Reeditan el clásico “Yo Perón”, biografía del general en primera persona

Enrique Pavón Pereyra tenía 22 años cuando conoció al entonces coronel, en 1943, y desde entonces ya no se separó de él. Fue testigo e incansable cronista de la trayectoria del tres veces presidente de los argentinos

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El relato de los hechos y la reflexión de Perón sobre ellos es la materia de Yo Perón, un libro cuyo autor, según su propia confesión, "ha navegado entre la novela y la historia", y que, entre otras cosas, contiene imperdibles reflexiones sobre algunos episodios todavía polémicos, como el derrocamiento del gobierno en el 55, el pacto con Frondizi, el intento frustrado de regresar al país en 1964, los vínculos con España y con Franco o el secuestro y asesinato de Aramburu [ver breves extractos del libro al pie de esta nota].

"Muchas personas le pedían a mi hermano Enrique la reedición de este libro, que es el de un hombre que, en el final de su vida, hace el balance de aciertos y errores, que reflexiona sobre su trayectoria, que en el 55 quiso evitar el derramamiento de sangre y en el 73 volvió para la unión nacional, para pacificar", dijo Valeria Pavón Pereyra a Infobae explicando el porqué de este relanzamiento del libro que su padre publicó por primera vez en 1993.

Una edición anterior de “Yo
Una edición anterior de “Yo Perón”

Cuando murió Enrique Pavón Pereyra, a los 82 años, el 9 de enero de 2004, Antonio Cafiero, entonces senador, presentó un proyecto de declaración de "profundo pesar por el fallecimiento del historiador y biógrafo del General Juan D. Perón", en el cual enumeraba los muchos libros que había dedicado a la vida y trayectoria del líder que marcó la política argentina del siglo pasado: Diario secreto de Perón (1985), Vida de Perón (1965), Coloquios con Perón y Perón, tal como es (1973), Conversaciones con Juan Domingo Perón (1978); Correspondencia de Perón y Los últimos días de Perón (1981), entre otros. Pavón Pereyra también dirigió una colección en fascículos encuadernables en 4 tomos, titulada Perón el hombre del destino, que ya es un clásico.

"¿Qué sería de la historia de nuestro país si no existieran los Pavón Pereyra? ¿En manos de quienes hubiese quedado la honrosa tarea de testimoniar frente a las futuras generaciones sobre la vida y obra de esa personalidad enorme del siglo XX que fuera nuestro querido y respetado Juan Domingo Perón?", se preguntaba Antonio Cafiero.

Yo Perón es reeditado ahora por Sudamericana, gracias a la iniciativa de los hijos de Pavón Pereyra, y con prólogo de Felipe Pigna.

Enrique Pavón Pereyra (1921-2004), historiador
Enrique Pavón Pereyra (1921-2004), historiador y biógrafo de Perón

"En el libro se revelan algunas confidencias que Perón le hizo a mi padre, como el del verdadero lugar de nacimiento, que fue Roque Pérez y la razón por la cual figura como nacido en Lobos", dice Valeria.

Al respecto, Pavón Pereyra pone en boca de Perón palabras que deberían hacer reflexionar a otros autores que se volcaron sobre el tema obsesivamente, como si en esa diferencia radicara algún factor más determinante que todo el resto de la trayectoria de Perón: "Nunca me preocupó aclararlo, porque básicamente siempre pensé que existen dos tipos de acontecimientos que van dando forma a una vida: los importantes y los otros. Así, un día más o un día menos, un año más o un año menos, ¡qué importancia podía tener! De hecho, no la tuvieron durante muchos años, ni mi propio padre le dio trascendencia…".

"Mi papá conoció a Perón en 1943, siendo muy joven, tenía 22 años -recuerda Valeria-. Ya había estado en Europa, estudiando. Trabajaba en lo que luego sería la Secretaria de Trabajo y que hoy es la Legislatura. Cuando terminaba su horario, iba a la biblioteca. Y allí llegaba Perón para revisar decretos, leyes, buscar antecedentes. Mi padre, intimidado por ese coronel, inmediatamente se corría para darle espacio y tranquilidad, pero Perón le decía 'no, no, déjeme que le cuente mis proyectos porque los jóvenes van a tener participación en las cosas que yo sueño para la Argentina'. Poco después Perón asume como Secretario de Trabajo e invita a mi padre a su jura. Papá escribe su primer libro sobre Perón ya en ese momento, antes del 45. Y no se separaron más".

Enrique Pavón Pereyra (derecha) con
Enrique Pavón Pereyra (derecha) con Perón en la inauguración del Museo y Biblioteca “Casa Natal de Perón” en Lobos

Pavón Pereyra postergó incluso su vida personal para seguir a Perón. Se casó tarde, a los 50 y pico. Acompañó a Perón a España. "Vivía en una pensión en Madrid -cuenta su hija-. Mi padre fue uno de los gestores de que Perón se instalara en Madrid. Él era muy considerado en España, porque como historiador había hecho muchos aportes a la hispanidad en sus trabajos, y siempre trabajó por ahondar los lazos entre ambos países y lo siguió haciendo luego cuando fue Secretario de Cultura del Gobierno de la Ciudad".

Pavón Pereyra escribió este libro, una suerte de biografía en primera persona, en base a las charlas que mantenía con Perón y a los apuntes que redactaba luego. "Él retenía los diálogos con Perón en la cabeza y cuando volvía a su casa se sentaba a escribir en la máquina. Mi padre fue como un hijo para Perón; era una relación de absoluta confianza. Fue un testigo; él no iba de visita, vivía casi con Perón, era como de la familia", dice Valeria Pavón Pereyra.  

Pavón Pereyra con Perón en
Pavón Pereyra con Perón en Puerta de Hierro

"Cuento con casi la totalidad de las anotaciones cotidianas del propio Perón -escribió Enrique Pavón Pereyra en el prólogo de la primera edición- la 'ayuda memoria' imprescindible en los contactos humanos, aparte de cuantas comunicaciones, borradores, correspondencia llevada en mano…"

¿Hubo alguna polémica a la salida del libro, en 1993, sobre el contenido?

"Nunca, jamás -responde Valeria-, incluso recuerdo que Carlos Ruckauf que fue uno de los presentadores decía que sólo Pavón Pereyra podía escribir esto no siendo Perón".

Enrique Pavón Pereyra, en una
Enrique Pavón Pereyra, en una de sus últimas entrevistas

"Los sucesos de esta crónica histórica -dice también el autor en el prólogo de 1993- tienen lugar en el Paraguay, Venezuela, Santo Domingo y España. Pero las consideraciones esenciales poseen en la República Argentina la respuesta sincrónica a través de la simbiosis ideal que establecen los argentinos y su líder".

La hija del historiador aclara que este libro es "para todos, no para peronistas de izquierda o de derecha, de un sector o de otro, queremos que todos lo lean, que sea para todos, porque mi padre nunca se embanderó con un sector; él hablaba con todos y si estuviera vivo hoy lo estarían llamando todos".

Además de su intensa actividad de investigación histórica, de sus ensayos y sus colaboraciones en varios medios de prensa, Enrique Pavón Pereyra fue Secretario de Cultura en la ciudad de Buenos Aires -en los 70, al regreso de Perón- y director de la Biblioteca Nacional en los 90.

Enrique Manuel Pavón Pereyra, el único hijo varón del historiador, es productor cinematográfico. Produjo la película documental de Leonardo Favio Perón sinfonía de un sentimiento, basada en textos de Pavón Pereyra padre.  

Leonardo Favio y Enrique Manuel
Leonardo Favio y Enrique Manuel Pavón Pereyra

Valeria y Enrique son los depositarios del archivo de su padre: cartas, libros, revistas, fotos… Pavón Pereyra murió tranquilo sabiendo que ese tesoro sería preservado y algún día, seguramente, puesto a disposición de todos a través de algún archivo o biblioteca; es una decisión que los hermanos aún no han tomado pero en la cual piensan.

Entre las cosas que hay en ese archivo están, por ejemplo, las fichas médicas de Perón hechas por el Ejército cuando estaba "retenido" en la isla Martín García y antes de trasladarlo al Hospital MIlitar, en vísperas del 17 de Octubre.

Perón y Evita en la
Perón y Evita en la inauguración del Parque de la Ancianidad

"Cuando estaba internado, en enero de 2004, poco antes de morir -recuerda Valeria-, mi padre vio en un diario un titular sobre la causa de las coimas en el Senado, que seguía bajo investigación, y me dijo: '¡Qué poco hemos podido hacer!"

A continuación, unos breves extractos, como muestra del contenido de este libro y de reflexiones de Perón que no han perdido actualidad y que por momentos parecen incluso aludir al presente de nuestro país.

"Yo Perón", por Enrique Pavón Pereyra. Sudamericana, 2018 – EXTRACTOS

El error mayor de Frondizi fue el de no tirar el gato en la primera noche de su viaje de bodas, de sus nupcias con la presidencia. Después, resultó tarde y cuando finalmente se decidió a hacerlo, los factores de poder lo tiraron a él.

[Después de su fallido retorno al país en 1964]

El gobierno radical era constitucional a medias, pero así y todo era mejor que una dictadura. Así se lo hice saber a Jerónimo Remorino que era un hombre muy vinculado y capaz. Al mismo tiempo apareció un mensaje de Illia diciendo que el gobierno constitucional no tenía exiliados. Después, el ministro de Relaciones Exteriores Zavala Ortiz dijo que si yo estaba en España era porque quería. ¿Ah sí?, dije yo; entonces saqué boleto y me largué para allá, Me pararon en brasil y me hicieron volver. Siempre caemos en lo mismo, en el dominio de los países que mandan. A la vuelta en Puerta de hierro instalaron una fuerte custodia, el gobierno español también tenía miedo, no podía negarme asilo por todo lo que había significado yo para el régimen, pero tenía miedo a que la presión del capitalismo internacional le impusiera severas restricciones políticas. Optaron por aceptar que volviese a Madrid, pero me prohibieron todo tipo de actividad política. Yo no tuve más remedio que aceptar, no estaba en condiciones de exigir nada. Pero quedó claro para la sociedad argentina cuál era el grado de democracia que vivían, fruto de un gobierno en el cual en ese momento sobresalía Illia como "jefe" pero que era una continuidad desde 1955 y que en diez años había reunido un millón y medio de desocupados y la falta de un millón de viviendas. ¡El corso seguía su marcha!

[Más sobre el exilio en España]

Antes de partir hacia la Ciudad Luz, todavía en Puerta de Hierro, me entrevisté con el generalísimo por primera vez en tantos años. Recuerdo que yo no quería ir. Franco había tenido infinidad de años para verme y no se había acercado jamás "por razones de protocolo". Cuando tuvo que prohibirme las acciones políticas, lo hizo advirtiéndome que mi conducta era a puro riesgo y que mi proceder podría desembocar en acciones desagradables para el gobierno de España, como la expulsión, 'hecho doloroso pero inevitable'. NI siquiera en ese caso se acercó a referírmelo de su propia boca. Mi estadía en españa, podemos decir, se llevó a cabo a pesar de Franco y no gracias a él.

Es cierto que al fin y al cabo terminó ofreciéndome asilo: pero más lo hizo en consideración por lo que la Argentina justicialista había hecho por su pueblo, que por lo que podía significar yo para él.

Perón en Madrid, en 1966
Perón en Madrid, en 1966 (Photo by Apic/Getty Images)

[Reflexiones sobre la situación del país en 1965]

Una patente ignorancia y una inaudit falto de grandeza en los hombres que las circunstancias han puesto en situación de decidir, están malogrando las posibilidades de llegar a una solución, por pretender resolver el problema mediante fórmulas y esquemas dirigidos a burlar la voluntad popular y no a satisfacerla.

Nosotros no tenemos ni tendremos el mundo en nuestras manos; pero sí algo más grande e importante. Nuestros ideales y nuestras soluciones.

Estamos convencidos de que el mundo podría salvarse con esos ideales y soluciones. Justicia social, independencia económica y soberanía política.

Sé que alguna vez hemos transitado por el error; pero empezar por reconocerlo nos hace menos imperfectos que antes de cometerlo. Aquí, habría que repetir la sentencia árabe:

"Si me engaña una vez, lo maldigo.

Si dos, lo maldigo y me maldigo.

Si tres, me maldigo"

Hemos avanzado a costa de nuestra propia piel, que es como interpretan los tontos la experiencia. según Bismarck.

Los hombres se separan en hedonistas, que son los que aguardan todo de los demás, y en justicialistas, que deben aguardar todo de sí mismos para compartirlo con un sentido de la solidaridad y la justicia, tal como está en el Evangelio.

El triunfo no me enerva.He alcanzado una etapa en mi experiencia en que puedo hacer más mía la actitud de un filósofo estoico: he llegado a soportar la victoria.

Estoy en un punto de mi vida en que ni el triunfo em exalta, ni la derrota me deprime. Pero estoy seguro que ahora mismo me animaría a ganar una elección general en la Argentina, con el 70 por ciento de los votos, sólo con los 'derechos del trabajador' como plataforma.

[Por la misma fecha, a propósito del vandorismo]

Si yo hubiera creído que cualquiera de esos hombres que estaban pretendiendo reemplazarme tenía las virtudes necesarias y las cualidades indispensables para mantener el movimiento de pie, entonces sí, ¿no lo había hecho ya? ¿Acaso Cooke no fue un ejemplo personal de que mi proceder estaba orientado a dejar un continuador, no un sucesor?

John William Cooke junto a
John William Cooke junto a Perón

[Sobre Aramburu]

Muchas veces le deseé la muerte (a Aramburu). No sólo a él, sino a varios de sus secuaces; sin embargo, hubiese sido incapaz de cometer el atrevimiento de semejante orden. Había dos explicaciones fundamentales que demuestran esa afirmación: la primera fue que a mí y al movimiento no le convenía políticamente introducir un hecho de sangre tan significativo en ese momento, pues estaba claro ya que la dictadura tenía para pocos años más y a nosotros nos importaba ingresar al gobierno con las manos limpias de sangre. El segundo dato fue que ya se hablaba cotidianamente de la firme convicción de Aramburu de conversar conmigo para fomentar una pacificación nacional que incluyese a todos los partidos políticos y, sin demora, iniciar un proyecto pacificador para cambiar el gobierno.

El hecho de que Onganía había mandado matar a Aramburu para cargármelo a mí fue un comentario conocido en ese momento. Después, la historia siguió su curso y quien haya sido el autor intelectual de semejante barbarie sacó buenos frutos de ello, porque yo no pude conciliar ninguna política común con la oposición.

[Los contactos con Balbín]

Cuando me entrevisté con Balbín por primera vez, después de tantísimos años, nuestra conversación derivó hacia la unidad y la conciliación nacional; inclusive proponiéndole que él pusiese los hombres para un gobierno de coalición. Me dijo que no, que el partido no se lo permitiría, que él estaría gustoso pero que en vario círculos de poder hablaban de cosas raras en el manejo indiscriminado de la política que había llevado a cabo yo mismo en el movimiento; que prefería esperar a que le llegara el turno; que si en verdad ese iba a ser el gobierno de la pacificación nacional, él contribuiría desde afuera, pero que para lograr esa paz, yo iba a tener que sacarme de encima a varios guerreros, clara alusión ala asesinato del general Aramburu. (…..)

[Consecuencias de la concentración del capital]

La concentración del capital en pocas manos, traerá aparejadas dos cosas de altísimo nivel por su trascendencia vital. ¡Primero la dirección y discrecionalidad del capital invertido; segundo, la aparición de grandes focos marginales!

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