En 1998, Brad Pitt era una estrella de la pantalla grande y nadie le disputaba el cetro como el hombre más lindo del mundo. En esa misma época, Jennifer Aniston brillaba y encantaba como Rachel en la serie Friends y nadie le peleaba el trono de la novia de América. Exitosos, populares, indiscutiblemente hermosos, el público los amaba y ellos se dejaban amar. Portadas de revistas, entrevistas, fotos, todavía las redes no habían revolucionado las formas de comunicarse, pero cada paso de ellos era conocido de manera inmediata.
Así se supo que Jennifer Aniston ya no estaba de novia con Tate Donovan y Brad había roto con la hermosa Gwyneth Paltrow. Sabiendo que ambos actores estaban solos, sus representantes decidieron organizarles una cita. No fue una tarea sencilla, no tanto por coordinar las agendas de sus representados, sino por la necesidad de que el lugar para el encuentro se mantuviera en secreto. Es que ambos sabían que apenas trascendiera estarían rodeados de cámaras.
Los representantes consiguieron su objetivo con creces. No solo las estrellas lograron encontrarse, también pudieron hacerlo sin que el dato trascendiera. Años después, ante la periodista Diane Sawyer, Jennifer reconoció que en ese primer encuentro sintió que ambos estaban destinados a quererse. "Fue extraño... Fue una noche muy fácil. Fue muy divertido”.
La primera cita fue un éxito, y las que siguieron, también. En los pasillos de las redacciones ya se hablaba de que estaban en pareja, pero nadie había conseguido la preciada foto.
Pero Brad y Jennifer, conocedores de las reglas del juego, cuando sintieron que su relación se afianzaba, decidieron hacerla pública. Y qué mejor que en una alfombra roja. Así, en septiembre de 1999 posaron en la antesala de los premios Emmy. Lo hicieron relajados y sonrientes ante los gritos de los fanáticos que los alentaban y de los fotógrafos que pugnaban por la mejor imagen. Para el recuerdo quedan los anteojos que Pitt lució ese día. Unos lentes entre extraños y modernos que solo podían quedarle bien a él. Jennifer cambió su peinado lacio característico por unas mechas torzadas que –como los anteojos de Brad- solo podían quedarle bien a ella.
Dos meses después de esa primera aparición y con el romance confirmado se los volvió a ver un en un concierto de Sting en la ciudad de Nueva York. La pareja sorprendió con su presencia en el escenario, pero además Jennifer mostró un anillo de compromiso mientras su novio sonreía.
En cada presentación pública se los veía relajados, felices, divertidos… No era para menos, tenían todo lo que quieren todos: salud, dinero y amor. Y además trabajos interesantes, éxito, fama, belleza, juventud y, en el caso de Aniston, ¡hasta un pelazo sin frizz!
Así las cosas, los novios más populares de América decidieron casarse. La fecha elegida fue el 29 de julio de 2000. Acordaron dar el “sí” en una ceremonia en Malibú. Sabían que se armaría un verdadero “circo mediático”, y entonces lo primero que contrataron fue una gigantesca carpa donde desarrollar la ceremonia y así impedir el “robo” de imágenes del evento. Cada invitado y persona que trabajó en la boda firmó un acuerdo de confidencialidad. El operativo de seguridad incluyó guardias privados y policías de la ciudad ordenando el tránsito en la zona.
Todos querían saber cómo sería el vestido de “la novia de América”, pero nunca trascendió una foto del look completo. Solo se sabe que lució un vestido de seda blanco con espalda baja, diseñado por Lawrence Steele, además usó unos zapatos con taco de gamuza marfil hechos a su medida por Manolo Blahnik y un velo simple unido a una corona de perlas y cristal de Swarovski. El novio optó por un esmoquin negro de cuatro botones de Heidi Slimane.
Hubo 200 invitados, un número que parece importante, pero que resulta menor teniendo en cuenta la popularidad de los contrayentes. Entre las celebridades estaban Courteney Cox y su esposo David Arquette, Edward Norton, Salma Hayek y Cameron Díaz. El menú consistió en camarones y caviar acompañados por champagne y los platos principales incluían cangrejo, langosta y carne con pimienta. También se sirvieron opciones de pizza, plato favorito del novio.
En la ceremonia cantó un coro góspel de 40 personas. Una exclusiva florería de Beverly Hills se encargó de las 50 mil flores que decoraron las dos hectáreas del predio. El costo rondó los 75 mil dólares, y las elegidas fueron: rosas, glicinias y tulipanes. La fiesta terminó con un show de fuegos artificiales.
El acuerdo de confidencialidad se respetó a rajatabla. Nunca trascendieron detalles ni fotos. Solo dos imágenes en blanco y negro que distribuyeron los novios. Sí se sabe que en los votos ella prometió hacerle siempre su licuado de banana favorito, y él, dividir la diferencia en el termostato.
Ya como marido y mujer continuaron apareciendo en eventos y entregas de premios. Un año después de casados, Jennifer aceptó una entrevista con la revista Rolling Stone y admitió que al comenzar su relación sus amigos estaban preocupados porque pensaban que podía ser un engreído, pero que al conocerlo se dieron cuenta de que era una gran persona y admitió lo bueno del matrimonio. “Sabes que si alguna vez hay una discusión no puedes decir: ‘¡Jódete, me voy de aquí!’. Estás allí a largo plazo. Es algo hermoso darse cuenta de eso por primera vez, tener ese conocimiento. Quita el calor y el peso de las cosas“.
En 2001, los fanáticos de Friends y de ambos actores vivieron un momento sublime cuando Brad aceptó grabar uno de los capítulos. El episodio se llamó “The one with the rumor”. Brad interpretó a Will Colbert, un viejo amigo de la escuela secundaria de Ross (David Schwimmer) con quien habían formado el club Odio a Rachel.
El matrimonio se veía tan feliz que en una entrevista con The Guardian, Jennifer admitió sus deseos de agrandar la familia. "Es hora. Creo que puedes trabajar con un bebé, creo que puedes trabajar embarazada, creo que puedes hacer todo. Así que realmente estoy ansiosa por reducir la velocidad”, afirmó, pero sus deseos no se concretarían.
A fines de 2004, Pitt fue convocado para protagonizar con Angelina Jolie la película Sr. y Sra Smith. Si Jennifer se sintió preocupada por esa mujer, considerada la “más sexy del mundo”, no se sabe. Quizá le puso algún reparo a su marido, o no. Al fin de cuentas, ella también era considerada no la más sexy, pero una de las más lindas del mundo.
En medio de la filmación comenzaron a arreciar los rumores acerca de una explosiva atracción entre Angelina y Brad. Jennifer al menos en público no decía nada y en privado parece que tampoco. Años después, y ya separada, confesó en la revista Vogue: “Sentí que había detalles, situaciones un poco inapropiadas, para discutir. Esas cosas sobre como que no podía esperar para ir a trabajar todos los días”.
Finalmente, en 2005, el matrimonio anunció su ruptura con un comunicado: “Queremos anunciar que, tras siete años juntos, hemos decidido separarnos de manera formal. Para quienes siguen este tipo de noticias, nos gustaría explicar que este quiebre no es el resultado de ninguna de las especulaciones que han aparecido en los medios. Esta decisión es el resultado de una gran meditación. Vamos a mantenernos como cariñosos amigos, con gran amor y admiración el uno por el otro. Pedimos su amabilidad y sensibilidad”.
Con el divorcio consumado y el corazón seguramente destrozado, Jennifer se comportó como una lady. No salió a despotricar contra la mujer que se llevó a su marido. No habló mal de Brad ni sacó a la luz sus miserias o defectos. Se mantuvo en silencio sin pedir ni dar lástima. Entera como la mujer que era y no como la víctima que querían que fuera. Cada vez que aparecían fotos de Brad y Angelina felices en sus distintos viajes o se confirmaba la paternidad de Pitt y la prensa buscaba ávida (o carroñera) sus declaraciones, ella no les deseaba el mal y simplemente decía que se había divorciado por “diferencias irreconciliables”. La vez que su ex “se fue de boca” en una entrevista con Us Weekly y declaró: "Me pasé los años noventa intentando esconderme (...) Comencé a hartarme de mí mismo sentado en un sillón, sujetando un canuto (de marihuana), escondiéndome. Empezó a parecerme patético”, dando a entender que su matrimonio había sido muy aburrido, Jennifer no lo atacó. Lo que motivó la disculpa del actor.
Jennifer siempre tuvo palabras de afecto para su ex. “Nos deseamos cosas maravillosas. Ninguno hizo nada mal. Es que a veces esas cosas pasan. Si solo la gente pudiera detener esa basura de novela que creen que existe entre nosotros. Por favor, más crédito para estos humanos", comentó Aniston al Hollywood Reporter en 2015.
En una entrevista para Vanity Fair abrió aún más su corazón: “Nos pusieron en un pedestal, pero éramos una pareja normal. Pensábamos diferente, y no puedes forzar una relación, ni siquiera cuando la gente la tiene idealizada”, dijo, y siguió: "No sabría lo que sé ahora si no me hubiese casado con Brad. Lo quiero y lo haré hasta el resto de mi vida. Es un hombre fantástico. No me arrepiento de nada. Pasamos siete años muy intensos juntos y aprendimos muchas cosas el uno del otro. Fue una bonita y complicada relación. Lo que me pareció triste fue la forma en que se redujo a un cliché de Hollywood”.
En 2016, el matrimonio de Pitt con Jolie llegó a su fin y prensa y público estaban interesadísimos en saber por qué se había roto Brangelina, pero también qué pensaba Jennifer. Pronto las redes aseguraron que la estrella de Friends había dicho: "Fue el karma”. No se sabe si era cierto, pero se dio por cierto.
La fábrica de rumores no paró. Se decía que cuando Brad peleaba con Jolie la llamaba a su ex para que lo consolara, se decía que le había presentado a sus hijos en secreto, se decía que se llamaban cada vez que atravesaban situaciones difíciles, se decía que Pitt le había regalado a Aniston una mansión de 60 millones de dólares, se decía que Aniston se ofreció a testificar en las audiencias por la custodia de los hijos… Se decía de todo, jamás se confirmó nada.
Lo que sí se confirmó fue que en febrero de este año, cuando Jennifer cumplió 50 años, al festejo asistió Brad Pitt. La presencia del actor hizo estallar los rumores de un posible acercamiento entre ambos. Sin embargo, no parece un escenario posible.
Es que estos ex podrían resignificar el dicho que asegura que “donde hubo fuego, cenizas quedan” por el de “donde hubo un gran amor, cariño queda”. Según allegados, simplemente “son dos personas que compartieron una vida juntos y se respetan mutuamente. Se separaron y lo hicieron porque tenían problemas graves. No son estúpidos, y recuerdan por qué no funcionó”.
Y quizás ahí radica el secreto de una buena separación. Recordar con una sonrisa lo que se compartió y, sin bronca ni pases de facturas, jamás olvidar por qué se terminó. Al fin de cuentas, dicen los que saben, es mejor un buen ex que un mal actual…
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