El primer día de julio de 1776, François-Jean Lefebvre, Chevalier de La Barre, está dispuesto a morir. Pero no de rodillas en el cadalso: le repugna que su cabeza sangrante caiga en un canasto. El verdugo, Charles Henry Sansón, insiste: todos los criminales mueren del mismo modo. Es una regla inviolable. Pero François no cede: dice que él no es un criminal, y que por lo tanto morirá de pie.
Sansón termina de afilar su espada. Unos segundos después, sin ceremonia, corta la cabeza del condenado. Con tanta precisión, que no se separa del cuerpo. Queda, oscilante, sobre el tronco, y solo se desprende cuando el cuerpo cae. Rueda, salpica de sangre al centenar de curiosos, y queda entre los pies del más cercano al patíbulo. Como una trágica pelota…
François tenía, al morir, apenas 19 años.
El drama sucedió en su pequeño pueblo natal: Abbeville, en el Somme francés, región de Picardia, Amiens.
Y empezó así…
El 9 de agosto de 1765, en el Puente Nuevo del pueblo, apareció mutilada una imagen de Cristo en una instalación que reproducía el calvario del Gólgota. Un brazo roto, arrancada la corona de espinas, y tajeada la cara.
Escándalo. Sacrilegio. El obispo de Amiens no ahorró maldiciones. Caminó hasta el lugar, descalzo. Rodeó su cuello con una soga: preludio de la muerte del o los culpables. Y bramó su excomunión para ellos, aunque no se conocían, prometiendo que arderían en el Infierno. Y pidió testigos…
Más de un centenar pasó por los altares de la justicia. Ninguno pudo señalar a alguien concreto. Pero tanta era la furia de la Iglesia, que se consideraron válidas las acusaciones más absurdas. Muchas, aprovechando la ocasión, eran delaciones dictadas por venganzas personales.
Y todo apuntó a la cabeza del Chevalier de la Barre.
Pero una de las acusaciones fue fatal. Según el teniente Duval de Soicour, tutor de una colegiala huérfana y protegida de madame Feydeau de Brou, François y cuatro dos amigos, Etalonde de Morival, Dumaniel de Saveuse, Donville de Maillefer, y Moisnel (de 14 años), mientras paseaban, vieron una procesión de monjes capuchinos…, pero no se quitaron el sombrero ni doblaron una pierna en señal de respeto, como lo ordenaba el canon católico. Al parecer no lo hicieron por burla: llovía a océanos, y el sombrero era la única protección contra el agua.
Pero la garra vengadora cayó sobre ellos. Los tres primeros, libres. Pero François y Moisnel, presos.
Empezó el proceso contra ellos. Moisnel fue liberado: su edad fue su salvación. Pero el Chevalier de La Barre, condenado a flagelación y muerte.
En verdad, la trama se había tejido mucho antes. La dama Feydeau de Brou, abadesa de Villancour, quería que la huérfana –muy rica– se casara con su sobrino…, el Chevalier de La Barre, educado, noble, distinguido, y de gran belleza. Pero Duval de Soicour, el tutor, le había echado el ojo a la niña y a su fortuna, e hirvió de furia cuando –además– perdió la tutoría de su presa.
Desde ese momento, François fue su enemigo número uno. Había que sacarlo del medio, y el episodio del sombrero y la reverencia estaba servido como un manjar…
Para colmo, durante el juicio, también lo culparon por el atentado al Cristo.
El juez no pudo ser peor: Du Maisniel de Balleval, que detestaba a François por algún choque pasado.
Con testigos y pruebas falsos, el 4 de junio de 1766 fue condenado "a muerte por decapitación, tortura y quema en la hoguera junto a un ejemplar del blasfemo Diccionario Filosófico de Voltaire". Y por si poco fuera, agregaron a los cargos "cantar canciones impías y otros actos sacrílegos".
Voltaire y algunos abogados emprendieron la defensa legal de Françoise, pero fue inútil.
Y cayó su cabeza.
Pero la historia no había terminado…
El Chevalier fue considerado inocente y rehabilitado en 1774 por un decreto de la Convención Nacional. En 1897, un comité logró permiso para erigirle una estatua frente a la basílica del Sacré-Coeur, París. Pero hubo que esperar hasta 1905 para emplazarla: año en que Francia separó la Iglesia del Estado.
En 1926 la removieron y mudaron al Parque Nadar.
En 1941, desmontada y fundida por orden del gobierno de Vichy, encabezado por el traidor mariscal Philippe Pétain, que mutó de bravo soldado en la batalla de Verdún (febrero a diciembre de 1916) a colaborador del nazismo durante la ocupación de su país.
Recién en febrero de 2001 se levantó una nueva estatua en el lugar original, con esta inscripción en el pedestal: "La tolerancia universal es la más grande de las leyes".
En Abbeville, el pueblo del mártir, hay un monumento a su memoria, pagado por suscripción popular e inaugurado el 7 de julio de 1907…, casi dos siglos y medio después de su espantosa muerte. Y cada primer domingo de julio hay un homenaje en el mismo punto del sacrificio.
No es fácil ver la estatua original, en Montmartre: al salir del Sacre-Coeur hay que doblar a la derecha, bordeando un muro, y al final de un pequeño y umbrío jardín, se la encuentra. Intacta y con su inscripción: "Au Chevalier del e la Barre – Supplicie a l´age de 19 ans – Le ler juillet 1766 – Pour n´avoir pas salué – Une procession".
No necesita traducción.
Nunca la estatua de un hombre fue tan castigada como ese hombre.
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