Con las manos nerviosas, enrolló el cartel y lo escondió en su cartera. No sabía si esta vez, finalmente, se iba a animar: había intentado hacer lo mismo unos años antes, durante un desfile de Ricky Sarkany, pero el miedo a que todo saliera mal le había ganado. Esta vez, un amigo modelo le consiguió una pulsera VIP de prensa, por eso la China se sentó en la segunda fila, a metros de la alfombra que hacía de pasarela.
Sintió el corazón golpear con fuerza, las manos transpirar, tuvo miedo de que las piernas le temblaran y caerse, miedo de que los empleados de seguridad se abalanzaran sobre ella. Pero dejó pasar 10 modelos, respiró profundo, se persignó y se paró.
En la cuenta oficial de Instagram del BafWeek, que tiene 83.000 seguidores, se vio en vivo: detrás de una modelo caminaba otra, de pecho plano y vestido negro y brillante, que levantaba un cartel que decía "Yo también soy modelo".
Nadie entendió, en ese momento, si era o no parte del desfile. Cayeron en la cuenta unos segundos después, cuando la China terminó la pasada, volvió a su asiento y un empleado de seguridad la invitó a retirarse.
— En algunos medios hablaron de "escrache", ¿qué buscabas?
— Quería ser escuchada, nada más— cuenta ella a Infobae.
De la doma a la pasarela
Es martes y la China (26) tiene el tiempo cronometrado. Llegó a Infobae desde su casa, en Escobar, a 50 kilómetros de Capital, y en un rato tiene que estar en Constitución, donde trabaja como empleada de limpieza de departamentos y oficinas. Desde los 8 años quiere ser modelo pero trabaja haciendo limpieza porque, por ahora, sólo tuvo contratos ocasionales como modelo en pequeñas tiendas de ropa.
Su intención es llevar su cuerpo de mujer trans a una pasarela así como es: sin implantes mamarios para parecerse a una mujer cis (biológica), sin cirugías de reasignación genital, sin que su cara pase por el quirófano para "que no se note".
Eso la hace diferente a las que triunfan en el mundo, como Valentina Sampaio, la primera modelo trans de Victoria's Secret. ¿Qué es lo que más se destaca en las redes sociales sobre la modelo trans internacional? Que "parece una mina".
Llora la China, llora cuando habla de su infancia. "Creo que nadie tiene una vida fácil pero cuando sos mujer trans es mucho más difícil porque tenés que pelear contra un estereotipo, una norma que dice que eso está mal. Te tenés que bancar un montón de cosas horribles, salir de tu casa y que se te rían en la cara, que te insulten, la mirada rara, que te digan que sos un asco, que sos anormal".
La violencia, sin embargo, no era una tormenta que sólo sucedía puertas afuera. "Tengo un papá gaucho, del campo, un abuelo también. Para ellos yo tenía que ser el gaucho, el hombre de campo, el macho".
Llora la China y las lágrimas le corren el delineador cuando cuenta el caldo de violencia en el que se cocinó su niñez, cuando recuerda cómo su padre le pegaba a su madre, cuando dice que ya no tiene relación con él aunque necesitó perdonarlo para poder seguir.
No sólo con su mamá era violento. "Yo siempre me sentí mujer, creo que nací así, porque mis abuelas y mis tías dicen que yo tenía 4 años y llegaba e iba al cuarto corriendo a ponerme los tacos y la ropa de ellas para salir a jugar. Creo que mi papá siempre lo supo, por eso recurría a la violencia. Creo que eso me hizo más fuerte, porque después crecí y me la jugué".
Tenía 16 años cuando se puso el uniforme de colegio de una compañera y salió a pasear, por primera vez con ropa de mujer, por el centro de Escobar. "A los 20 tomé la decisión y dije, 'bueno, soy ésta: Cristina', y me empecé a vestir de mujer. "Yo no lo llamo 'salir del closet' sino el momento en que pude empezar a ser yo". Poco tiempo después hizo el trámite y salió en los diarios de Escobar por ser la primera en la ciudad en cambiar su nombre en el DNI.
Ya con su identidad de mujer trans, salió a buscar trabajo. "He ido a pedir laburo hasta de cajera en una carnicería y nunca me llamaron, el rechazo siempre está. Estamos tan sexualizadas que creen que al contratar una chica trans una va en busca del sexo, porque la única puerta que nos abren es la de la prostitución".
La creencia de la prostitución como única salida era extendida: "Cuando empecé a mostrarme como Cristina, mi propia familia, mis tías, me decían 'ahora no te va a quedar otra, vas a tener que ir a prostituirte'".
Para no "ir a pararme en una esquina", Cristina "la China" Espíndola se fue al campo a domar caballos "a cambio de un lugar donde dormir y un plato de comida". Terminó en el mundo que su padre había diseñado para que heredara su hijo varón, el legado que Cristina no quería recibir.
Después -y no casualmente-, llegaron el alcohol y las drogas: algo que apagara la cabeza.
"Quise escapar de la tristeza por la puerta equivocada. Me terminé creyendo lo que toda esa gente dice que somos. Me autoboicoteé: en vez de ir a hacerle mal a otros me hice mal yo y de una manera horrible porque las drogas, sobre todo la cocaína, me llevaron al lugar más oscuro de mí".
Ya ni siquiera toma alcohol "La china" pero dice que aprendió, porque "haber estado en ese lugar tan oscuro me había llevado a perder la luz, todo el brillo que yo tenía".
Un deseo de origen
No le resultó fácil hacerse a la idea de que ella también podía ser modelo. "Yo soñaba con desfilar desde chica. Tendría 8 años y mi abuela, que vivía en el centro, era la única que tenía cable. Me acuerdo que llegaba a su casa y no me ponía a ver Cartoon Network: me pasaba horas mirando desfiles, horas. Me ponía a desfilar en la cocina de la casa de mi abuela, pero era un varón y yo me veía desfilando como mujer".
Con los años vino el autocastigo: "Llegué a mirarme al espejo y verme horrible. Querer ser modelo pero verme fea y golpearme: darme la cabeza contra la pared, tirarme de los pelos, a ese punto llegué a odiarme", sigue. "Tuve que aprender a quererme y valorarme otra vez para decir 'esto sí puede pasar'".
Golpeó las puertas de las agencias de modelos más importantes del país pero, por no decirle que no de manera tan directa, le dijeron que se anotara en una academia y después volviera.
¿Qué academia iba a pagar, si todavía hoy, después de cada recorrida por las agencias se va a limpiar casas para poder comer? "Eso lo puede hacer una adolescente que viene de una familia acomodada y sus papás le pueden pagar la academia para cumplirle el sueño, pero yo no, yo no tengo nada de eso".
Hizo campañas, books de fotos y está dispuesta a mucho, menos a intervenir su cuerpo para encajar en un molde que le es ajeno.
"Es que yo no soy una mujer biológica, soy otro tipo de mujer, con un cuerpo distinto. Lo único que me gustaría arreglarme un poco es la nariz porque he sido golpeada más de una vez y tengo el tabique roto pero nada más, no quiero tener tetas ni nada, creo que no las necesito. Después de haberme odiado tanto aprendí a amarme tal como soy".
Fue en ese contexto y ya sin saber qué puerta golpear, que la China le pidió a la hija adolescente de una amiga que le escribiera el cartel con fibrón negro en una cartulina celeste. Eligió el primer día del BafWeek, el momento del desfile de Ginebra, la marca de ropa de Micaela Tinelli, porque sabía que iba a haber cámaras y transmisión en vivo.
Después se persignó, dijo "que sea lo que Dios quiera" y pidió que nada de lo que estaba por hacer terminara en una situación de violencia. Al día siguiente, cuando los programas de chimentos entrevistaron a Mica Tinelli sobre "el confuso escrache", la diseñadora contestó: "Si me lo hubiese pedido, hubiese estado todo más que bien porque me encanta la diversidad". La China no tenía cómo acceder a ella: esta fue su forma de pedírselo.
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