A 52 años del golpe contra Arturo Illia

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El golpe estaba planeado para ejecutarse el lunes 27 de junio de 1966. Cuando los conspiradores tuvieron la seguridad que todos los principales mandos y tropas les respondían, informaron a la Casa Rosada que no contaba con efectivos para sostener al gobierno. Pero no contaron con un imprevisto.

La guardia en la casa de gobierno estaba conformada por 30 granaderos, al mando del teniente Aliberto Rodrigáñez Ricchieri, descendiente de un granadero que cruzó los Andes y del ministro de Guerra de Julio A. Roca. Este joven oficial pensaba cumplir con sus órdenes, que era la de defender al presidente. Sólo contaba con treinta fusiles y dos ametralladoras, las que emplazó en la entrada. Cerró puertas y ventanas y se preparó para la defensa.

El general Julio Alsogaray no lo podía creer. El jefe del regimiento de Granaderos también se negó a convencer a Rodrigáñez Ricchieri a rendirse porque el joven oficial estaba cumpliendo con su deber. Todo terminó horas después, cuando el propio Illia lo relevó de semejante responsabilidad. El golpe se efectivizó el martes 28.

El último acto público del presidente sería la inauguración de una escuela en Belle Ville, en la provincia de Córdoba. Arturo Illia, un bonaerense nacido en Pergamino y radicado en Cruz del Eje, donde ejerció la medicina y la militancia radical, había alcanzado la presidencia con el 25,8% de los votos, que le supuso 168 electores; para alcanzar los 270 necesarios hubo en el medio un complicado sistema de alianzas y apoyos.
A lo largo de su administración, anuló los contratos petroleros que habían sido suscripto por Arturo Frondizi. Negociadores norteamericanos enviados por John Kennedy lograron que las empresas petroleras afectadas fueran indemnizadas. Asimismo, impulsó la ley de Medicamentos, que regulaba la producción, fijando límites a los precios y a la publicidad y reglamentó la ley de Asociaciones Profesionales, a fin de democratizar los sindicatos. Subió el presupuesto de Educación y en materia de relaciones exteriores, logró la sanción de la Resolución 2065 de Naciones Unidas, que invitaba a Argentina y al Reino Unido a continuar las negociaciones por la soberanía de las Islas Malvinas.

¿Qué ocurría con la economía? En 1963 creció un 2,4%; en 1964, 10% y en 1965 un 9%. Hizo crecer el salario y redujo el endeudamiento externo.

Pero Illia soslayó dos cuestiones importantes: la proscripción del peronismo y los militares, que fueron descuidados en un plan de gobierno austero pero efectivo.
Enseguida, militares como el general Onganía, aliados con miembros del establishment y medios de comunicación, iniciaron una campaña de desprestigio sin antecedentes.

Hasta llegaron a adjudicarle el mote de "tortuga" por la supuesta lentitud de su administración o caricaturizarlo con una paloma sobre su cabeza. Según me relataron en su momento algunos de sus colaboradores, éstos le insistían en el hecho de tratar de contrarrestar los embates de la prensa. Pero Illia, que había visto en su viaje a Europa cómo la Alemania nazi y la Italia fascista manipulaban los medios de comunicación, no quiso saber nada.

La conspiración de los militares, algunos sectores del peronismo y los sindicalistas que veían su poder recortado por la ley de Asociaciones Profesionales fue demasiado. Hubo planes de lucha con tomas de fábricas y huelgas.
Contrariamente a lo que se suponía, Illia tenía un carácter fuerte y siempre fue fiel a sus convicciones, lo que le provocó enfrentamientos con los sectores más arriba mencionados y hasta con la conducción de su propio partido, liderado por Ricardo Balbín, quien lo visitaba en casa de gobierno para reclamarle más acción.

A las 7:30 de un frío 28 de junio de 1966 Illia dejaba la Casa Rosada rodeado de sus colaboradores. Rechazó un auto oficial. Para sorpresa de muchos, se subió a un taxi que lo llevaría a la casa de su hermano en Martínez.

Décadas después vendrían, tarde, los mea culpa de los golpistas. Aún recordaban las últimas palabras del presidente depuesto: "El país les recriminará siempre esta usurpación y hasta dudo que sus propias conciencias puedan explicar lo hecho".

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