. Wyatt era contenedor, buen padre, buen marido. Fue Wyatt también quien insistió que ella tenía que amigarse con su madre.

Fue su matrimonio más largo, pero no terminó por voluntad propia. Cooper murió en 1978, durante una operación a corazón abierto dejándola devastada.

Gloria se había convertido en viuda con 54 años. “Wyatt era el padre más extraordinario. Desde el principio trató a nuestros hijos como personas. Era algo que yo nunca tuve mientras crecía”, reveló.

Gloria Vanderbilt no volvió a casarse jamás, pero sí tuvo una relación con el fotógrafo Gordon Parks hasta que él murió en 2006.

Éxitos profesionales y desdichas personales

Vanderbilt nunca dejó que su historia de heredera millonaria o esposa sufriente la etiquetara. Administraba muy bien sus lágrimas. Y siempre apostaba por más. Se animó a la actuación en los años 50; sus pinturas fueron exhibidas en las mejores galerías; escribió teatro, poesía y sus propias memorias; era una celebrity total y hasta Truman Capote se inspiró en ella como, por ejemplo, en Desayuno en Tiffany’s.

En 1969, sus ilustraciones la llevaron a una de sus facetas más exitosas: la de diseñadora de moda. Una noche, Johnny Carson exhibió su exposición en The Tonight Show. El CEO de Hallmark y el presidente de Bloomcraft vieron la transmisión y decidieron convertir su obra de arte en diseños. Su carrera como diseñadora de modas levantó vuelo cuando se asoció con Mohan Murjani quien invirtió un millón de dólares en una campaña publicitaria en 1978. Eso condujo a la marca Gloria Vanderbilt, con su sello distintivo de cisne blanco, a su cénit. En 1980 ya generaba más de 200 millones de dólares en ventas.

(Instagram: @gloriavanderbilt)
(Instagram: @gloriavanderbilt)

Se había convertido en la pionera de los jeans de autor. La moda se rindió a sus pies. Los jeans firmados con su nombre, Gloria Vanderbilt, fueron un hit que marcó generaciones. Gloria Vanderbilt Jeans creció y alcanzó a otras prendas del guardarropa femenino. También avanzó sobre el mundo de los perfumes y de la decoración, diseñó valijas, carteras y hasta una muñeca. Como no podía ser de otra manera, además se animó a incursionar en el área alimenticia. Ganaba millones… y esta vez no eran heredados sino merecidos. De hecho hizo muchísimo más dinero del que recibió de herencia. C

uando alguien se atrevió a preguntarle qué fortuna sabía mejor si la heredada o la que provenía del trabajo, dijo sin dudar: “Oh querida, ¡el dinero que produce uno es mucho mejor!”.

Pero rara vez la felicidad es completa. La tarde del viernes 22 de julio de 1988, su hijo Carter Cooper de 23 años, frente a sus propios y atónitos ojos, puso las manos sobre el borde de la ventana del ático donde estaban y comenzó a balancearse. Gloria le gritó “Carter no hagas eso, no lo hagas”, pero él siguió haciéndolo y cayó al vacío desde el piso 14. Gloria quiso creer que fue un accidente como consecuencia de un episodio de psicosis provocado por la medicación que Carter tomaba para sus problemas respiratorios. Aceptar un suicidio en sus narices era algo demasiado duro de afrontar.

Gloria aun destruida nunca le esquivó al tema. Cada vez que tuvo que hablar lo hizo. Dijo que cuando la habían separado de Dodo a los 9 años había sido terrible: “Lloré y lloré y lloré. Pensaba que era lo peor que me podía pasar jamás en la vida, pero no era lo peor, lo peor es perder un hijo”.

Cuando su hijo menor, Anderson Cooper, le preguntó cómo había podido superar las tragedias de su existencia, ella respondió: “Tengo dentro mío la imagen de una dura roca de diamante que nada puede alcanzar ni quebrar, siempre supe eso de mí. Tengo el duro corazón de un niño desde siempre, puedo sobrevivir a las cosas. Y lo hice”.

Con sus hijos Carter y
Con sus hijos Carter y Anderson (Instagram)

Gloria nunca dejó de sentir la profundidad del dolor de la muerte de Carter, pero quiso demostrarle a la gente que se podía seguir adelante. Lo consiguió.

Lo ocurrido con su hijo volvió a Gloria muy apegada a Anderson. De hecho fue Anderson Cooper el principal heredero de su legado. Es él lo único que le quedaba de su único gran amor Wyatt Cooper

Hablando de herencias

Gloria se había definido como una enemiga de las herencias cuantiosas. Quizá porque el dinero le había sido otorgado fácilmente mientras que el cariño le había resultado esquivo. ¿Cuánto podría arruinarte la vida tanto dinero junto no obtenido por mérito propio?

Cuando murió en julio de 2019 ya había dejado detallado cómo deseaba que fuera el reparto de su legado entre sus tres hijos vivos.

(AFP)
(AFP)

Cuando se abrió el testamento en Manhattan se supo que el mayor beneficiario era el exitoso y también ya millonario por mérito propio, Anderson Cooper de 52 años: heredaría unos 200 millones de dólares y la mayor parte de sus propiedades. Anderson, después de mantener su vida privada afectiva en el mayor de los hermetismos durante muchos años, asumió orgullosamente su homosexualidad en 2012.

A su hijo mayor, el empresario dedicado al paisajismo, Leopold Stokowski (68, casado y con dos hijas), le cedió el apartamento que poseía en el barrio neoyorquino de Beekman. Y a Chris Stokowski (67, músico), no le dejó nada, según reveló Page Six.

¿Por qué un hijo era desheredado? Se dijo que el motivo era que Chris se había alejado de la familia en 1978, luego de un importante conflicto con el psiquiatra de su madre, el doctor Christ L. Zois, que se entrometía demasiado en sus vidas. Gloria había llevado a Chris a este terapeuta para que lo ayudara con la muerte de su padre. Pero todo terminó pésimo porque Chris se enojó con su madre y toda su familia después de que ellos interfirieran en su relación con April Sandmeyer, su prometida, a instancias del terapeuta Zois. La relación de Chris y April terminó en ruptura y Chris se peleó con su familia.

Las manipulaciones del psiquiatra habían sido perniciosas para todos. De hecho, Gloria terminó demandando al doctor Zois por “aprovecharse de su riqueza y fragilidad emocional” en un juicio que ganó y por el que cobró un millón y medio de dólares. Pero eso no alcanzó para recomponer la relación con su hijo Chris.

En un documental que filmó Gloria con Anderson Cooper, llamó la atención que Chris fuera apenas mencionado. Sandmeyer, la ex prometida de Chris, salió a decir que no era un olvido sino que Chris quería anonimato y que Gloria lo había respetado.

En su estudio, con Anderson
En su estudio, con Anderson Cooper (Instagram)

En 2016 la familia habría vuelto a reunirse, dijo Page Six, y se habló de una reconciliación. Sin embargo, en el testamento Chris no figuró. El amor, a veces, se mide también con billetes… y el desamor puede ser muy oneroso.

Anderson Cooper, exitosísimo y con más de 100 millones de dólares ganados por propia iniciativa, siempre había dicho que no creía en las herencias: “Estimo que es un reto para la iniciativa. Pienso que es una maldición ¿Quién ha heredado una gran cantidad de dinero y ha hecho algo de su propia vida? Desde que era niño, si sentía que me esperaba una olla repleta de oro, no sé si hubiera estado tan motivado”. Aún así no se negó a recibir la herencia de su madre.

Lo que se dijo de ella

La historia de Gloria inspiró numerosas obras literarias, documentales y series.

Sería Barbara Goldsmith, una de las editoras fundadoras del New York Magazine, la que se animaría a escribir sobre el juicio por la custodia de Gloria en un libro llamado Pequeña Gloria, feliz al fin. Fue un éxito total. Gloria se había negado a ser entrevistada por ella y le habría dicho: “De profesional a profesional… ¿por qué te daría yo ese material? Algún día escribiré mi propio libro”.

Nunca leyó ese libro ni tantas otras cosas que se escribieron sobre su vida. Evitó coincidir con Goldsmith en los eventos y le pidió a sus amigos que no lo compraran. Estaba muy molesta. Pero la historia era tan jugosa que el texto pasó a la pantalla en una miniserie con el mismo título. El enojo de Gloria fue mayúsculo. Hasta dejó de hablarle a una actriz amiga que había hecho el papel de la niñera Dodo en la serie.

Una fotografía de Vanderbilt de
Una fotografía de Vanderbilt de 1970 (Instagram: gloriavanderbilt)

Cinco años después Gloria escribió sus memorias a las que llamó Había una vez… la verdadera historia. Allí describió su solitaria niñez en el lenguaje propio de la edad que tenía entonces: “Esta es la manera que elegí contarlo, porque es la manera en que lo viví”.

Allí describió a su madre: “Algunos días nuestras manos se tocaban… pero luego ella se iba, por los largos corredores de los hoteles, debajo de las escaleras, por las avenidas, con sus pieles pálidas salpicadas de nieve, desapareciendo en las cavernas de terciopelo de los autos que la esperaban… ¿volvería a verla?”.

Desgarrador.

En los últimos años Gloria Vanderbilt había ganado más exposición mediática, pero ahora la causa era su hijo Anderson Cooper, que se había vuelto un reconocido periodista, escritor y presentador de televisión. Juntos se pusieron manos a la obra para armar un documental sobre sus vidas. En 2016, por HBO, se emitió Nada quedó sin decirse (Nothing left unsaid). Era obra de Gloria y su hijo predilecto.

Anderson la admiraba: “Cuando era una adolescente, trató de evitar el foco de atención, pero los reporteros y los camarógrafos la siguieron a todas partes. Estaba decidida a hacer algo de su vida, determinada a hacerse un nombre por sí misma y encontrar el amor que tan desesperadamente necesitaba. ¡Qué vida extraordinaria! ¡Qué madre tan extraordinaria! ¡Qué mujer tan increíble!”.

Conquistar Internet fue una de las últimas gestas de esta mujer de más de 93 años que triunfó en cada cosa que emprendió. Su primer posteo como Gloria Vanderbilt fue el 26 de abril de 2017. El último fue el 18 de junio de 2019 y tuvo 72480 likes. Ya cosechaba 216.000 seguidores.

Gloria, marcada a fuego con la promesa que entrañaba el nombre que premonitoriamente le habían elegido, buscaría ser una estrella con brillo propio. Logró encandilar (y facturar millones) con cada cosa que se propuso, pero no por ello dejó de atravesar los sinsabores más tremendos de la vida.

A los 95 años Gloria, el ícono glam que demostró que se podía triunfar aun naciendo millonaria, partió sin ruido. Había vivido demasiado.

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