"Todas las mujeres tienen una fantasía: ser Jackie Kennedy o Marilyn Monroe". El que habla es Kinsey, uno de los personajes de Mad Men en el episodio seis de la segunda temporada. Sale de la oficina y empieza a señalar mujeres: "esa es una Jackie… esa una Marilyn. Jackie, Marilyn, Jackie, Marilyn…". Todos los hombres se ríen. Peggy Olsen, única mujer, no. En cambio dice que no todas las mujeres quieren ser una Jackie o una Marilyn. "Tal vez los hombres nos ven así", dice.
La escena está ambientada en la Estados Unidos de la década del sesenta y representa no solo el machismo de la época sino también la manera en que lo sociedad americana se entendía a sí misma. ¿Qué era, entonces, ser una Jackie? ¿Y quién era esa Jackie?
Se refieren, por supuesto, a Jackie Kennedy Onassis, con una salvedad: todavía no era Onassis. Era, al momento de esa escena, la mujer del presidente Kennedy. Pero pasaron los años y su figura creció, se llenó de dobleces y revelaciones oscuras, y pasó a significar mucho más que solo eso.
Para algunos, es todavía la mujer que no quiso cambiarse el vestido tras el asesinato de su esposo, la que prefirió cargar esa mancha de sangre para que todos supieran lo que le habían hecho al presidente. Para otros, en cambio, su figura cambió radicalmente cinco años después de eso, tras un evento del que hoy se cumplen 50 años.
El 20 de octubre de 1968 fue el día en que Jackie agregó el Onassis a su apellido, tras casarse con el magnate griego Aristóteles Onassis. Empezó entonces una segunda vida, no menos emocionante que la primera. Pero hubo algo que no cambió: las existencia permanente de amantes. Bien valdría otra nota, pero era sabido que el presidente Kennedy tenía amoríos imposibles de ocultar como los de Marilyn Monroe, Marlene Dietrich o Zsa Zsa Gabor; mientras que Jackie también tenía sus romances. En tiempos de hoy, su vínculo podría entenderse en clave poliamor. En ese entonces, era solo un matrimonio lleno de mentiras obvias.
Hubo un tercer amor entre John y Aristóteles: Jackie tuvo una fuerte relación con su ex cuñado, Robert Kennedy. Según la biografía escrita por C. David Heymann, el romance comenzó luego de que ella quedara viuda. Supuestamente, Robert habría declarado que ella solo se casaría con Onassis sobre su cadáver. Al poco tiempo, siendo candidato a presidente, Bobby Kennedy fue asesinado. La profecía se cumplió unos meses después.
Jackie y Onassis eran amigos, pero él lo daba todo por ella. Reconocido en su momento por ser uno de los hombres más ricos del mundo, gigante de la industria naviera, su primera mujer fue Athina Livanos, con quien estuvo casado hasta 1960. Sin embargo, su gran amor era la famosísima cantante de ópera Maria Callas, también griega. Durante años Callas quiso casarse con él, pero no sucedió. De hecho, se dice que llegaron a tener un hijo que murió al nacer.
La fortuna de Aristóteles era inmensa. Era dueño de gran parte de Mónaco. Su yate era un emblema de su riqueza. Se llamaba Christina O (en honor a su hija) y tenía 100 metros de largo. Cuando lo compró gastó 4 millones para que tuviera todos los lujos. Tenía cuadros de Miró y Renoir, picaportes de oro, lámparas de cristal, 18 habitaciones y un jacuzzi. Para hacerse una idea, su nieta, Athina (hija de Christina), heredó en 2015 una fortuna de 800 millones de euros. En ese barco se conocieron Jackie y Aristóteles, años antes, cuando ella acompañaba a su primer esposo.
No le fue fácil conquistar a Jackie, 23 años menor que el, pero apenas lo logró, ella le exigió que se casaran. Así lo hicieron. Ella le ofrecía a él lo mismo que le había ofrecido antes a John Fitzgerald: clase, elegancia… a fin de cuentas, estatus, más allá del dinero.
El abandono de Onassis destrozó a Callas. "Fue como recibir un golpe en la cabeza, fue horrible. Intento sobrevivir. Por él abandoné una carrera increíble, en un oficio complicado. Rezo a Dios para que me ayude a superar este momento. Es un gran cerdo, la van a pagar los dos. ¿Si busco un príncipe azul? Espero encontrar a un hombre que me acepte por lo que soy", dijo en su momento.
Jackie y Aristóteles se casaron en Grecia, en la isla Skorpios, donde luego él sería enterrado tras su muerte, en 1975. Pero faltaban siete años para eso. El día del casamiento Jackie llevaba una corona azahar (tal era la tradición en una ceremonia ortodoxa griega) y lucía un vestido de marfil diseñado especialmente para ella por Valentino de Roma.
Los hijos de Jackie, (Caroline -10 años-, y John Jr., -7-) participaron llevando dos velas. Los hijos de él (Alexander -20 años- y Christina -18-), solo observaron. Se intercambiaron anillos de oro. El religioso fue Polykarpos Athanassiou de Atenas, amigo cercano de Onassis. Sucedió todo en la isla que él había comprado para estar con María Callas: Skorpios. Hubo apenas 40 invitados (muchos menos de los 1200 que hubo en la celebración de Jackie con John Fitzgerald).
Hicieron un contrato con 170 cláusulas antes del matrimonio. Un contrato tan claro como oscuro, tal vez bajo la misma dinámica de su amor. Entre las condiciones estaba que si se separaban, ella se quedaría con un tercio de su fortuna. La otra condición: Jacqueline no estaba dispuesta a sacarse el apellido Kennedy. Además, acordaron que ella si quería podía vivir sola.
Más allá de eso, su unión con Onassis fue uno de los primeros golpes fuertes para la imagen de la ex primera dama de los Estados Unidos. La sociedad norteamericana no vio con buenos ojos que se casara con un hombre como él, divorciado, ostentoso y mujeriego. Pero contra lo que se pensaba, Jackie no era solo una mujer a la moda -los famosos vestidos que usaba terminaron por ser llamados Jackie-, sino que tenía un enorme universo de intereses.
Su pasión principal eran los libros. Se había graduado en Literatura Francesa y tuvo, luego de separarse de Onassis, una prolífica carrera como editora. Dos libros cuentan su relación con los libros: "Leyendo a Jackie: Su autobiografía en libros", de William Kuhn; y "Jackie como editora: La vida literaria de Jacqueline Kennedy Onassis".
La vida de la pareja fue un capítulo triste. Ella empezó a tener gastos excéntricos. Se cuenta que para el desayuno Jackie mandaba el avión personal de Onassis a una isla a 300 kilómetros de Skorpios para traer el pan que a ella le gustaba.
Nada se sostenía en el amor. Él quiso deshacer la unión sin perder fortunas. No lo logró. Con el tiempo, volvió a ver a María Callas. La crónicas que recuerdan esos días dicen que se encontraba con ella a plena luz del día, sin siquiera disimular la traición. ¿Era una traición? Es difícil descifrar los pensamientos de esa mujer perfecta y, a la vez, indescifrable.
Él murió de neumonía a los 69 años. Ella volvió a vivir en los Estados Unidos. Según su biografía, murió a su modo, bajo una forma de eutanasia. Tenía cáncer y en vez de quedarse internada, prefirió volver a su departamento. Cuando murió, todavía era la mujer infranqueable que proyectó. Fueron los años, con la impiadosa verdad del tiempo, los que terminaron de completar su historia.
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