Cara a cara con el diablo: la estremecedora búsqueda de Iván el Terrible, el despiadado criminal nazi de Treblinka

“El diablo de al lado”, la impactante serie documental de Netflix, narra la historia de John Iván Demjanjuk, un ucraniano refugiado en los Estados Unidos, operario de la fábrica Ford y ciudadano ejemplar que un día fue señalado como un sádico asesino...

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Treblinka fue un campo de exterminio. Se diseñó exclusivamente para asesinar a quienes entraban allí. Fría, perfecta y atroz fábrica de muerte.

Los que subían a los trenes hacia Treblinka, aunque ellos no lo supieran todavía, no tenían más esperanza. Su destino estaba sellado de antemano, la selección -eufemismo que significa: la decisión de asesinarlos- había sido hecha antes.

Todo ocurría con precisión y velocidad. Un macabro y fluido mecanismo del horror.

Cada etapa duraba poco tiempo pero estaba bien determinada y tenía su propio estado de ánimo. Al principio, la impostura y el engaño; una falsa amabilidad para pretender una atmósfera de tranquilidad. Lo único que podía hacer sospechar a los prisioneros era la impaciencia de quienes daban las órdenes. Todo debía ser hecho con celeridad.

Treblinka, el campo de exterminio
Treblinka, el campo de exterminio donde operó Ivan el terrible

Se les informaba que pasarían a recibir un baño colectivo después del largo viaje en tren; luego recibirían rompa limpia y nueva, y serían reasignados hacia otro destino. Una vez que ingresaban a la edificación, las víctimas no tenían mayores motivos para sospechar su final inminente.

Unas cerámicas con la estrella de David en relieve convencían a los recién llegados que se trataba de un mikvé, un baño ritual judío. Esos hombres y mujeres creían que sólo se asearían. Pero el engaño, la falsa sensación de normalidad, no finalizaba en ese punto.

La edificación más cercana al punto de llegada de los trenes parecía una pulcra estación de trenes con flores y arbustos que lo engalanaban. Pero sólo se trataba de una fachada que ocultaba un enorme depósito en el que se guardaban todas las pertenencias de los recién llegados. Sus abrigos, valijas, joyas, ahorros y otros valores que luego de ser evaluados eran enviados a Alemania (aunque muchas de las cosas más valiosas se las quedaran los oficiales a cargo). La cercanía con los trenes les evitaba tener que transportar largas distancias el botín saqueado a los judíos, que era enorme: cada persona tenía permitido llevar hasta 50 kilos de equipaje.

La edificación más cercana al
La edificación más cercana al punto de llegada de los trenes parecía una pulcra estación de trenes con flores y arbustos que lo engalanaban. Pero sólo se trataba de una fachada que ocultaba un enorme depósito en el que se guardaban todas las pertenencias de los recién llegados. Sus abrigos, valijas, joyas, ahorros y otros valores que luego de ser evaluados eran enviados a Alemania

En esa estación todo era mentira, nada era de verdad: ni siquiera el reloj, que engalanaba la puerta de entrada, era real. Estaba pintado sobre la pared: las agujas siempre marcaban la misma hora.

Luego de que se desnudaran llegaba la etapa de la violencia. Quien no hacía caso o se demoraba más de lo que los captores tenían estipulado sufría latigazos, palizas atroces o era asesinado de un disparo.

Se ha calculado que la tasa de supervivencia en Treblinka no superó el 1%. De cada cien que arribaban, sobrevivió menos de uno. Alguien puede suponer que esa aceitada máquina asesina requería de enormes instalaciones y de miles de soldados. Nada de eso. A diferencia de Auschwitz, Treblinka ocupaba un terreno de escasas dimensiones y funcionaba con unas pocas decenas de soldados y oficiales nazis a cargo, cuya labor principal era dar directivas y asegurar el orden y la disciplina a través del terror y de los castigos físicos.

La foto de Ivan el
La foto de Ivan el terrible

Las tareas de manipulación de los cadáveres y de la limpieza de las cámaras estaban a cargo de los Sonderkommandos, prisioneros judíos que tenían una mayor sobrevida -la mayoría también serían asesinados- por haber sido elegidos para llevar a cabo esas tareas desagradables y necesarias para la eficacia de la matanza.

Uno de los personajes clave en Treblinka fue su comandante general, Franz Stangl. Él fue quien perfeccionó esta máquina criminal.

Pero hay otro que se destacó y del que se habló durante muchos años: Iván el Terrible.

Iván el Terrible era el más inhumano dentro de la inhumanidad, el más asesino entre los asesinos, el más abyecto en medio de la abyección. El peor en un paisaje infernal.

Era quien manejaba los motores que ponían en marcha las cámaras de gas , quien hacía ingresar a los prisioneros a sus dependencias. Todo en él era sadismo y crueldad. Se burlaba de sus víctimas, las maltrataba. Cortaba orejas, rebanaba narices, perforaba pezones, tajeaba órganos sexuales. Sólo lo hacía por diversión y como muestra de su poder. Utilizaba su bayoneta para divertirse. Él, sólo porque podía y porque lo encontraba placentero, dejaba un tendal de carne humana en el ingreso a las cámaras de gas y el piso lleno de sangre. Nadie le había ordenado eso. En las torturas de Iván el Terrible no hay obediencia a un superior. Ni siquiera ese atenuante le quedaba.

"El diablo de al lado":
"El diablo de al lado": la serie que plantea si un refugiado ucraniano en los Estados Unidos puede ser el criminal nazi que asesinó a miles en las cámaras de gas y los torturó por el placer de mostrar su poder

Treblinka fue el lugar más atroz del Siglo XX. E Iván el Terrible fue el peor de los exponentes de ese campo de exterminio.

Durante muchos años se discutió acerca de la verdadera identidad de este asesino. Iván era un nombre frecuente entre los bielorrusos, ucranianos y rusos. Dentro del escaso personal de Treblinka se contaban dos decenas de nazis, hasta 100 soldados de etnias de Europa Oriental y varios prisioneros judíos que llevaban a cabo las tareas más duras. Así que en el campo de exterminio es posible que convivieran varios soldados de nombre Iván. Durante décadas los cazadores de nazis siguieron pistas falsas y datos erróneos.

En Estados Unidos, a fines de la década del 70 creyeron dar con él. El caso recién explotó en 1985. El señalado era un hombre de 66 llamado John Iván Demjanjuk, operario automotriz ya jubilado de la fábrica de Ford de Cleveland. Demjanjuk estaba casado, tenía tres hijos y un nieto. Apenas la acusación salió a la luz, los vecinos y ex compañeros de trabajo no podían dar crédito a lo que escuchaban. Ese gordo bonachón, con sonrisa amplia, no podía ser un sádico asesino de masas. Estados Unidos le quitó la ciudadanía y lo extraditó a Israel. Allí tendría lugar un juicio histórico.

John Iván Demjanjuk, operario automotriz
John Iván Demjanjuk, operario automotriz ya jubilado de la fábrica de Ford de Clevelan, estaba casado, tenía tres hijos y un nieto. Apenas la acusación salió a la luz, los vecinos y ex compañeros de trabajo no podían dar crédito a lo que escuchaban. Ese gordo bonachón, con sonrisa amplia, no podía ser un sádico asesino de masas (Netflix)

Netflix acaba de estrenar una notable serie documental sobre ese juicio y sobre la historia de John Demjanjuk. El Diablo de al Lado (The Devil Next Door). Los cinco capítulos, de los mismos productores de Wild, Wild Country, se sumergen en la causa y nos llevan a través de más de 15 años de juicios, apelaciones e investigaciones que pretenden contestar una pregunta: ¿John Demjanjuk era Iván el Terrible?

La respuesta no es tan sencilla.

Desde el punto de visto técnico el documental es impecable. Al igual que otras series -ya sean del género True Crime como Making a Murderer u O.J: Made in América, o de otras temáticas como la citada Wild Wild Country o el Vietnam de Ken Burns- se basa en un archivo fílmico y documental descomunal. Algo que se le imposibilita a los realizadores latinoamericanos por el escaso cuidado al acervo audiovisual que hubo durante años en la región.

Demjanjuk tiene casi 70 años
Demjanjuk tiene casi 70 años y no se sabe si es un impostor fenomenal, un actor que representa el papel más largo de la historia o un sádico asesino que se está riendo de todo el mundo, intentando salir impune una vez más ¿Es un brutal asesino o la víctima de una conspiración?

En El Diablo de al Lado hay extractos noticieros televisivos de Estados Unidos e Israel, filmaciones caseras, las sesiones del juicio, entrevistas con Demjanjuk en la cárcel y varias fuentes más. Las entrevistas actuales a los principales involucrados también son muy certeras y aportan puntos de vista disímiles. No hay narrador en off y eso contribuye a la fluidez del relato. Pero sin el menor lugar a dudas la mayor virtud de esta serie es el manejo del suspenso, cómo se proporciona la información para mantener al espectador atrapado, preguntándose todo el tiempo de qué manera seguirá la historia.

Un consejo: aguante la ansiedad y no acuda a Google hasta el final de los cinco capítulos. La historia tiene varios sorprendentes puntos de giro, vueltas de tuerca que desacomodan todo tipo de prejuicios.

Los personajes principales también son sensacionales. El Demjanjuk de casi 70 años del que no se sabe si es un impostor fenomenal, un actor que representa el papel más largo de la historia o un sádico asesino que se está riendo de todo el mundo, intentando salir impune una vez más. ¿Es un brutal asesino o la víctima de una conspiración?

El abogado defensor: un israelí
El abogado defensor: un israelí que disfrutaba de la provocación (Netflix)

El abogado defensor israelí tranquilamente podría haber participado en casos televisivos, de esos que mantienen a la audiencia pegada a la pantalla. Es un mediático que disfruta de la atención, de la confrontación y el escándalo. El fiscal es su opuesto, un hombre serio, sereno, lleno de dudas, alejado de las certezas bombásticas de su contraparte en el juicio.

En este caso no se trataba de determinar si existieron o no los hechos. Eso estaba probado hace décadas. La cuestión era determinar la identidad de Iván el Terrible. Saber si era Demjanjuk. Eso le otorga al proceso aristas novedosos e intrigantes. El acusado siempre sostuvo que se trataba de un lamentable error de identidad.

Treblinka era un campo de
Treblinka era un campo de exterminio. Estaba diseñado para asesinar eficazmente y con velocidad.

Ya fue dicho que en Treblinka los sobrevivientes eran una rara excepción. En las audiencias del juicio hay varios de ellos. Sus testimonios son conmovedores e insoportables.

Ellos se enfrentan al demonio cara a cara. “¿Por qué los mataste? ¿Por qué los torturaste y los mataste? ¿Te hicieron algo?”, pregunta uno de ellos a quién cree que asesinó a su familia, que mutiló a sus madres o hermanas. La crudeza de esos encuentros es estremecedora. Y ellos presentan otra dificultad que deben resolver los jueces israelíes.

¿Qué hacer con los testimonios de los sobrevivientes? ¿Se les debe creer a ultranza? ¿Pueden estar influidos por la ilusión de querer identificar al culpable, por deficiencias de su memoria o por un simple error de identidad? Esa dicotomía entre verdad y memoria, esa posible colisión suma una nueva capa al análisis de la cuestión.

Esos testigos que son plenamente conscientes que son de los pocos que pueden contar en primera persona lo sucedido y que en unos años ya ni ellos quedarán, cargan con una enorme responsabilidad. Y también con un sentimiento de culpa por haber sido ellos quienes sobrevivieron. Sentados en el tribunal, frente al acusado, vemos en sus ojos viejos que es gente con la vida destrozada que combatió contra lo sufrido, para poder seguir adelante. Gente que llevaba una vida cotidiana pero tenía encima un dolor inefable.

 John Demjanjuk de ser
John Demjanjuk de ser encontrado culpable, será condenado a la pena de muerte

Esta historia, la de Iván el Terrible y John Demjanjuk, la de su juzgamiento, es un gran relato de judicial con testigos fuertes, abogados que lo incomodan, pruebas que se contradicen, documentos dudosos, o expertos que son destrozados en un interrogatorio. Todos esos elementos están presentes y son, como casi siempre en el cine o en cualquier relato audiovisual, muy eficaces narrativamente. Mucho más cuando lo que está en juego es una vida. Demjanjuk de ser encontrado culpable sería colgado en la horca.

Pero la historia que cuenta esta gran serie documental es mucho más que el intento de develar la identidad de un asesino. Es una historia sobre la memoria, sobre el dolor, sobre la justicia, sobre los límites, sobre las atrocidades, sobre hasta dónde se debe llegar para juzgar a los culpables. y en especial sobre cómo la humanidad pudo llegar tan bajo, cómo pudo deshumanizarse de esa manera.

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