En Tiempos rojos. El impacto de la Revolución Rusa en la Argentina (Sudamericana, 2017), el historiador Hernán Camarero repasa el modo en que el espectro político y social argentino –de derecha a izquierda- leyó el proceso de Octubre del 17 y su incidencia en algunos realineamientos y rupturas entre las corrientes que se definían como socialistas. El libro sintetiza los acontecimientos del período 1917-1921 y, además, historia dentro de la historia, describe el surgimiento del Partido Comunista Argentino. De paso, rescata una figura fundadora, la del obrero gráfico José Fernando Penelón, víctima del estalinismo criollo que, a imagen y semejanza del ruso, borró de la historia a las figuras carismáticas y con pensamiento propio.
Hernán Camarero es historiador, enseña Argentina III en la carrera de Historia en la UBA y es investigador del Conicet y del Instituto de Historia Argentina y Americana Emilio Ravignani. Su especialidad es la historia social y política y es también autor de A la conquista de la clase obrera. Los comunistas y el mundo del trabajo en la Argentina, 1920-1935 (Siglo XXI Editora Iberoamericana, 2007) y El Partido Socialista en Argentina. Sociedad, política e ideas a través de un siglo (en coautoría, Prometeo Libros, 2005).
En esta charla con Infobae, a cien años de los días que conmovieron al mundo –como bien dijo John Reed-, Hernán Camarero expone las diferentes, casi antagónicas, lecturas de la Revolución y explica qué rescata la Rusia de hoy de los "sucesos de 1917".
— El surgimiento del Partido Comunista Argentino se vincula con la Revolución Rusa. ¿Esa marca de origen explica la evolución posterior de ese partido, su relativa marginalidad en la historia argentina?
— Yo diría que la Revolución incidió en el desenlace del proceso de formación del PC local, que previamente se había fundado con el nombre de Partido Socialista Internacional, entre el 18 y el 20 funcionó con ese nombre, surgido como una disidencia del ala izquierda del Partido Socialista que venía de 1911, 1912. Entonces, la formación del PC en realidad ya se iba motivando por cuestiones previas a la Revolución. El detonante, lo que le termina confiriendo identidad, y efectivamente una marca fuerte de ahí en adelante, es la Revolución Rusa, el apoyo a ese proceso y luego al régimen soviético. Esa es una marca muy fuerte.
— Se señala en el libro la dificultad del Partido Comunista para penetrar en la clase obrera, ¿cuál es la explicación?
— Relativizaría eso. En mi libro tomo el período inicial, los primeros cinco años, cuando esa dificultad para insertarse en la clase obrera era manifiesta. Sin embargo, en la década del 20, en los años 30 sobre todo, el Partido Comunista logró tener un nivel de inserción en la clase obrera, sobre todo en la clase obrera industrial, que luego con la irrupción del peronismo va a perder. De cualquier modo siempre estuvo presente en la historia del PC cierta dificultad para comprender el entramado de la sociedad argentina. Inclusive cuando surge como partido no tiene una caracterización precisa de la estructura económica y social del país. Uno podía leer el diario del PSI o del PC de los primeros años y lo leía en Europa y era igual; no había una lectura precisa de la realidad local. Luego se fue forjando una definición, la que tuvo el PC durante muchísimo tiempo, de que la Argentina necesitaba una revolución por etapas: primero una revolución democrática agraria antiimperialista, que completara las tareas democráticas burguesas y luego empalmara el camino al socialismo. Es decir, desde fines de los 20, el PC definió un tipo de revolución diferente a lo que había ocurrido en Rusia.
— Sí, casi contraria.
— Toda vez que justamente la particularidad de la revolución rusa fue que rápidamente la revolución democrática devino en revolución socialista.
— Que fue la visión de Lenin…
— De Lenin y de Trotsky en realidad, porque inicialmente, durante todo un largo período, Lenin tenía una concepción en la cual diferenciaba la revolución democrática de la revolución socialista. Después de la Revolución de Febrero, sus "Tesis de abril" expresan el viraje hacia una posición bastante semejante a la de Trotsky que, como balance de la revolución de 1905, venía planteando que lo más probable era que la revolución en Rusia adoptara el carácter de "revolución permanente".
— Llama la atención la subordinación tan rígida del PC argentino a lo que definía Moscú como etapa. Otros partidos comunistas del mundo, en Europa por ejemplo, en determinado momento tomaron un camino más autónomo.
— Sí, costó igualmente, es decir, fue muchos años después. En la segunda posguerra. Si hablamos del eurocomunismo.
— Es verdad, tardíamente. Pero ¿qué lo explica? ¿Es la fuerza del mito? Como pasaría después en la izquierda latinoamericana con La Habana…
— Sí, tiene que ver en parte con el profundísimo impacto que significó la Revolución Rusa. Era ineludible ver la profundidad que tuvo ese fenómeno, la radicalidad, la construcción de un mundo alternativo. Operaba como un imán. Todos los comunistas del mundo miraron hacia allí, tuvieron como punto de referencia a Rusia, a la revolución rusa. Además, una revolución que se propuso, sobre todo en los primeros años, exportarse, convertirse en una revolución internacional. Los bolcheviques, en sus inicios, estaban convencidos de que si no triunfaban en el resto del mundo el camino de construcción del socialismo iba a ser abortado.
— Pensaban que no se iban a poder sostener.
— Claramente. En el libro comento esa imagen que usaba Lenin cuando decía "los bolcheviques estamos sentados arriba de la maleta". O sea, tomamos el poder pero si no triunfa la revolución como mínimo en Alemania la nuestra no tiene destino. La revolución debía ser internacional; una idea primigenia del marxismo era la imposibilidad de construir el socialismo en un solo país.
— ¿En qué momento se produce el giro hacia "el socialismo en un solo país"?
— En los años 20, después del balance de la NEP, la Nueva Política Económica que se aplica a partir del 21, empieza a plantearse la posibilidad de que esa situación inesperada, de que los bolcheviques se mantuvieran en el poder sin que triunfase la revolución en el mundo, se convirtiera en una experiencia inédita: que el socialismo lograse construirse como un bastión en la Unión Soviética. Es el primer gran debate teórico que se produce en el seno del Partido. Stalin tiene una posición más intermedia. El que claramente plantea la posibilidad de un largo período de la NEP es Bujarin, mientras que Trotsky sostiene lo opuesto, que el aislamiento llevaría a la derrota y eventualmente a la restauración del capitalismo.
— Tenemos en febrero la "primera" revolución, la gran insurrección que causa la caída del zarismo y el surgimiento del gobierno provisional. Y en octubre la toma del poder por el Partido Bolchevique. Algunos, incluido el Partido Socialista argentino, vieron en esa "segunda" revolución un simple golpe de Estado. A la distancia, ¿no tenían un poco de razón?
— Acá interesa el análisis histórico. Es decir, elementos de golpe de Estado hubo, en el sentido de que fue un grupo el que adopta la resolución de tomar el poder. Pero era un poder muy descascarado, el gobierno provisional estaba literalmente derrumbado por su nivel de fracaso; el gobierno provisional de Kerenski había abandonado los grandes principios de la revolución de febrero: tierra, paz y trabajo. Es decir, sacar a Rusia de la carnicería de la Primera Guerra mundial, darles la tierra a los campesinos y responder a las demandas de los trabajadores. Ninguna de las tres cosas fue canalizada. Por eso ese gobierno virtualmente se derrumba y el bolchevismo se convierte en una tendencia de masas, sobre todo en las grandes ciudades. Además, la operación de toma del poder se hizo en el momento en que el bolchevismo gana la mayoría de los soviets, que eran organismos muy representativos.
— Podemos decir que la operación sí fue planificada por una minoría, pero con respaldo mayoritario.
— La operación técnica fue definida por el bolchevismo que constituye un Comité Militar Revolucionario que depende del Soviet de Petrogrado. El bolchevismo en ese momento logra reunir una mayoría de delegados en el 2º Congreso Panruso de los Soviets en la semana que se realiza la toma del poder. Ahí hubo un debate muy intenso. Por eso efectivamente el Partido Socialista Argentino, por ejemplo, decía que ese golpe lo había hecho una tendencia socialista de manera sectaria en contra de las otras corrientes. Y efectivamente ahí hay un gris. Incluso algunos bolcheviques preferían esperar. Kamenev por ejemplo proponía esperar para sumar a los llamados social revolucionarios de izquierda, otra tendencia fundamental que tenía mayoría campesina. Eran importantes, al punto que ganan la elección de la Asamblea Constituyente.
— La primera elección después de la revolución.
— Claro, ahí se ve que el bolchevismo no es el primer partido pero, atención, sí es el primer partido en las grandes ciudades. Gana en Moscú y en Petrogrado. La clase obrera respondía mayoritariamente al bolchevismo. Pero en Rusia la mayoría de la población era campesina y el campesinado seguía mayoritariamente a los social revolucionarios. El problema era que éstos estaban muy divididos. Una corriente de izquierda apoyaba al bolchevismo en muchos puntos y luego entra al gobierno. Entonces es un fenómeno tremendamente complejo y creo que hay que romper ciertos clichés, muy en boga durante muchísimo tiempo. Hay toda una inmensa bibliografía de corte liberal, que ha tenido mucho desarrollo, las obras de Robert Service, Richard Pipes, Orlando Figes, hacen hincapié en eso, en retratar lo que ocurrió en octubre como un mero golpe de mano de una minoría de exaltados. Que, atención, es una mirada que está presente en la época, como lo analizo en mi libro, en la Argentina es lo que dicen La Nación y La Vanguardia: hubo un golpe de Estado de un grupo de agitadores.
— Ahora, más allá de golpe o no golpe, ¿no hubo también una impronta sectaria por parte de Lenin? Porque de entrada empiezan a perseguir a los mencheviques. ¿El contexto bastaba para justificar esa actitud?
— Es el problema de la dinámica que adopta el proceso histórico. Ahí otra vez, hay que manejar muy detalladamente la coyuntura, porque se habla mucho del llamado terror rojo, pero técnicamente antes del terror rojo había empezado el llamado terror blanco; revolución y guerra son inescindibles, la revolución triunfa en octubre pero en el contexto de un conflicto que es brutal, de guerra civil, en el cual el régimen soviético durante más de dos años está restringido a algunos grandes centros urbanos y el resto del país no lo controla, lo controlan los ejércitos blancos. La guerra civil en Rusia fue tremendamente cruenta. Y eso fue un elemento decisivo. La dinámica de la guerra civil marcó los avatares del régimen soviético y lo fue rigidizando, necesariamente alejándolo de lo que el propio Lenin planteaba en las Tesis de Abril, que la clase obrera debía tomar el poder para establecer una comuna, una dictadura del proletariado que adoptaría la forma de un Estado obrero que se iría disolviendo con el paso del tiempo. Bueno, ocurrió lo contrario, justamente porque fue un fenómeno histórico de gran complejidad. Muchas medidas de excepción de este período se convierten luego en permanentes. Por ejemplo, la decisión de prohibir las tendencias, las facciones internas, en el partido. Lenin dice "en el contexto de la guerra civil tenemos que unificar el Partido". El problema es nunca se levantó esa prohibición, Y así pasó con otras medidas de excepción.
Ese es el gran debate: cuánto tuvo de continuidad y cuánto de ruptura el estalinismo
— Es lo que le va a permitir a Stalin sacarse de encima a todos los posibles rivales, los testigos, los protagonistas del proceso inicial…
— Tal cual. Y va a jugar con la idea de que él expresa la continuidad. Cuando en realidad, si uno hila más fino, hay muchos elementos que no son de continuidad sino de ruptura. Ese es el gran debate, es decir, el estalinismo cuánto tuvo de continuidad y cuánto de ruptura. Todo lo que armó la historiografía mayoritaria sobre la revolución rusa y sobre todo la liberal es ver al estalinismo como pura continuidad de Lenin y de los primeros años de la revolución y en realidad hay un debate si lo que ocurrió no fue, en términos históricos, incluso conceptuales, una ruptura. Es decir, triunfó otra dinámica.
— De un lado los liberales plantearon la continuidad pero del otro lado fue al revés, especialmente cuando Stalin empezó a ser revisado, es la tesis de la ruptura. Quizás la respuesta va más por el medio…
— Ese es el debate que está planteado. La mirada de Trotsky por ejemplo es que hay una fosa entre Stalin y la Revolución, un Termidor, el triunfo de una contrarrevolución, eso ya no es la revolución, sino un movimiento de contrarrevolución liderado por la burocracia que representa Stalin. Trotsky le baja el precio a Stalin, dice Stalin es un gris hombre de aparato que expresa el triunfo de una burocracia que ha traicionado la causa de la revolución. Efectivamente son miradas distintas. Por eso es tan apasionante estudiar la Revolución Rusa porque hay choques de interpretaciones muy opuestas.
— Aunque excede el período que abarca este libro, ¿cómo repercute acá la pelea entre Stalin y Trotsky?
— La Argentina fue un laboratorio en el que todas las corrientes, todas las culturas políticas, tuvieron algún tipo de incidencia. Así como tuvimos un Partido Comunista muy precoz, el primer gran partido comunista de América Latina, y lo mismo ocurrió con el Partido Socialista, con el anarquismo, etcétera, tuvimos un trotskismo también precoz, desde 1929 se pueden rastrear los primeros embriones trotskistas, que en realidad no se definían así sino como oposición de izquierda.
— ¿Son disidencias que surgen del Partido Comunista?
— Sí. Técnicamente, el primer grupito, hablamos de un puñado de militantes, surge curiosamente no en el PC oficial sino en un PC disidente liderado por José Fernando Penelón. Pero luego surgen otros dentro del Partido Comunista.
— Hablando de Penelón, ¿cómo alguien que tuvo tanta relevancia en la gestación del PC es casi un desconocido?
— Por una razón bastante clara y es que fue borrado. La propia historiografía del PC tendió a borrarlo, a despreciar su importancia.
— Porque él rompe con ellos…
— Claro, él rompe o es echado en el año 27. Penelón fue la primera gran figura del comunismo argentino y una de las grandes figuras del comunismo latinoamericano; está a la altura de (José Carlos) Mariátegui en Perú, de Julio Antonio Mella en Cuba o de (Luis Emilio) Recabarren en Chile. Fue de la generación que fundó el comunismo latinoamericano. Fue el líder de la corriente de izquierda del Partido Socialista que en el 18 funda el Partido Socialista Internacional y era su figura pública, el primer representante que tuvieron, legislador de la Ciudad. Era dirigente obrero, de la FORA. Un cuadro completo. Es quizás una de las razones por las que fue separado, que tenía demasiada base propia.
— ¿En torno a qué se dio su disidencia?
— En la historia oficial del PC es una escisión por derecha. Penelón expresaba tendencias más bien más moderadas, socialdemócratas. Le imprimía a su cargo de concejal un programa más bien reformista, municipalista, y no lo convertía en un programa revolucionario. Pero en el fondo es que es un dirigente que tiene peso propio. Va a ser denunciado como caudillista, con visos personalistas. Triunfa en el PC el ala dirigida por Vittorio Codovilla y por Rodolfo Ghioldi, cuyo rasgo fundamental es el vínculo directo con Moscú. Hay una lucha de tendencias en el PC local que expresa niveles de aproximación a Moscú, y el que mejor lo representa es Codovilla. Codovilla es el típico dirigente aparachtik.
— Sí, directamente trabajaba para ellos, lo mandan a distintos lugares en representación de Moscú.
— Es uno de los grandes cuadros del comunismo internacional. Participa en España en los años 30. Interviene en partidos comunistas, en México, en Cuba, en Chile. Eso tiene que ver con el lugar que ocupó el PC argentino en el contexto latinoamericano; fue durante muchos años el gran partido comunista de América Latina. Como presencia en la clase obrera en los 30 era significativo. La aparición del peronismo en el 45 cortó un proceso que –y esto es una hipótesis contra fáctica tan débil como cualquier hipótesis contra fáctica- conducía a un Partido Comunista que muy probablemente se hubiera hecho con la dirección del movimiento sindical. A comienzos de los años 40, el movimiento obrero industrial ya lo dirigía el Partido Comunista.
— Este libro es planteado como una contribución –cito- "a un pensamiento y un movimiento afirmados en el objetivo de transformar este mundo aún hostil, injusto y depredador". ¿A qué alude este párrafo?
— Es parte de la utilidad de estudiar la historia. La Revolución Rusa fue un fenómeno extraordinariamente importante que marcó el siglo XX, formó esa teoría de Hobsbawm del siglo corto, del siglo XX que surge por la Primera Guerra Mundial y la Revolución Rusa. Los grandes valores que inspiraron la Revolución Rusa, como un proceso de emancipación social y total, porque en cada cosa que discutimos hoy la Revolución Rusa tiene algo para decir. Por ejemplo, fue vanguardia en el proceso de emancipación de la mujer. Permitió el aborto, el divorcio, debatió la esclavización de la mujer en el trabajo doméstico. Revolucionó el arte, la cultura. Le dio el control de las fábricas a los obreros. Repartió las tierras. Luego ese proceso revirtió, pero inicialmente se trató de un movimiento que no es exagerado llamar de emancipación total. En ese sentido, como gran movimiento de transformación sigue siendo un motivo de inspiración.
No habrá festejo oficial en Rusia y el término Revolución del 17 es sustituido por ‘los sucesos de 1917’
— Estuviste en Rusia recientemente. ¿Ellos recuerdan este día, lo conmemoran todavía oficialmente?
— Estuve hace dos semanas en un congreso. Oficialmente no va a haber una conmemoración. El régimen de Putin no puede conmemorar. De hecho el término Revolución del 17 es sustituido por "los sucesos de 1917". Es una operación bastante compleja en la cual hay una mezcla; se recuperan ciertos momentos, lo que sirve al discurso oficial hoy, la ideología oficial de Rusia es el nacionalismo, volver a hacer grande a Rusia. Se lee la historia rescatando eso. Entonces, por ejemplo, no hay discusión sobre la Guerra Patria.
— La Segunda Guerra… Ellos derrotaron al nazismo.
— Ellos derrotaron al nazismo, tuvieron 27 millones de muertos. Entonces todo lo que tiene que ver con esa guerra es un punto de referencia. La épica del Sputnik, diría, Yuri Gagarin y la empresa aeroespacial porque refleja la grandeza de Rusia. En ese contexto, la figura de Lenin es complicada. Quedan estatuas de Lenin, muchas, porque en un sentido Lenin fue el fundador de la Rusia moderna. Pero al mismo tiempo hay cierta recuperación del período zarista. Los cuerpos del Zar y su familia han sido traídos de nuevo a la catedral, en la fortaleza de Pedro y Pablo, y en la bandera se recuperaron símbolos del zarismo. Entonces, hay una operación bastante complicada, pero claramente no va a haber un festejo oficial como sí se hizo en Francia en ocasión del Bicentenario de la Revolución Francesa (1989). Menciono este ejemplo porque siempre se suele comparar la envergadura de esas dos revoluciones.