Estados Unidos de América, 1968. Los jóvenes sentían que el momento de la liberación había llegado. Vivían el verano del amor, la contracultura, la revolución femenina, el rechazo a la guerra de Vietnam. Y una sensación plena de libertad.
Arlyn Sharon Dunetz fue una de las tantas chicas que se fueron de su casa en busca de un destino diferente al que le imponían sus padres. Dejó Nueva York, y un aburrido puesto de secretaria, para cruzar el país haciendo dedo con destino a la costa oeste. En el camino conoció a John Lee Bottom, un carpintero. Se enamoraron, un año después ya estaban casados y el 23 de agosto de 1970 nacía su primer hijo, en una cabaña en una aldea de Oregon. A la hora de bautizarlo, no tuvieron dudas. Se iba a llamar River, inspirado en la novela Siddartha de Herman Hesse, y Jude, por “Hey Jude”, el himno beatle.
Sin destino fijo, los Bottom vivían de la recolección de frutos. En 1972, en Texas, nació Rain. Al poco tiempo, se unieron a la secta “Niños de Dios”, se convirtieron en misioneros y empezaron su peregrinaje. Primero fue México, luego San Juan de Puerto Rico –donde nació Joaquin-, y luego Venezuela, donde tuvieron a Liberty.
En ese contexto itinerante crecieron River y sus hermanos. Sin educación formal, con absoluta libertad, lo primero que al primogénito le interesó fue la música. A los cinco años le regalaron una guitarra y con su hermana Rain se ganaban algunas monedas tocando en la calle.
En Venezuela, los Bottom se hicieron veganos. No soportaban el maltrato al que sometían a los peces durante las jornadas de pesca y cambiaron su alimentación. Pero no todo era idílico, algo empezaba a andar mal en la secta. Su líder David Berg se volvía rico y poderoso mientras que el resto vivía en la pobreza. La práctica del “flirty fishing”, la prostitución religiosa, fue la gota que rebalsó el vaso.
En 1977, los Blossom abandonaron la secta y se instalaron en Florida. Un año después nació su hija más pequeña, Summer y cambiaron su apellido por Phoenix, en referencia al mito del ave que resucita. River y Rain eran inseparables, y la música era su principal entretenimiento, nadie presagiaba un futuro dentro de la actuación. Hasta que la familia volvió a armar los bolsos y se mudó a Los Ángeles.
Mamá Arlyn empezó a trabajar como secretaria en la cadena de televisión NBC y consiguió una audiencia con la agente Iris Burton. La mujer quedó tan encantada que decidió representar a los cinco Phoenix. Luego de algunos comerciales, River y Rain debutaron en un programa de televisión llamado Fantasy.
A River le bastó su primer papel en televisión, en Siete novias para siete hermanos, para mostrar su talento. A partir de entonces, todo fue en ascenso, y el niño que apenas pasaba los diez años se convirtió en el sustento de su familia. Después de Backwards, donde interpretó a un joven con dislexia y donde compartió elenco con su hermano Joaquin, la televisión le quedó chica, era el momento de dar el salto a la pantalla grande.
Explorers fue su primer protagónico en cine. Corría 1985 y compartía cartel con otro jovencito precoz, Ethan Hawke. Al año siguiente llegó su consagración con dos títulos que lo marcaron sentimental, física y profesionalmente. En Cuenta conmigo, un filme iniciático para toda una generación, lideraba a un grupo de amigos en busca de un cadáver. Su sensibilidad sorprendió al director, Rob Reiner.
En una de las escenas, su personaje de Chris Chambers tenía que llorar y el adolescente River no era de lágrima fácil. El director le aconsejó que recordara alguna decepción, y River lloró de una manera tan convincente y creíble que no hizo falta repetir la toma. “Después de hacerla, temblaba y lloraba tanto que tuve que abrazarlo. No tenía técnica alguna, era pura intuición”, señaló el director.
Fue en Cuenta conmigo donde Phoenix empezó a beber cerveza con mayor frecuencia y también donde probó la marihuana.
“Lo único que recuerdo de esa noche es sentarme en las vías del tren con todo girando a mi alrededor”, contó. Tenía 15 años, y esas conductas que no llamaban demasiado la atención en los adolescentes de la época se convertirían en el primer peldaño de una pesadilla que no podría detener.
En 1986 se estrenó La Costa Mosquito, donde interpretó el papel del hijo de Harrison Ford. Su noviecita en la ficción era Martha Plimpton, una chica de su misma edad. Se enamoraron de un modo adolescente, casi sin querer, en medio de bromas y peleas. Pero esa no fue la única satisfacción de un filme que no tuvo la repercusión esperada. El propio Ford quedó tan encantado con su actuación, que lo recomendó a Steven Spielberg para hacer el papel del joven Indiana Jones en Indiana Jones y la última cruzada.
En 1988 llegó la nominación al Oscar por mejor actor de reparto por su papel de Danny Pope en Al filo del vacío. La estatuilla la ganó Kevin Kline, pero el mundo hablaba de Phoenix.
Ya casi veinteañero, se dejó crecer el pelo y el adolescente de rostro aniñado dio paso al joven serio y conflictuado que iba a copar las portadas de revistas. No quedaba claro si era una pose, pero River rara vez reía. Su seriedad contrastaba con una personalidad solidaria, militante de causas como la lucha contra el maltrato animal o la contaminación ambiental. En suma, un duro de corazón blando.
En 1991 se estrenó Mi mundo privado, el filme al que le puso el alma y el corazón, y que, en retrospectiva, muchos señalan como un llamado de atención sobre su muerte. Allí interpreta a Mike Waters, un joven pobre, que sufre de narcolepsia y que se las rebusca como taxi boy. Durante el rodaje trabó una fuerte amistad con Keanu Reeves. Debido a algunas escenas subidas de tono, creció la leyenda que habían compartido algo más que una amistad. Datos de color del siglo pasado.
Mi mundo privado le valió a River Phoenix el reconocimiento de la crítica, pero la película lo consumió por dentro.
Acostumbrado a poner el cuerpo, durante el rodaje abusó de sustancias para hacer más creíble su papel. Según el director Gus Van Sant, el problema de River en ese momento era el alcohol más que las drogas, pero otros testimonios aseguran que el actor comenzó una relación con la cocaína y la heroína que nunca dominaría.
El 30 de octubre de 1993, el Sunset Strip se preparaba para celebrar Halloween y la creme de la creme iba a Viper Room, un club en el que uno de sus propietarios era Johnny Depp, quien tocaría con su banda esa noche. El otro número previsto era una zapada comandada por Flea, bajista de los Red Hot Chili Peppers, en la que tocaría River Phoenix. El actor no tenía un buen semblante, pero nadie se dio cuenta.
River había ido al Viper Room para tocar música. Era lo que realmente disfrutaba, conectar quizá con aquel niño que cantaba por unas monedas en las calles de Latinoamérica.
La actuación se había vuelto solo un trabajo que no disfrutaba, pero le servía para ayudar a su familia. Tenía todo arreglado para actuar en Entrevista con el vampiro. Soñaba con que fuera la última, quería hacer una película más, para asegurar la universidad de su hermana menor y luego dar el adiós a la pantalla.
River llegó con su novia, la actriz Samantha Mathis y Rain y Joaquin. Cuando se acercó al escenario, Flea le dijo que no había lugar para él, y se volvió a su mesa. Alguien le alcanzó un trago, y él lo bebió de un tirón, sin preguntar su contenido. Al rato le dijo a un amigo: “No me siento demasiado bien. Creo que sufro una sobredosis”.
Lo que ese sujeto misterioso, que nunca fue identificado, le había convidado era una mezcla líquida de cocaína y heroína. Lo que siguió fue todo desesperación.
Joaquin, que acababa de cumplir 19 años, cargó el cuerpo de su hermano a la calle. Allí, Rain intentaba reanimarlo, mientras Joaquín llamaba al 911 en un pedido de auxilio que trascendió y todavía estremece: “Está teniendo espasmos, en la calle Sunset y Larrabee. Por favor, vengan aquí. Creo que tomó Valium o algo así, no lo sé. ¡Por favor! ¡Se está muriendo! ¡Por favor!”.
Cuando la ambulancia llegó, ya era tarde y River Phoenix murió en el hospital, en la madrugada del 31 de octubre de 1993.
Nunca se conocieron las reales circunstancias que terminaron con su vida. Lo que ocurrió aquella noche quedó como un pacto de silencio entre sus hermanos y amigos, como una manera de protegerlo. Solo su madre habló en forma de carta abierta a la prensa.
“¿Cuántas otras jóvenes almas han muerto después de consumir drogas de forma recreativa? Rezo porque la forma en la que nos ha dejado River sirva para llamar la atención sobre cómo se desgastan los espíritus de su generación”, escribió la dolida madre.
Ella quería ver una mitad de su hijo, la que ella había criado y la que pretendía recuperar, lejos de los clichés de las estrellas de cine y más cerca de causas humanitarias. Sin embargo, la versión de los colegas habla de un momento particular de la vida de River, donde los excesos eran moneda corriente.
Veinticinco años después de los hechos, la que tomó la palabra fue Samantha Mathis, su última novia. “Sabía que algo iba mal esa noche, algo que no entendía. No vi a nadie consumiendo drogas, pero él estaba drogado de una manera que me hizo sentir incómoda”, contó a The Guardian, y apuntó contra lo que sucedió puertas adentro del boliche y al entorno del actor. “La heroína que lo mató no apareció hasta que entramos en The Viper Room. River ayudó a muchos de sus amigos a salir de las drogas, pero cuando él necesitó ayuda, ellos no lo ayudaron. De hecho, en algunos casos, fue todo lo contrario”.
La muerte de River caló hondo en la industria del espectáculo, que lejos de reivindicarlo como a otros cadáveres bellos, como James Dean, más bien lo hizo a un lado. También fue un llamado de atención sobre el consumo de drogas y un ladrillo más en la pared de la relación entre los niños actores y los consumos peligrosos. Los amigos lo recordaron cada uno a su manera. Johnny Depp resolvió mantener cerrado el Viper Room todos los 31 de octubre, y artistas como Red Hot Chili Peppers, R.E.M. y hasta Milton Nascimento le dedicaron discos y canciones.
Nunca se sabrá hasta dónde hubiera llegado River Phoenix si no hubiera ingerido aquel cóctel maldito en esa noche maldita.
Tenía todo para ser la gran estrella de su generación -James Cameron reconoció que fue su primera opción para el protagónico de Titanic-, pero se convirtió en el emblema de una juventud que vivió demasiado rápido el desencanto y la frustración.
Hoy su hermano Joaquin está en boca de todos aclamado por su protagónico en Joker. Pero el que lo vio primero fue River, que cuando ya tenía premios y reconocimientos, miró fijo a su hermano y delante de su madre, le predijo “Vas a ser un actor y serás más conocido que yo”.
"Mi madre y yo nos miramos con cara de ‘¿qué diablos está hablando?’. No sé por qué dijo eso o qué sabía de mí mi hermano. No había estado actuando en absoluto. Pero también lo dijo con cierto peso, con un conocimiento que me parecía tan absurdo en ese momento, pero por supuesto ahora, en retrospectiva, piensas: ‘¿Cómo diablos lo sabía?’”.
¿Cómo lo sabía? Esa pregunta quedó grabada en su mente. Y es algo que Joaquin se pregunta hasta el día de hoy.
Joaquin tiene presente a su hermano cada día de su vida. Emocionado, reconoció en una de las pocas entrevistas que dio, que aún siente culpa por su muerte : “Es algo que nunca voy a entender. Esa noche River quería quedarse en casa tocando la guitarra, pero yo lo convencí de salir... Él no tenía ganas, solo lo hizo para asegurarse que yo estuviera bien... Después de la muerte de River sentí que estaba alterado. Me tomó más de un año volver a empezar mi vida".
En el último Festival en Toronto, entre las aclamaciones por su papel en Joker, Joaquin volvió a recordar a River:
“Cuando yo tenía 15 o 16 años, mi hermano River llegó a casa del trabajo con una copia en VHS de una película llamada Toro salvaje. Me dijo que me sentara y me obligó a verla. Y al día siguiente me despertó y me hizo verla otra vez, y me dijo: ‘Vas a volver a actuar otra vez, eso es lo que vas a hacer’. No me lo preguntó, me lo dijo. Y estoy en deuda con él porque actuar me ha proporcionado una vida increíble”, comentó conmovido.
En cada una de sus palabras surgió el dolor que jamás muestra en público pero que lleva como una herida eterna en su piel. Y en cada mención mostró todo su agradecimiento a ese hermano que se fue muy joven, que le hizo falta, pero con sus palabras lo empujó a ser la estrella que hoy deslumbra al mundo.
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