La increíble guerra entre Edison y Tesla por el futuro de la electricidad

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Como si hubiera salido de una película de Hollywood, los enfrentamientos entre dos mentes geniales como lo eran la de Thomas Edison y Nikolai Tesla fueron de menor a mayor hasta llegar a su última batalla, la de la corriente continua versus la corriente alterna. El vencedor determinaría la energía que luego usaría el mundo para siempre.

La historia entre Thomas Alva Edison Y Nikola Tesla tienen más desencuentros que encuentros. Ambos habían trabajado juntos en el taller laboratorio de Edison, pero sus diferencias sobre el uso de la electricidad los llevaron a tomar caminos contrarios, cruzados por la enemistad hasta puntos impensados. Nicola Tesla era un estudiante brillante que había sido recomendado por su capacidad para formar parte del taller de Edison en Nueva York. Al ver las aptitudes que mostraba Nikola, Edison no esperó ni un día y decidió ponerlo a trabajar rápidamente en su proyecto más ambicioso: dar luz eléctrica a las familias más ricas de la ciudad.

Tesla, obsesionado por los beneficios de la corriente alterna, la propuso como solución a las limitaciones que ya comenzaba a mostrar el uso y distribución de la corriente continua, que era la elegida por Edison. El norteamericano, lejos de aceptar ideas tan diferentes, y sin poner en riesgo el crecimiento del negocio, le exigió mejorar los rendimientos sin modificar la dirección que llevaba el proyecto. Por otro lado, consideraba que la corriente alterna era muy peligrosa e incontrolable y podría incendiar toda Nueva York.

Estas diferencias hicieron que Tesla saliera del proyecto y se pusiera a buscar quien patrocinara sus innovadoras ideas. Así llegó a George Westinghouse, un millonario neoyorquino quien decidió apadrinar sus proyectos conformando la Westinghouse Electric Co. El ambicioso proyecto de Tesla no se quedaría en la posibilidad de iluminar la ciudad de Nueva York, también propondría con sus desarrollos la utilización de la corriente alterna como energía para alimentar sus llamados motores Tesla (motores de inducción eléctrica), con capacidad para motorizar plantas industriales y elementos de tracción eléctrica.

Edison, a esta altura feroz enemigo de Tesla, decidió dar a conocer a la sociedad los riesgos del uso de la energía fomentada por el austríaco, a la que denominaba la corriente de la muerte y comenzó a realizar demostraciones para humillar y ridiculizar a su enemigo. Entre otras cosas, electrificó públicamente animales de distintos tamaños y pesos, con corriente alterna, por supuesto.

La batalla de las corrientes tuvo su punto más fuerte con un suceso puntual: en 1893 se organizó un comité de expertos para decidir acerca del aprovechamiento de la energía de las Cataratas del Niágara. Se había abierto una licitación para desarrollar una gran central hidroeléctrica que pudiera proveer masivamente de energía. El concurso requería el proyecto completo y la tecnología que se proponía para llevarlo a cabo. Como era de esperarse, se presentaron diversas compañías. Se recibieron ambiciosos proyectos por parte de la liderada por Edison, y otro por parte de Tesla, con la Westinghouse Electric Co. El comité finalmente decidió elegir el proyecto de Tesla basado en la corriente alterna, lo que provocó no solo una crisis en Edison, sino también en su compañía, que pasó a llamarse General Electric y a mutar su desarrollo hacia la nueva tendencia eléctrica.

Las batallas legales por las patentes, y características particulares en la personalidad de Tesla, hicieron que este genial creador fuera olvidado durante gran parte del siglo XX. Telsa murió en 1943 entre la ruina, la soledad y la locura y Edison quedó en la historia, pero no precisamente gracias a esta batalla.

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