Sandra Bullock (55) creció escuchando a su mamá decir: "No necesitás un hombre, ni casarte. Podés hacer de todo y valerte por vos misma". Alemana y cantante de ópera, ella fue quien le advirtió desde siempre aquello que la sociedad –e incluso Hollywood– le exigiría. "Gracias Helga B. por enseñarme a ejercitar el arte todos los días. Y por recordarme que no hay raza, religión, clase, color, ni orientación sexual que nos haga mejores que otros. Todos merecemos amor", aseguró la actriz desde el escenario del Kodak Theatre de Los Ángeles después de recibir su primer (y único) premio Oscar en 2010, por Un sueño posible.
Nacida en Virginia en los años '60, la chica que atravesaría el milenio convertida en "la novia de América" supo mucho de amores, pero también de desengaños. Y porque Hollywood –y "su maquinaria sexista", como suelen denunciar varias actrices– no perdona, Sandy siempre buscó no ser sindicada por la cantidad de hombres que pasaron por su vida, ni por haber "fallado" en su matrimonio con Jesse James, sino por sus logros personales. Férrea en valores y segura de sí misma, contó cuándo y cómo quiso quien entraba y quien salía de su vida. Muchas veces, con humor. Y otras tantas, con reparos.
Sandra estudió arte dramático en la Universidad de Carolina del Este y empezó su carrera en el off Broadway neoyorkino. Inteligente desde el minuto uno para generar sus propios proyectos y no depender del llamado de nadie –premisa de su madre–, en 1990 creó Fortis Film y desde entonces no dejó de facturar. A esta altura se estima que su patrimonio estimado es de 200 millones de dólares.
Después de alguna que otra película, la fama se apoderó de ella tras el estreno de Máxima velocidad. Aquel clásico de la década, con Keanu Reeves, la presentaba como Annie, una chica empoderada, al volante de un colectivo que no podía perder ritmo, ni el control.
"Me gusta pensar que soy la jefa y que las mujeres somos iguales a los hombres, pero no es común en Hollywood", lamentó en 2015. "Nos pasa todo el tiempo. En la alfombra roja nos preguntan por el vestido y el pelo, y a los hombres por su último trabajo", agregó y fue pionera, cuando movimientos como #MeToo todavía no existían.
Pero su feminismo no fue sólo discursivo. Sandra siempre apostó al amor con valentía, puso punto final cuando no aceptó la infidelidad y al ser madre soltera, lo gritó a los cuatro vientos. Aunque Hollywood –y la maquinaria sexista que la actriz denunció más de una vez– hayan querido presentarla siempre como "una novia frustrada". Por eso la artista siempre se refirió a sus historias de pasión, amistad e incluso dolor como instancias de la vida que la ayudaron a crecer.
Su primer amor conocido fue Tate Donovan, compañero en el set de Poción de amor No. 9. Salieron durante algún tiempo y se comprometieron, pero el final llegó después de tres años. Y con una reflexión posterior a la revista People: "Puse sus prioridades antes de las mías. Y eso no está bien". Entonces, en pleno raid mediático por Máxima velocidad, la vincularon a Troy Aikman, estrella de fútbol americano, para que Sandra apuntara: "No entraba en la categoría de una cita".
Es por ese motivo que no hay ni una foto que los retrate. Un año después la actriz presentó a Don Padilla, técnico en cine, en el estreno de La red en Los Ángeles. Se separaron al poco tiempo y no en los mejores términos.
Entonces llegó Matthew McConaughey, a quien conoció filmando Tiempo para matar. "No estamos juntos, pero cualquier mujer que quiera estar con él va a tener que pasar primero por mí", le contestó riendo Sandra a Oprah Winfrey en 1997 cuando la conductora le consultó por los rumores de flechazo. Y lo cierto es que jamás dio demasiadas precisiones sobre aquel noviazgo que pudo haber terminado alrededor de 1998, pero que tuvo varias segundas oportunidades. "Siempre vamos a estar cerca el uno del otro", aseguró la actriz. Y al día de hoy son muy buenos amigos. Tanto que suelen salir a comer con juntos, con Camila Alves, la mujer de McConaughey.
Después, el músico Bob Schneider llegó a la vida de Sandra y la compartió dos años. Justo antes de Ryan Gosling, que tiene dieciséis años menos que la actriz. Juntos protagonizaron un juego de atracción y ambigüedad, donde los chistes en público delataban que entre ellos había mucho más que una amistad.
Pero todo aquello parecía ser solo la antesala de lo que muchos creyeron sería "el gran amor de la vida de Bullock". En 2003 Sandra llevó a su ahijado de diez años a ver el reality de motos Monster Garage y se enamoró de Jesse James, el motoquero y personaje mediático que estaba al frente del espectáculo. Un año y medio después se casaron en un mega rancho al norte de Santa Bárbara, California, ante 300 invitados y sin prensa invitada.
Entonces Sandra se convirtió en la esposa de un hombre que era padre de tres hijos, producto de su relación con Janine Lindemulder, una estrella porno que estaba presa por evasión de impuestos. ¿Lo relevante? Jesse James Jr., Sunny y Chandler (que entonces tenían 10, 8 y un año, respectivamente) despertaron en Sandy un genuino deseo de ser madre. La actriz había cumplido los cuarenta y sabía bien qué era lo que quería.
COMO UN HURACÁN
El 7 de marzo de 2010 Sandra ganó su primer Oscar por Un sueño posible y desde el micrófono no sólo honró a su madre –que había muerto diez años antes–, sino que además se emocionó al ver llorar a su marido.
Sin embargo, una semana después, no sólo tuvo que suspender su presencia en la premiere de la película en Londres, sino que además se mudó de la casa que compartía con Jesse en California. Él le había sido infiel con una tatuadora que aprovechó el momento para ventilar intimidades y así contribuir con arruinarle su mejor momento profesional. No fue la única: aparecieron más amantes.
Jesse se internó en una clínica de rehabilitación por su adicción al sexo e intentó recomponer su matrimonio, pero para Sandra ya había sido demasiado. En abril de 2010 inició el divorcio. Todo muy a pesar de que había tomado, en silencio, la decisión más importante de su vida… "Cuando Katrina azotó Nueva Orleans lo supe… Algo me dijo que mi hijo estaba allí", aseguro mucho después entre lágrimas, en la revista Today, sobre el desastre natural de 2005 que dejó más de 1.800 muertos y cientos de niños huérfanos.
La última semana de abril del 2010 apareció en la tapa de la revista People con Luis, su primer hijo, que en ese momento tenía tres meses y medio. En un giro inesperado, contó que había llegado a su casa recién nacido y que lo había adoptado como mamá soltera. Y celebró que durante los tres meses anteriores –tras el Oscar y el escándalo por la infidelidad de su ahora ex marido- había logrado mantener a su hijo escondido de la prensa.
Pero eso no fue todo. En 2015 volvió a hacer una tapa con People. Esta vez para presentar a Laila, su segunda hija, de tres años y medio, por quien había estado peleando desde que nació. "Mi familia es bien diversa, loca, amorosa y comprensiva", aseguró entonces, cuando completó el clan con dos hijos afroamericanos, que, según pidió más de una vez, no necesitan el título de "adoptados".
Atravesada por la maternidad, se la vinculó en 2014 con el actor Chris Evans y ella sólo hizo chistes al respecto. No sabía que un año después Bryan Randall, ex modelo y fotógrafo, irrumpiría en su vida no sólo para retratar el cumpleaños de su primer hijo, sino además para que volviera a sentirse tan amada como deseada por un hombre.
Lo presentó en el casamiento de Jennifer Aniston y Justin Theroux. Y la prensa comunicó la novedad con bombos y platillos. "Para los niños él es el número uno y yo pasé a ser la número dos", comentó en una entrevista con InStyle acerca del ensamble familiar que logró con el espléndido Randall. Pero en todos estos años evitó cualquier declaración rutilante sobre la historia de amor que los une.
Y mientras muchos celebran que "por fin Sandra encontró la estabilidad al lado de un hombre", ella se ríe de los prejuicios y va por la vida haciendo chistes sobre el único romance que no fue: Keanu Reeves.
"Él me miraba y yo, no sé… Recuerdo lo dulce y lo buenmozo que era", le aseguró a Ellen DeGeneres el año pasado en su programa, mientras miraban al aire imágenes de Máxima velocidad. "Nunca salí con él. Supongo que había algo de mí que no le gustaba", agregó con ternura. Pero la cosa no quedó ahí y para delirio de los nostálgicos noventosos, cuando fue el turno de Keanu en el programa de Ellen, el actor aseguró no haberlo notado y agregó: "Evidentemente Sandra no sabía que yo estaba enamorado de ella". ¿Por qué no pasó nada? "Estábamos trabajando", se lamentó Reeves.
Entonces, si Sandra Bullock estuvo entre las cincuenta personas más lindas del mundo según People en 1996. Si en 2005 consiguió su estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood. Y en 2010 Time la incluyó entre las 100 personas más influyentes del planeta… Si la actriz es todo eso, además de un Oscar, una carrera signada por la versatilidad y dos hijos deseados. Entonces ya no debería ser "la chica de los mil novios que no prosperan", como en algún momento la calificaron los medios. En todo caso, se trata de una hija que siguió al pie de la letra el consejo de su madre: "Podés hacer de todo y valerte por vos misma".
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