Raanan Rein: “No se puede explicar el éxito del peronismo hablando nada más que de Perón”

El historiador israelí acaba de compilar una serie de biografías de figuras de la segunda línea de un movimiento cuyo éxito inicial radicó, dice, en “la capacidad para sentar en el mismo gabinete a socialistas y a conservadores”

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Raanan Rein es historiador y vicepresidente de la Universidad de Tel Aviv
Raanan Rein es historiador y vicepresidente de la Universidad de Tel Aviv

Esta pluralidad, o amplitud, fue en su opinión no sólo uno de los factores del éxito del peronismo sino también una clave para la interpretación del carácter de este movimiento, a cuyo estudio se ha consagrado Rein desde hace muchos años y que considera posible, contrariamente al lugar común de que el peronismo es un "enigma" o un "sentimiento" que no puede estudiarse con metodología científica.

De paso por Buenos Aires, donde fue declarado huésped de honor de la ciudad, Rein explica en esta charla con Infobae por qué propuso hace ya un tiempo enfocar la atención en las trayectorias de los dirigentes que acompañaron a Juan Perón en sus primeros gobiernos. Fruto de aquella iniciativa es el libro Los indispensables. Dirigentes de la segunda línea peronista (UNSAM EDITA, 2017) del que es compilador, junto al historiador platense Claudio Panella, y que reúne trabajos de diferentes historiadores sobre trece de estos cuadros, de muy diversa extracción profesional, social e ideológica, como Ricardo Guardo, Luis Gay, José Freire, Méndez San Martín, Franklin Lucero y otros.

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Raanan Rein es vicepresidente de la Universidad de Tel Aviv, donde dirige la cátedra Elías Sourasky de Historia Española y Latinoamericana. Es uno de los mayores expertos extranjeros en peronismo en la actualidad. Ha estudiado muy a fondo los vínculos del justicialismo con la colectividad judía de Argentina y con el gobierno israelí. En esta materia, su último libro y muy original libro es Los muchachos peronistas judíos.

Y tiene en preparación el de Los muchachos peronistas árabes…

Rein visita periódicamente la Argentina en el marco de sus investigaciones y para dictar conferencias en distintas universidades del país. En esta ocasión recibió el título doctor honoris causa de la Universidad de San Martín.

— En la introducción de este nuevo libro usted dice que le sorprende lo poco que se sabe de toda la segunda línea de cuadros del peronismo…

— Sí, sí. Yo de hecho planteé esta teoría de la segunda línea del liderazgo peronista en un libro publicado acá en el año 98 titulado Peronismo, populismo y política y seguí esta línea después trabajando sobre la figura de Juan Atilio Bramuglia, el primer canciller de Perón. Pero para mi gran satisfacción, esta teoría despertó el interés de varios investigadores que por su cuenta empezaron a preparar biografías políticas de algunas figuras de importancia de la primera hora del peronismo. Y con mi colega platense Claudio Panella empecé un proyecto para arrojar luz sobre varias figuras de este grupo. Publicamos hace tres años el primer tomo sobre la segunda línea y ahora acaba de salir Los indispensables. En total hemos trabajado 29 figuras.

— Muchos de estos nombres apenas son conocidos por el público en general…

— Sí. Debo decir que siempre me sorprendo al ver que de gente que jugó un papel importante en el surgimiento del peronismo, en su consolidación en el poder, en la elaboración de la doctrina peronista, casi no se sabe nada, ni datos tan básicos como la fecha de nacimiento o de muerte. En el tomo anterior, el capítulo que en algún sentido me gustó más fue el dedicado a Alberto Teisaire, uno de los pocos marinos que se sumaron al golpe de Estado del 43, luego ministro en ese gobierno militar, elegido tres veces senador nacional, en el 54 vicepresidente de la República, presidente del Partido Peronista y luego el gran traidor -entre comillas- del peronismo que le daba la justificación a la Revolución Libertadora. Hasta la publicación de este capítulo no se sabía casi nada de él. En este segundo libro, incluimos un artículo sobre el dos veces vicepresidente de Perón, Hortensio Quijano; sobre él tampoco se sabía mucho.

Una compilación de biografías políticas de los hombres que formaron los equipos de Juan Perón durante su primer gobierno
Una compilación de biografías políticas de los hombres que formaron los equipos de Juan Perón durante su primer gobierno

— ¿Y por qué se sabía tan poco?  

— Parece que no le convenía a nadie. Los opositores no querían destacar el hecho que un radical se hubiese sumado al peronismo. Y a los peronistas no les convenía destacar el hecho que un caudillo conservador del interior de la provincia de Corrientes, un oligarca de hecho, se había sumado al peronismo e incluso había jugado un papel importante en su surgimiento. Y así también lo veo en el caso de otras figuras.

Este proyecto es un esfuerzo por mostrar lo heterogéneo que ha sido el peronismo

— ¿Qué se proponen con esta nueva compilación?  

— Para mí la gran importancia de este proyecto es el esfuerzo de mostrar lo heterogéneo que ha sido el peronismo. En el libro anterior, incluí dos textos míos sobre los socialistas, sobre Ángel Borlenghi y Juan Atilio Bramuglia, y en este libro uno sobre Jerónimo Remorino, otro canciller de Perón, conservador. Lo interesante es, y para mí allí radica el secreto del éxito del peronismo, esta capacidad de sentar en el mismo gabinete a socialistas y a conservadores, es decir gente de distintos orígenes políticos e ideológicos. Remorino, casi nadie lo conocía. Pensemos que era sobrino de Julio A Roca hijo, el que firmó el famoso e infame acuerdo Roca-Runciman, con una trayectoria la de Remorino que no tenía mucho que ver con lo popular digamos. Y Perón lo pone en el gabinete. Hay algunas figuras bastante importantes para aparecer en este libro, como Luis Gay, Oscar Ivanissevich, Quijano…

— Es importante esto, porque de algunos de ellos sólo hay una imagen limitada a algún hecho que trascendió y poco más.

— Exactamente. Una de las cosas que sostengo es que al intentar explicar la naturaleza anti-liberal del peronismo y la relación conflictiva del peronismo con la democracia liberal, hay que entender también el aporte y la influencia de figuras conservadoras que vinieron de la derecha, no solamente hablar del tipo de liderazgo de Perón, del carácter populista del movimiento, sino también la influencia de gente como Ivanissevich, Remorino y muchos otros que no estaban entusiasmados con la democracia liberal.

— Ya me dio algunas razones, pero ¿a qué otros factores obedece el olvido de estas figuras o de esta diversidad inicial del peronismo? ¿A un relato que fue cambiando con el tiempo y entonces algunos nombres no "encajan"?

— Tiene que ver con la personalización del sistema político y de la cultura política en la Argentina. Hay una tendencia de los opositores y de los oficialismos de centrar toda la presión en la figura de Perón. Para unos era un deus ex machina, para otros, el diablo ex machina. Y el fenómeno ha sido mucho más complejo y no se puede explicar el éxito del peronismo hablando nada más que de Perón y del tipo de liderazgo que él representaba. Estamos hablando de esta habilidad de Perón de construir alianzas, de formar coaliciones muy heterogéneos. Y eso también explica el carácter reformista y no revolucionario del peronismo. Muchas veces sí empleaban la retórica revolucionaria pero era casi un camuflaje porque Perón en ningún momento pensó llevar adelante una revolución. Reformas sociales, económicas, de todo tipo, eso sí, y bajo la tutela del Estado, pero nada de revolución. Por eso tampoco le gustó el gobierno que formó Cámpora en el 73. Es decir, toda la idea del peronismo tenía que ver con una reforma social que de algún modo erradique la fragmentación revolucionaria en el seno de las masas populares. Los últimos estudios aportan a matizar un poco el cuadro, a enfatizar esta gran heterogeneidad del primer peronismo. Después, a lo largo de los años, distintas corrientes peronistas, distintas figuras peronistas, intentan apropiarse del movimiento, proclamarse los herederos…

— Los auténticos peronistas.

— Exactamente, exactamente.

Está claro que en el último gobierno no hubo voluntad ni capacidad de seguir este tipo de política de alianzas y coaliciones

— Esta diversidad inicial dice también mucho sobre el estilo de conducción, el de Perón. ¿No cree que en buena medida se ha perdido esa vocación o esa capacidad abarcativa?

— Bueno, está claro que en el último gobierno no hubo voluntad ni capacidad de seguir este tipo de política de alianzas y coaliciones. Pero sí hubo a lo largo de los años distintos dirigentes peronistas que intentaron seguir esta línea. Diría que hasta Néstor Kirchner al principio lo intentó. Este estilo de gobierno de Perón tenía que ver también con el carácter de religión política que ha tenido el peronismo a lo largo de los años. Él tenía un estatus santificado, una posición que le permitió arbitrar entre distintas corrientes, a las que les quedaba claro que no tenían una existencia propia sin la tutela de Perón, sin su identificación con Perón y con el movimiento.

— ¿No le llama la atención lo poco que se estudia en general el peronismo en las universidades argentinas?

— Hasta donde yo sé, el peronismo sí se estudia. Sin embargo en muchos ámbitos académicos se estudia en forma muy tendenciosa dejando a los estudiantes poco margen para evaluar, juzgar, criticar ciertos aspectos del peronismo. O en algunos cursos, sobre todo de posgrado, de una forma muy hostil al peronismo sin tampoco evaluar el contenido social del mensaje peronista. Como estoy invitado a dictar conferencias en muchas universidades argentinas yo veo que en cursos de grado y de posgrado sí se estudia el peronismo. Y me encuentro con estudiantes de maestría y doctorado que sí trabajan sobre distintos aspectos del peronismo. Lo que pasa, y eso tiene que ver con una tendencia mundial, es que muchos de estos estudios se enfocan en temas menores, es decir, en estudios de casos muy específicos, pierden la capacidad o ni intentan contextualizar estos estudios de casos en una concepción más general acerca del peronismo, sus raíces, su significación para la sociedad argentina, para la cultura política argentina. Entonces me encuentro con trabajos que a veces son interesantes y bien estudiados, con fuentes primarias, documentación, pero no logran salir del caso puntual para tener una visión más general acerca del peronismo.

— Pero a Perón, ¿se lo lee? Por ejemplo, su correspondencia, sus libros más esenciales como La comunidad organizada y Conducción Política…

—Se lo lee entre los estudiantes que escriben trabajos específicos, no en los cursos introductorios de la Argentina del siglo XX.

Israelíes y argentinos tenemos una tendencia a pensar que somos únicos, que los extranjeros nunca nos van a entender

— Volviendo, al libro, ¿quiénes son los autores de los artículos compilados?

—En su mayoría son historiadores. Son argentinos, los únicos no argentinos que participamos somos mi colega canadiense David Scheinin y yo en este artículo sobre Remorino. Para mí ha sido un placer trabajar con una nueva generación de historiadores argentinos interesados en temas del peronismo pero abiertos a leer una bibliografía menos tradicional y con un ojo comparativo. A mí siempre me molestaron esas expresiones acerca del enigma peronista, el peronismo es un sentimiento, como si no se pudiera estudiar con metodologías históricas. Además me parece que israelíes y argentinos tenemos una tendencia a pensar que somos únicos, que los extranjeros nunca nos van a entender. Pero no hace falta desarrollar una metodología específica para estudiar la historia argentina o cierto fenómeno político argentino y al adoptar una metodología comparativa a veces las cosas se entienden de otra manera.

Veo en el primer peronismo un reconocimiento sin precedentes a las identidades múltiples

— Y hablando de Argentina e Israel, ¿la de Perón fue la mejor etapa de nuestras relaciones?

—Diría primero que en general la Argentina se ha transformado en una tierra prometida para miles y miles de inmigrantes a lo largo del siglo XX. Lo que yo veo en el primer peronismo es un reconocimiento sin precedentes a las identidades múltiples. Con el primer peronismo por vez primera la lealtad argentina no se consideraba incompatible con los lazos con los países de origen. Lo noto sobre todo con respecto a grupos inmigrantes no latinos, argentinos de origen árabe, argentinos de origen judío o de origen japonés. Durante el primer peronismo no se hablaba de doble lealtad, no se cuestionaba la lealtad de ningún argentino porque mantuviera lazos con el país de origen, suyo o de sus antepasados. Y en ese sentido hay un cambio importante que después se mantiene en la Argentina hasta hoy en día. Con respecto al Estado de Israel la Argentina se abstuvo en la votación en la ONU con respecto a la partición de Palestina y el establecimiento del Estado de Israel. Sin embargo una vez que se estableció el país fue el primer país latinoamericano en abrir una embajada en Tel Aviv y durante el primer peronismo se firmó un importante acuerdo comercial entre ambos países. Pero las relaciones siguieron siendo excelentes aún después, con altibajos, pero eran excelentes. Es cierto que durante los tiempos del gobierno anterior al actual, por varios motivos, el gobierno israelí tenía una actitud de sospecha hacia el gobierno argentino, por sus relaciones con el chavismo, por el memorándum firmado con Irán, etcétera. Pero aun así las relaciones son tan fundamentales para ambos países en muchos sentidos que no existía un peligro para las relaciones bilaterales.  Es cierto que ahora se han estrechado bastante y hay visitas de ministros argentinos al Estado de Israel; hay otro clima en las relaciones bilaterales.

— ¿Tienen ustedes esperanzas de que se resuelva en un futuro cercano el conflicto con los palestinos? Todo parece muy congelado…

—Está muy congelado, es cierto. Y parece que por ahora no hay voluntad de ambas partes de avanzar en algún diálogo o negociación. Sigo pensando que la solución de dos Estados es todavía viable y me parece que la derecha israelí, que no tiene interés en un acuerdo de paz porque quiere seguir manteniendo los territorios ocupados en el 67, logra difundir el mito de que ya no es posible la solución de dos Estados. Mucho depende de lo que va a hacer el nuevo hombre de la Casa Blanca, que todavía no está bien claro a dónde va. Es interesante que eligiera a Israel como el primer destino para un viaje al exterior, en menos de tres semanas.

— Volviendo al peronismo, ¿tiene alguna otra línea de investigación prevista?

—Primero, a raíz del interés que provocó el libro Los muchachos peronistas judíos, ahora estoy preparando uno sobre los muchachos peronistas árabes.

— Hay muchísimos.

—Hay muchísimos, sí. Aunque más se sabe sobre el período posterior al 55 con la aparición de partidos neo peronistas en las provincias, de los Saadi, de los Saá, de los Romero Feris, etcétera. La idea es ver cómo se crea esta alianza, entre comillas, entre argentinos de origen árabe en la Capital Federal pero sobre todo en las provincia, y el primer peronismo. Entonces éste es un libro que estoy escribiendo… Otro proyecto tiene que ver con el fútbol y nada que ver con el peronismo. Estamos preparando con dos colegas argentinos un libro sobre los clubes de fútbol en tiempos de la dictadura para ver hasta qué punto la represión se notaba dentro de los clubes. En algunos casos nos encontramos con historias muy interesantes, pero es para otra entrevista… Y tenemos casi lista una compilación de artículos sobre la comunidad organizada en el peronismo, con un capítulo sobre la CGT, la CGE, las distintas organizaciones.

— ¿Cómo fue recibido el libro Los muchachos peronistas judíos por la colectividad argentina?

—Provocó todo tipo de reacciones. A algunos no les gustaba que se hubiera publicado en un año electoral aquí, como si el libro pudiera influir en el voto de algunos judíos en favor del candidato peronista. Muchos dentro de la instituciones de la colectividad siguen manteniendo esta imagen de un Perón nazi-fascista, de un Perón antisemita, y cualquier intento de cuestionar este mito no les es fácil. Entonces algunos prefirieron de antemano no comprar el libro ni leerlo, otros leyeron el libro y no se convencieron para nada, pero he recibido muchos comentarios, aun de los que no están de acuerdo con mis argumentos. Por lo menos a algunos los llevó a repensar algunas cosas, volver a hablar del tema con familiares, con gente mayor de la generación anterior, etcétera. De todos mis libros publicados en este país, y ya tengo varios, éste ha provocado más reacciones y comentarios de todo tipo. Y después de todo eso es lo que nosotros queremos, ¿no? Que nuestros textos provoquen debates, discusiones…

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