El primer recuerdo relacionado con su sexualidad no tiene la impronta de la excitación sino de "la extrañeza". Había un televisor prendido en casa, todos estaban viendo un típico programa de entretenimientos de finales de la década del 90: bailaban mujeres de cuerpos tallados, hombres también. "Todos estaban muy interesados en esas figuras femeninas semidesnudas y a mí no me despertaban nada. Tampoco los cuerpos masculinos me atraían de ninguna manera".
Noah Graham tiene 23 años, es un chico trans y estudia Trabajo Social en la Universidad Nacional de La Plata. Llegó a Infobae con la idea de hablar en primera persona de lo que se conoce como "espectro asexual", un tema del que se habla poco o mal: si la norma es sentir deseo sexual en general y atracción sexual rápidamente por alguien en particular, es común que se crea ésto: "Que las personas del espectro asexual tenemos algún trauma, un problema de hormonas o que nos pasa esto porque no nos llegó el amor".
Era pre-adolescente cuando se acercó a un grupo feminista en busca de ayuda para una amiga que estaba sufriendo acoso por las redes sociales. Fue así que conoció el concepto de "asexualidad" y empezó a investigar. Lo primero que Noah aprendió es que la asexualidad "no es blanco o negro" sino que abarca todo un espectro.
Según las definiciones de The asexual visibility and education network, en uno de los extremos está la norma (es decir, lo que para muchos es considerado "lo normal"): las personas "alosexuales", es decir, quienes habitualmente experimentan atracción sexual hacia alguien y el deseo de tener relaciones sexuales por placer personal.
En el medio del espectro hay varias categorías. Entre ellas, por ejemplo, las personas "demisexuales" (sólo pueden experimentar atracción sexual o deseo después de haber formado un lazo emocional con el otro); y las "grisexuales" (pueden sentirla muy remotamente, sólo bajo circunstancias específicas, o sienten una atracción sexual tan baja que no es una necesidad en sus vínculos). En el otro extremo de la cuerda están quienes se definen como "asexuales".
"Yo me presento como una persona del espectro asexual", explica Noah. "En mi caso, esto implica no sentir en el día a día atracción sexual al conocer personas. A futuro podría llegar a darse que quisiera tener sexo con alguien pero aún si eso pasara, no sería por los mismo motivos que una persona alosexual. Yo no disfruto el placer mecánico del sexo, sí podría disfrutar, por ejemplo, con el goce de la otra persona", explica.
Por "placer mecánico" se refiere al placer fisiológico, lo que experimentan algunas personas cuando tienen relaciones sexuales aunque no conozcan demasiado al otro (excitación, pulsaciones, orgasmo).
"¿Nunca? ¿23 años y nunca tuviste sexo?", es una de las preguntas que más le hacen (quienes se animan a preguntar). La respuesta es no. Noah tuvo relaciones sexuales dos veces en su vida. No por ese deseo sexual típico de la adolescencia sino con un amigo, "por curiosidad". Dice que después de eso se terminó de definir como asexual: "Me divertí pero no más que viendo una buena película", se ríe. Dice que sintió "un ligero placer" pero sólo por ver que el otro "se estaba divirtiendo".
Si existe o no la masturbación en las personas asexuales es otra de las preguntas más frecuentes. La respuesta, en el caso de Noah, es "sí el placer conmigo mismo sí existe", lo que algunos suelen usar como chicana: "Ah, entonces no sos asexual".
"Diferenciemos. Atracción sexual es cuando sentís ganas de tener relaciones sexuales con una persona puntual: 'María quiere tener sexo con Esteban'. Deseo sexual es cuando querés tener sexo, en abstracto, no con alguien en concreto. Yo no siento ninguno de los dos en este momento de mi vida pero sí tengo libido, por eso disfruto de la masturbación".
Como la asexualidad está fuera de la norma, no está instalada en la sociedad como diversidad sino como anormalidad. Las personas asexuales no están en contra de quienes sí experimentan atracción sexual hacia otros.
"No es como el celibato, que considera que es algo malo por motivos morales o religiosos, para nada. La asexualidad no es moralista pero muchas personas no lo entienden y se nos patologiza. O nos mandan al médico ("debés tener un problema con las hormonas"), al psicólogo ("seguro tenés un trauma"), se nos infantiliza ("ya va a llegar la persona adecuada") o se nos ridiculiza ("Ah, sos un virgo")". La verdad es que a mí no me genera sufrimiento ni malestar, no me hago daño a mí ni a terceros, simplemente es algo que no me pasa, no veo dónde estaría el problema si yo disfruto de mi sexualidad libremente".
La patologización, cuenta, viene hasta de la militancia: "Lamentablemente, lo he visto en ambientes de la disidencia sexo genérica y del feminismo. Se habla mucho de la liberación sexual, que cada quien pueda decidir tener relaciones sexuales consentidas con quien quiera. Bueno, decidir es eso, darte cuenta de que no tenes ganas y no hacerlo, ni hoy ni mañana. Yo siempre trato de abrir el diálogo para que se entienda que no queremos adoctrinar a nadie".
No sentir atracción sexual cuando conoce a alguien no significa que no pueda estar en pareja, de hecho lo estuvo entre los 15 y los 20 años. Hace tiempo que Noah se autodenomina como "agénero" (no se siente mujer ni hombre) y "pansexual" (podría gustarle cualquier persona) por lo que, de suceder, esa pareja podría tener cualquier identidad de género.
¿Sí o sí debería ser alguien asexual? "No, podría ser alguien que tenga otras parejas a la vez. Entonces podría tener sexo con esas otras personas o conmigo. Como te decía, yo podría tener relaciones sexuales sólo que no por el placer mecánico".
Lo que Noah quiere, cuando se reciba, es "trabajar en los barrios con las personas de la disidencia". Y cree que su experiencia personal y todo el conocimiento que adquirió en el camino podría ser útil para ofrecer alternativas, por ejemplo, a la población trans y travesti que aún hoy tiene en Argentina un promedio de vida de 35 años.
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