Un día como hoy, 24 de enero, pero del año 141 de nuestra era, moría asesinado Cayo Julio César Germánico, más conocido como Calígula , hijo de Germánico y Agripina Mayor y sobrino de Augusto, en Roma, por dos tribunos de la guardia pretoriana. Pasaron 1883 años, y su nombre continúa generando fascinación.
La conspiración para asesinarlo se inició luego de una matanza de ciudadanos, que se habían reunido en masa en el Circo Máximo para protestar contra las exorbitantes medidas impositivas establecidas por Calígula. Muchos de los propios soldados del emperador que la perpetraron, comprendieron que sus locuras ya no podían ser toleradas, porque también ellos corrían el riesgo de ser víctimas de sus caprichos. Dos tribunos de la guardia pretoriana, Casio Quereas y Cornelio Sabino, a la que se unieron el liberto Calisto y el prefecto pretoriano Arrecino Clemente, se pusieron al frente de la revuelta.
El 24 de enero que lo mataron, Calígula había presenciado en el teatro una tragedia titulada Cinira. Los conspiradores desistieron de la idea de atacarlo en el teatro, para evitar una masacre entre los senadores y caballeros presentes. Y esperaron a que el príncipe abandonara el teatro para dirigirse a Palacio, precedidos por su tío Claudio. Calígula, mientras atravesaba un túnel, se detuvo para observar los ensayos de un espectáculo en el que los niños de la alta nobleza, a quienes había traído especialmente de Grecia y Jonia, cantarían un himno compuesto en su honor.
Hay dos versiones diferentes de lo que pasó entonces. Algunos dicen que mientras Calígula hablaba con los muchachos, Quereas lo golpeó con su espada en la nuca y luego el tribuno Cornelio Sabino, el otro conspirador, le atravesó el pecho. Según otros, Sabino, después de haber hecho alejar a la multitud por algunos centuriones que estaban al tanto de la conspiración, había pedido a Calígula la contraseña y cuando el príncipe respondió: " Júpiter “, Querea lo golpeó violentamente en la mandíbula mientras se volvía y cayó al suelo, con los miembros contraídos y mientras seguía gritando, los demás conjurados lo remataron de treinta puñaladas y se ensañaron sobre el cadáver, llegando incluso a morder su cuerpo. El emperador tenía 28 años.
Al primer ruido, los portadores de su litera se apresuraron a ayudar armados de palos, y los que constituían la guardia personal del emperador, también hicieron lo mismo. Fueron los primeros en encontrar el cuerpo en un charco de sangre y se apresuraron a entrar en el palacio en busca de los asesinos. Así mataron a algunos de los atacantes y también a algunos senadores que no tenían ninguna relación con el suceso, entre ellos Asprena, Norbano Balbo y Anteio.
Herodes Agripa, rey de Judea y amigo de Calígula, que estaba de visita en Roma en aquellos días, al enterarse del asesinato de su amigo hizo transportar su cuerpo en secreto a los jardines de Lamiani, en el Esquilino, donde lo colocaron en una pira improvisada y luego lo enterraron parcialmente carbonizado. Las hermanas de Calígula, Agrippina y Giulia Livilla, cuando regresaron del exilio al que habían sido condenadas por su hermano, hicieron exhumar e incinerar lo que restaba de su cuerpo y luego le rindieron los honores funerarios, colocando sus cenizas en una tumba, tal vez en el mausoleo de su familia. A su muerte, lo sucedió su tío, Claudio.
Hasta aquí el relato de su muerte y sepultura. Pero ¿Por qué terminó de esa forma sus días?
Cayo Julio César nació en el año 12 d.C. Era hijo del famoso comandante y héroe de guerra Germánico y de Agripa, nieta del emperador Augusto. El nombre Calígula es en realidad un apodo que le dieron cuando era niño, que literalmente significa zapatitos, en honor al uniforme en miniatura que usaba durante las campañas a las que lo llevó su padre. Tras la muerte de su familia, fue llevado a Capri por el entonces emperador Tiberio. Debido a su corta edad, el gobernante, paranoico por los complots contra su vida, decidió que Calígula y sus hermanas no representaban una amenaza para él (Tiberio creía lo mismo sobre Germánico). El joven Calígula fue testigo de la brutalidad y el comportamiento inhumano cometido por Tiberio.
Después de la muerte de Tiberio el 17 de marzo del 37 d.C., Calígula, junto con el hijo del ex gobernante, Gémelus, se convirtió en el líder del Imperio Romano. Poco después de tomar el poder, Gémelus murió por causas desconocidas. Calígula fue recibido con gran alegría por el pueblo como nuevo emperador, principalmente a causa de su impopular predecesor. Dedicó sus primeras acciones a reparar los daños del reinado de Tiberio. Suspendió todos los juicios contra los presuntos traidores y permitió el regreso de todos los ciudadanos exiliados. También completó una serie de proyectos de construcción iniciados durante la época de Tiberio: remodeló numerosos templos, construyó un faro en Bolonia, comenzó a trabajar en nuevos acueductos y erigió un nuevo anfiteatro en Pompeya. Seis meses después de tomar el poder, el comportamiento del joven gobernante cambió por completo. Todo comenzó cuando casi muere a causa de una enfermedad desconocida (posiblemente epilepsia). Después de ese evento, quedó completamente paranoico. Aumentó los impuestos, que había recortado hacía seis meses, para cubrir los costos de sus excesos. Y reanudó todos los juicios y órdenes de destierro de la época de su predecesor.
Desde el momento de su enfermedad, Calígula fue conocido por el público en general como un emperador loco y sexualmente depravado, que pensó que era un dios viviente, que asesinó a un niño pequeño porque tosía demasiado, que tuvo relaciones sexuales con sus tres hermanas, que asesinó a su hermana embarazada de él y se comió al feto, que convirtió su palacio en un prostíbulo, que bebió perlas de gran precio disueltas en vinagre y que hizo la guerra a Neptuno para recuperar ostras como “botín”.
Calígula es quien también nombró senador a su caballo, pero el significado era que deseaba mostrar a sus senadores que su trabajo era tan insignificante que un animal podría realizarlo. Calígula era muchas cosas, incluido un imbécil, un narcisista, un sádico y un tirano, pero probablemente no estaba realmente tan loco como lo pintan.
Los relatos contemporáneos supervivientes de su reinado retratan unánimemente a Calígula como un tirano cruel. El filósofo judío Filón de Alejandría (que vivió alrededor del año 20 a. C. y murió alrededor del 50 d. C.) relata de primera mano su experiencia con el emperador en su audiencia ante él. La historia está lejos de ser halagadora. Filón fue a ver a Calígula como parte de un grupo de embajadores judíos. Y afirmó que el emperador persistió en menospreciarlos e insultarlos y se negó a escuchar sus preocupaciones.
El filósofo romano Séneca el Joven (que vivió alrededor del 4 a. C. – 65 d. C.) describe el sadismo del emperador en su “Tratado Sobre la ira”, que probablemente escribió alrededor del 45 d. C., apenas unos años después del final del reinado de Calígula:
“No hace mucho, Cayo César (Calígula) azotó y torturó a Sexto Papinio, cuyo padre era cónsul, a Betilienas Bassus, su propio cuestor, y a varios otros, senadores y caballeros, el mismo día, no para llevar a cabo una investigación judicial, sino sólo por diversión. En efecto, estaba tan impaciente por cualquier retraso en recibir el placer que su monstruosa crueldad nunca tardaba en exigir, que mientras caminaba con algunas damas y senadores por los jardines de su madre, por el paseo entre la columnata y el río, golpeó a algunas de sus cabezas a la luz de las lámparas.”
También fue tristemente célebre por tener relaciones sexuales con sus tres hermanas y por tratar a su hermana Drusilla como a su esposa. Esta historia se encuentra en algunas fuentes de la época. La más antigua conservada que establece específicamente estos hechos es la Vida de Calígula de Suetonio:
“Vivía en incesto habitual con todas sus hermanas, y en un gran banquete colocaba a cada una de ellas por turno debajo de él, mientras su esposa se inclinaba arriba. Entre ellas, supuestamente violó a Drusilla cuando aún era menor de edad, e incluso se acostó con su abuela Antonia, con quien se crió. Posteriormente, mientras ella era esposa de Lucio Casio Longino, ex cónsul, él se la quitó y la trató abiertamente como a su legítima esposa; y, estando enferma, la hizo heredera de sus bienes y del trono.”
Otra historia famosa dice que Calígula estaba tan enojado que declaró la guerra a Neptuno e hizo que sus soldados atacaran el mar y recolectaran ostras como “botín”. Esta historia también encuentra su origen en lo que escribe Suetonio:
“Por fin, como si quisiera terminar la guerra, trazó una línea de batalla en la orilla del Océano, disponiendo sus balistas y otras piezas de artillería; y como nadie sabía ni podía imaginar lo que iba a hacer, de repente les ordenó que recogieran conchas y llenaran sus cascos y los pliegues de sus túnicas, llamándolas “botín del Océano, debido al Capitolio y al Palatino”.
Quizá Suetonio haya exagerado en el relato de sus historias las referencias a Calígula. Pero el aura de maldad del emperador llegó hasta el cine, a veces con inexactitudes. Más allá de la película pornográfica del director italiano Tinto Brass, en el film de Hollywood “El manto sagrado”, el “malo” está representado por el emperador Calígula, que envía a muerte al tribuno Marcelo Galión, culpable de haberse convertido al cristianismo por amor a la bella Diana. Solo hay un muy pequeño y diminuto error: Calígula nunca persiguió a los cristianos, que aún no existían en la época de su reinado en Roma, ya que san Pablo ni siquiera había comenzado a difundir la doctrina a los paganos. Tuvo que enfrentarse, sin embargo, a los judíos de Jerusalén, que en el año 40 se negaron a colocar una estatua suya en el templo y a venerarlo como a una divinidad: el Sanedrín se rebeló contra el orden imperial invocando la ley mosaica que prohibía no sólo la exposición, sino incluso la reproducción de la imagen del mismo “Dios de Abraham, Isaac y Jacob” (Éxodo 3, 6), respondiendo a Calígula, a través del legado de Siria, que Roma, antes de perpetrar tal sacrilegio debería primero asesinar a todo el pueblo judío.
Sin embargo, debemos tomar todas estas descripciones de la monstruosidad de Calígula con cautela, ya que todas estas fuentes están sesgadas y es común que las personas describan a los líderes políticos que no les agradan con todo tipo de epítetos. Lo que sí podemos determinar, sin temor a equivocarnos es que Calígula trató a su pueblo con desprecio y desdén, gobernando como un dictador, de acuerdo a los cánones de su época. Y terminó mal.