El barco llevaba el nombre de Mayflower, tenía apenas 33 metros de eslora y cargaba a bordo poco más de un centenar de pasajeros que no la pasaron nada bien durante el cruce del Atlántico desde el puerto inglés de Plymouth hasta un punto del territorio norteamericano al que bautizaron también Plymouth.
No era el primero en llegar desde Inglaterra hasta la tierra que en el futuro se convertiría en los Estados Unidos ni sus pasajeros tenían sueños de conquista. El del Mayflower fue un viaje que casi parecía la huida de una comunidad religiosa, sin ninguna pretensión épica, pero que paradójicamente se convertiría en parte del mito fundacional estadounidense.
Por eso la épica llegó después, resignificando aquel viaje, cuando los Estados Unidos buscaron una fecha de nacimiento y encontraron en el Mayflower y sus pasajeros el acontecimiento ideal. Los dos meses de travesía por el océano Atlántico, la búsqueda de un hogar, el contacto fructífero con los pueblos originarios y los inicios de la nueva colonia tenían todos los ingredientes para escribir una historia que sirviera a ese objetivo.
Y así la escribieron, con los “Padres Peregrinos” que llegaron a bordo del Mayflower como protagonistas.
“El Mayflower transportó 102 pasajeros al Nuevo Mundo, además de 30 tripulantes. Entre ellos había 44 que William Bradford, el más famoso del grupo, llamó peregrinos: 18 hombres, 11 mujeres y 15 niños. Los peregrinos eran calvinistas estrictos que huyeron de Inglaterra como separatistas: negaban la validez de la Iglesia de Inglaterra y deseaban practicar su religión a su manera”, explica Scott Douglas Gerber, especialista en historia legal estadounidense.
Los Padres Peregrinos
El Mayflower zarpó de Plymouth el 2 de septiembre de 1620, pero la historia de sus viajeros comienza mucho antes.
Cuarenta de los pasajeros eran calvinistas practicantes que provenían del congregacionalismo, una escisión de la Iglesia anglicana cuyas creencias la habían condenado a la persecución.
Después de la ruptura de Enrique VIII con el catolicismo, la Iglesia anglicana se consolidó. Pero algunos críticos, aferrados a una lectura pura de las Escrituras, pensaron que las reformas emprendidas eran insuficientes. Decididos a seguir su propio camino, los que serían conocidos como puritanos u “hombres puros” se agruparon en congregaciones, que pronto fueran sometidos a amenazas y maltratos.
En Scroby, una aldea de campesinos situada al norte de Londres, se formó una importante congregación liderada por John Robinson, William Brewster y William Bradford, protagonistas de la futura colonia de Plymouth. Entre 1607 y 1608, más de un centenar de puritanos de esa congregación escaparon a Holanda en busca de libertad para practicar su religión.
Durante una década su vida transcurrió con tranquilidad, pero poco antes de 1620 comenzaron a temer que la presión de la Corona española contra Flandes los obligara a dejar su refugio en Holanda y decidieron anticiparse buscando otro destino, en América, donde crearían su “Nueva Inglaterra”.
El problema era que no tenían dinero para costear el viaje, pero el comerciante Thomas Weston convenció a medio centenar de socios para enviar a este grupo a América a cambio de su mano de obra y la remesa de productos como pieles, madera o pescado.
Los inversores fletaron el Mayflower, un barco de carga con treinta metros de eslora, pero número de calvinistas que quería emigrar no alcanzaba para hacer rentable la empresa, la compañía de Weston reclutó el resto de los viajeros entre las familias pobres de los suburbios de Londres.
Los peregrinos habían obtenido un permiso para instalar una plantación en la desembocadura del Río Hudson, en Nueva York, pero luego de una travesía infernal de dos meses de duración, el Mayflower se había desviado tanto de su rumbo que los territorios a los que llegaron el 9 de noviembre de 1620 no eran los que les había concedido la Corona inglesa.
La fundación de Plymouth
Fondeados frente a la actual Provincetown y protegidos por un brazo de arena de los embates del océano, un pequeño grupo exploró la costa a bordo de una barcaza en busca de un lugar que les sirviera para establecerse.
Demoraron cinco semanas en encontrarlo, junto a una bahía natural, con vegetación y agua potable en abundancia. El 21 de diciembre, los 102 pasajeros del Mayflower y los 30 tripulantes desembarcaron en un lugar al que llamaron Plymouth.
Levantaron las primeras casas, mientras las mujeres y los niños pequeños se quedaban en la bodega del barco. Para cuando llegó el invierno, no todos pudieron instalarse en tierra y las bajas temperaturas y la escasez de recursos se cobraron las primeras víctimas de la población.
“La mitad de las personas murieron, especialmente en enero y febrero (de 1621), en el duro invierno, a falta de casas y otras comodidades; infectados por escorbuto y otras enfermedades”, escribió William Bradford.
La mayoría de las muertes se debió a tuberculosis y neumonías, que hicieron estragos sobre todo entre las mujeres que pasaban los días en la bodega del barco. Al llegar la primavera, de las 18 que habían llegado, solo quedaban cinco, y también había muerto diez de los treinta niños que llegaron a tierra americana.
El Pacto del Mayflower
Además de las penurias y las muertes, se sumaba otro problema: al desviarse de la ruta fijada, los peregrinos no tenían permiso de las autoridades inglesas para instalarse donde estaban levantando las casas.
Mientras algunos de los viajeros – sobre todo los que no pertenecían a la congregación – se rebelaron y anunciaron que no se someterían a ninguna autoridad, los 41 puritanos que quedaban firmaron “El Pacto del Mayflower”, en el que sentaron las bases para un autogobierno que se mantendría leal a la corona británica.
La redacción estuvo a cargo de John Carver, que también fue elegido gobernador de la incipiente colonia.
“En virtud del presente documento – establecía el documento - promulgamos constituir y elaborar, de tanto en tanto, leyes, ordenanzas, constituciones y obligaciones justas y equitativas tales como se considere más apropiado y conveniente para el bien general de la Colonia”.
El Pacto fue el primer documento en establecer una forma justa y equitativa de gobierno en América del Norte, y con el tiempo sería uno de los pilares los pilares sobre los cuales se constituyó el territorio que en 1650 sería conocido como las Colonias Unidas de Nueva Inglaterra.
Carver murió de un infarto poco después de la firma del documento y lo sucedió otro de los líderes de la congregación, William Bradford, cuya primera esposa había fallecido a bordo del Mayflower. Viudo y con un hijo, el gobernador contrajo matrimonio con Alice Carpenter en agosto de 1623, con la que tuvo otros tres hijos.
Aprender de los indios
Gracias al diario que Bradford llevaba hoy se conoce la historia de la fundación y de los primeros años de la colonia. En sus páginas, describe la dureza del primer invierno que sufrieron los colonos debido al frío y a la falta de alimentos porque ninguno sabía cazar o pescar.
La situación cambió radicalmente al llegar la primavera, cuando los desesperados colonos recibieron la visita de dos nativos que sabían hablar inglés. Uno de ellos pertenecía a la tribu Patuxet y se llamaba Tisquantum, aunque los colonos lo bautizaron como Squanto; el otro era un indio abenaki llamado Samsonet.
Squanto ayudó a los colonos a contactarse con la tribu más cercana, la de los indios wampanoags, cuya ayuda resultó providencial, porque los nativos les enseñaron a los peregrinos a cultivar plantas autóctonas y a fabricar y utilizar armas y trampas para la caza y la pesca.
Para el otoño siguiente, los habitantes de Plymouth no solo se habían convertido en cazadores y pescadores expertos, sino que también lograron su primera cosecha de granos, zapallos y porotos.
Como agradecimiento a los wampanoags, en noviembre de 1921, al cumplirse el primer aniversario de la llegada del Mayflower, los colonos invitaron a los indios a un almuerzo, un festejo que dos siglos después seria considerado como el primer Día de Acción de Gracias, una de las más importantes fiestas nacionales de los Estados Unidos.
Sin embargo, el historiador Philip Jenkins cree que señalar la celebración del primer Día de Acción de Gracias como el acto fundacional de Estados Unidos es ignorar la historia de otros asentamientos ingleses, franceses y españoles anteriores que alcanzaron viabilidad económica antes que el de Plymouth.
En ese sentido, sostiene que la exaltación de los “padres peregrinos” es en realidad producto de la ideología estadounidense triunfante en el siglo XIX, que exalta el protestantismo puritano de los estados norteños frente al carácter esclavista, aristocrático y secesionista de los sureños.
El fin del “idilio”
Esa relación que el propio Bradford describe como “idílica” con los nativos americanos pronto llegaría a su fin.
En 1637, un grupo de indios de la tribu pequot atacó a un grupo de colonos. Como respuesta, los “padres peregrinos” respondieron de manera brutal atacando a quienes habían sido hasta entonces sus mejores “amigos”, los wampanoags. Asaltaron la aldea indígena y masacraron a la mayoría de sus habitantes, vendiendo a los sobrevivientes como esclavos en el Caribe.
A partir de entonces, los nativos americanos se convirtieron en víctimas de los colonos; presas de la apropiación de tierras, la explotación de sus recursos naturales y de las enfermedades mortales importadas de Europa a las que no eran inmunes.
Todas estas tensiones estallaron en una serie de guerras entre los habitantes indígenas de Nueva Inglaterra y los colonizadores que les robaron sus tierras, un conflicto que se prolongó hasta la aplastante victoria de los blancos inmigrantes – o sus descendientes – sobre los pueblos originarios de América del Norte.