Combatió junto a Napoleón, luchó en San Lorenzo, confluyó con la campaña libertadora de San Martín atacando en las costas de Chile y Perú a las naves y posiciones españolas junto con Guillermo Brown, recuperó una fragata a la que bautizó "La Argentina", zarpó desde Buenos Aires para dar la vuelta al mundo llevando los colores de nuestra bandera por todos los mares del planeta, liberó esclavos en África, peleó en Filipinas, Hawai y en la costa oeste de América del Norte, entonces todavía en manos de los españoles, llegó a izar la bandera argentina en California.
Como les pasó a muchos de nuestros héroes, también a Hipólito Bouchard sus contemporáneos le fueron ingratos y luego de ese increíble periplo fue arrojado a un calabozo en Chile por el envidioso Lord Cochrane, enemigo jurado de San Martín.
Todos estos apasionantes detalles de la biografía de Bouchard, nacido en Francia pero ciudadano de las Provincias Unidas del Río de La Plata desde la Revolución de Mayo, están condensados en la biografía que le dedica el historiador Miguel Ángel De Marco, Bouchard. Halcón de los mares, corsario de la libertad (Emecé, 2018).
De Marco, comodoro retirado de la Marina argentina, ha escrito mucho sobre historia política, militar y naval de nuestro país. Ha publicado biografías de Belgrano, San Martín, Güemes, Sarmiento y Pellegrini, entre otros. En Corsarios argentinos, ya adelantaba algunos elementos de la trayectoria de Bouchard, que ahora amplía en este nuevo libro.
Aunque el apellido Bouchard es familiar a los argentinos, no es mucho lo que se sabe sobre la aventura humana de este héroe francoargentino, que en años recientes ha empezado a ser reconocido también en su patria de origen. Sin embargo es mucho lo que merece ser difundido de la vida de este hombre al que no le faltaba audacia, arrojo y compromiso con la causa de nuestra independencia.
El libro de De Marco, hoy presidente del Instituto Nacional Browniano, es una atrapante aproximación a una vida novelesca, de muchas hazañas y de trágico final.
— En la historia argentina, hay un puñado de grandes próceres que ha acaparado el grueso de la atención de los historiadores, dejando en las sombras a un gran número de personajes secundarios que sin embargo son fascinantes. Pese a su extraordinaria trayectoria, ¿diría usted que podemos poner en esa lista a Hipólito Bouchard?
— Sí, realmente es uno de los personajes más notables de la época de la Independencia y, sin embargo, queda un poco subsumido por esta costumbre argentina de rendir homenaje excesivo, incensario a veces, a los que están en primera fila, un Sarmiento, un Mitre, un Roca, obviamente San Martín y Belgrano. Pero Bouchard fue un personaje notable. Por encima de él, en lo que se refiere a la historia naval, ha sido puesto el almirante Guillermo Brown, porque tuvo mayor desempeño, una existencia más larga, etcétera, pero fueron compañeros de aventura en una etapa muy notable de la guerra naval por la Independencia.
— ¿Cómo podríamos resumir lo esencial de su contribución a esa causa?
— Empecemos por decir que fue soldado y marino. Nacido en Francia, en Bormes-les-Mimosas, cerca de Saint Tropez, junto al Mediterráneo, estuvo en la marina francesa, aunque se sabe muy poco de su actuación en esa etapa. Y en un momento que no conocemos con exactitud, pero en la época de la Revolución de Mayo, llega al Río de la Plata. Como por entonces había muy poca gente capacitada para las tareas del mar, enseguida obtuvo un puesto de comandante de uno de los primeros barquitos con que se intentó combatir a los realistas de Montevideo. Estuvo en el combate naval de San Nicolás, fue derrotado conjuntamente con Azopardo y otros. Y luego se enroló en el Regimiento de Granaderos. San Martín enseguida advirtió las características de este personaje, muy audaz, muy valiente, y no sólo lo nombró su ayudante sino que lo llevó a combatir en San Lorenzo.
— Ese es un dato poco recordado que combatió en San Lorenzo; se lo asocia más a la parte naval.
— Exacto. Sin embargo en San Lorenzo él no sólo combate en primera línea, también arrebata la única bandera que llevaban los adversarios realistas, en un gesto de mucho valor. Y por eso San Martín no se quiere desprender de él y otra cosa que se conoce poco es que se lo lleva al Alto Perú cuando lo nombran jefe del Ejército del Norte. Más tarde, aunque lo desea, no logra incorporarse al Ejército de los Andes que San Martín está formando en Cuyo, pero sí se embarca en su primera gran aventura que es el armado de un buque corsario, el Halcón, con el cual junto con Guillermo Brown y un hermano de éste van a realizar una campaña por el Pacífico con el fin de golpear a los españoles donde todavía mantenían su dominio.
— En otro libro, Corsarios y piratas, usted explica la diferencia entre unos y otros. Es interesante porque se asocia estas palabras y no son exactamente lo mismo.
— Sí, el corsario tiene ciertas similitudes con los piratas pero el pirata se maneja por su cuenta, no tiene bandera; a ver, su bandera es la famosa bandera negra con el cráneo y las tibias cruzadas, pero en realidad no responde a autoridad alguna, se queda con los recursos que obtiene, con los botines que logra, etcétera.
— Su único fin es el lucro.
— El lucro. El corsario en cambio está regulado por normas claramente establecidas. No es una característica de la historia argentina, en todo el mundo había corsarios, en Inglaterra, en España, a lo largo del tiempo. Pero en el caso de la Argentina, después del combate naval de Montevideo en el que se venció a los realistas para siempre en esa región, en lugar de guardar algún buque, el gobierno, necesitado de dinero, los vendió. Es una constante en nuestra historia, ¿no? Como consecuencia de eso, cuando se tienen noticias de que viene una gran expedición naval española para dominar las provincias del Río de la Plata, dicen "y ahora qué hacemos, cómo cubrimos el frente marítimo". Deciden entonces promulgar una ley de corso, con reglas bien determinadas, mediante la cual se otorgue una patente específica, con derechos y obligaciones, una suerte de contrato, a los marinos dispuestos a provocar daño a naves enemigas, con buques armados portando el pabellón del país. Generalmente esos buques contaban con el respaldo económico de personas adineradas.
— Ahí aparece ese personaje interesante que es el armador, un empresario de riesgo, que sabe que puede ganar mucho pero también perderlo todo…
— Exacto. Y justamente, tanto en el caso de Bouchard como en el de Brown, a quienes apostaron a ellos les fue bastante mal porque, más allá de sus logros militares, las circunstancias de la guerra en el mar y las dificultades para trasladar eventuales piezas y tesoros obtenidos fueron muy grandes. El personaje que financia a Bouchard o que se asocia con él es también una figura muy notable de la historia argentina, también de esa segunda línea a la que aludimos: Vicente Anastasio Echevarría. Estuvo prácticamente en todos los momentos importantes de la historia argentina.
— ¿Era criollo?
— Sí. Y rosarino, lo que me complace porque también soy de Rosario, aunque hace tiempo vivo en Buenos Aires. El único rosarino en el Cabildo Abierto del 22 de mayo de 1810. Compartió con Belgrano la misión al Paraguay. Tuvo actuación diplomática. Fue consejero, periodista, diputado.
— Y financista de corsarios que hicieron un servicio muy importante al gobierno de las Provincias Unidas.
— Exacto, un financista al que no le fue del todo bien. Bouchard, junto con Brown, parte para la campaña en el Pacífico…
— Ya estamos en 1815. San Martín está preparando el cruce de los Andes…
— …y espera a estos corsarios porque sabe que serán una suerte de defensa de la retaguardia. Brown y Bouchard inician su periplo en Buenos Aires, más o menos en los mismos días, ambos soportan las tormentas terribles del Cabo de Hornos, están frente al puerto de Valparaíso, atacan, después atacan la fortaleza del Callao, en el Perú, y finalmente lo hacen en Guayaquil. Ahí Brown es tomado prisionero y Bouchard interviene para lograr su libertad. Pero los dos se llevaban bastante mal; ambos eran caracteres muy fuertes. Deciden entonces marchar cada uno por su lado, se reparten el botín obtenido, y Bouchard se queda con el buque que lo hará famoso, con el que va a dar la vuelta al mundo, que es la fragata Consecuencia a la que él rebautiza como La Argentina.
— Con esa fragata vuelve a Buenos Aires.
— Él vuelve a Buenos Aires. Nuevamente Echevarría paga el armado de la nave Consecuencia, que será rebautizada La Argentina. Bouchard zarpa con una tripulación compuesta de forajidos…
— Ese es otro tema destacable: los recursos humanos con los que contaban estos jefes. El personal se insubordinaba a cada rato, salvo algunos oficiales, era gente poco comprometida, sin motivación patriótica.
— Ninguna, cobraban un estipendio y esperaban recibir parte del botín.
— Es llamativa la cantidad de patentes de corso que el gobierno de Buenos Aires dio a norteamericanos, británicos y otros.
— Es un dato muy interesante. Se repartieron enormes cantidades de patentes de corso a gente que jamás había venido al país, que estaba en los grandes puertos norteamericanos, aceptaba las condiciones y salían a navegar y a provocar daño a las naves y puertos españoles. Volviendo a Bouchard, cuando logra formar su tripulación, zarpa de Buenos Aires justamente al año de jurarse la Independencia.
— 1817, el 9 de julio.
— Va con patente de un país que se puede mostrar como independiente a los ojos del mundo. Y empieza un periplo muy notable.
— ¿Por qué esta vez, en lugar de ir al Pacífico, cruza el Atlántico, hacia el sur de África?
— Porque el objeto era golpear los puertos españoles que estaban en esas zonas, que eran importantes. Por ejemplo Filipinas. Tal vez ya tuviese en mente atacar las colonias de California, que eran españolas y muy ricas. Él va primero de Buenos Aires a Tamatave (Madagascar) Allí actúa para contener el tráfico de esclavos.
— Eso es insólito, impresionante. De pasada, libera a unos esclavos de barcos negreros en el África…
— Es así, se encuentra con el comandante inglés que estaba destinado para impedir el tráfico de esclavos, éste le dice que tiene que dejar su misión por un tiempo y Bouchard se queda ahí con los cañones apuntando para evitar el tráfico. Esto era coherente con su postura de hombre amante de la libertad y en alguna medida también con su viejo ideario de revolucionario francés.
— No era solamente un aventurero, sino un hombre con ideales, con principios.
— Por supuesto. Además era bonapartista. Entre los proyectos que tuvo en un determinado momento estaba el de rescatar a Napoleón en la isla de Santa Elena pero después eso no fue posible. Siguió su periplo, se encuentra con unos piratas malayos, los combate, los derrota, los pulveriza realmente de una manera que también habla de la crueldad de aquellos tiempos. Después llegará a Filipinas, provocará muchos daños allí. Luego pasará a las islas Hawai. En Honolulu visita al rey Kamehameha, el gran promotor del desarrollo de Hawai. Para algunos, el encuentro con ese rey fue la primera acción diplomática del nuevo país en el exterior. Bouchard enarboló en todos esos lugares la bandera argentina. En las costas de California realmente tuvo una actuación… Bueno, la gente de Monterrey no lo consideraba precisamente un héroe sino un pirata, lo asimilaba a los demás piratas que atacaron Monterrey. Pero lo de Bouchard estaba dentro del contexto de una acción contra los españoles e hizo bastante daño.
— Toda esa costa todavía estaba en manos de los españoles.
— Sí, todas estas ciudades: San Francisco, Santa Bárbara… Él ataca varias ciudades, provoca daños, incendios, etcétera. Trata de preservar a los civiles, pero busca y logra dañar al comercio español.
— Esa es una tarea que tendríamos que encargarle a nuestros diplomáticos. Rehabilitar la imagen de nuestros próceres o difundir su obra. Es absurdo que a Bouchard lo consideren un pirata cuando es alguien que contribuyó a la independencia.
— Sí, y que estaba en línea con el ideario de la revolución de Estados Unidos. Ahora, hace unos años (1988), un juez norteamericano declaró por sentencia que la acción de Bouchard no había sido pirata, que había respondido a los intereses de un país libre que estaba en guerra con España.
— ¿Qué hace luego nuestro personaje?
— Después de llegar hasta Acapulco y combatir en esos mares, se entera de que su amado San Martín, por quien tenía veneración, estaba preparando la expedición libertadora al Perú. Decide poner La Argentina al servicio de San Martín, pero cuando llega a Valparaíso, el Lord "filibustero", como le decían entonces al almirante Cochrane, el inglés que estaba al servicio del Ejército Libertador y de Chile pero que se llevaba muy mal con San Martín, apresó el buque y a Bouchard lo mandó a un calabozo.
Colón descubrió América y terminó en prisión. Y yo he dado la vuelta al mundo sosteniendo la bandera argentina y estoy viviendo un destino parecido (Bouchard)
— Es delirante que este Cochrane que estaba al servicio del gobierno chileno revolucionario…
— Sí, por ende bajo las órdenes de San Martín.
— Lo haya metido preso a Bouchard… ¿por qué?
— Porque le interesaba ver qué podía obtener él mismo.
— Robar.
— Robar, sí. Y es posible que haya obtenido algún botín de esa fragata.El caso es que Bouchard estuvo varios meses preso, comiendo maíz. Por eso cuando su armador, Echevarría, le reclamaba que qué pasaba con el dinero, qué pasaba con el botín, él le contesta: "Yo estoy acá preso. He hecho más o menos lo mismo que Colón, Colón descubrió América y terminó en prisión. Y yo he dado la vuelta al mundo sosteniendo la bandera argentina y estoy viviendo un destino parecido", muy notable comparación…
— ¿Cuánto tiempo estuvo preso?
— Unos cuantos meses, casi un año. En condiciones totalmente inhumanas. Pero se rehízo. San Martín le dio el mando de uno de los buques de la nueva escuadra peruana. Después que San Martín se retiró a Europa siguió sirviendo a la Armada del Perú. En un momento dado obtuvo la baja, le regalaron una hacienda y allí encontró la muerte. Lo increíble es que fue a manos de esclavos a los que maltrataba. Él, que los había defendido…
— ¿Era un patrón muy duro?
— Sí, y en un momento se sublevaron contra él y lo apuñalaron. Yo les dedico el libro con cierta simpatía a la mujer y a las hijas de Bouchard, que también fueron las grandes víctimas de toda esta aventura, porque quedaron totalmente desvalidas.
— ¿Cuándo y dónde se había casado?
— En Buenos Aires, cuando era oficial de Granaderos. Con una muchacha de una familia bastante conocida, los Merlo; su abuelo fue el dueño de las tierras donde ahora está la localidad de Merlo. Pero esta mujer quedó realmente arruinada. Con dos hijas. Bouchard sólo conoció a la mayor, la segunda nació después de su partida. La mujer de Bouchard decía "yo no sé si soy viuda o si mi marido está vivo". No tenía medios de subsistencia, ni recibió una pensión. Sí, más tarde, su hija.
— ¿Tiene descendientes en Argentina Bouchard?
— En Argentina no, pero es posible que tenga descendientes uruguayos. Porque tanto su mujer como sus hijas se exiliaron en Montevideo, en la época de Rosas, y la menor se casó con un joven de una familia muy destacada del Uruguay y aparentemente tuvieron varios hijos.
— ¿Qué imagen le queda de Bouchard, de su personalidad?
— Más allá de que algunos dicen que el autor se enamora de su personaje, no es mi caso. De todas maneras, con ecuanimidad, hay que decir que realmente fue un personaje notable, positivo, porque al país le trajo bienes y también un reconocimiento fuera de nuestras fronteras. Y forma parte de la gran aventura humana.
— Lo positivo es que en los últimos tiempos los franceses han empezado a recordarlo y a interesarse por su vida. Hasta hace muy poco no tenían idea de que cerca de Saint Tropez había nacido y se había formado un héroe de la independencia sudamericana.
— Sí, al punto que hoy en día la celebración del 9 de julio en Francia la Argentina la realiza en Bormes-les-Mimosas, con lo que se llama Semana Argentina, una serie de manifestaciones culturales y el homenaje a Bouchard que, junto con otros dos personajes de la historia marítima francesa, son los héroes de esa región; es decir que los franceses han recuperado esa figura.
— Además han descubierto que Bouchard es el segundo marino francés en dar la vuelta al mundo; el primero había sido Bougainville.
— Con la diferencia de que Bougainville escribió y dejó relatos de sus viajes.
— Era más un viaje de exploración, científico.
— Exacto, Bouchard en cambio era un hombre de acción. Escribía poco y además no había logrado dominar totalmente el español, metía palabras francesas, portuguesas… Pero de todas maneras se hacía entender. Y los informes al gobierno y otra documentación que se ha ido descubriendo muestra estos aspectos de la vida de este personaje sin dudas singular.
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