Junto al isotipo del Directorio de Operaciones de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y el membrete que advierte la utilización de "fuentes y métodos de inteligencia sensibles", la clasificación del cable de Información de Inteligencia IN503741 lo estimó "rutinario". Algo que, más de cuatro décadas después, parece curioso, dado su título: "Formación de nuevos grupos terroristas de derecha; intención de estos grupos de financiar sus actividades por medios ilegales".
El telegrama de la inteligencia pertenece al último paquete de documentos desclasificados en los Estados Unidos sobre la última dictadura, y el hecho de que tenga una fecha anterior, 25 de febrero de 1975, podría indicar que los agentes de la CIA observaron una continuidad entre la represión ilegal durante el gobierno de Isabel Perón y el terrorismo de Estado después del 24 de marzo de 1976.
En febrero de 1975 hacía ya bastante que la Triple A operaba: el primer atentado del grupo parapolicial fue una bomba que estalló el 21 de noviembre de 1973 en el automóvil del senador Hipólito Solari Irigoyen, lesionado gravemente en las piernas. Según las estimaciones, la Alianza Anticomunista Argentina cometió unos 2.000 crímenes de distinto tipo.
Para operar la Triple A usaba fondos del Ministerio de Bienestar Social, a cargo de José López Rega, quien ideó la banda junto con el jefe de la Policía Federal, Alberto Villar, y la colaboración logística de Rodolfo Almirón y Miguel Ángel Rovira. En cambio, estos nuevos grupos parapoliciales, de los que habla el cable, se debían autofinanciar. Para hacerlo, los organizadores, miembros de la inteligencia de la Policía Federal, se proponían asaltar casas de cambio.
"Dado que la especulación monetaria es ilegal, [el policía a cargo] no espera que haya una protesta formal de los cambistas", ironizó el agente que redactó el cable. A continuación detalló que el dinero robado se dividiría en dos: la mitad para los gastos operativos de la banda y la otra mitad para repartir entre sus miembros.
A modo de "comentario", el documento observó que, si bien el policía que organizaba los grupos era "sincero en su deseo de combatir a los terroristas izquierdistas de manera extraoficial", era "obvio" que también deseaba "obtener una gran ganancia personal". La mirada sobre la corrupción policial no escondía siquiera una esperanza: "Es posible que se realicen más operaciones a fin de obtener fondos que para combatir a los terroristas de izquierda".
El texto comenzó con el nombre de ese policía: "El 20 de febrero de 1975 el comisario mayor Eduardo Pedro Ramírez, jefe de Directorio General de Asuntos Político-Sociales de Seguridad Federal (la inteligencia de la Policía Federal) está en el proceso de formar una cantidad de grupos contraterroristas secretos para emprender acciones contra líderes izquierdistas en Argentina, en particular aquellos del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP)".
Ningún oficial en actividad en la Policía Federal participaría directamente de las acciones del grupo, siguió el informe con la descripción de los planes de Ramírez. "En cambio, él intenta utilizar a miembros del Comando de Organización (CdeO), un grupo peronista de derecha dirigido por el diputado nacional peronista Alberto Brito Lima".
Brito Lima fue la cara del CdeO hasta su muerte, en 2012. Su trayectoria política, de fuerte personalismo, lo llevó a ser diputado en dos ocasiones, embajador de Carlos Menem en Honduras, simpatizante de Eduardo Duhalde en la pelea con Néstor Kirchner y una figura memorable en el palco del acto frustrado para recibir a Perón el 20 de junio de 1973, que se convirtió en la Masacre de Ezeiza. Su zona de popularidad fue principalmente el enorme distrito de La Matanza.
El CdeO imitaba la estructura vertical de las organizaciones militares, con un un Estado Mayor y distintas divisiones operativas. Una de ellas, Inteligencia, parece haberse destacado, según el cable de la CIA: "Ramírez quedó impresionado por la vasta cantidad de información de inteligencia que el CdeO tiene sobre las actividades de la guerrilla". Esta información, evaluó el policía, "se podría utilizar para montar una cantidad de operaciones".
Presentado como "el colaborador de Ramírez", el oficial mayor Juan Alejandro Pociña tendría "la responsabilidad general de dirigir las operaciones de los nuevos grupos, y las comunicaciones y coordinación" entre ellos. "Pociña responderá a dos agentes de los servicios secretos conocidos por el alias de Pájaro y el alias de Sangre".
Con cierta confusión sobre la ramificación de la cadena de mandos, el cable se detuvo en un "Comentario": en la práctica, señaló, "Ramírez es el oficial de operaciones de la inteligencia de la Policía Federal" y "Pociña tiene el rango más alto en el servicio secreto policial".
Detalló sobre el CV del colaborador: "Cuando se reorganizó la seguridad federal en enero de 1975, lo nombraron jefe del Comando de Inteligencia del Directorio General de Asuntos Político-Sociales. Desde allí Pociña supervisa los equipos de agentes encubiertos que utilizan todos los departamentos de la inteligencia de la Policía Federal. Él se reporta directamente a Ramírez"
Un detalle que llamó la atención a los agentes estadounidenses fue la decisión sobre las identificaciones que utilizarían los parapoliciales para salir a la calle. Cada uno de los integrantes de las bandas recibiría "conjuntos de documentos falsos, que se podrían utilizar para identificarlos como miembros o bien de la inteligencia del ejército, de la marina o de la aeronáutica, o bien como miembros de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE)", detalló el telegrama. Es decir, de cualquier fuerza menos la Policía Federal.
Lejos de ser un acuerdo con las otras agencias de seguridad y defensa, era una devolución de gentilezas: "Los antedichos servicios con frecuencia emplean documentación falsa de la Policía Federal mientras desarrollan operaciones ilegales; en consecuencia, parece justo que la policía les pague con la misma moneda".
Por fin el cable contó en detalle el sistema de fundraising de estos grupos clandestinos de la inteligencia policial: "A fin de obtener fondos para operar los nuevos grupos, Ramírez planea realizar asaltos en varias casas de cambio ilegal en Buenos Aires y confiscar su capital operativo. La mitad del dinero que así se obtenga se utilizará para los gastos operativos: armas, casas seguras, vehículos, etcétera— y la otra mitad se dividirá entre Ramírez y los demás principales oficiales de policía involucrados".
“Ramírez quedó impresionado por la vasta cantidad de información de inteligencia que el CdeO tiene sobre las actividades de la guerrilla”, según el cable
En caso de que esos ingresos no fueran suficientes, "Ramírez no podría descartar la posibilidad del secuestro de comerciantes inescrupulosos para pedir recompensas como otro medio para obtener fondos para sus grupos", agregó la CIA. Y, por supuesto, "La división 50-50 también se utilizaría en esos secuestros para pedir recompensa".
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