Los secretos de Atracción Fatal: obsesión amorosa, sexo salvaje, la escena de la cocina y el conejo hervido

El filme se convirtió en un clásico. En su momento provocó una enorme controversia. La infidelidad y sus consecuencias como tema de discusión. La elección de Glenn Close, la historia del rodaje, el final que volvió a rodarse 6 meses después y el origen de una expresión que quedó inmortalizada

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Glenn tenía un enorme prestigio. Había estado nominada al Oscar en tres ocasiones pero sus papeles siempre habían sido interpretando a mujeres moderadas, hasta algo puritanas, nunca con ribetes sexuales
Glenn tenía un enorme prestigio. Había estado nominada al Oscar en tres ocasiones pero sus papeles siempre habían sido interpretando a mujeres moderadas, hasta algo puritanas, nunca con ribetes sexuales

A una ejecutiva de Hollywood, acostumbrada a las toma de decisiones, a las grandes peleas, a negociaciones extremas con tiburones, le habían roto el corazón. Su novio la había dejado y cuando cada tarde salía del estudio quería colgar el trajecito, sacarse el maquillaje y hacer el duelo tranquila en su casa.

Un amigo, Stanley Jaffe, productor de cine, le pidió que viera un corto. Ella no sabía de qué se trataba cuando puso el VHS en la videocasetera. El corto se llamaba Diversión, escrito y dirigido por James Dearden. La historia no parecía la más apropiada para ella en ese momento. Era sobre un hombre infiel que era descubierto porque su amante llamaba por teléfono a la esposa y le contaba todo.

Sherry Lansing creyó que en ese corto había una potencial gran película y se dispuso a producirla. Solo había que agregarle parte de su experiencia personal. En esos meses se había obsesionado con su ex novio y lo llamaba a la casa y cortaba cuando atendía el teléfono, pasaba en auto por la puerta o trataba de conseguir información sobre si él estaba saliendo con alguien.

Le pidió a James Dearden que escribiera un nuevo guión que finalmente se convertiría en Atracción Fatal. Una vez que tuvo una primera versión salió a buscar actores y algún estudio para filmarla.

Empezó muy bien. Lansing se cruzó en un avión con Michael Douglas y le dejó una copia del guión. El actor la llamó al día siguiente para aceptar de inmediato ser el protagonista. Pero de ahí en adelante todos fueron rechazos. Nadie quería producir una película “sobre un hombre que engaña a una mujer por nada”. Hasta que de pronto todo pareció que se destrababa.

Las escenas sexuales también están dentro de las primeras que los espectadores rememoran de Atracción Fatal.
Las escenas sexuales también están dentro de las primeras que los espectadores rememoran de Atracción Fatal.

Brian de Palma se mostró dispuesto a ser el director del proyecto. Solo ponía dos condiciones. Subrayar más el costado de thriller e incorporar elementos del género de terror en la historia, y buscar un nuevo actor protagónico: no le veía el menor potencial a Michael Douglas (“No tiene encanto. Es él o yo”, dijo).

En ese momento el actor no tenía grandes antecedentes. Solo su linaje. Había participado en la serie televisiva Las calles de San Francisco y, al menos, podía ostentar un (inesperado) éxito de taquilla con En busca de la esmeralda perdida. Pero todavía su solo nombre no convertía en viable un proyecto. En 1987, todo cambiaría para él con esta película y con Wall Street. A partir de ese momento se convirtió en uno de los actores más taquilleros e influyentes de la industria.

Dearden y Jaffe prefirieron quedarse con Douglas y seguir buscando director. Hasta que llegó Adrian Lyne que venía de dirigir Flashdance. Lynne también exigió cambios en el guión. Contrataron como script doctor a Nicholas Meyer, alguien con experiencia y buenos antecedentes en esa complicada tarea de meter mano en los guiones y potenciar películas. Todos los involucrados reconocen que su aporte fue clave. Las primeras versiones, por ejemplo, terminaban con Alex, el personaje femenino, corriendo al resto con un enorme cuchillo de cocina y cubierta con una máscara la noche de Halloween.

La elección de Alex no fue sencilla. Varias de las elegidas rechazaron el papel, mientras otras no estaban disponibles. Debra Winger, Barbara Heshey, Emma Thompson y Miranda Richardson por distintos motivos no pudieron interpretar a Alex. Kirstie Alley audicionó pero no superó la prueba, aunque dejó su marca en el film. Le contó a Lyne que su esposo, Parker Stevenson, estaba siendo hostigado por una fanática que le dejaba constantes mensajes en el contestador telefónico. Como prueba aportó un cassette: la desgrabación de uno de esos mensajes quedó en la película.

Atracción Fatal disparó la carrera de sus protagonistas. Michael Douglas se convirtió en uno de los principales actores de su tiempo.
Atracción Fatal disparó la carrera de sus protagonistas. Michael Douglas se convirtió en uno de los principales actores de su tiempo.

El agente de Glenn Close pidió con insistencia que su representada fuera tenida en cuenta. Decidieron tomarle un casting pero más para hacerle un favor al agente, que con esperanzas de que ella fuera la adecuada para el papel.

Glenn tenía un enorme prestigio. Había estado nominada al Oscar en tres ocasiones pero sus papeles siempre habían sido interpretando a mujeres moderadas, hasta algo puritanas, nunca con ribetes sexuales (ni siquiera sensuales). Nadie creía que ella pudiera aportarle a Alex esa cosa sexual, salvaje y furiosa que el personaje requería. Tal vez, ni siquiera la misma Glenn Close lo creyera.

“Antes del casting estaba muy nerviosa. Hasta tomé un poco de Valium. Llegué y vi que estaba Michael Douglas. No sabía qué hacer con mi pelo. Me lo desaté, lo dejé salvaje y me mandé”.

Apenas terminó la audición, Lyne llamo a sus productores con urgencia. Luego de esa prueba de apenas cinco minutos, ninguno podía imaginar a otra que no fuera Glenn Close en ese papel. Habían encontrado a su actriz principal. Todo lo que Alex necesitaba, lo aportaba Glenn: sexualidad, obsesión, ira, pasión.

La película logró instalar un término en inglés: Bunny boiler. En castellano también existe como expresión: “Te hierve el conejo”. Se utiliza sin distinción de género -aunque, reconozcamos, nació para denominar solo a mujeres: eran los 80- para describir a gente que no soporta bien un rechazo amoroso y es capaz de stalkear, perseguir, obsesionarse, hacer pasar un mal rato o dañar al que lo rechaza. Adrian Lyne está muy orgulloso de este aporte lexicológico, de haber bautizado una tipología: “Es muy grato cuando algo de una de tus películas perdura, cuando va más allá de la charla de sobremesa de la comida posterior a verla”.

En el guion original el conejo era cocinado a la plancha. Pero el guionista creyó que la situación era demasiado burda, algo grotesca, que carecía de suspenso. La olla tapada, la presión del agua, el contraplano de la hija buscándolo en su casita, los gritos simultáneos. Es una escena que está bien construida. Y que con pocos datos brinda mucha información. Hace recordar a la de la cabeza del caballo de El Padrino. No sabemos cómo llegó esa cabeza a la cama, por qué el productor no se dio cuenta de nada, ni de qué manera los mafiosos se las ingeniaron para entrar. Pero no importa: de inmediato entendemos el poder de Don Corleone. Acá el mecanismo es similar. No sabemos cómo hizo Alex para entrar, matar el conejo y cocinarlo. Pero creemos que lo hizo y sabemos a partir de ese momento que es capaz de cualquier cosa.

Adrian Lyne cuenta que el plano de Anne Archer horrorizada no costó demasiado trabajo ya que el hedor que despedía el conejo -lo hirvieron con las tripas- era tal que esa expresión tenía poco de actuada. En la olla no había un elemento de utilería, era un conejo de verdad que habían conseguido en una carnicería.

La película logró instalar un término en inglés: Bunny boiler. En castellano también existe como expresión: “Te hierve el conejo”
La película logró instalar un término en inglés: Bunny boiler. En castellano también existe como expresión: “Te hierve el conejo”

Las escenas sexuales también están dentro de las primeras que los espectadores rememoran de Atracción Fatal. Sin embargo son más escasas y breves de lo que la memoria indica. Cada una no dura más de 30 segundos. Pero tienen fuerza, algo de osadía para el cine mainstream de los 80 y búsqueda de impacto.

Uno de los motivos por los cuales el proyecto sedujo al director fue que daría que hablar a la gente, que era fértil para generar polémica. Lyne venía de dirigir 9 semanas y media, una película que excitó a una generación con situaciones que se convirtieron en icónicas (y luego hasta en lugares comunes) del cine erótico. En Atracción Fatal estaba la ardorosa escena en el ascensor que fue recreada y parodiada en películas y publicidades durante las décadas posteriores. La otra era la de la entrada al departamento en el que la pareja tiene sexo sobre la pileta de la cocina.

Cada uno de los participantes aportó un elemento que terminó haciendo esa escena tan memorable para los espectadores. Adrian Lyne recordó una experiencia personal en la que tuvo sexo con una chica en una cocina: lo urgido de la situación que no permite llegar hasta la cama, el ruido de los platos que están secándose sobre la mesada, el tintineo de los vasos, la sensación agónica. Glenn Close sugirió lo del agua y las risas. Michael Douglas insistió en la imagen del pantalón enrollado en los tobillos y el tropezón. “Solo hay un minuto de sexo. Si esas dos escenas se recuerdan, es porque detrás hay otras dos horas y cinco minutos de película que funcionan” declaró Adrian Lyne.

La película fue un éxito enorme. Se convirtió en la segunda que más recaudó en Estados Unidos en 1987 (Tres hombres y un bebé fue la única que la superó) y la primera si se tiene en cuenta la taquilla de todo el mundo. Estuvo nominada a numerosos premios, entre ellos 6 Oscar. Pero no ganó ninguno de ellos. Quien sí ganó ese año como mejor actor protagónico fue Michael Douglas pero por su papel de Gordon Gekko en Wall Street de Oliver Stone.

Atracción Fatal disparó la carrera de sus protagonistas. Michael Douglas se convirtió en uno de los principales actores de su tiempo. También Glenn Close, que empezó a recibir ofertas por papeles más variados y osados. Adrian Lyne luego de 9 semanas y media y este film se convirtió en un referente del cine erótico y controversial. Dirigió Propuesta indecente, una remake de Lolita e Infidelidad. Pero nunca pudo repetir el éxito de este film.

Atracción Fatal también instaló una fiebre por los thrillers eróticos (o al menos con escenas sexuales más candentes). Desde Bajos instintos a Mujer soltera busca, pasando por Sliver, Acoso sexual o El cuerpo del delito.

Lo que provocó ese tremendo suceso fue la controversia que generó la película. Se convirtió en un fenómeno cultural, en motivo de discusión permanente que llegó hasta la tapa de la revista Time. El guionista sostuvo que su idea no fue hablar de otra cosa que de los peligros de la infidelidad, de la posibilidad de perderlo todo. “La infidelidad es una situación que es habitual, generalmente no trae consecuencias pero me interesaba explorar ese 5 % de veces en que sale mal y puede constituir un verdadero desastre”, dijo. La habilidad narrativa de la película hizo creer que era una situación que podía pasarle a cualquiera. O al menos generar el temor de que así fuera.

Pero por la época de su estreno era imposible que no fuera leída como algo más. Una ola conservadora se imponía. Y el sexo desde la aparición del Sida se había vuelto a convertir en algo peligroso. Y eso era lo que Atracción Fatal parecía contar. Por un lado le hablaba a las fantasías y/o a las consciencias de los espectadores que se sentían reflejados o veían reflejadas situaciones de gente conocida: muchos estaban en la posición del marido, de la esposa o de la amante. Y por el otro, resumía un tiempo. Un tiempo de miedo, de conservadurismo, hasta de represión.

Las causas más plausibles de discusión eran el papel que jugaba Alex como mujer. Varios grupos feministas se opusieron al film y criticaron amargamente la deriva de ese personaje que, según esa visión, representaba a la mujer soltera como un peligro para la familia, que bordeaba la locura. Demonizaba a la mujer profesional soltera, elevando a las alturas a la que se quedaba en casa con sus hijos. Como si la única manera de mantener la cordura fuera tener una pareja e hijos.

La película tenía originalmente otro final. El personaje de Glenn Close conseguía que las huellas dactilares del personaje de Michael Douglas quedaran en un cuchillo. Con él se cortaba el cuello y se suicidaba mientras escuchaba La Boheme. Así conseguía que la policía lo incriminara por asesinato. Esa era su venganza por el rechazo. El montaje de esa primera versión se puede ver en YouTube.

Pero en todas las proyecciones de testeo previo en que mostraron la película, el público se sentía desilusionado y hasta frustrado con ese final. Un directivo creyó entender la causa: “Quieren venganza. Que ella no decida la historia”. Así que seis meses después de terminado el rodaje todos los actores fueron convocados de nuevo para volver a filmar las escenas finales. Glenn Close se opuso terminantemente. Consideraba que hacer ir a Alex a la casa con un cuchillo en la mano para asesinar a quien se le cruzara era una terrible e imperdonable traición a su personaje. Otros involucrados tampoco estaban tan convencidos.

Los ejecutivos del estudio se mostraron firmes: “El público quiere que maten a Alex, no desea permitirle que se suicide”. Destinaron un millón y medio de dólares más para rehacer el final.

Glenn Close cuenta que consultó el tema con su amigo y actor William Hurt quien le dijo: “Ya peleaste tu batalla y expresaste tu furia; ahora tenés que volver a ser una jugadora de equipo y rodar lo que te piden. Si no, no hay película”. Close no solo tuvo que hacer esa escena que, según ella traicionaba el espíritu de su personaje, sino que eso implicó que debiera sumergirse al menos 50 veces en la bañera hasta que la toma quedara perfecta. Tuvo alguna infección, se golpeó la cabeza de mala manera y hasta sufrió laceraciones en los ojos. Al menos se quedó de recuerdo con el cuchillo que blande. Era de utilería, hecho con papel y madera. Ahora está enmarcado y cuelga de una pared de la cocina de la casa de Glenn Close. Alex fue elegida como una de los diez mejores villanos del cine norteamericano por el American Film Institute.

El equipo encontró un nuevo problema que no había calculado. Los propietarios habían reformado totalmente la casa que había sido la locación principal y estaba irreconocible. Por lo que tuvieron que volver a poner todo como antes.

El final ahora mostraba a Alex como una asesina. La escena de la bañadera, su inesperado resurgimiento y Beth, la esposa abnegada, matándola de un disparo, recobrando el orden perdido. Un final peor y efectista pero increíblemente rendidor en la taquilla. Los productores lo supieron en los nuevos testeos previos: el público bramaba de satisfacción cuando moría Alex.

“Eso significa unos 100 millones de dólares más de recaudación”, especularon. Se quedaron cortos.

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