– Rendite negro, que con vos no es la cosa!
– Acá no se rinde nadie, mierda! – respondió Hermindo Luna
Era la tarde del domingo 5 de octubre de 1975 y, de esta manera, el joven conscripto hacía frente a un grupo de montoneros, cuando atacaron el Regimiento de Infantería de Monte 29 de Formosa, donde prestaba servicio.
Luna ayudaba a sus padres en las tareas del campo y a dos de sus hermanos que tenían un horno de ladrillos. El 26 de junio había cumplido los 21 años dentro del cuartel y para fin de año se iría de baja. En Las Lomitas, donde vivía con sus padres y sus 12 hermanos, tenía una novia y muchos amigos. Y toda una vida por delante.
Los Montoneros la llamaron "Operación Primicia". En lo que sería el estreno del ejército montonero, con su uniforme azul, atacarían el Regimiento de Infantería de Monte 29. Al mando de la operación estaba Raúl Clemente Yaguer, alias "Roque", número 4 en la línea de conducción de la organización terrorista. De familia eslava, se dice que era un hábil tirador y experto en explosivos.
La operación constó de varias etapas. La primera de ellas fue el secuestro del vuelo 706 de Aerolíneas Argentinas, que transportaba a 106 pasajeros, que hacía el trayecto Aeroparque – Corrientes Fue desviado a Formosa. Paralelamente, otro grupo copó el aeropuerto formoseño El Pucú, donde asesinan a un policía.
De estas acciones los soldados conscriptos del Regimiento 29 estaban completamente ajenos. Después de almorzar, habían jugado un partido de fútbol y se encaminaban a las duchas. Entre ellos estaba Marcelino Torales, albañil, que su sueño de chico humilde y peronista era ser cantante, como Sandro. Y también, entre ellos, había un traidor.
A las 16:25 se aproximaron a la entrada del cuartel cinco camionetas con una treintena de montoneros, fuertemente armados. El soldado Luis Mayol, un santafecino que estudiaba Derecho era también un militante montonero, y fue el que franqueó el paso a los vehículos con los atacantes.
Seguramente en los planes de Montoneros, atacar una unidad como el Regimiento 29 debía ser una acción sencilla. Un día domingo, donde una mínima dotación está relajada, donde nunca ocurría nada y menos a la hora de la siesta. El regimiento estaba ubicado en una provincia donde el peronismo había ganado con el 70% de los votos en las últimas elecciones y donde los soldados que atacarían eran peronistas, "pero de Perón", aclaraban.
Una vez adentro de la unidad, abatieron al sargento Víctor Zanabria que intentaba operar la radio para dar el alerta. Otro grupo de terroristas asesinó a sangre fría a cinco conscriptos que dormían. Cuando se dirigieron a otra de las cuadras donde descansaban soldados, se toparon con Hermindo Luna, que a sus 21 años hizo frente a cinco montoneros que literalmente, lo partieron al medio con una ráfaga de ametralladora. Quedó mortalmente herido.
Algunos soldados intentaron refugiarse en los baños. Y los terroristas arrojaron granadas por las ventanas. El objetivo del ataque era el de robar armamento. El soldado Mayol guió a los atacantes hasta el depósito de armas pero encontraron una tenaz resistencia de conscriptos. Luego de hacerse con 18 FAL y un FAP –un número increíblemente bajo- emprendieron la retirada, temiendo que los refuerzos no demorarían en llegar. Los montoneros sufrieron varias bajas, producto del fuego de una ametralladora que los soldados habían dispuesto cerca del mástil. Uno de los muertos sería el propio Mayol, a quien su fusil se le había trabado al intentar matar al subteniente Massaferro. En el aeropuerto subieron al Boing 737 y a las 18:40 aterrizarían en un campo de una estancia de Rafaela. También abordaron un Cessna 182 con rumbo a Corrientes.En el regimiento quedaron 24 muertos, doce por cada lado. Fallecieron el subteniente Ricardo Massaferro, el sargento Víctor Zanabria, que dejó una esposa y dos hijos, y los soldados Antonio Arrieta, Heriberto Ávalos, José Coronel, Dante Salvatierra, Ismael Sánchez, Tomás Sánchez, Edmundo Sosa, Marcelino Torantes, Alberto Villalba y Hermindo Luna. También murieron tres civiles, ajenos a la acción.
Los familiares de Hermindo Luna se enteraron del ataque al día siguiente, cuando uno de sus hermanos recibió un telegrama en su trabajo. Ese domingo, a 320 km del cuartel, la familia se había reunido para festejarle con empanadas y chivito, el cumpleaños al padre, que había sido el 1 de octubre. Además Jovina, la hermana de Hermindo, cumplía ese mismo día, 11 años. "No me voy a olvidar nunca de ese día", se lamenta.
El ataque había sido realizado durante un gobierno constitucional. Gobernaba Isabel Martínez de Perón aunque del 14 de septiembre estaba en un inexplicable retiro en la localidad cordobesa de Ascochinga, en medio de un descalabro institucional. Al frente del Ejecutivo estaba Italo Luder. El lunes 6 dio a conocer los decretos 2770, 2771 y 2772 que creaba un Consejo de Seguridad Interior y se especificaba la orden de "aniquilar el accionar de los elementos subversivos", en todo el territorio argentino.
Para los conspiradores militares como Videla y Massera el ataque los obligó a poner fecha al certificado de defunción del gobierno. El golpe, un pedido silencioso que cada vez hacía más ruido, se ponía en marcha.
Los años pasaron y muchas fueron las heridas que no lograron cerrar. Por un lado, los nombres de 13 montoneros que murieron en el ataque, fueron incluidos en el Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado y además fueron agregados a la lista de la Conadep. Sus familiares cobraron una indemnización correspondiente a víctimas del terrorismo de Estado, que iban de los 4 a los 7 millones de pesos.
La contracara fue el olvido en el que cayeron los soldados conscriptos, que cumplían con la ley del servicio militar obligatorio. En 2012 un proyecto de diputados formoseños estipulaba una indemnización, por única vez, de un millón de pesos para los familiares de los soldados. Pero fue difícil establecer consensos. Algunos partidos votaron en contra, otros se abstuvieron; organizaciones defensoras de los derechos humanos argumentaron que los familiares estaban amparados en el sistema de pensiones contemplado en estos casos. En definitiva los familiares, todas familias humildes y postergadas, percibieron una pensión mínima.
A Luna, joven peronista, y a sus compañeros que murieron con él, existen quienes les siguen intimando que se rindan al olvido. Claro que no comprenden que esos conscriptos –que murieron en defensa de la democracia y las instituciones- esperan que todos hagan lo mismo. Aún 43 años después.