"Las primeras maestras tenían prohibido maquillarse y hasta ir a las heladerías"

Con motivo de la reedición de su novela “Mujer y maestra”, la escritora cordobesa Viviana Rivero habló con Infobae sobre los accidentados comienzos de la educación laica en nuestro país, el conflicto que provocó la aparición de los colegios seculares entre el Gobierno y el Vaticano y por qué las primeras maestras hacen excelentes heroínas literarias

Guardar

—Sus novelas suelen desarrollarse en períodos históricos específicos. ¿Qué la llevó a situar la historia de "Mujer y maestra" en la Argentina convulsionada tras la aprobación de la Ley de Educación Común por parte de Roca?

—Bueno, el libro "Mujer maestra" es un libro que fue concebido originalmente para participar en el Premio de Novela Histórica del certamen del gobierno de San Luis, premio que la novela finalmente ganó. Y el tema en esa edición era "la mujer en la construcción del país", y me di cuenta que una mujer que tuvo un rol preponderante en la construcción del país fue la mujer maestra. Las maestras habían cambiado la educación religiosa a laica, fueron las primeras mujeres con vocación, porque la mujer hasta ese momento no tenía vocación, trabajaba pero por necesidad, porque era planchadora, limpiadora, pero no porque tuviera una vocación.

—Hablenos del rol de Sarmiento para que esto sucediese.
—Sarmiento, buscando cambiar la educación en Argentina, viaja a Europa, pero allí se da cuenta que solamente un pedacito de la clase alta tiene acceso a la educación, los demás no. Pero luego en un viaje que hace a Chile encuentra alguien que le sugiere que vaya a Estados Unidos. Y cuando él va allá descubre una educación para todos. La mujer no tenía que ser pobre para trabajar, trabajaba para autosustentarse. Son cosas que él empieza a investigar hasta que llega a Horace Mann Sr, quien es el padre de la educación en Estados Unidos, y éste le propone mandar maestras norteamericanas para que lo ayuden. Ellos estaban aplicando el sistema normalista; el sistema normalista es algo francés pero se había desarrollado mucho en Estados Unidos. Y él acepta, Sarmiento trae 100 mujeres norteamericanas dispuestas a preparar a las argentinas para que aprendan y así es como empieza.

—¿Estaba familiarizada con la historia de este primer colegio laico en Córdoba, que es donde se desarrolla su novela, antes de escribir el libro?
—No, no la conocía. Antes de la promulgación de la Ly 1420, la educación solo estaba exclusivamente en manos religiosas, entonces con los primeros colegios normales pasa a ser laica. El caso de Córdoba, que fue uno de los primeros lugares donde se inaugura un colegio laico, es muy especial, porque era una sociedad tradicional, cerrada, y no querían un colegio que no fuera religioso. Entonces desde los púlpitos de las iglesias se empieza a predicar que no manden a las hijas a estudiar a ese colegio. Y bueno, el gobierno se enoja con el clero y dice basta, no hagan más esto, el clero no deja de hacerlo y el gobierno le pide la documentación al nuncio apostólico, que era el representante del Papa, entrega las credenciales y se retira. Y debido a este pelea originada por el primer colegio normal en Córdoba estuvieron cortadas las relaciones de la Argentina con el Vaticano durante 14 años.

Portada de “Mujer y maestra”
Portada de “Mujer y maestra” de Viviana Rivero (Emecé)

—Su novela está enmarcada en un momento histórico particular pero también es una historia de ficción. ¿Usa la ficción para contar la historia o viceversa?
—Es una combinación, no está claro quién usa a quién. Yo hice un libro en coautoría con la historiadora Lucía Gálvez e hicimos un prólogo y un apéndice y hablamos si la historia sirve a la literatura o la literatura a la historia. Entonces ella daba la respuesta desde el punto de vista de la historiadora y yo desde el punto de vista de la literatura, de una escritora. Creo que en la novela histórica eso se conjuga de una manera extraña y tienen el mismo peso para mi ver. Si tengo la verdadera historia de alguien que existió quedo atada a la verdadera historia. En cambio si yo armo el contexto me permite inventar lo que yo quiera con los dos personajes principales, pero es el contexto el que le da como un hilo a la historia. Trabajan en conjunto literatura e historia.

—En varios de sus libros se aprecia la fórmula de novela histórica y protagonista femenina fuerte. ¿Se consideras una escritora feminista?
—No específicamente, lo que sucede es que cuando hacés una novela histórica, estás hablando de épocas en que la mujer tenía muchas cosas prohibidas, y es fácil hacer una heroína porque ponés la primera que se animó a hacer, porque hubo una primera mujer que entró a un quirófano y operó, hubo una primera mujer que se sentó en un recinto y fue jueza, hubo una primera mujer maestra. Entonces uno se remite a las primeras y es fácil hacer una heroína. O había muchas prohibiciones, entonces tomás un personaje y hacés que haga lo que estaba prohibido y se transforma en una heroína. Creo que por eso la novela histórica tiene una abundancia de personajes femeninos fuertes, porque los hombres podían en ese tiempo hacer lo que quisieran, igual que ahora, pero en esa época no.

—Acerca de las prohibiciones, en el libro cuenta datos reales muy interesantes de todas las cosas que las maestras se comprometían a no hacer para poder clases.
—Sí, las maestras firmaban un contrato en ese tiempo, en 1885, que decía que no podían maquillarse, no podían tomar alcohol en público, no podían usar vestido que se les viera el talón, no podían estar a solas en un coche con un hombre o en un salón solas con un hombre, no podían ir a las heladerías porque eran algo así como bares, y no podían tener novio ni casarse. O sea, obviemos que tuvieran novio, si no que de un día para el otro dijeran bueno, me casan con tal, o me caso con tal, o mis padres me casan; bueno, al otro día perdían el trabajo. No podían. Era como una especie de sacerdocio, las querían 100% para enseñar. Y bueno, estas mujeres estaban dispuestas a eso, firmaban ese contrato. Era tal la vocación que estaban dispuestas a renunciar a todo.

—Por último, su libro es a la vez una novela histórica y una novela romántica, géneros que están funcionando muy bien en Argentina, principalmente gracias al éxito de Florencia Bonelli. ¿Cómo se explica el boom de la novela histórica romántica?
—Creo que tiene que ver con que tenemos un vacío. Nosotros teníamos la historia, la historia que nos enseñan en el colegio, que es básicamente estadística, en tal fecha pasó tal cosa, fue tal batalla, se declaró la independencia o el Cabildo Abierto, y nos faltaba la parte más de los detalles, la parte humana, la parte de cómo pensaban, de cómo se movían, qué ropa usaban, qué comían, cómo era la vida. Los norteamericanos tienen sus ficciones sobre la independencia, tienen sus mega producciones y nosotros estábamos un poco con ganas de saber algo más que lo que nos han enseñado en la escuela pero de una manera interesante. Entonces creo que la novela histórica viene a suplir ese vacío que había, los libros vienen a suplir la novela histórica.

Lea más: "Muchos ministros y subordinados de Cristina Kirchner compitieron en pegarle a Sarmiento"

Lea más: Sarmiento en la Argentina bárbara

Guardar