En los primeros días de abril de 1949 se reunió en la Universidad Nacional de Cuyo el Primer Congreso Argentino de Filosofía. El cierre del evento estuvo a cargo del Presidente de la Nación, general Juan Domingo Perón. Su discurso final dio origen a su libro más preciado: La Comunidad Organizada. No voy a escribir sobre ese texto. Dejo la labor a los especialistas, esto es, los doctores en Filosofía y también a ciertos políticos, flojos de conocimiento, que por audacia se meten a opinar. En el presente artículo abordaré el recorrido de Perón desde su irrupción en la política, en 1930, hasta 1949. ¿La razón? Sencilla, ese derrotero explica el lugar que el peronismo ocupó en el territorio de las ideas y contextualiza el Congreso de Filosofía.
La revolución de 1930. Sarobe y Perón
Perón participó del golpe del 6 de septiembre, como lo hicieron la totalidad de los partidos políticos, incluido el gobernante y muchos de sus ministros. Podría argüirse que ese golpe fue un grave error puesto que, si se dejaba correr el tiempo, el radicalismo hubiera caído, dado que día a día perdía caudal de votos. ¡Ciertamente pueden decirse muchas cosas! Lo real fue que el mundo, por esos años, resolvía los problemas políticos por medios poco o nada republicanos. Y nuestra historia venía cargada de acontecimientos cívico-militares que signaban su derrotero. Batalla de Pavón, en 1861, que derrocó al presidente Santiago Derqui. Revoluciones de 1874, 1880, 1890, 1893 y 1905. Un currículum ilevantable.
Sobre la Revolución del 30 cuenta el general José María Sarobe: "El general (Agustín P.) Justo me ayudó a buscar en su nutrida biblioteca algunas obras relacionadas con los acontecimientos políticos de los años 1880, 1890 y 1905. Finalmente le dije: 'Muchas gracias, mi general. Llevo lo necesario para hacerme un especialista en revoluciones'".
Perón estuvo ese 6 de septiembre junto al grupo de oficiales justistas, como el general José María Sarobe y el teniente coronel Bartolomé Descalzo, de quien era amigo personal, y naturalmente con Agustín P. Justo. "El oficial de más prestigio en el Ejército" según decía Perón. Esto es, el sector liberal del ejército y de la política.
No estuvo con los fascistas como continúan afirmando, no obstante las evidencias, un pequeño grupo de historiadores y periodistas que no quieren darse por enterados, ubicándolo junto al general José Félix Uriburu y fascistas como Carlos Ibarguren, Leopoldo Lugones y Juan Carulla, entre otros.
¿Por qué estuvo con los liberales, Perón? Lo explica en su informe que elevó a la superioridad militar sobre su actuación en la Revolución: no acordaba con el proyecto de Uriburu de derribar la ley Sáenz Peña y clausurar la vida política. De manera que "la única salvación era el pueblo y los estudiantes".
Para que los militares liberales participaran del golpe la proclama redactada por Leopoldo Lugones debía ser anulada. Así se hizo y la nueva la redactó el general Sarobe. Perón en la Escuela Superior de Guerra buscó adherentes y tuvo notable éxito: "Quedó todo arreglado, al día siguiente buscamos adherentes y se llegó según creo al número de trescientos. Ello prueba que los oficiales estaban francamente decididos por las lógicas ideas que surgían al margen de los que querían una dictadura divorciada con el pueblo de la nación, que haría odioso al Ejército y encontraría una gran resistencia en la población".
¿La dictadura divorciada con el pueblo? ¿Cuál era? ¿El proyecto de Uriburu o el que impulsaba el general Justo? ¡Claramente el de Uriburu!
El nexo con los partidos políticos lo realizó Bartolomé Descalzo y su ayudante, el capitán Perón, quienes a partir del excelente vínculo con Mariano de Vedia y Mitre, docente y justista, autor de una notable biografía del general Roca, organizaron una reunión con los principales dirigentes políticos para sumarlos al movimiento y condicionar al general Uriburu y su proyecto nazi-fascista. Asistieron Leopoldo Melo, radical antipersonalista; Antonio Santamarina, conservador de Buenos Aires; Carlos Astrada, demócrata de Córdoba; Rodolfo Moreno, conservador bonaerense; Antonio de Tomaso, del socialismo independiente. Frente a esta incorporación los nacionalistas ardían de furia.
La participación de Perón del lado liberal del golpe no solo lo confirman los hechos señalados, sino que en una carta al diario La Nación (12/9/2012) a propósito de un artículo de mi autoría sobre la participación en los hechos, del futuro general del pueblo, el nieto de De Vedia y Mitre confirmaba: "El señor Claudio Chaves en su carta Perón Liberal, menciona a mi abuelo, Mariano de Vedia y Mitre, a quien relaciona con Perón. Quiero aclarar que la relación a que hace referencia fue tan solo en dos oportunidades en que Perón, visitándolo en su casa de la Avenida Quintana y según el propio relato de mi abuelo, hizo de nexo entre las fuerzas armadas y los políticos mientras se consolidaba la Concordancia, coalición que llevó a la presidencia de la República al general Justo".
Otro aspecto a resaltar de aquellos años fue la intensa relación de Perón con Sarobe y Descalzo, exponentes del liberalismo militar y sus maestros, como le aseguró a su biógrafo Enrique Pavón Pereyra.
El caso del general Sarobe es notable. Se trató de un militar liberal heredero cultural del roquismo y de una finísima personalidad orientada a la historia nacional. Escribió una extraordinaria biografía del general Urquiza reivindicando la figura del caudillo entrerriano en contraposición a la dictadura rosista, como correspondía a un roquista hecho y derecho. No caben dudas de la influencia de Sarobe en el pensamiento de Perón. En su libro Iberoamérica, mensaje a la juventud americana, Sarobe dice: "Mucha tinta y muy amarga se ha vertido en acusaciones contra la conducta española para con los aborígenes. Pero los hechos demuestran que, tanto en la teoría como en la práctica, España colonizó de modo superior a como lo hubieran hecho los demás gobiernos contemporáneos".
Coteje el lector estos argumentos con el discurso de Perón del 12 de octubre de 1947. "La patria de los americanos debe ser una sola. De espaldas a su tradición y su destino se convirtió en un conglomerado de Estados, de precaria personalidad internacional". Un liberalismo iberoamericano heredero del pensamiento sanmartiniano, de Monteagudo y de Alberdi. Sin embargo, uno de los aspectos más interesantes de las cavilaciones de Sarobe, que heredó Perón, fue comprender que la unidad iberoamericana debía comenzar con un acuerdo entre Argentina y Brasil.
Escribía Sarobe: "La amistad argentino-brasileña es el eje de la política continental. Las economías del Brasil y de la Argentina son complementarias en lo fundamental y es tan importante el comercio entre ambas naciones que se lo puede considerar como el eje sobre el cual rota todo el plan revisionista sudamericano".
Esta forma de entender la relación con Brasil que Perón hizo suya con su política del ABC jamás puede venir de fuentes culturales nacionalistas que siempre vieron a Brasil como un enemigo a temer. La alianza con Brasil es afín al pensamiento liberal. Urquiza, Mitre, Roca y Figueroa Alcorta son un ejemplo.
Otro hombre que contribuyó a la formación del pensamiento de Perón, en lo que hace a la alianza con Brasil, fue el historiador cordobés y dos veces gobernador de la provincia de Córdoba, liberal provinciano, don Ramón J. Cárcano, de quien Perón decía que era su cofrade desde 1926, llevándolo ya anciano a la Secretaría de Trabajo y Previsión. Cárcano desde sus funciones ordenó a su partido, Demócrata de Córdoba, votar a Perón en el 46. Todo un programa político ignorado por la intelectualidad citada e infinidad de difamadores que continúan con la pavada del Perón fascista. Cárcano y Sarobe, y muchos otros que harían extensa esta nota, venían a demostrar que había un liberalismo popular capaz de entender al pueblo como un fenómeno colectivo. ¡Un liberalismo amigo del Coronel del Pueblo! De Roca a Perón, sin estaciones intermedias.
La relación de Perón con el general Sarobe, un vínculo ignorado por la historiografía revisionista tanto como la liberal antiperonista, pone blanco sobre negro el firmamento ideológico de quien sería luego el coronel del pueblo. Sarobe fue el oficial que Justo ubicó en la conspiración de 1930, como ya hemos dicho, para sustituir al nacionalista-fascista de Lugones y su manifiesto. Condición innegociable para que los liberales se sumaran al golpe. Esta participación impidió que Uriburu realizara su fantasía de Führer criollo, y permitió que el golpe buscara, entonces, una salida electoral. Precisamente en las elecciones de noviembre de 1931 Justo fue el candidato de una coalición de conservadores, radicales y socialistas como alternativa al vacío de poder generado por la crisis del radicalismo y el progresismo representado por la fórmula de Lisandro de la Torre-Nicolás Repetto.
En esa oportunidad, Perón jugó sus pocas fuerzas a favor de Justo. En una carta a Sarobe, de la que transcribo varias líneas le advierte del peligro:
"[Que] los peludistas resurjan disfrazados de campeones de la democracia. No imagina mi teniente coronel cómo han reaccionado los peludistas desde el 6 de setiembre a la fecha. Hoy se sienten fuertes como antes de 1928 y pretenden imponerse nuevamente. No creo que el gobierno les afloje. Estamos a 17 días de las elecciones. Hasta ahora el general Justo es el candidato más seguro, la opinión sana del país, el elemento independiente, la banca, comercio, industria, han movilizado sus fuerzas para ponerlas al servicio del país prestigiando al General para Presidente.
Por otro lado, los peludistas, su fórmula fue vetada por el gobierno provisional, no creo que resulten peligrosos si se presentan a elecciones y aun cuando todavía hay muchos peludistas en el país, no creo que tengan chance en su campaña electoral, porque en su situación no tienen nada para dar… no creo que queden incautos que se dejen influenciar por el canto de la ronca sirena personalista. El otro adversario está representado por la Alianza, unión un tanto aleatoria de los socialistas rojos con los demócratas progresistas. Es sin duda la desvergüenza en persona. Bien, este es el adversario político del general Justo, su más grande detractor y más peligroso enemigo. Hace una campaña activa y difamatoria en todas partes, pero no creo que el pueblo se deje embaucar y seducir por estos mentirosos y aduladores profesionales. Yo creo que el país está hoy a peligros tanto o más serios que el resuelto el 6 de setiembre, si el buen tino y patriotismo de los ciudadanos no resuelve en los comicios la salvación del país, la paz y el orden interno. Si llegara a ganar la elección la fórmula De la Torre-Repetto, apoyados por los peludistas, creo que vendrían acontecimientos graves a corto plazo. En general la gente que piensa entiende que la única solución es el general Justo y creo que será presidente.
Muchos oficiales que no entendemos nada de política estamos en plena tarea de movilización de familiares y amigos. Yo tengo, por ejemplo, a todos los varones de la familia y amigos civiles ocupados en la propaganda política activa y siento que las mujeres no voten porque, en este caso, de la familia nomás me llevaba más de 20 votantes…".
En síntesis, los primeros pasos de Perón y los que continuaron a lo largo de la década del 30 lo ubican del lado del liberalismo, y en contra de la izquierda y los peludistas. Otro dato que confirma la tesis fue el cargo que ocupó al lado del general Manuel Rodríguez, ministro de Guerra de Justo y sucesor natural a la presidencia. No pudo ser, Rodríguez falleció.
Para decirlo sin ambages, Perón estaba ubicado en el sector de la derecha liberal o conservadora (como guste al lector) institucionalista. La estupidez que aún se repite de que su viaje a Alemania e Italia correspondía a su carácter nazi-fascista no tiene asidero. Marchó a Europa porque el general Carlos Márquez, ministro de Guerra y hombre de Justo, lo envió por su capacidad y alineamiento con ese sector del Ejército. Un interesante libro aparecido hace pocos años publica unas cartas de Perón enviadas desde Europa a su cuñada, con quien mantenía una relación intensa luego del fallecimiento de la Potota. El autor del libro, Ignacio Cloppet, afirma: "No existe eso de que Perón era un fascista, en ningún momento en sus cartas vislumbra una admiración desmedida, sino que sí le llamó la atención el orden, la inclusión de la mujer en la política, no así la doctrina de Mussolini". El problema de los que observan fascismo y nazismo en Perón es que han dejado de leer.
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