El asesino de niñas rubias: el secuestro y brutal crimen de Milly, el caso que hizo cerrar un diario inglés

Amanda Milly Dowler tenía 13 años cuando desapareció en Gran Bretaña. La prensa se volcó al caso con voracidad. Su cuerpo apareció 6 meses después. Durante el juicio al acusado, se destapó algo más: los periodistas de News of the World, uno de los periódicos del magnate Rupert Murdoch, habían hackeado el teléfono de la nena

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MIlly Dowler desapareció el 21
MIlly Dowler desapareció el 21 de marzo de 2002. Fue secuestrada cuando volvía a su casa. Seis meses después encontraron su cuerpo en un descampado (AP)

La noticia que daban los diarios británicos en julio de 2011 era que un periódico, el sensacionalista News of the World del polémico magnate Rupert Murdoch, después de 168 años de existencia, dejaría de publicarse. Efectivamente fue así. “Thank you & Goodbye” (Gracias y adiós) decía su última portada, el domingo 10 de julio de ese año. Y vendió 4 millones y medio de ejemplares impresos.

Les tomó varias páginas ensayar una disculpa editorial: “Perdimos el camino (...) No hay justificación por haberlo hecho tremendamente mal. No hay justificación por el dolor causado a las víctimas (...)”.

¿Pero qué llevó al cierre de un periódico mayormente amarillo y que se vendía como pan caliente?

La escandalosa noticia, en 2010, del pedido de dinero de la duquesa de York, Sarah Ferguson, a un “empresario” para facilitarle acceso a su ex marido, el príncipe Andrés de Inglaterra, fue una de las tantas primicias malhabidas. A la duquesa la habían engañado con una astuta pero antiética artimaña: el empresario no era otro que un periodista, del diario News of the World, quien la filmó cuando le daban 40 mil dólares en cash. Si bien esto dañó enormemente la imagen de la monarquía inglesa también levantó polvareda el método utilizado por el periódico.

Pero no sería esto lo que tumbara al coloso. Tampoco fueron las escuchas a famosos como Sienna Miller y a víctimas del atentado de 2005 en la capital inglesa. Lo que terminó de decretar su colapso fue que salió a la luz que habían hackeado los buzones de voz de una joven de 13 años, Amanda “Milly” Dowler, a la que su familia buscaba desesperadamente. Eso que había ocurrido 9 años antes, en marzo de 2002, y que se supo en 2011, terminó de colmar la paciencia de la sociedad: el tabloide tuvo que cerrar.

La tarde en que Milly cambió de estación

El jueves 21 de marzo de 2002, a las 15.07 horas, Amanda Jane “Milly” Dowler de 13 años (nacida el 25 de junio de 1988) salió del Heathside School, en Weybridge -condado de Surrey, al suroeste de Londres- y caminó hasta la estación de tren con una amiga.

Las chicas tomaron el ferrocarril y se bajaron en Walton-on-Thames, una antigua estación de típico ladrillo a la vista. No era la parada habitual de Milly, ella siempre se bajaba en la anterior, Hersham. Pero ese día quisieron ir juntas a comer algo al café de dicha estación. Milly le avisó por teléfono a su padre, a las 15.47, que llegaría a su casa en aproximadamente 30 minutos. Dejaron el café a las 16.05 y se separaron.

Milly continuó caminando sola. A las 16.08 una amiga de su hermana que esperaba un ómnibus la vio pasar. El circuito de cámaras de vigilancia del camino que seguía más adelante ya no la registró. En esos pocos metros y escasos minutos Milly Dowler se evaporó.

Amanda y su hermana Gemma
Amanda y su hermana Gemma durante unas vacaciones en Cuba (REUTERS)

Lo que sí se vió en las cámaras -durante la investigación- a las 16.32, fue un auto Daewoo Nexia rojo, perteneciente a Emma Mills, la novia de un hombre llamado Levi Bellfield. Pasarían años hasta que pudieran establecer alguna conexión con lo sucedido con Milly.

Ante su ausencia y la falta de respuesta a sus llamadas sus padres, a las 19 horas, se presentaron en la policía para hacer la denuncia de su desaparición.

Se lanzó una búsqueda por tierra y cielo que incluyó a 100 agentes y varios helicópteros. La familia acudió a los medios para pedir a la gente que colaborara con algún dato o contaran algo que pudieran haber visto que los ayudara a encontrarla.

Incluso se barajó también la posibilidad de que hubiese sido una fuga de hogar. Por ello, le hablaron directamente a Milly en los medios, pidiéndole que si se había ido... volviera. Esa era la esperanza de todos, que se hubiese marchado por su propia voluntad y que estuviera viva.

Espías... de celulares

Sus padres Sally y Bob Dowler intuían que no era posible que Milly hubiera huído. La conocían demasiado bien y no encontraban razones por las que pudiera haberlo hecho. Su hermana mayor Gemma, que tenía 16 años, era muy cercana a Milly y coincidía con ellos. Pero no había testigos de que se la hubiesen llevado por la fuerza ni nada que lo sugiriera.

Estaban en un callejón sin salida.

Algunos hallazgos, en las semanas siguientes, resultaron solo dolorosas falsas alarmas: un cuerpo que resultó ser de una mujer de 73 años; pistas que no conducían a ningún lugar; algunos llamados y denuncias falsas.

El caso crecía y crecía exorbitantemente en los medios. Despertaba tanto interés que algunos periodistas buscaron oscuros caminos, dejando de lado la ética, para obtener su primicia: accedieron a los mensajes del buzón de voz del celular de la víctima, que estaba presumiblemente secuestrada. Los escucharon y habrían procedido a borrar algunos para tener espacio y así poder seguir oyendo los mensajes que le dejaban… Esto dio la falsa idea a sus familiares de que Milly estaba viva y les despertó vanas esperanzas, porque para ese entonces -lo sabrían luego- ya había sido asesinada.

El hackeo del celular de
El hackeo del celular de Milly y haber borrado algunos de sus mensajes, para seguir escuchando otros nuevos que llegaban, por parte d eperiodistas de News of the Wold obligó a que el periódico de Murdoch cerrara luego de 168 años de existencia

El hackeo de los mensajes de voz fue descubierto muchos años después. Fue el medio The Guardian el que publicó, el 4 de julio de 2011, que Scotland Yard había hallado que el buzón de voz de Milly Dowler había sido accedido por periodistas que trabajaban en el diario News of the World y por el investigador privado que ellos mismos contrataban, Glenn Mulcaire.

En la misma investigación se descubrió que algunos mensajes, que eran una potencial evidencia en el caso, habían sido borrados porque el buzón estaba lleno. Luego se probó que el teléfono de Milly borraba automáticamente los mensajes 72 horas después de haber sido escuchados. Lo cual, en la práctica, terminaba siendo lo mismo que si los hubieran borrado porque los mensajes desaparecían irremediablemente si eran oídos.

Milly y Gemma eran muy
Milly y Gemma eran muy unidas, cuando la investigación apuntó a que la niña había huido su hermana negó esa posibilidad (Album familia Dowler)

Al enterarse de todo esto, los Dowler, iniciaron un reclamo al tabloide por daños. En septiembre de 2011 se dijo que les habían ofrecido unos 2 millones de libras. Pero en el camino surgió otro escándalo más que se supo en 2012: la policía de Surrey no era ingenua, había estado al tanto de que el staff del diario News of the World había accedido a los buzones de voz cuando fue el secuestro. Pero no habían hecho nada al respecto.

Lo cierto es que haber espiado el teléfono de una chica secuestrada y vilmente asesinada por un homicida serial para obtener titulares y conseguir audiencia hizo estallar la indignación popular. News of the World se convirtió en mala palabra y se vio obligado a cerrar sus puertas.

La peor sospecha

Durante las primeras semanas de la investigación por la desaparición de Milly la policía habló con todos: sus amigas, sus familiares, sus compañeros de colegio. Pero nada conducía a que fuera una fuga de hogar.

El 4 de mayo de 2002 el diario The Sun, ofreció una recompensa de 100 mil libras por algún dato certero sobre Milly. La policía pensó que eso podría ayudar. Pero pasaron los días y las pistas seguían brillando por su ausencia. Los investigadores les dijeron entonces a los padres que se prepararan para lo peor: era probable que Milly estuviese muerta.

Milly con su hermana en
Milly con su hermana en una foto del álbum familiar (Familia Dowler)

El 18 de septiembre, pasados ya 6 meses sin saber nada de ella, unos recolectores de setas descubrieron, en Yateley Heath Woods, Hampshire, restos humanos. Tuvieron que recurrir a registros dentales para poder identificarlos. Eran de Milly, pero no se podía establecer una causa certera de muerte debido a la descomposición del cuerpo. Tampoco se encontró su ropa, ni su mochila, ni su celular.

La policía de Surrey tomó a cargo la investigación del homicidio y le puso un nombre: Operación rubí.

El caso adquirió un alto perfil. No era uno más de los tantos que ocurrían. Milly había conmovido a la sociedad inglesa de una manera muy particular.

El calvario de la familia

En la búsqueda del asesino de Milly hubo bastantes interrupciones que hicieron perder un tiempo valioso. Como suele ocurrir, primero miraron a su familia. Su padre fue considerado sospechoso, aunque luego debieron pedir disculpas por ello.

En marzo de 2003, en el marco de una nueva investigación, se encontró en la ropa del cuarto de Milly un ADN masculino. Sugirieron que podría ser de alguien al que ella hubiera conocido. La pista se investigó durante tres meses antes de ser descartada.

Un hombre, Paul Hughes, fue condenado por enviar cartas con amenazas de muerte a su hermana Gemma, diciendo que él era el asesino. Hughes ya estaba preso por abuso de una menor, no podía ser él.

Una mujer, Lianne Newman, llamó repetidamente a los padres, al colegio y a la policía haciéndose pasar por Milly. Fue presa en abril de 2003.

Y otro hombre, Gary Farr, mandó mails a los Dowler y a los amigos de Milly diciendo que ella había sido secuestrada para trabajar como prostituta en clubes nocturnos de Polonia. Farr era un enfermo mental.

La investigación desgastó a los especialistas y sumió en una angustia profunda a la familia.

Pasos de maldad

Recién el 25 de febrero de 2008, como consecuencia de una larga investigación por el asesinato de una joven francesa en 2004, la policía de Surrey confirmó que tenía a su primer sospechoso del asesinato de Amanda “Milly” Dowler: se llamaba Levi Bellfield. Y vivía solamente a 45 metros de dónde había sido secuestrada.

En una entrevista, en abril de 2009, Bellfield admitió que era él quien manejaba aquel auto rojo, que aparecía en las filmaciones de las cámaras de seguridad, aquella tarde en la que desapareció Milly. Era el auto de su novia de entonces.

En agosto de 2009, un hombre de unos 40 años, fue arrestado en Londres por haber descartado un Daewoo Nexia colorado muy parecido al que se había visto en las imágenes de CCTV de la estación de tren donde se había perdido el rastro de la joven... Pero todo quedó en la nada porque el auto no pudo ser jamás rescatado.

Pasarían dos años más. Recién el 30 de marzo de 2010 Bellfield fue acusado del secuestro y asesinato de Amanda “Milly” Dowler. El 6 de octubre de ese mismo año, como ya estaba en prisión con tres condenas perpetuas por otros crímenes, compareció en la Corte vía videoconferencia.

El juicio comenzó el 10
El juicio comenzó el 10 de mayo de 2011 y terminó el 23 de junio. Se estableció que la causa de muerte habría sido por estrangulación y que su víctima habría muerto ese mismo día o a lo sumo al siguiente (AP)

El juicio comenzó el 10 de mayo de 2011 y terminó el 23 de junio. Se estableció que la causa de muerte habría sido por estrangulación y que su víctima habría muerto ese mismo día o a lo sumo al siguiente.

El jurado lo encontró culpable y lo condenó a la cárcel de por vida. Hubo, además, una especial recomendación para que el acusado cumpliera la sentencia de manera completa debido a su peligrosidad y a sus condenas previas.

Después del juicio, la historia fue objeto de un programa de Crimewatch, titulado Taken: The Milly Dowler Story (Secuestrada: La historia de Milly Dowler), que fue emitido por la BBC el 30 de junio de 2011.

El 27 de enero de 2016 Bellfield admitió finalmente haber secuestrado, abusado sexualmente y asesinado a Milly. Esta declaración la hizo debido a que habían arrestado a alguien que decían podía ser su cómplice en el crimen. Pocos días después, el 12 de febrero, Bellfield cambió nuevamente su historia y negó esta confesión.

Cicatrices emocionales

Luego de la muerte de su hija los Dowler crearon una fundación, a la que llamaron Milly’s Fund, para promover la seguridad pública de chicos y jóvenes.

Curiosamente, el 12 de enero de 2002 -dos meses antes de ser asesinada- Milly había escrito una composición escolar acerca de la desaparición y muerte de Sarah Payne en el año 2000. Expuso allí cuan preocupante era que una niña de 8 años fuera secuestrada por un abusador sexual convicto mientras estaba de vacaciones con su familia. Conmovida por el caso agregó que la historia de la pequeña “...seguramente había tocado los corazones de toda la nación”.

Lo mismo pasaría con ella, solamente dos meses después.

En ese mismo curso escolar Milly también había escrito sobre el tema “Después de la muerte”: “¿Cuál es el propósito de la vida si la muerte está siempre amenazándonos? (...)Yo creo que el propósito de la vida es… encontrar una manera de conmover a la mayor cantidad de personas posibles...”.

Milly nunca pudo saber cuánto había conmovido a todo el Reino Unido.

Sally y Bob Dowler junto
Sally y Bob Dowler junto a su hija Gemma a la salida de Tribunales. La familia aseguró que durante el juicio se sintieron maltratados por la Corte (Foto: Reuters)

El caso generó múltiples debates por el tratamiento inhumano que se le dio en la Corte a la familia de la víctima.

Gemma Dowler relató, muchos años después, que el día que sus padres fueron interrogados en el juicio por los abogados de Bellfield “fue el peor de mi vida”.

“Fue muy duro ver que el asesino tuvo acceso a ver nuestra casa, a tener entre sus manos cosas de Milly y a leer cosas que Milly había escrito… horroroso”, reveló Gemma- “Que cambien el modo en el que se trata a las familias de las víctimas puede llevar años. Espero que compartir mi historia ayude a hacer la diferencia”.

Su madre Sally le dijo a los reporteros: “Para nosotros el juicio fue una experiencia aterradora. Tuvimos que escuchar como difamaban a Milly en la Corte; como era retratada como una chica infeliz, depresiva. La Milly que conocíamos era feliz, vivaz, amorosa. Nuestra familia fue puesta bajo escrutinio para que todos la inspeccionaran. Perdimos nuestro derecho a la privacidad buscando que ese hombre fuera convicto por su brutal asesinato. El sistema protegió sus derechos… pero si lo comparamos con nosotros fue muy injusto por todo lo que tuvimos que atravesar como familia”.

Bob, el padre, tampoco se calló: “Mi familia pagó un precio demasiado alto para lograr su condena. El juicio ha sido una experiencia que nos dejó cicatrices mentales de una escala inimaginable. Tendrían que estar ahí para entenderlo. Durante nuestro testimonio, mi mujer y yo, sentimos que estábamos siendo nosotros los que estábamos sometidos a juicio”.

El secretario de justicia Kenneth Clarke había dicho que Bellfield, como ya había sido convicto por otros crímenes, tenía que ser presumido inocente y llevado a juicio evitando el prejuzgamiento. Por ello, la Corte no había avalado que se introdujera en el proceso evidencia sobre las obsesiones de Bellfield con niñas en edad escolar, sus frecuentes intentos violarlas y las decenas de casos que se le atribuían. A todo esto se referían también los padres de Milly cuando hablaban de la horrenda experiencia que tuvieron durante el juicio.

En su libro Mi hermana Milly, historia de dos infancias robadas, publicado en 2017, Gemma Dowler revela que Bellfield simuló necesitar ayuda y que así fue como secuestró, violó repetidamente, torturó y mató a su hermana menor. Allí también habló de la profundidad de la depresión en la que cayó su madre y los pensamientos oscuros. Gemma contó que su madre estaba inconsolable mientras transcurría el juicio: “...en ese punto, mi madre dijo que si él no era encontrado culpable, ella quería que hacer un pacto suicida. No quería vivir... Así de malo era todo”.

La Corte no avaló que
La Corte no avaló que se introdujera en el proceso evidencia sobre las obsesiones de Bellfield con niñas en edad escolar, sus frecuentes intentos violarlas y las decenas de casos que se le atribuían para que no se lo prejuzgue. A todo esto se referían también los padres de Milly cuando hablaban de la horrenda experiencia que tuvieron durante el juicio (Foto: Reuters)

Gemma empezó a refugiarse en el alcohol. No podía dormir porque se le venían imágenes indeseadas a la mente y tenía permanentes ataques de pánico. Sus padres la llevaron al Hospital Psiquiátrico de Priory donde le diagnosticaron estrés postraumático.

En una entrevista con la BBC Gemma explicó que gran parte de su recuperación mental fue posible gracias a una terapia, para combatir traumas, llamada EMDR (una técnica psicológica que en español se llama Desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares). Ella vio que había dado mucho resultado con su madre y comenzó a practicarla.

”Cuando Milly fue secuestrada fue como si una granada explotara en mi cerebro, pero la terapia salvó nuestras vidas”. Esta técnica trabaja sobre la idea de que las memorias traumáticas que no son bien procesadas por el cerebro hay que reprocesarlas.

La terapia le permitió expresar la ira acumulada en un lugar seguro: “Mi terapeuta me dijo que era como una rosa sorprendida por una helada. Cuando se removió el trauma, algunos pétalos pudieron florecer. Funcionó. El hecho de que yo pueda tener mi propia vida y ser independiente de mi mamá y mi papá, es increíble”.

Gemma hoy logró vivir sola, tiene novio y siente que pudo volver a distraerse y a festejar algo de la existencia: “Estoy disfrutando de estos momentos porque ahora hay luz en nuestras vidas. Ver a mamá y a papá como nunca pensé volver a verlos… Mamá pudiendo volver a celebrar (...) La oportunidad para mí de tener un final feliz es posible ahora sabiendo que para mis padres hay un mundo en el que pueden encontrar algo bueno”.

El camino del depredador

Bellfield, que nació el 17 de mayo de 1968, tiene hoy 51 años. Fue tan prolífico (tuvo once hijos con tres mujeres distintas) como frondoso fue su prontuario criminal. Su historia está plagada de hechos de violencia.

Cuando tenía solo 10 años su padre Joseph murió de leucemia. Quedó con su madre Jane y cuatro hermanos. Tenía solo 13 años cuando cometió su primer delito: un robo. En los años que siguieron hubo más hurtos, peleas e imprudencia al volante. Para marzo de 2002, antes de dar el salto para convertirse en un espantoso asesino serial, ya acumulaba 9 condenas y había pasado casi un año en prisión por ellas. Entre los trabajos en los que se desempeñó el más llamativo es haber sido guarda de seguridad en la puerta de discotecas.

El orden de los casos (incluidos los que no llegaron a juicio) saldría a la luz muy desordenadamente. Más o menos su derrotero del horror fue así.

La primera víctima de Bellfield parece haber sido la joven Anna-Maria Rennie, de 17 años, cuando él intentó secuestrarla el 14 de octubre de 2001. Una década después la encontraron en España y, cuando le mostraron fotos de Bellfield, lo reconoció de inmediato.

El 20 de marzo de 2002 Bellfield intentó secuestrar a otra menor: Rachel Cowles, de 12 años. Le ofreció llevarla en su auto rojo. El 21 de marzo de 2002 secuestró y mató a Amanda “Milly” Dowler.

”Cuando Milly fue secuestrada fue
”Cuando Milly fue secuestrada fue como si una granada explotara en mi cerebro, pero la terapia salvó nuestras vidas”, confesó Gemma Dowler (AP)

El 8 de enero de 2003 una joven, de 17 años, fue encontrada semi inconsciente sobre el hielo, en el oeste de Londres. Su padre la llevó al hospital rápidamente donde descubrieron que no había sido una accidental caída sino que tenía unos brutales martillazos en la cabeza y en la cara que le habían roto huesos y provocado una seria pérdida de memoria. Se salvó, pero nunca pudo recordar qué le pasó.

La siguiente fue Marsha Louise McDonnell, de 19 años, en febrero de 2003, a metros de su propia casa. Fue encontrada golpeada en la cabeza con un martillo, luego de haber bajado del ómnibus 111, en la parada de Percy Road, en el sudoeste de Londres, cerca de la medianoche. Venía de salir con amigos. Murió en el hospital dos días después. No había sido abusada.

El 17 de diciembre de 2003 Bellfield intentó asesinar a Irma Dragoshi, de 39 años, y le provocó severas heridas.

El 28 de mayo de 2004, Kate Sheedy, de 18 años, fue atropellada. Sobrevivió a pesar de las enormes heridas que padeció. Su testimonio fue vital para dar evidencia, años después, contra Bellfield.

No tuvo esa suerte Amélie Delagrange, francesa de 22 años que, el 19 de agosto de 2004, fue encontrada en Twickenham Green con serias heridas en la cabeza que también habían sido provocadas por un martillo. La habían atacado mientras caminaba hacia su vivienda luego de pasarse de la parada en la que debía bajarse del colectivo.

El “asesino serial del martillo” tenía aterrorizada a la ciudad de Londres.

En la investigación por el asesinato de Amelie Delagrange, las cámaras de CCTV la mostraron caminando hacia Twickenham Green... pero luego se esfumaba tal como había sucedido con Milly. Se presume que ella fue atacada entre dos cámaras de vigilancia. Sin pistas la policía seguía desorientada. El atacante en todos los casos parecía ser el mismo: exacto tipo arma, mismo modo de moverse, mismas zonas y todas mujeres rubias.

El detective en jefe hizo revisar las cámaras una y otra vez. Ahí se percataron de que había una van blanca Ford estacionada en el lugar donde creían que tenía que haber ocurrido el ataque a Delagrange. Pero no podían ver el número de la placa y había unos 26 mil vehículos parecidos en el Reino Unido. Mandaron oficiales a puentes y caminos a buscar autos similares. La alarma era total.

A eso había que sumarle que tenían 129 mensajes de gente que decía conocer a alguien que podría ser el asesino. Uno de ellos nombró a un tal Levi Bellfield y dijo que era un hombre violento, que trabajaba poniendo cepos a las ruedas de los autos mal estacionados y que tenía una van blanca.

Uno de los detectives del operativo tuvo buena memoria: recordó que una persona que había entrevistado antes había dicho que le había vendido su van blanca a un tipo que trabajaba con esos cepos para neumáticos. Lo llamaron. No tenía el nombre de ese hombre... pero sí su teléfono.

Cuando tipearon el número en la computadora saltó un apellido: Bellfield: un vecino lo había reportado como posible terrorista.

Lo encontraron y resultó que su van tenía muchas similitudes con la vista en las imágenes de CCTV del caso de Delagrange: le faltaban una tapa de una rueda y el faro delantero izquierdo y tenía una marca en el techo donde habían quedado vestigios de algo anaranjado. También vieron que tenía las ventanas polarizadas tal como lo había dicho la víctima sobreviviente que había atropellado: Kate Sheedy.

Era él. Lo tenían. Fue capturado la mañana del 22 de noviembre de 2004.

Milly tenía solo 13 años
Milly tenía solo 13 años cuando fue secuestrada y brutalmente asesinada (Captura Youtube)

Los detectives entrevistaron a sus novias. Todas coincidieron: se mostraba como un hombre carismático y simpático al principio pero, luego, se convertía en un violento monstruo.

Bellfield capturaba a sus víctimas por las calles que mejor conocía. Las buscaba en las paradas de autobuses y estaciones de tren. Iba con su auto acechando a su próxima presa y cuando veía alguna joven mujer rubia se aproximaba.

Se cree que cuando la víctima se negaba a prestarle atención o pretendía alejarlo de alguna manera él reaccionaba con suma violencia dándole martillazos o pasándole con el auto por encima. Su ego, dijeron, era muy grande y no soportaba el más mínimo rechazo.

Muchos crímenes no resueltos y ataques con martillo a mujeres por los años 90 le fueron adjudicados. Al igual que el asesinato de su novia de la adolescencia, Patsy Morris (14), en 1980. Elucubraciones nada desacertadas, pero que no pudieron comprobarse.

La investigación que concluyó con su detención fue llevada a la tevé por ITV a principios de 2019. Manhunt, así se llamó, es un drama de la televisión británica grabado en 3 capítulos sobre este asesino serial. Lo vieron 9 millones de personas.

La trágica historia de Milly terminó con la existencia de un periódico que, faltando a la ética, vendía millones para lucrar con el horror. Paradójicamente, el crimen también le dio letra a una serie exitosa que fue vista por millones y que ayudó a ganar muchísimo dinero a la productora.

Amanda “Milly” Dowler, citando sus propias palabras, “tocó los corazones” de muchos millones más que no olvidan su trágica historia y trabajan denodadamente para esclarecer estas terribles crímenes y evitar que ocurran.

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