La historia argentina registra la existencia de treinta y cuatro diferentes presidentes, que gobernaron en veintinueve periodos constitucionales.
Un detalle de color es que el nombre José es el que más se repite entre ellos. Lo tuvieron siete presidentes –el 20 por ciento-: Justo José de Urquiza (1854-1860), Santiago Rafael Luis Manuel José Derqui (1860-1861), Carlos José Enrique Pellegrini (1891-1892), José Evaristo Uriburu (1895-1898), José Figueroa Alcorta (1906-1910), José María Guido (1962-1963) y Héctor José Cámpora (1973)
También cabe destacar que José es el nombre que más se repitió también entre los nueve integrantes de la Primera Junta de Gobierno surgida de los históricos sucesos de Mayo de 1810. En efecto, dos de sus nueve integrantes –otra vez el 20 por ciento- tenían ese nombre: Juan José Paso, uno de los dos secretarios de la Junta, y Juan José Castelli, uno de los seis vocales.
Notablemente también se llamaban José los dos principales próceres de la Argentina: José Francisco de San Martín y Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano, así como del mismo modo hubo un José en cada uno de los dos Triunviratos: Juan José Paso, que formó parte de ambos.
Un detalle de color es que el nombre José es el que más se repite entre ellos. Lo tuvieron siete presidentes –el 20 por ciento-: Justo José de Urquiza (1854-1860), Santiago Rafael Luis Manuel José Derqui (1860-1861), Carlos José Enrique Pellegrini (1891-1892), José Evaristo Uriburu (1895-1898), José Figueroa Alcorta (1906-1910), José María Guido (1962-1963) y Héctor José Cámpora (1973)
Sigue la sorpresa al advertir que diez de los treinta y tres integrantes del Congreso que en 1816 declaró la Independencia en Tucumán se llamaron José, nombre que increíblemente también tuvo el principal redactor de la Constitución Nacional e integrante de la primera Corte Suprema de Justicia que tuvo el país: José Benjamín Gorostiaga.
Cabe preguntarse a esta altura si no debería declararse a José como "nombre nacional".
Otras curiosidades pueden advertirse en materia de nombres ilustres. El mítico Domingo Faustino Sarmiento era en realidad Faustino Valentín Quiroga Sarmiento. Teniendo en cuenta que en aquellos años era muy común que los individuos llevasen el apellido del padre y de la madre, juntos o separados con una "y" (como, por ejemplo, Vicente López y Planes), en el caso del sanjuanino podría pensarse que Sarmiento era el apellido de la madre. Sin embargo, la madre de Sarmiento era Paula Albarracín y Quiroga Sarmiento era el apellido compuesto de su padre, de su abuelo y de su bisabuelo (que es quien, varios años antes, había contraído matrimonio con una Sarmiento, y desde allí sus descendientes llevaron el apellido compuesto por línea paterna).
¿Por qué entonces al ex presidente se lo conoce solo con el apellido Sarmiento? Porque parece que un tío de Domingo sugirió a su madre que lo anotase únicamente con el segundo apellido paterno con el fin de preservarlo en el tiempo a través de su descendencia.
Pero además, Domingo no fue el verdadero nombre de pila del emblemático sanjuanino. Ocurre que su familia era devota de Santo Domingo, motivo por el cual así le comenzaron a llamar, y con el tiempo le nombre Valentín desapareció del uso común.
Por su parte el quinto presidente constitucional que tuvo la Argentina no era simplemente Nicolás Avellaneda, sino Nicolás Remigio Aurelio. El presidente que lo sucedió no fue solo Julio Argentino, sino Alejo Julio Argentino Roca.
Pellegrini era Carlos Enrique José; Alvear era Máximo Marcelo Torcuato; Yrigoyen era Juan Hipólito del Sagrado Corazón de Jesús, y Ortiz era Jaime Gerardo Roberto Marcelino María.
Curioso fue el caso de Castillo, presidente argentino entre 1942 y 1943, quien era Ramón Antonio, a pesar de que él firmaba como Ramón S. Castillo. Siempre se atribuyó esa "S" al nombre Santiago, pero el verdadero era Antonio, nombre cuya inicial, colocada después de Ramón, le traía problemas desde el punto de vista fonético, porque sonaba como Ramona (Ramón-A).
Más cerca en el tiempo, Duhalde es Eduardo Alberto; Kirchner era Néstor Carlos, y Fernández es Cristina Elisabet.
Hubo además varios personajes de la historia argentina a los que se los identifica por su nombre y la inicial del segundo. Por ejemplo, fonéticamente, pareciera que el médico fundador del Partido Socialista se ha llamado Juan "BE" Justo, y no Juan Bautista Justo.
Es uno de esos extraños casos en los que, de omitirse pronunciar la inicial de su segundo nombre, o de mencionarlos completos, pareciera que se está haciendo referencia a otra persona. En efecto, todos conocen a Juan B. Justo, pero tal vez sería más dificultoso identificar a Juan Justo (sin la "B") o a Juan Bautista Justo.
Notablemente también se llamaban José los dos principales próceres de la Argentina: José Francisco de San Martín y Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano, así como del mismo modo hubo un José en cada uno de los dos Triunviratos: Juan José Paso, que formó parte de ambos
Lo mismo ocurre con Marcelo T. de Alvear (Torcuato), con Joaquín V. González (Víctor), y con Leandro N. Alem -de cuyo segundo nombre hay dudas-, quienes parecerían haber inmortalizado la inicial del segundo nombre como si fuera un nombre en sí mismo.
En el caso de Alem, el caudillo había sido anotado desde su nacimiento como Leandro Alén (con "n"), porque en realidad así era el apellido de su padre, quien fuera ejecutado en 1853 por haber formado parte de "La Mazorca" (el grupo parapolicial de la época de Rosas) y cuyo cuerpo fuera colgado en la actual Plaza de Mayo.
Parece ser que al joven Leandro portar el apellido Alén le traía algunos problemas, motivo por el cual decidió cambiar la "n" por la "m" (Alem). Pero además comenzó a agregarle una "N" a su nombre completo (Leandro N. Alem). Si bien suele afirmarse que esa "N" es la inicial de Nicéforo, cuando el mismo caudillo era consultado sobre ello, contestaba: "Nada". De modo que sigue la duda acerca de esta cuestión.
Desde el siglo XVI ha sido común en España -y lo sigue siendo- que los individuos lleven, como apellido propio, el primero del padre y el primero de la madre, en ese orden. Esa tradición se trasladó lógicamente a las colonias españolas en América, y fue seguida en algunos casos.
Prácticamente a todos los protagonistas de la historia argentina se los conoce con un solo apellido, pero hay algunas excepciones como por ejemplo Alejandro Vicente López y Planes o Dámaso Dalmasio Simón Vélez Sarsfield, a quienes se los identificaría fácilmente si les quitara el apellido de quienes fueron sus respectivas madres (María Catalina Josefa Planes y Rosa Sarsfield, respectivamente).
Hubo dos casos curiosos: uno fue el de Bernardino de la Trinidad González Rivadavia (primer presidente argentino en 1826), y otro el de Faustino Valentín Quiroga Sarmiento.
En el primero de los casos, nuestro prócer debió llamarse Bernardino de la Trinidad González Rodríguez Ribadavia (así: con "b") ¿Por qué? porque su padre era Bernardo Benito González Rodríguez Ribadavia y su madre María Josefa de Jesús Rodríguez Ribadavia (con "b") y Rivadaneira. ¿Padre y madre de Bernardino tenían el mismo apellido: Rodríguez Ribadavia? Sí porque eran primos hermanos, ya que la abuela paterna de Bernardino era hermana de su abuelo materno.
Entonces, la costumbre era que los hijos lleven el primer apellido del padre y el primero de la madre. Por lo tanto, si el primer apellido del padre era González y el primero de la madre era el compuesto Rodríguez Ribadavia, el primer presidente argentino debió ser Bernardino de la Trinidad González Rodríguez Ribadavia (con "b"). Sin embargo el padre de nuestro prócer decidió no usar el primer apellido de su madre, haciéndose llamar González Ribadavia. Por su parte, años más tarde, el primer presidente argentino decidió no usar el apellido del padre (González) ni el primero de la madre (Rodríguez), motivo por el cual solo le quedó "Rivadavia"; al cual también decidió modificar en una letra, cambiando la primera "b" por "v".
Un dato curioso a destacar es que la madre de Bernardino, María Josefa de Jesús Rodríguez Ribadavia Rivadeneira, falleció siendo muy joven, a los 31 años. Fue por eso que el prócer, que por entonces apenas tenía seis años, quedó a cargo de la segunda esposa de su padre biológico (Ana María Otarola), quien paradójicamente vivió 110 años y fallció en 1870, veinticinco años después de la muerte del propio Bernardino, cuyo deceso se produjo en 1845.
En la Argentina, hasta el 1 de agosto de 2015 -fecha en la que comenzó a regir el nuevo Código Civil y Comercial, Ley 26.994- los niños llevaban el primer apellido del padre y, opcionalmente, podía agregarse el de la madre. Desde la vigencia del nuevo Código, los hijos nacidos de padres unidos en formal matrimonio o extramatrimoniales con vínculo de filiación por parte de ambos progenitores deben llevar el primer apellido de cualquiera de los dos padres, pudiéndose agregar el apellido del otro progenitor. No es obligación que lleven los dos apellidos .
En el caso de que los padres quieran que el hijo lleve ambos apellidos y no se pusieran de acuerdo acerca de cuál va primero, el conflicto se resuelve a través de un sorteo realizado en el Registro del Estado Civil y Capacidad de las Personas. La norma indica además que si al primer hijo del matrimonio se lo inscribió con uno de los apellidos en primer término, se debe seguir el mismo criterio con los demás hijos.
Por su parte, si un niño no tiene filiación determinada, el oficial del Registro Civil debe anotarlo con aquel con el que se le conoce hasta ese momento, o con un apellido de utilización común.
En el caso de que los padres quieran que el hijo lleve ambos apellidos y no se pusieran de acuerdo acerca de cuál va primero, el conflicto se resuelve a través de un sorteo realizado en el Registro del Estado Civil y Capacidad de las Personas
Además, según el nuevo Código, cuando dos personas contraen matrimonio, cualquiera de ellos puede, si lo desea, sumar el apellido de su cónyuge con la preposición "de" o sin ella. Lo que no se especifica es qué ocurriría si uno de los cónyuges no está de acuerdo con que el otro agregue su apellido.
La persona divorciada o cuyo matrimonio ha sido declarado nulo no puede usar el apellido del otro cónyuge, salvo que existan motivos razonables que hagan que el juez autorice su utilización. Por su parte, el cónyuge viudo puede seguir usando el apellido del otro cónyuge mientras no contraiga nuevas nupcias, ni conviva con otra pareja.
Curiosidades y anécdotas vinculadas con uno de los atributos de la personalidad de los hombres públicos de nuestro país: el "prenombre" -tal como el Código Civil argentino denomina al nombre- y el apellido.
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