Ceres es la diosa romana de la agricultura, del crecimiento de las plantas y de las buenas cosechas. La leyenda cuenta que viajaba por todo el mundo repartiendo semillas enseñando cómo cultivarlas.
La bella Proserpina era su hija. El drama se desató cuando Plutón la raptó para casarse con ella. Por la tristeza de Ceres, las plantas dejaron de crecer. Por suerte Júpiter pudo convencer a Plutón del error que había cometido, liberó a la chica a mitad del año y todas las plantas volvieron a crecer y a florecer. Esta historia era la referencia de los antiguos romanos para explicar las estaciones.
Fue Juan Gregorio Pujol, un correntino nacido en Saladas -la patria del granadero Juan Baustista Cabral- quien trajo el proyecto de contar con un sello postal. Pujol había combatido en Caseros, fue uno de los artífices del Acuerdo de San Nicolás y uno de los responsables de que el país tuviera una Constitución. En agosto de 1852, a los 34 años, había asumido la gobernación en su provincia. Una vez terminado su mandato, fue ministro del Interior en la presidencia de Santiago Derqui.
De regreso de un viaje por Europa, dispuso lanzar el primer sello postal. Lo haría con la imagen de Ceres. La idea la había traído de Francia, país donde el 1 de enero de 1849 había emitido la primera estampilla con esa deidad.
El diseño estuvo a cargo de Matías Pipet, un francés nacido en 1826, que por 1850 se había radicado en la ciudad correntina de Mercedes, donde ya existía una colonia de connacionales. Allí se ganaba la vida como panadero. En su país natal había sido aprendiz de grabador. Se lo contactó porque se conocía sus habilidades y le encargaron el trabajo.
Pipet grabó ocho clisés en cobre, cada uno con pequeñas diferencias. Su tamaño era de 19 por 22 milímetros.
Para imprimir la estampilla se contrató a Paul Emile Coni, también francés, tipógrafo, que había integrado el llamado ejército grande que lideró Justo José de Urquiza para derrocar a Juan Manuel de Rosas. Era uno de los que se ocupaba de la imprenta móvil que manejaba Domingo Faustino Sarmiento, con quien entablaría relación.
Coni, nacido en Saint Maló por 1826, se había formado en artes gráficas en París. Para hacer la estampilla no quiso hacerla a partir de una litografía, ya que sería fácilmente falsificable, sino que optó por una impresión tipográfica.
Usó esa misma imprenta que, luego de la batalla de Caseros, había sido enviada a Corrientes.
Fue impresa en color azul en papel de barrilete. Su primera emisión fue el 21 de agosto de 1856 en la provincia de Corrientes, valía un real y tuvo 17 emisiones.
El correo tiene una antigua historia en América. El 14 de mayo de 1514 se creó el Correo Mayor de Indias, con sede en Lima, centro del poder español en América. Con el correr de los años, fue a Domingo Basavilbaso quien alertó de la necesidad de que la ciudad de Buenos Aires contase también con un servicio de correos con una cadena de postas a lo largo del interior del vasto territorio, iniciativa que entusiasmó al gobernador. De esta forma, los porteños se enteraron el 17 de junio de 1748 de que contaban con un correo entre la ciudad, Potosí y Lima. El 1 de julio de 1769 el propio Basavilbaso fue el primer administrador. El funcionario sería, además alcalde y procurador general del cabildo, tesorero del ramo de guerra y de las rentas de la catedral.
Y si hubo un primer correo también hubo un primer cartero y fue el sevillano Bruno Ramírez. Su empleo era cosa seria. Contratado para “que se sirva entregar a los interesados las cartas, que no se sacan del oficio”, el 14 de septiembre de 1771 juró ante el gobernador Juan José Vértiz ante “Dios Nuestro Señor”, haciendo la señal de la cruz.
En 1802 fue nombrado como entregador de pliegos, esto es, cartero, Domingo María Cristóbal French, quien en 1806 ascendió a auxiliar de correos. Esta actividad le permitió conocer al dedillo a cada vecino de Buenos Aires, dato sumamente útil cuando movilizó con su amigo Antonio Beruti a la gente en los históricos días de mayo de 1810.
Fue Bernardino Rivadavia quien nacionalizó el servicio y pasó a denominarse Dirección General de Correos, Postas y Caminos, que estuvo a cargo de Juan Manuel de Luca durante 32 años.
En 1853 pasó a depender de hacienda y tres años después del ministerio del interior. Fue Gervasio Antonio de Posadas Bustillo quien instaló los primeros buzones, elaboró el primer reglamento para los carteros y fijó tarifas postales.
En 1953, en homenaje a la primera estampilla, se estableció el 21 de agosto como el Día del Filatelista Argentino, en el que tuvieron mucho que ver un gobernador progresista, un talentoso grabador, un experimentado imprentero y una atribulada diosa que, gracias a que recuperó a su hija, nos brinda todos los años el regalo de la naturaleza.
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