El 18 de septiembre de 1948 los boxeadores José María Gatica y Alfredo Prada se enfrentaban por tercera vez. Cada una de las peleas eran vividas como un verdadero clásico. Esa noche el Luna Park, que explotaba de gente, contaba con un espectador de lujo, Juan Domingo Perón.
Para entonces, el presidente ya había dado la orden de detener a Cipriano Reyes, una persona clave en la movilización de las masas del 17 de octubre de 1945. A Reyes lo acusaban de urdir un plan para asesinar al primer mandatario junto a Eva Perón.
Esta es la historia.
Cipriano Reyes había nacido en Lincoln el 7 de agosto de 1906. Ya de muy joven trabajó en una vidriería, aprendió a sobrevivir haciendo changas, después logró entrar en el frigorífico Armour y, luego de haber vivido en Necochea, en 1942 se estableció en Berisso, donde lo emplearon en el Anglo.
A pura voluntad y entusiasmo se fue formando en el sindicalismo y así en 1943, creó el Sindicato Autónomo de la Industria de la Carne, en oposición al comunista Jose Peter, que estaba al frente de la Federacion de Obreros de la Industria de la Carne. Aún no lo sabía, pero Reyes trascendería los suburbios de Berisso.
¿Cómo se llegó al 17 de Octubre?
Luego del golpe del 4 de junio de 1943, el tándem Edelmiro J. Farrel-Juan Domingo Perón manejaba las riendas del gobierno. A muchos les llamó la atención que Perón hubiera pedido la irrelevante jefatura del Departamento Nacional del Trabajo. Pronto, esta dependencia sería fagocitada por la Secretaría de Trabajo y Previsión, también a cargo de Perón. Y cuando desplazaron al general Ramírez de la presidencia, Perón fue nombrado Ministro de Guerra y vicepresidente.
Fue durante la gestión de Perón cuando entraron en vigencia diversas leyes laborales que, hasta ese momento habían integrado listas de viejas peticiones obreras. Se estaba modificando el sistema de régimen laboral y los sindicatos vieron en Perón a un interlocutor válido para que sus reinvindicaciones se hicieran realidad. La firma de convenios colectivos de trabajo, la indemnización por despido, el reconocimiento de la jubilación o la creación de tribunales de trabajo fueron algunas de las medidas que fueron el inicio de un sólido vínculo entre Perón y el mundo de los trabajadores.
De todas formas, el gobierno no la tenía fácil, ya que diversos sectores le exigían la normalización institucional. Al gobierno llegaron sendos planteos provenientes del fuerte sector militar, que quería quitar a Perón del medio. Qué mejor presionar a la Casa Rosada con una marcha, que reclamase por la vigencia de la Constitución. Así fue como el 19 de septiembre todo el arco opositor -radicales, socialistas, conservadores, demócratas cristianos, demócratas progresistas- realizaron la Marcha de la Constitución y la Libertad, que congregó a alrededor de 200 mil personas. Mostró el descontento popular hacia el gobierno, quien tomó nota.
El 8 de octubre, día de su cumpleaños, Perón presentó la renuncia a todos sus cargos. Y es acá cuando aparece Cipriano Reyes.
"Hay que sacar a la gente a la calle"
A Perón lo llevaron detenido con débiles argumentos a Martín García, y lo alojaron en lo que hoy es la escuela de la isla. Ya sea parte de una maniobra o una actitud sincera, Perón amagó con dejar la vida pública e irse con Evita. Ella contactó a varios abogados para que presentasen un hablas corpus y lo dejasen ir. Finalmente, a Perón lo trasladaron al Hospital Militar Central donde, desde el piso 11, se sabía dueño de la situación.
Sólo esperaba el momento. Como desde el sindicalismo presionaban por conocer el paradero de Perón, los primeros en reaccionar fueron los obreros del Sindicato Autónomo de Obreros de la Carne, liderados por Cipriano Reyes. Su objetivo era movilizar gente al Hospital Militar y forzar la liberación de Perón.
"Hay que sacar a toda la gente a la calle. Si mañana Perón está en el hospital militar, tendremos que ir a buscarlo allí", tal como reproduce Gambini en su Historia del Peronismo.
En la mañana del 16, Reyes dijo que "una marcha a Buenos Aires, eso es lo que necesitamos". A la tarde de ese día, los obreros liderados por Reyes se convocaron en la esquina de Montevideo y Callao, en el Barrio San Carlos, de Berisso. Si bien fueron dispersos por la policía, quisieron llegar a la destilería de YPF en Ensenada para comprometer a los obreros petroleros. Mientras tanto Reyes, en Avellaneda, impedía la entrada de los obreros al frigorífico Wilson y a la fábrica Siam Di Tella.
La columna obrera encaró el puente Pueyrredón para ingresar a la ciudad de Buenos Aires, pero fueron rechazados por la policía en Mitre y Pavón. Otras columnas lograron cruzar por los puentes Uriburu y Victorino de la Plaza pero cuando llegaron a cercanías del barrio de Constitución, el cerco policial los hizo retroceder nuevamente a provincia.
Reyes movilizó su sindicato en oposición al presidente de la Federación Obrera de la Carne, liderada por el comunista José Peter, quien hablaba de "bandas armadas extrañas a los obreros de los frigoríficos y encabezados por Cipriano Reyes…". El enfrentamiento ya no era puramente verbal. Dos días antes se habían tiroteado, en el centro de Ensenada, pegadores de carteles de Peter y de Reyes. En uno de ellos, resultaría muerto Doralio, uno de los hermanos de Cipriano.
Reyes tomó conciencia que, con un poco más de organización, el objetivo de llegar a Plaza de Mayo era viable, más aún cuando comprobaron que la policía relajaba la vigilancia y hasta algunos agentes miraban este movimiento con simpatía. Otros sindicatos se les unieron. La voz comenzó a correr. "Los que están con Perón que se vengan al montón", coreaban.
El miércoles 17
A las 7 de la mañana del miércoles 17 obreros de la carne de Berisso y Ensenada proclamaron una huelga general. Algunos marcharon directamente hacia Avellaneda, otros fueron a la ciudad de La Plata y de ahí en camiones hacia el Riachuelo. Otros sindicatos se plegaron con distintas medidas de fuerza, que afectarían los servicios básicos.
Algunos lograron cruzar antes de que los puentes fueran levantados; otros lo hicieron en barcazas y los más arriesgados ganaron la otra orilla nadando en las aguas pestilentes. Luego en un día de calor húmedo, los manifestantes refrescándose en las fuentes de la plaza y a última hora Perón apareciendo triunfante en el balcón. Para Perón era la coronación de su poder. Pero para Cipriano representaría el inicio de su calvario.
No a las aventuras personalistas
Reyes y otros dirigentes sindicales habían fundado en 1945 el Partido Laborista para apoyar la candidatura de Perón a presidente. En las elecciones de febrero de 1946 este partido arrasó en las provincias de Buenos Aires y Tucumán, y en distritos como Avellaneda y La Matanza.
Reyes fue electo diputado y se sentía importante: había iniciado la movilización del 17 de octubre y su partido le había dado un caudal electoral importante a Perón. Cipriano quería hacer valer esos votos.
Pero el líder justicialista tenía sus propios planes. En mayo anunció la disolución de los partidos que lo habían apoyado y la creación del Partido Único de la Revolución Nacional. ¿Habría que buscar la motivación de esta medida cuando Domingo Mercante asumió como gobernador bonaerense? Ese 16 de mayo Perón -que estaba en el palco- debió poner su mejor cara cuando un numeroso grupo que había llevado Reyes empezó a corear "Ciprianoooo….". Mercante no tuvo más remedio que sentarlo junto a él. Perón prefirió no hablar. Ya estaba todo dicho.
Cuando se conoció la decisión del presidente electo (Perón asumiría el 4 de junio) Cipriano Reyes no acató la orden. "Los trabajadores no podemos ser parte de ninguna aventura personalista…", protestaba.
Reyes se propuso resistir en la Capital Federal y provincia de Buenos Aires, donde su partido era fuerte. Se lo tentó con la presidencia de la Cámara de Diputados a cambio de que desistiera. Pero no hubo caso. "…No sirvo para tocar la campanilla…", decía.
Al cumplirse el primer aniversario del 17 de octubre la crisis llego a un punto límite. Mientras el oficialismo organizaba una concentración en la Plaza de Mayo y un baile popular en la avenida 9 de Julio, Cipriano y sus seguidores realizaron dos actos, uno frente al Congreso Nacional y otro en la ciudad de La Plata. Entonces, Reyes echó más nafta al fuego cuando expresó que "aspiramos a una democracia integral, sin amos ni caudillejos".
A Reyes le hicieron la vida imposible. Sufrió diversos atentados, siendo el más trágico el que ocurrió el 4 de julio de 1947 cuando balearon al taxi donde se movilizaba; el conductor falleció y él terminó herido. Y mientras su fuerza política mermaba día a día, desde Presidencia se anunciaba que el Partido Único de la Revolución Nacional se llamaría Partido Peronista.
En 1948 -cuando Perón ordenó disolver el Partido Laborista- un Reyes carente de apoyos políticos, fue finalmente detenido junto a otros dirigentes, como Antonio Jerez, Ricardo Giovanelli y Dardo Cufré.
Lo acusaron de planear el asesinato de Perón y su esposa el 12 de octubre, en una velada a la que asistirían en el Teatro Colón. Con el rótulo de traidor al movimiento, se anunció su detención con grandes títulos en los diarios oficialistas y en las radios.
Se informó que de la conjura estaban comprometidos Walter Beveraggi Allende, Luis García Velloso, dos capellanes militares y hasta un ex funcionario de la embajada norteamericana en Argentina, Johm Griffith, que ya no estaba en el país.
Perón, desde el balcón de la Casa Rosada acusó que "tres grupos de traidores pagados por el oro extranjero desean mi muerte". Uno de ellos era el de Reyes.
Reyes recordó que "fuimos conducidos directamente a las cámaras de tortura, donde nos aplicaron sádicamente la picana eléctrica, con los ojos fuertemente vendados, amordazados, con el cuerpo semi desnudo y completamente amarrados a una cama, mientras hacían funcionar poderosos altoparlantes con músicas y canciones para ahogar nuestros gritos de dolor…".
Después de que todos los implicados fueron interrogados, el juez no encontró motivos para dejarlos detenidos. Si bien la Cámara revocó el fallo, al tiempo todos recuperaron su libertad menos Reyes. Se lo condenó a 4 años de cárcel; cuando los cumplió le adosaron 5 más. El diputado peronista Eduardo Colom admitiría años más tarde: "La verdad es que Perón lo mantuvo preso porque le tenía miedo. Cipriano había jurado matarlo y le sobraban agallas como para hacerlo".
Reyes sería liberado en 1955 cuando la Revolución Libertadora lo indultó.
Ariel Kocik relata que cuando se cruzó con su torturador Salomón Wasserman, lloró de rodillas ante Reyes: "Perdón, Cipriano, perdón ¡Por mis hijos, fueron esos hijos de puta los que me mandaron!".
La pelea entre Gatica Prada de aquella noche de septiembre de 1948, cuando Reyes fue detenido, Gatica la ganó por puntos, en fallo dividido. Reyes también dio pelea: reorganizó el Partido Laborista, aunque no tuvo la relevancia política de antes.
Falleció el 1 de agosto de 2001. Hasta último momento sostuvo: "Al 17 de octubre lo hice yo".
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