¿Cómo podemos tratar históricamente los fenómenos del trance colectivo? En Estrasburgo durante el verano de 1518, ocurrió algo que nunca más se volvió a repetir: “La epidemia del baile”. Fue un fenómeno de trance colectivo, que comenzó cuando una señora llamada Frau Troffea se lanzó a bailar en la calle. Muchos la miraron con asombro, pensando que estaba borracha. Pero pronto se le unió otra persona y luego otra y otra más.
En una semana se habían sumado 34 personas más y en un mes eran cerca de 1000 bailarines. Decenas sufrieron invalidez en las piernas, ataques epilépticos, infartos, derrames o caídas que los llevaron a la muerte, según se cuenta en documentos históricos.
Te puede interesar: Una selfie medieval: hallaron un autorretrato esculpido en la catedral de Santiago de Compostela
Este trance sin alegría se apoderó de otros habitantes del pueblo, lo que generó una creciente ansiedad entre aquellos que presenciaron este extraño espectáculo. Día y noche bailaban frenéticamente al ritmo de una música inexistente y que solo ellos podían escuchar. Los pies ensangrentados dejaban marcas por donde pasaban los danzarines. De tanto bailar, los zapatos o sandalias que tenían se habían deshecho. El episodio comenzó en julio de 1518 y duró hasta septiembre de ese mismo año.
Estas danzas son excepcionales pero no completamente desconocidas en el repertorio de los trastornos médicos: habían sucedido ya en 1017 en Kolbeck, en 1188 en Gales, en Erfurt en 1278 y en Renania en 1374.
En este caso, Frau Troffea salió de su casa como expulsada a danzar en las calles de la ciudad, sin poder parar. Al cabo de unos días sus pies estuvieron cubiertos de heridas. Daba gritos de dolor mientras seguía en movimiento. Este súbito fervor danzante se percibía como “un castigo divino, obra del Maligno, o tal vez hechizo de una bruja”.
Te puede interesar: ¿Existió un #MeToo en la Edad Media? Así eran las denuncias por violación de las mujeres de hace mil años
John Waller, en su libro “A Time to Dance, A Time to Die: The Extraordinary Story of the Dancing Plague of 1518″ escribe: “…Es muy probable, sin embargo, que este comportamiento demente esté relacionado con la lamentable condición de la población de Estrasburgo después de tres años de hambruna, repetidas epidemias y décadas de abandono espiritual”. También es posible suponer que, como muchas mujeres de origen modesto, sometidas a la autoridad arbitraria de su marido, Frau Troffea sufría por su condición doméstica. Se sostiene que “se llevaba mal con su marido”, es decir, era víctima de violencia por parte de su pareja.
¿Cómo se originó esta danza mortal?
Algunos creen que el baile podría haber sido provocado por una intoxicación alimentaria causada por los productos químicos tóxicos y psicoactivos del hongo cornezuelo del centeno, que crece en los granos que se usan para hornear pan. El mismo hongo también estuvo implicado en otras anomalías históricas importantes, incluidos los juicios de las “Brujas de Salem”. Otros dicen que sucedió por el material con el que se cocinaba o se comía, metales que pudieron contaminar la comida al punto tal de generar estados de desvaríos. Otras teorías nos indican sobre el agua que se bebía quizá de algún pozo contaminado.
En tanto, Waller argumenta que “esta teoría no parece sostenible, ya que es poco probable que los envenenados por el cornezuelo del centeno hayan bailado durante días seguidos. Tampoco tanta gente habría reaccionado a sus sustancias psicotrópicas de la misma manera”. La teoría de la intoxicación tampoco explica por qué casi todos los brotes ocurrieron en algún lugar a lo largo de los ríos Rin y Mosela, áreas unidas por agua pero con climas y cultivos bastante diferentes. Waller especula que el baile era " psicosis inducida por el estrés” a nivel masivo, ya que la región donde la gente bailaba estaba plagada de hambre y enfermedades, y los habitantes tendían a ser supersticiosos. Se reportaron otros siete casos de peste danzante en la misma región durante la época.
Algo similar ocurrió en la misa de Nochebuena en la ciudad de Kölbigk, Alemania, en 1021. Luego del sermón, 18 personas comenzaron a bailar en círculos en el templo, delante del altar, al punto tal que la celebración de la misa no pudo concluir. Las crónicas narran que en 1374 un gran número de hombres y mujeres bailando, chillando de dolor, saltando en el aire, corriendo salvajemente de un lugar a otro, e invocando la misericordia de Dios y de los santos, ocurrió en un pequeño villorrio cercano a Saint-Malo en Francia.
Italia también tuvo sus ejemplos hasta mediados del S. XIX. Allí se culpó del suceso a la araña tarántula. La tarantela (danza denominada así por dicho arácnido), también cuenta una historia de represión e intolerancia en el sur de Italia. Desde un principio, la iglesia no avaló este tipo de danza, por lo que dio lugar a una serie de persecuciones contra quienes la practicaban. Según la tradición, este baile se configura como una danza propiciatoria ligada a la superstición popular. Se le atribuían poderes benéficos en la curación de las personas afectadas por la picadura de dicho arácnido. De hecho, la leyenda pretendía que gracias a esta rítmica danza, la persona afectada eliminaba el veneno de su cuerpo a través del sudor. La etimología de su nombre deriva probablemente del complejo fenómeno del tarantismo de Apulia.
El supuesto picado por la araña debía bailar y bailar hasta caer desmayado, siempre al ritmo de panderetas. Pero muchas veces caía muerto por el agotamiento, aunque se le atribuía a que el veneno de la Tarántula no había sido debidamente expulsado del organismo por no haber bailado bien. Sin embargo, si una tarántula muerde a una persona, la picadura probablemente se parecerá mucho a la de una abeja, con con enrojecimiento y algo de hinchazón. Además, su veneno es débil, y es inusual tener reacciones más severas que involucren otras partes del cuerpo. Por último: no suele haber tarántulas en el sur de Italia.
En el siglo XIX, la tarantela se convirtió en uno de los emblemas del reino de las Dos Sicilias, uniendo bajo su nombre los diferentes grupos estilísticos autónomos que caracterizaban las distintas zonas del Sur. Hoy en día, el término tarantela define algunos bailes tradicionales típicamente vinculados al sur de Italia y las melodías musicales correspondientes, realizándose anualmente el festival musical la “notte della Taranta” especialmente en su variante Pizzica. Extendidas por toda la zona representada en la antigüedad por el reino de Sicilia, las tarantelas tienen una métrica marcada por un fraseo melódico y rítmico que varía según el uso local.
La danza muchas veces se utilizó pensando que tenía dones curativos o como escape de algún mal.
Seguir leyendo: