Boyacá: un combate en un precario puente de madera y el fusilamiento de los oficiales españoles

Hace 205 años se libró esta batalla, de una media hora de duración, donde la victoria del ejército de Bolívar sobre el ibérico, selló la independencia de Colombia

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Simón Bolívar estaba al frente
Simón Bolívar estaba al frente de un ejército que buscaba derrotar definitivamente al español. Se encontrarían en Boyacá

En Tunja, donde la guarnición realista se había rendido sin combatir, Simón Bolívar había decidido descansar. Ubicada a 115 kilómetros al nordeste de Bogotá, esa ciudad había sido fundada en 1539 y se transformaría en un importante centro administrativo, comercial y cultural.

A la mañana siguiente hizo formar a su ejército en la plaza mayor y se dirigió a los altos de San Lázaro, donde observó el movimiento del enemigo. Entendió que la intención de los españoles era marchar hacia Bogotá y unir fuerzas con las del virrey. Era agosto de 1819 y planeaba cortarles el paso.

Vestido con pantalones de grana bordados en oro y con una chaqueta como la que usaban los húsares, ordenó una marcha sobre el camino real, que se internaba en una planicie rodeado de una frondosa vegetación. El 25 de julio se había enfrentado a los españoles en el Pantano de Vargas y el resultado de la acción había sido indeciso y necesitaba dar un golpe definitivo al ejército enemigo.

El general español Joaquín de
El general español Joaquín de la Pezuela ya había derrotado a Belgrano en Vilcapugio.

Por entonces, la suerte de las armas patriotas se había visto beneficiada cuando José Fernando de Abascal, el jefe de las fuerzas españolas, fue llamado para regresar a España y reemplazado por el teniente general Joaquín de la Pezuela en 1816 que, al parecer, carecía del genio militar de su antecesor.

Pezuela, que vivía en Perú desde 1805 y que había participado en las acciones militares ordenadas por Abascal, no demoró en perder territorio tanto en Chile como en el Alto Perú y solo logró mantener un cierto dominio en Perú. En el mismo sentido, vio cómo se disgregaba el poder político, que tan hábilmente había tejido Abascal y que agentes peruanos enviados por San Martín boicoteaban día a día, un panorama preocupante que se agravó más cuando se conoció la victoria de San Martín en Maipú.

El combate

Al llegar a Tunja, Bolívar se apoderó de 600 fusiles y de los depósitos de guerra que eran custodiados por una débil guarnición española, que se rindió sin disparar un solo tiro. Se propuso cortar el paso de los españoles en el puente de Boyacá y hacia allí enfiló con su ejército, compuesto de 2850 hombres, entre infantería y caballería, mientras que el enemigo tenía 2500, 400 de ellos de caballería y tres piezas de artillería, al mando del general José María Barreiro.

El combate de Boyacá, que
El combate de Boyacá, que duró una media hora. Oleo de Martín Tovar y Tovar, realizado en 1895, Palacio Federal Legislativo

El puente de Boyacá -que en lengua chibcha significa “región de las mantas”- era una precaria construcción de madera y piso de barro, para que los carruajes pasasen sin problemas, y había sido levantado a principios del siglo XVIII.

A las dos de la tarde del 7 de agosto de 1819 sorprendió a la vanguardia realista, que estaba almorzando. Los españoles retrocedieron hasta el puente, donde el grueso del ejército estaba cercano al río Teatinos.

En ese momento llegó una división española que se enfrentó a la retaguardia de Bolívar. El combate se desarrollaba en dos puntos: las dos vanguardias seguían disputándose el puente y el grueso del ejército se enfrentaba en una planicie que llevaba a Samacá, a unos treinta kilómetros de Tunja.

Además, patriotas al mando de Francisco de Paula de Santander cruzaron el río y atacaron a la vanguardia realista por la espalda. La lucha se centró en el puente.

Francisco de Paula Santander, quien
Francisco de Paula Santander, quien tomó la decisión de fusilar a los oficiales españoles capturados en el combate

Cuando los españoles intentaron reagruparse, cayeron en la cuenta que parte de los hombres, rodeados, se habían rendido y que la caballería había huido. A las cuatro de la tarde todo había terminado. Un centenar de realistas habían muerto y 1600 habían sido hecho prisioneros. Las fuerzas de Bolívar tuvieron 13 muertos, entre ellos el capellán agustino fray Ignacio Díaz, por una bala que le atravesó el corazón mientras prestaba los auxilios espirituales a un soldado herido.

José Anzuátegui y el coronel Juan José Rondón fueron, según Bartolomé Mitre, los jefes que se destacaron. El primero al dar la carga decisiva al frente de la infantería de la derecha y del centro, que envolvió al enemigo; y el segundo, al encabezar la carga final de la caballería.

Fusilamientos

El general enemigo Barreiro, se deshizo de su espada al suelo para evitar tener que darla en rendición; junto a él se rindieron 37 oficiales. La tradición cuenta que fue capturado por Pedro Pascasio Martínez, un niño soldado junto al negro José cuando el español intentó sobornarlos para conseguir un caballo.

Todo el ejército español en campaña de Nueva Granada quedó fuera de combate.

Bogotá, al conocerse la derrota, fue presa del pánico porque se creyó que los triunfadores saquearían la ciudad y tomarían represalias. El virrey de Nueva Granada, Juan de Sámano, acompañado por 200 hombres, huyó a Cartagena, disfrazado de indígena, dejando los archivos y cerca de un millón de pesos en las cajas reales. Los 800 soldados de la ciudad se retiraron hacia el norte al mando del coronel Sebastián de la Calzada.

En Cartagena de Indias, desconocieron la autoridad de Sámano, a quien no le quedó más remedio que irse. Pasó a Jamaica y de ahí a Panamá, intentando regresar a España, pero la muerte lo sorprendió en 1821.

El 10 de agosto, Bolívar, con una modesta escolta, entró en la ciudad en medio de manifestaciones de júbilo. Una semana después lo hicieron los vencedores de Boyacá. Estableció los primeros fundamentos de la República de Colombia, formada entonces por Nueva Granada y Venezuela. Dijo que este proyecto “es el ardiente voto de todos los ciudadanos sensatos. Pero este acto tan grande y sublime, debe ser libre. Espero la soberana determinación del Congreso para convocar una asamblea nacional que decida la incorporación de Nueva Granada”.

Antes de partir, Bolívar nombró a Francisco de Paula Santander, un prestigioso militar de su estado mayor, gobernador y comandante militar de la provincia de Santa Fe y luego vicepresidente de Nueva Granada. El 11 de octubre hizo fusilar a los 37 oficiales que había tomado prisioneros en Boyacá, empezando por el jefe Barreiro e incluyó en la lista al español Juan Malpica, quien se había refugiado en la catedral esperando el regreso triunfante de su gente que nunca llegaría. Para ejecutarlos, los hizo arrodillar y engrillados, se les disparó por la espalda. Santander explicó que los fusilamientos -que generó roces con Bolívar- lo hacía por venganza: “Si ellos nos degüellan cuando caemos en sus garras, ¿por qué no los podemos degollar nosotros, si caen en nuestras manos?”

Esa victoria le permitió a Bolívar correr a los españoles comandados por Murillo hacia las llanuras venezolanas y fundar la República de Colombia, aislando a los españoles que aún permanecían en Quito y Perú.

 Con la batalla de
Con la batalla de Maipú, librada en abril en 1818, San Martín liberaba Chile, y aprestaba su campaña al Perú. En esa campaña conocería a Bolívar

Además esta victoria hizo que Bolívar le escribiese a Bernardo O’Higgins anunciándole que su ejército marchaba sobre Quito y tenía órdenes de cooperar con las fuerzas patriotas que operaban en Chile.

Boyacá, la batalla que significó la independencia de Colombia, es homenajeada en la ciudad de Buenos Aires. Es una avenida de dos kilómetros que nace en avenida Rivadavia al 6399 y termina en la avenida Alvarez Jonte al 2100. Recorre los barrios de Flores y Villa Mitre y alberga algunos íconos porteños, como el Café La Humedad y el Club Argentinos Juniors, muy lejos de aquel puente de madera donde se luchó por la Colombia que nacía.

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