Una fuga espectacular y una casa "visitada" por la CIA

La vida de John William Cooke fue excepcional en muchos sentidos. Fue el diputado peronista más joven en 1946. En 1955, Perón lo nombró delegado y sucesor. En 1957, huyó del penal de Río Gallegos y Chile le da asilo político. Diez años después, la CIA lo tendrá en la mira y será objeto de una operación secreta

Guardar
John William Cooke. Falleció hace 50 años, el 19 de septiembre de |968
John William Cooke. Falleció hace 50 años, el 19 de septiembre de |968

En la madrugada del 18 de marzo de 1957, seis presos políticos se fugan del penal de Río Gallegos. Para ello, sobornaron a un guardiacárcel. Un vehículo los recoge a la salida de la cárcel y los cruza a Chile, donde el gobierno les da asilo. Excepto a uno, al que consideran un delincuente común.

Tras el golpe de Estado de 1955, decenas de referentes peronistas fueron encarcelados en distintas cárceles del país. Algunos de ellos fueron trasladados de una cárcel a otra.

John William Cooke, diputado mandato cumplido e interventor del Partido Justicialista de la Capital Federal en el momento del golpe, es arrestado en octubre de 1955 y enviado a la Penitenciaría de la avenida Las Heras, que años más tarde fue demolida. Hoy es un parque.

Durante un año y medio, Cooke fue "paseado" por diferentes cárceles del país: Ushuaia, Río Gallegos, Caseros (Capital), de nuevo a la Penitenciaría, de nuevo Ushuaia y finalmente Río Gallegos.

El penal de Río Gallegos
El penal de Río Gallegos

Allí su destino se cruza con el de otros referentes peronistas: el sindicalista José Espejo, último secretario general de la CGT antes del golpe; otro líder gremial, Pedro Gomis, dirigente del sindicato petrolero; el empresario Jorge Antonio; y Héctor Cámpora, que también había sido diputado. El sexto prisionero que se suma a la fuga fue Guillermo Patricio Kelly, el polémico dirigente nacionalista.

Aunque habían sobornado al jefe de guardiacárceles, el grupo salió de la cárcel llevándose de rehén a un celador. El auto que los esperaba era conducido por un socio de Jorge Antonio, organizador -y financista- de la fuga.

Chile se negó a extraditar a los fugados. Salvo en el caso de Kelly, a quien no consideraron preso político. Este se volvería a fugar poco después, esta vez de la cárcel chilena donde esperaba la decisión sobre su extradición.

¡Buscados! Los presos políticos que se fugaron de la cárcel durante la llamada Revolución Libertadora
¡Buscados! Los presos políticos que se fugaron de la cárcel durante la llamada Revolución Libertadora

La fuga había causado gran impacto y era una humillación para el régimen de facto. Afiches con las fotografías de los prófugos fueron exhibidos en todo el país y en la prensa.

Entretanto, desde Caracas, Perón, que había calificado la fuga como "fabulosa piantada", le pedía a Cooke que todos los fugados se trasladasen a Venezuela para reunirse con él.

Curiosamente, Cámpora, que años más tarde sería designado candidato a presidente en sustitución de Perón que seguía proscripto, había decidido dejar de hacer política. Así se lo informa el propio Cooke a Perón: "Cámpora, al ser detenido, le hizo una promesa a Dios de que jamás volvería a actuar en política. Como se pasa el día rezando, no creo que viole su juramento. En todo momento manifestó que no era hombre de lucha, así que no puede ser de utilidad. Aclaro que siempre reiteró su amistad y su reconocimiento hacia Ud., así que mis apreciaciones se aplican únicamente a sus posibilidades combativas", escribió Cooke, en carta al general.  

El empresario Jorge Antonio junto a Perón e Isabel en España
El empresario Jorge Antonio junto a Perón e Isabel en España

Cooke, que estando en prisión había sido investido como delegado y sucesor de Perón, se reunió con él en Caracas y participó de la negociación del pacto que le permitió a Arturo Frondizi llegar a la presidencia con los votos del peronismo.

En la mira de la CIA

Años más tarde, a fines de marzo de 1967, agentes de la CIA ingresaron al departamento que John William Cooke iba a ocupar temporalmente en un viaje a Montevideo, lo revisaron todo e instalaron un sistema de escucha. Ya se verá el motivo.

John William Cooke y su esposa, Alicia Eguren
John William Cooke y su esposa, Alicia Eguren

Lo que es seguro es que Cooke murió, el 19 de septiembre de 1968, sin enterarse de esta intrusión, porque la operación fue revelada recién en 1975, cuando un agente de operaciones secretas de la CIA, Philip Agee, que se había retirado de la Compañía en 1969, publicó un libro (La CIA por dentro) en el que relataba sus experiencias en las estaciones en las que había trabajado, principalmente Quito y Montevideo.

En 1967, iba a tener lugar en Punta del Este, Uruguay, una Conferencia de la OEA a la que asistiría el presidente de los Estados Unidos, Lyndon Johnson. La estación de la CIA en Uruguay fue reforzada y se intensificaron las tareas de inteligencia en previsión de posibles atentados.

"Si a Johnson llegaran a asesinarlo aquí, no sería por falta de protección", escribió Agee en su diario el 1º de marzo de 1967, en referencia al despliegue preventivo hecho por la seguridad norteamericana.

Un mes más tarde, el 2 de abril, anota: "Cada día parece que surge una nueva historia sobre un plan terrorista para asaltar, colocar bombas, veneno o, simplemente, maldecir la conferencia. (…) Pero hubo una historia que no podía tomarse a la ligera y que me retuvo día y noche la semana pasada tratando de resolverla".

Esa historia concernía a John William Cooke, entonces ex delegado de Perón. A Agee le había llegado un informe firmado por BIDAFFY-1, nombre en clave de "un agente de infiltración de la estación de Buenos Aires que está mezclado con el grupo terrorista de John William Cooke".

Agee describe al hombre que debe vigilar: "Cooke es un conocido peronista de extrema izquierda que también trabaja con la inteligencia cubana. El informe decía que Cooke y un número no especificado de sus seguidores vendrían a Montevideo antes de la conferencia para infiltrarse en el área restringida de Punta del Este y colocar bombas y otros operativos terroristas que puedan montar".

Para la CIA, Cooke era un hombre de la Inteligencia cubana
Para la CIA, Cooke era un hombre de la Inteligencia cubana

En ese entonces, el Cooke que era blanco del espionaje estadounidense ya estaba muy alejado de Perón y de su estrategia. Y el señalamiento que hace Agee de que Cooke "también trabaja para la inteligencia cubana" no era un infundio. Cooke ya había abrazado esa causa y ese modelo.

Cuenta Agee que el informe de su agente decía que Cooke y sus acompañantes, cuyos nombres no habían sido suministrados, se instalarían en un departamento "que pertenece a Cooke" ubicado en un edificio llamado Rambla Hotel frente a la playa de Pocitos. La CIA pone entonces en marcha un operativo para ingresar al departamento sin que se notara. De comprobarse la veracidad de la denuncia del agente en Buenos Aires, darían aviso a la policía local y Cooke sería arrestado.

Tras alquilar una habitación en el mismo edificio, convocaron a Frank Shermo, oficial técnico basado en Buenos Aires."Durante dos largas noches -escribe Agee- Shermo intentó en vano abrir la cerradura del departamento de Cooke con herramientas de precisión; al final, decidió hacer una llave y pudo abrirlo a la tercera noche".

"Anoche [en referencia al 1º de abril] por fin Sherno pudo abrir la puerta. En nuestra primera entrada, después de revisar cuidadosamente para ver si no había una trampa 'cazabobos', encontramos un gran embalaje de madera en el dormitorio principal -con un tamaño como para contener armas, rifles-. Estaba bien cerrado y reforzado con flejes, pero uno de los paneles estaba roto cerca de una esquina. Por el agujero pude ver que había libros, revistas y otros materiales impresos, que podían ser la cobertura de otros objetos más importantes. Decidí no tocar el embalaje, pero aprovechamos para instalar dos radiotransmisores operados a batería, uno en los resortes de la cama y otro en la caja de la cortina".

Augusto Vandor, Cooke, Perón y Andres Framini
Augusto Vandor, Cooke, Perón y Andres Framini

El jefe del Servicio Secreto estadounidense, que había desembarcado en Uruguay en preparación de la visita presidencial, le ofrece a Agee una máquina portátil de rayos X, "que es la que el Servicio usa para revisar los objetos que le regalan al presidente Johnson".

En una segunda entrada subrepticia al departamento de Cooke, esta vez con la máquina de rayos X, las placas tomadas al embalaje no revelan la presencia de ningún objeto extraño. Con ironía., Agee concluyó. "En mi informe recomendaré una recompensa especial a BIDAFFY-1 por su imaginación".

Estos son sólo dos episodios de una trayectoria excepcional, como excepcionales eran los tiempos que a Cooke y a tantos otros de su generación les tocó vivir.

John William Cooke murió de cáncer el 19 de septiembre de 1968, en el Hospital de Clínicas de la Capital. Tenía 49 años. Su viuda, Alicia Eguren, fue secuestrada y asesinada por la dictadura en enero de 1977.

Muchos años después, en septiembre de 2014, siguiendo el deseo expresado por el propio Cooke, sus cenizas fueron arrojadas al Río de la Plata.

Las cenizas de John William Cooke son arrojadas al Río de La Plata (año 2014)
Las cenizas de John William Cooke son arrojadas al Río de La Plata (año 2014)

Seguí leyendo: El hombre que quiso llevar a Perón a Cuba

La correspondencia Perón-Cooke: un manual de conducción política

Guardar