Una joven se enamora de un hombre que resulta un vividor, vuelve a apostar al amor, queda viuda y cuando cree encontrar un amor estable y maduro, el elegido es un alcohólico con pocas ganas de recuperarse.
A su hermana no le va mejor, luego de incontables romances se enamora de un hombre que suele cuidarla pero que apenas pasa por el altar la engaña con una stripper, sus otros amores son un domador de elefantes y un acróbata con el que se casa pero a los meses se separa.
El muchacho de la familia parece la excepción. Discreto, educado y con un corazón sin dueña. El problema surgió cuando se supo que era padre de dos hijos de madres distintas y a los que no quería reconocer.
Lo que parece el guión de una serie pensada como tragedia y que vira a comedia no es otra cosa que la vida de los famosos hermanos Grimaldi, los hijos de Rainero de Mónaco y Grace Kelly. Destinados a brillar y reinar, durante años padecieron distintos fracasos amorosos que para algunos eran producto no de sus malas decisiones sino de una maldición gitana del siglo XV.
Según cuenta la leyenda, el príncipe Rainiero I, que vivía en Mónaco, dejó plantada a su amante, que resultó ser una joven gitana. La mujer primero lloró, luego insultó y finalmente lanzó una maldición: “¡Ningún Grimaldi será feliz en el matrimonio!”. Y para hacerla bien completa agregó: “Salvo que se casen luego de los 50 años”.
En ese momento la esperanza de vida era hasta los 40, así que la maldición era casi para la eternidad. No sabemos si lanzar semejante maldición era efectivo pero con certeza fue catártico. Lo cierto y comprobable es que los hermanos Grimaldi durante años buscaron el amor y lo que encontraron fueron desgracias, infidelidades, desilusiones y escándalos.
Cuando Rainero se casó con Grace Kelly el 19 de abril de 1956, el mundo posó los ojos en Mónaco. El minúsculo principado hasta ese momento era casi desconocido, tanto que la madre de la novia creyó que su futuro yerno era príncipe pero de Marruecos.
Grace era una estrella de Hollywood, pero de las de antes, la esos tiempos casi precámbricos de la vida sin redes ni celulares. Una actriz consagrada y una de las favoritas de Alfred Hitchcock. Su elegancia, su belleza sin igual, su capacidad de “generar hormonas” solo con su mirada, además de su pertenencia a una de las familias más ricas y aristocráticas de Filadelfia la convertían en habitual protagonista de películas, galas, eventos sociales y noticias en los diarios.
Con la boda entre el príncipe de Mónaco y la reina de Hollywood la atención mediática, el turismo, las inversiones y también los escándalos llegarían al principado.
Carolina Luisa Margarita Grimaldi, la primogénita, fue centro de atención pero también de especulación ya desde su concepción. Es que nació el 23 de enero de 1957, nueve meses después de la gran boda de sus padres y la pregunta era si Grace se había casado embarazada, un escándalo en esa época.
La princesa creció en el palacio rodeada de niñeras, pero no de la presencia amorosa de sus padres. Recién les permitieron sentarse a la mesa con ellos cuando cumplieron 14 años. De hecho Carolina solo lloraba desconsolada cuando se iba su niñera y no cuando sus padres viajaban.
Carolina creció y se convirtió en “la novia de Europa”. Sus padres soñaban un destino de reina y arreglaron un encuentro con el Príncipe Carlos de Inglaterra. Pero el inglés cometió el peor pecado que se puede hacer en una cita: fue mortalmente aburrido.
Para huir del rígido protocolo, a los 18 años, se fue a París a estudiar en la Sorbona. Con una belleza imposible, graciosa y culta -habla fluidamente francés, inglés, italiano, español y alemán- pronto los candidatos la comenzaron a rondar.
De todos los novios posibles ella se enamoró de Philippe Junot uno de esos hombres de palabras certeras pero pasado dudoso. “Es un futbolista”, “Es un rico heredero”, “Es un banquero”, decían algunos pero todos coincidían en “es un playboy”.
Pese a la oposición de sus padres se casaron el 29 de junio de 1978. Dos años y 41 días después el matrimonio se terminó.
Carolina no soportó las infidelidades de su marido y sobre todo enterarse que la sedujo luego de una apuesta hecha con amigos en un cabaret de Mónaco.
Después de Junot, Carolina tuvo romances con Roberto Rossellini y Guillermo Vilas. El 14 de septiembre de 1982 su madre murió en un dudoso accidente que protagonizó con su hija Stephanie y Carolina se encontró con la responsabilidad de ocupar su rol.
En 1983 se enamoró de Stefano Casiraghi, un multimillonario heredero. Se casaron seis meses después de conocerse. El apuro se debía a que la princesa estaba embarazada, un horror para el conservador principado.
La pareja se veía feliz y enamorada. Nació Andrea y luego Carlota y Pierre. Se convirtieron en una familia de postal: felices, hermosos, la mejor imagen del principado. Pero el 3 de octubre de 1990, los golpeó una nueva tragedia: Stefano murió en un accidente con su lancha. Su hijo mayor tenía 6 años y el menor, apenas 3, su viuda había cumplido 33.
Carolina se convirtió en la princesa más triste del mundo. Durante dos años se recluyó en Saint-Rémy, una pequeña localidad de la Provenza. Poco a poco volvió a cumplir con algunas de sus funciones protocolares en Mónaco hasta que el 23 de enero de 1999 sorprendió a todos cuando se casó con el príncipe alemán, Ernesto de Hannover. El elegido de impecable abolengo había estado casado 16 años con Chanta Hochuli que había sido amiga de su ahora esposa. A los 6 meses nació Alexandra.
Durante 10 años participaron de viajes y bodas reales y también protagonizaron algún papelón como cuando Carolina apareció sola en la boda de Felipe de España y Letizia porque su esposo se quedó en el hotel superando una resaca.
Los problemas con el alcohol de Ernesto siguieron y se alejó de Mónaco. Pese a que hace más de 10 años que no se ven ni hablan nunca se divorciaron legalmente.
Mientras Carolina penaba por amor, su hermano Alberto parecía un muchacho prudente. Sin noviazgos escandalosos incluso se rumoreaba que podía ser homosexual ya que n se le conocían novias ni amantes.
Pero parece que Alberto era un maestro en el arte de despistar. En 1993 tuvo una relación pasajera con la modelo alemana Claudia Schiffer y también se lo relación con Naomí Campbell. Mantuvo también un breve affair con Diana Ross, -13 años mayor que él- Tatum O' Neal y Angie Everheart.
En 1992, estalló el escándalo cuando Tamara Rotolo, una mujer de California, hizo una demanda de paternidad en contra del Príncipe. Tamara aseguraba que su hija, a quien llamó Jazmin Grace Grimaldi, era fruto de una noche loca con Alberto. El 31 de mayo de 2006, una prueba ADN confirmó que era el padre.
En mayo de 2005, Nicole Coste, una azafata originaria de Togo, aseguró que su hijo Alexandre era de Alberto. Pocos meses después se emitió un comunicado en el que el Príncipe confirmaba la paternidad.
El 1 de julio de 2011 y luego de pasar los 50, Alberto de Mónaco se casó con Charlene Wittstock, una bellísima nadadora olímpica sudafricana.
Pero días antes de la boda, trascendió que la muchacha había intentado huir de Mónaco al enterarse de que su futuro esposo, había tenido otro hijo con una amante durante el noviazgo de 5 años, además la ex nadadora se vio obligada a firmar un contrato nupcial en el que se exigía darle al menos un heredero y pasar 5 años casada hasta poder optar al divorcio.
El día de la boda, en vez de una novia radiante, se veía una mujer triste y agobiada, tanto que se la bautizó “la princesa prisionera” y “la novia más triste de la realeza”. Para colmo viajaron a Sudáfrica para disfrutar de su luna de miel pero se hospedaron en hoteles distintos.
En diciembre de 2014, por fin, nacieron los hijos de la pareja: la princesa Gabriella y el príncipe Jacques, heredero al trono.
Parecería que Alberto escapó a la maldición de la gitana, quizá porque mientras él reside en Mónaco su mujer pasa la mayor tiempo en una casa situada en el sur de Francia.
Para muchos, Stephanie Marie Elisabeth Grimaldi fue quien más padeció la maldición de los Grimaldi. Fue ella la que vio morir a su madre en el accidente de coche que en 1982 terminó con su vida y fue la que durante años vivió a la sombra de Carolina.
Bella pero sin llegar a eclipsar ni superar a su hermana mayor, Estefanía sí la superó en su agitada vida amorosa. Ya en su bautismo mostró que sería una chica rebelde: orinó sobre el cardenal Tisserand, que oficiaba la ceremonia.
A los 16 años inició una relación con Urbano Sforza, luego tuvo romances con Ted Kennedy, Felipe de Lieja y un noviazgo más largo con Paul Belmondo, hijo del actor. Vivieron juntos en la casa de él en París mientras que ella trabajaba como diseñadora de modas para la firma Dior. Se rompió cuando se enamoró de Anthony Delon y tuvo un romance de tres semanas.
Las relaciones fugaces siguieron y se sumaron las que tuvo con el piloto de F1 Stefan Johansson, el fotógrafo François Darmigny, los actores Christopher Lambert y Rob Lowe, y el productor discográfico Ron Bloom con quien vivió en Los Ángeles. Parecía que habría boda con el empresario y playboy Jean-Yves Lefur pero lo abandonó por el millonario Jérôme Lausseure.
Entre tanto millonario, en 1991 sorprendió al mundo cundo inició una relación amorosa con Daniel Ducruet, su guardaespaldas. Al año nació Louis su primogénito. Rainero tuvo que aceptar el hecho pero Ducruet no debía acudir a los actos oficiales ni tendría trato con la familia real. Dos años más tarde nació Paulina y Raniero autorizó que su hija se casara con Ducruet. El 1 de julio de 1995 se celebró la boda en la residencia Grimaldi.
Parecía que la estabilidad llegaba y la maldición gitana se alejaba, pero no. Aparecieron fotos de Ducruet siendo infiel con una bailarina de striptease y el matrimonio se divorció.
Estefanía volvió a las relaciones fugaces que incluyeron otra vez los millonarios entre ellos Dodi Al Fayed, última pareja de la princesa Diana, para quedarse con otro de sus guardaespaldas, Jean Raymond Gottlieb, con quien tuvo a su tercera hija: Camille Marie Kelly.
La relación fue efímera y la menor de los Grimaldi empezó un romance con su profesor de esquí, Olivier Chosset. Pero entonces llegó a su vida Franco Knie, un director de circo suizo especializado en domar elefantes. Duraron poco más de dos años-
La princesa terminó con Knie tras conocer al acróbata portugués Adan Lopes Peres, 10 años menor que ella. Se casaron en una ceremonia secreta en 2003. Al año la pareja se divorció. Ella encontró consuelo en los brazos del crupier Franck Brasseur y siguieron el mozo Mathieu Snieft, el cantante Merwan Rim, el atleta Sebastien Gattuso y el acróbata marroquí Shaffik Mohamed, 20 años menor. que ella.
El 1 de febrero, Estefanía cumplirá 55 años y aunque hace cinco superó la edad de la maldición gitana no se le conoce una nueva relación que la ayude a sentirse plenamente amada y feliz.
SEGUÍ LEYENDO