Gwyneth Paltrow: gurú de peligrosas terapias con hongos, drogas y “repelente de vampiros”

De actriz mimada a vendedora de velas, piedras y objetos para “el bienestar”. Hoy vuelve a ser noticia, pero no por sus protagónicos en el cine ni por sus romances con grandes figuras de Hollywood. Acaba de estrenar “The Goop Lab”, una serie documental que en sus 6 capítulos ya levantó críticas y polémicas en todo el mundo

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De actriz mimada a vendedora de velas, piedras y objetos para “el bienestar”. Hoy vuelve a ser noticia, pero no por sus protagónicos en el cine ni por sus romances con grandes figuras de Hollywood. Acaba de estrenar “The Goop Lab”, una serie documental que en sus 6 capítulos ya levantó críticas y polémicas en todo el mundo

Bonita por donde se la mire, rubia pero sin un pelo de tonta y ex de dos de los hombres más deseados del planeta –Brad Pitt y Chris Martin-, Gwyneth Paltrow vuelve a estar en el foco de atención. Esta vez no por alguna brillante actuación, -desde el 2010 que no protagoniza una película-, sino por el estreno de The Goop Lab, una especie de docu serie basada en su sitio llamado Goop.

Hasta ahí nada que parezca demasiado polémico o peligroso, excepto porque en sus 6 capítulos brinda consejos de salud y promueve medicinas alternativas con dudoso y escaso sustento médico. Y lo que es peor, potencialmente peligrosas.

El presidente ejecutivo del Servicio Nacional de Salud (NHS) de Inglaterra, Simon Stevens, advirtió sobre lo controvertido del contenido del programa y del sitio de la actriz. Según el profesional la serie “desinforma”. Pero además critica, entre otras cosas, la plataforma web porque “dice que el protector solar químico es una mala idea y promueve la irrigación de colon o los enemas de café caseros, pese a que se consideran un riesgo para la salud”.

El sitio promueve unos huevos de jade que asegura que, si se los inserta en la vagina, “dotan al cuerpo de equilibrio”; aconseja sentarse sobre ollas con hierbas y agua caliente para limpiar el útero; además ofrece cristales armónicos para la infertilidad, tintura de rosa para la depresión, pastillas de rosa negra para la psoriasis, parches para la ansiedad, vitamina D3 para el cáncer y un tratamiento de belleza para la piel con la aplicación de 100 agujas en el rostro.

Como si esto fuera poco, afirma que se pueden curar traumas psicológicos solo con mover las manos sobre la persona. Se podría argumentar que cada uno cree lo que quiere, el problema es cuando se vende por cierto lo que no es verdad.

Pero, ¿qué llevó a Gwyneth Paltrow, una de las actrices más prometedoras de Hollywood, a transformarse para algunos en una gurú de las terapias alternativas y para otros en la reina de los vendedores de humo? Al parecer no hay una única respuesta.

Aunque en Estados Unidos no existe la monarquía, sí cuenta con su propia realeza. Esos nobles sin trono pero con coronita son las estrellas de Hollywood. En ese sentido Gwyneth ya nació angelada. Es hija del productor y director Bruce Paltrow y la actriz Blythe Danner, de una belleza tan evidente que uno de sus primeros papeles fue de Mata Hari. Su padrino, quien le dio su primer papel en la película Hook, es Steven Spielberg. Su cuna, evidentemente, fue de oro.

Su primera gran actuación fue en Seven, aunque en ese momento se la nombraba más por su romance con el protagonista, Brad Pïtt. El reconocimiento de la crítica llegó cuando filmó Shakespeare enamorado y se llevó un Oscar por su trabajo.

El noviazgo con Pitt, desde 1994 hasta 1997, la puso en el centro de los flashes y también la llevó a la Argentina. En 1996, el rubio filmó allí Siete años en el Tibet y su novia viajó en reiteradas oportunidades a visitarlo. Cada vez que llegaba con sus valijas era un problema pasar por la Aduana. Es que ella aterrizaba con cajas enormes de cereales y galletitas para Brad y también con películas en VHS, aunque en el país también se consiguieran. Amantes de los animales, rescataron 13 perros y cuando se fueron se llevaron uno herido, otro callejero y un gatito mestizo. Al año siguiente la pareja rompió. Nunca quedaron bien claros los motivos. En una entrevista ella aclaró que “no fue por nada en específico” y que “creo que era una niña y no estaba preparada. Él era demasiado bueno para mí”.

A Gwyneth no le faltaron los grandes amores. Además de Brad mantuvo un romance con Ben Affleck, estuvieron dos años juntos pero se dejaron. “Es inteligente, súper talentoso y divertido, pero no estaba en un buen momento en su vida para tener una novia. Todavía somos amigos”, contó ella. Aunque algunos rumores aseguraron que el actor la dejó harto de los consejos de ella para redecorar su departamento según las reglas energéticas.

También tuvo un corto e intenso romance, confirmado por la Casa Real, con el hoy rey Felipe. El idioma no fue un problema porque la actriz habla muy bien el español. Cuando tenía 15 años hizo un viaje de intercambio y vivió varios meses con una familia en la ciudad de Talavera de la Reina.

Uno de sus amores más largos y fuertes fue con Chris Martin. Parecían la pareja ideal, se acompañaban en todo y no se opacaban. Pero luego de una década casados y con dos hijos en común anunciaron su divorcio con una definición poco común: conscious uncoupling algo así como una “desconexión consciente de pareja”.

Sabedora de que muchos de sus seguidores tendrían ganas de parafrasear a Arnold y decir “¿De qué estás hablando Gwyneth?”, ella explicó que era un término de los 60 y que se trataba de “ir directamente al punto en el que somos amigos y recordamos que nos quisimos, y dar gracias constantemente por haber creado juntos a esos increíbles seres humanos". Y se ve que lo lograron porque no solo dividieron bienes sin necesidad de recurrir a abogados también suelen compartir vacaciones y tiempo con sus hijos e incluso encuentros en común con sus parejas actuales.

El mismo año que se separó de Martin, comenzó a salir con productor y guionista Brad Falchuk. En 2018 y luego de cuatro años juntos se casaron en una discreta ceremonia con 50 personas y sin sus ex de invitados. Antes habían realizado una fiesta de compromiso con 400 personas entre las que estaban Julia Roberts, Cameron Diaz, su padrino, Steven Spielberg y la ex de su ex, Jennifer Aniston.

Para la leyenda queda su pelea con su gran compinche Winona Ryder. Eran íntimas amigas que salían con dos íntimos amigos: Ben Affleck y Matt Damon. Pero al parecer la rubia descubrió el libreto de Shakespeare enamorado en casa de su entonces gran amiga, lo leyó a sus espaldas y se encaprichó tanto con el personaje que le pidió a su poderoso padrino Steven Spielberg que convenciera a los productores que ella era perfecta y la morocha, no. Ya sabemos quién se quedó con el papel de Viola.

Pero entre romances, divorcios sin escándalos, maternidad y nueva pareja, la vida profesional de Gwyneth andaba por nuevos rumbos.

En 2008 lanzó el sitio Goop. Al principio no se sabía si era una buena idea, un capricho o una excentricidad de estrella. Surgió como un simple boletín semanal con recomendaciones, en especial de belleza. Con el tiempo dejó de ser un lugar con algunos consejos para convertirse en líder del e commerce valuado en 250 millones de dólares.

El sitio asegura que “Operamos desde un lugar de curiosidad y de no juzgar, y comenzamos conversaciones difíciles, abrimos tabúes abiertos, y buscamos conexión y resonancia donde sea que lo encontremos”.

Y aquí volvieron a sonar las voces de alarma. Porque para poder aplicar los consejos es necesario comprar los productos que ofrece, desde tanques de medusa para decorar la casa que cuestan casi 3.000 dólares hasta mostaza para bañarse que salen 15 dólares, pesas para hacer ejercicio pero bañadas en oro que se obtienen abonando casi 115.000 dólares o repelentes de vampiros psíquicos por 30 dólares la botellita.

El programa también propone “terapias psicodélicas” para superar graves traumas. Expertos en drogas alucinógenas conversan con la actriz de cómo superar la ansiedad, angustia, stress post traumático y la depresión. De hongos alucinógenos a éxtasis, los consejos para usar esas drogas y “curar” un problema emocional se plantean como una realidad a través de testimonios de pacientes.

Goop parece vender un concepto de felicidad de “valés por lo que tenés o aparentás tener” antes que “valés por lo que sos”. Si no puedo ser millonario adquiriré un objeto que me haga sentir que lo soy aunque sea ridículo. Lo importantes es sacarse una foto, subirla a las redes y conseguir algunos likes. Ese ideal de felicidad que vende el sitio no es ilegal, pero sí bastante perturbador.

Si alguien desea pagar 70 dólares una vela que huele según la promoción "a vagina de Paltrow”, allá esa persona y su billetera. El problema es cuando el sitio, como la serie, da por ciertas técnicas dudosas o entrevistan y difunden las ideas de especialistas con títulos poco claros, cae en supercherías o juega con la credulidad y la esperanza de sus seguidores. Si los productos fueran tan buenos no pasaría como pasa que, cada vez que una asociación de salud conocida los critica, inmediatamente se modifican las especificaciones de los productos o saca de catálogo. Y sobre todo, los especialistas que aparecen no pagarían hasta 3.000 dólares solo para ser citados como fuentes.

La rubia es famosa por sus frases casi sorprendentes. Algunos dicen que están llenas de sarcasmo. Otros prefieren decir que son ridículas. Gwyneth aseguró que “moriría antes de dejar a mis hijos tomar sopa de sobre”, soy como soy, no puedo fingir ser alguien que gana 25.000 dólares al año” o “no puedo vivir sin mayonesa vegetariana”. Sin inmutarse brindó la receta del batido que toma cada mañana pero sin aclarar que sus ingredientes cuestan casi 190 dólares o afirmó que “todas las madres pueden hacer ejercicio con sus hijos en su habitación” desconociendo que muchas viven en apenas 50 metros cuadrados y trabajan 9 horas más dos de viaje.

The Goop Lab para Netflix es solo un programa de “entretenimiento e información”. Así lo aclara en cada capítulo. Para la actriz en una fuente enorme de ingresos. La filosofía de Paltrow de “ser la mejor versión de mí misma”, salir de la zona de confort, romper algunas reglas y someterse a tratamientos o terapias “del bienestar” la ayudan a aumentar los ceros en sus cuentas bancarias. Su programa vende “la felicidad”. Y no hay ley que prohíba que alguien pague por ello, aunque a veces pueda ser polémico y peligroso.

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