La Pirámide de Mayo es el primer monumento histórico construido en la ciudad de Buenos Aires después de los sucesos de mayo de 1810. Justamente su erección fue ordenada en marzo de 1811 por el Cabildo y por la Junta Grande -sucesora de la Primera Junta de Gobierno- para celebrar el primer aniversario de la conformación de ésta última, nacida el 25 de Mayo de 1810 al amparo de la llamada Revolución de Mayo.
En definitiva, se trata de un monumento que se construyó para homenajear al primer gobierno propio de los argentinos, cuyos nueve integrantes fueron Cornelio Saavedra (presidente), Mariano Moreno y Juan José Paso (vocales), Juan José Castelli, Manuel Belgrano, Juan Larrea, Manuel Alberti, Miguel de Azcuénaga y Domingo Matheu (vocales).
En ese momento la actual Plaza de Mayo estaba dividida por una "recova", que era un lugar en el que se vendían frutas, verduras y carne. La parte del sector Este de la plaza, que es la que estaba del lado del Fuerte –actual Casa de Gobierno–, se llamaba Plaza del Fuerte o Plaza Mayor, y la parte del sector Oeste, del lado del Cabildo, se llamaba Plaza de la Victoria. Pues fue en ésta última en la que el arquitecto español Francisco Cañete levantó la histórica Pirámide de Mayo.
Las obras se iniciaron el 6 de abril de 1811 y se desarrollaron en el marco de importantes festejos populares, a los cuales hizo referencia Guadalupe Cuenca en una de las diez cartas que envió a su esposo Mariano Moreno, quien había sido enviado en misión diplomática a Europa, sin saber que por entonces el cuerpo de su marido yacía en el fondo del océano Atlántico.
Sin embargo la pirámide, que no era como la que actualmente conocemos, ya que se trataba de un pequeño obelisco montado sobre un pedestal, se fue deteriorando con el transcurso del tiempo, y si bien fue reparada durante la gestión de Juan Manuel de Rosas como gobernador de la provincia de Buenos Aires, fue en 1856 cuando se encaró su remodelación más importante.
En ese momento la provincia de Buenos Aires (por entonces separada del resto del país desde hacía cuatro años) era gobernada por Pastor Obligado, en cuya gestión la Municipalidad de Buenos Aires, dispuso que la pirámide tuviera un aspecto más artístico, para lo cual encomendó al escultor francés Louis Joseph Dubourdieu, la creación de una estatua que representara a la libertad, y al arquitecto Prilidiano Pueyrredón se le encargó la base sobre la cual se colocaría dicha estatua.
La idea era que esa base fuera lo suficientemente grande como para albergar, en su interior, a la que había sido originalmente construida en 1811. Esta circunstancia es la que dio origen a la creencia según la cual, dentro de la actual Pirámide de Mayo, está contenida la original; sin embargo esa hipótesis ha sido descartada.
Lo que en realidad se hizo en 1856 es reformular la pirámide original, aumentándosele la altura y agregándosele molduras. Sobre esa base reformulada se situó la estatua encargada a Dubourdieu, que tenía casi 4 metros de altura y representaba a una dama con un gorro frigio. Además también se le pidió a Pueyrredón que realizara 4 esculturas representativas de las ciencias, las artes, el comercio y la industria, que se colocaron alrededor de la pirámide.
De manera tal que la Pirámide de Mayo quedó compuesta por una base reformulada de la original, sobre la cual se colocó la estatua representativa de la libertad, y cuatro esculturas alrededor. La simbología indicaba que la estatua a la libertad protegía a las ciencias, las artes, el comercio y la industria.
En el año 1873, durante el final de la presidencia de Domingo Faustino Quiroga Sarmiento (1868-1874), las cuatro esculturas se retiraron porque lucían en muy mal estado, y se reemplazaron por otras cuatro que estaban en el Banco de la provincia de Buenos Aires, que representaban a la geografía, a la industria, a la navegación y a la astronomía.
En 1883, cuando durante la presidencia de Alejo Julio Argentino Roca se demolió la recova que dividía la plaza, ésta quedó unificada, por lo que la pirámide quedó fuera del eje central de esa única plaza. A raíz de ello se consultó a personalidades ilustres de la época, como Mitre, Sarmiento, Avellaneda, Alsina, Estrada, entre otros, para que dieran su opinión acerca de lo que debería hacerse con la pirámide, y los criterios fueron tan dispares (mientras algunos sugerían conservarla otros querían demolerla) que finalmente todo se dejó tal como estaba en ese momento.
Algunos años más tarde, en 1912, durante la presidencia de Roque Sáenz Peña, la pirámide fue trasladada al centro de la Plaza de Mayo.
No ocurrió lo mismo con las esculturas que la rodeaban, las cuales fueron archivadas, hasta que en 1972, durante la presidencia de facto del general Alejandro Agustín Lanusse, se las colocó enfrente a la iglesia San Francisco, en la esquina de las actuales calles Defensa y Alsina, lugar en el que estuvieron hasta 2016, año en el que fueron removidas y en el que a iniciativa de la Dirección General de Espacios Verdes del Ministerio de Ambiente y Espacio Público de la ciudad de Buenos Aires, un equipo de ingenieros y arqueólogos realizó tareas de restauración del emblemático monumento, que indudablemente ha sido testigo de momentos inolvidables en la historia de nuestro país.