Los Beatles presentan "Hey Jude" en el show de David Frost
Cuando a principios de este año, Paul McCartney tocó en Buenos Aires hubo una escena que sigue emocionando cada vez que se revén los videos que la registraron. Para finalizar el set, antes de los bises, y con la multitud enardecida (y enternecida) por el Beatle septuagenario, Paul comenzó a interpretar Hey Jude. Pero lo extraordinario de la situación no fue lo que pasó con los asistentes al recital, eso era de prever. Fuera del Campo de Polo, lugar del concierto, los autos que pasaban por la ancha avenida Del Libertador se detuvieron al escuchar los primeros acordes de la canción. La gente bajó de los autos y se puso a cantar. En una ciudad que vive corriendo a toda hora, nadie tocó bocina, nadie protestó por el tránsito detenido. Todos cantaron, felices y conmovidos, mientras acompañaban con palmas, ese "na na na nana nana, nana nana" inconfundible.
Paul compuso la parte principal de Hey Jude mientras manejaba su Astor Martin, un auto como vemos apto para agentes secretos y para crear obras maestras. Iba a visitar a Cynthia Lennon y al pequeño Julian, el hijo de 5 años. John y Cynthia acababan de divorciarse y Paul pensó que llevarle una melodía a ese pequeño podría aliviar su dolor. Muchos años después Cynthia dijo que para ella la visita de Paul había sido muy importante, que se sentía muy sola y el único del "círculo Beatle" que se había interesado en su bienestar y en el de su hijo había sido McCartney: "Sus caminos habían empezado a separarse y él fue el único que desafiaba a John, esa fue una manera de afirmarse ante él", recordó la ex esposa de Lennon. Paul contó que "la separación de ellos me había dejado particularmente desolado. Pensé esa melodía para confortar a Julian. Era un mensaje esperanzador para ese chico". Julian ya de grande y después de haber gozado de un fugaz éxito en el pop de los ochenta comentó: "Es muy emocionante saber que escribió esa canción mítica porque se preocupaba por mi mamá y por mí". Hace unos años se subastaron los apuntes de las sesiones de grabación de la canción y Julian Lennon los adquirió; pagó 25 mil libras por ellos. No está mal que sea él quien los posea.
Originalmente la canción decía (en homenaje a Julian) "Hey Jules". Pero a McCartney no le gustaba cómo sonaba, con esa ese final. Lo cambió por Jude -posiblemente por el personaje interpretado por Rod Steiger en la película Oklahoma. Y así se perpetuó.
Sin embargo, John tenía otra visión sobre el origen de este asunto. Creía que la canción era sobre él y no sobre su hijo: "Cuando dice Go out and get her (salí y andá a buscarla) inconscientemente me estaba diciendo que me fuera, aunque él inconscientemente no lo quisiera. El ángel que hay en él me daba su bendición para emprender un nuevo camino. Pero a su lado diabólico eso no le gustaba, no quería perder a su compañero". Otra pérdida que estaba sufriendo Paul en esos días era la de su novia Jane Asher. La relación se había roto definitivamente.
No interesa demasiado cuál es la versión correcta, la más ajustada a los hechos. Las dos emocionan por igual. Que Paul pensara en el hijo de su amigo y en su desamparo, o que fuera una desgarrada invocación a que su compañero de aventuras y de creación se largara solo pese al dolor que eso le causaba, no modifican demasiado la ecuación.
Los Beatles siempre pensaron a Hey Jude como un simple. Fue el primer lanzamiento de Apple, el sello discográfico que crearon. Estaban en medio de las grabaciones del Álbum Blanco y deseaban sacar un simple independiente con una canción que no estuviera en el doble. John Lennon peleó para que el lado A fuera Revolution pero su postura no tuvo adeptos. La composición de Paul era evidentemente un futuro hit y nadie podía resistir la tentación de lanzarla como lado A.
Las relaciones entre los cuatro de Liverpool no pasaban por su mejor momento. Se desgastaban minuto a minuto. Las presiones, la enorme cantidad de tiempo juntos, los caminos inéditos que cada uno emprendía profesional y personalmente, los celos, los terceros que entraban al círculo con cada nuevo amor. En la grabación de Hey Jude, George Harrison se enojó con Paul por sus modos y por mostrarse renuente a cada sugerencia musical suya. Cuatro días después de lanzado el simple, Ringo abandonó el grupo. Fue el primero en hacerlo. Para continuar con las grabaciones, los otros tres Beatles tuvieron que rastrearlo por todos lados. Lo encontraron, desestresándose (y rodeado por una decena de mujeres), en el yate de Peter Sellers. Les costó pero lo convencieron de volver.
Cuando Paul, sentado al piano, les mostró el tema a los demás, expresó sus dudas respecto a una línea de la letra. Dijo que ese verso lo iba a reescribir: "The movement you need is on your shoulder". Le parecía que esa frase no tenía ningún sentido. John lo conminó a dejarla. "No se te ocurra sacar esa línea. Es genial. La mejor de la canción". Y así quedó en la versión definitiva.
La interpretación vocal de McCartney es ejemplar. Muestra su habitual calidez y agilidad. Paul es versátil y melódico. Brilla tanto en la parte de la balada como en los gritos y alaridos, en el pico emotivo y enérgico de la segunda parte.
James Taylor, quien estuvo en el estudio mientras los Beatles grababan este tema y parte del Álbum Blanco dijo: "Paul es como un pintor impresionista. Las piezas que integran su música son elementales, pero el resultado final, la obra terminada, es de una gran sofisticación. La gente elige entre Lennon o McCartney. Yo definitivamente estoy del lado de Paul".
Cuando comenzaron a tocar en la toma que quedó como definitiva, McCartney no se dio cuenta que Ringo había pasado por detrás de él para ir al baño. Mientras tocaba el piano y cantaba las primeras estrofas, vio a Ringo regresar apurado hacia su batería, en puntas de pie, sin hacer ruido, pero con velocidad, para llegar a su lugar en el momento exacto en que le correspondía entrar. "La batería entra tarde en esa canción, su parte recién está como al minuto de iniciada. De pronto lo veo pasar a Ringo, apurado, por detrás. Y en el momento exacto en que le toca entrar escucho: 'Boom, boom, boom'. Perfecto. El timing fue absolutamente impecable. Cuando pasan estas cosas, uno piensa que esa debe ser la toma definitiva. Lo que sucedió fue magia pura" narró Paul en sus memorias.
También contaron con una orquesta de 36 músicos clásicos. Les pagaron el doble para que además del aporte con sus instrumentos, batieran palmas y cantaran (na nana nana na na) en el momento indicado. Aceptaron todos menos uno que enérgicamente expresó: "No voy a aplaudir y a cantar en la maldita canción de McCartney".
Una curiosidad más de la grabación: a los 2′ 57" de canción se puede escuchar un "Ohh" de fondo. Dos segundos después, más tenue, se filtra un insulto: "Fucking hell". Geoff Emerick, el ingeniero de grabación, en su muy buen libro dice que esas expresiones fueron de Paul en el momento de fallar una nota. Otros dicen que el insulto es de John por un ruido que se produjo en medio de la ejecución.
George Martin expresó sus dudas respecto a la duración de la canción. 7 minutos 11 segundos. Les dijo que las radios no pasaban temas tan largos. La respuesta de John fue contundente: "Si es nuestra, la van a pasar". Esa arrogancia tan típica de Lennon. O ausencia de falsa modestia. Una insoportable lucidez cuando se trataba de entender cuál era el lugar de los Beatles en el mundo. Como con lo de agitar las joyas o ser más famosos que Cristo.
Naturalmente tuvo razón Lennon. No sólo las radios la pasaron, sino que este tema lanzado exactamente hace 51 años en el Reino Unido, fue el simple de los Beatles que más semanas en el número uno del ránking. Nueve semanas.
Los Beatles grabaron un video para lanzar Hey Jude. Fraguaron una presentación en el show de David Frost (el de Frost- Nixon). Después de la presentación del anfitrión, ellos tocan la cortina del programa compuesta por George Martin, su productor. Una broma interna. Luego un primer plano de Paul al piano. Sus ojos claros y un saco de pana bordó (Ringo lleva un inconcebible traje verde agua). La música está grabada, las voces no son en playback. A los cuatro se los ve algo aburridos, hastiados. Cada uno hace lo suyo con corrección. Sin embargo a mitad del tema, alguien deja a la gente acercarse a los músicos. Por más que fuera una puesta en escena, por más que ese movimiento del público rodeándolos haya sido premeditado, en ese momento todo cobra vida. Una inusual y festiva vitalidad. Es un momento (en realidad son cuatro minutos) de perfecta alegría. Donde se olvidan los problemas, los resquemores, las tensiones y sólo disfrutan. Hey Jude es un tributo a su amistad. En el peor momento, cuando la fractura es inminente, ahí están ellos, juntos, disfrutando pese a todo.
Hey Jude con ese épico y largo tarareo (nananeo sería más preciso) es un tema ideal para ser tocado en vivo. Los Beatles cuando lo compusieron ya no se presentaban ante el público. Paul lo revive hace cinco décadas en sus recitales. Cada vez que lo interpreta es una apoteosis, por eso su lugar siempre está al final. O cierra la lista original o directamente cierra los bises.
Cada uno tiene su canción Beatle favorita. Algunos creemos que la mejor es A day in a life; otros prefieren Strawberry Fields. Están los que votan por In my life o por la sencillez y la frescura de I want to hold your hand. Son gustos. Lo que nadie (NADIE) puede negar es que Hey Jude está entre las mejores. Y que es, desde hace 51 años, un clásico indeleble, una esperanzadora obra maestra del pop.
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