¿Qué pasaría si pudiéramos formular una propuesta de valor para la diversidad que enfatice el retorno de la inversión para la organización, beneficie a cada individuo y equipo, y esté fundamentada en la ciencia y respaldada por investigaciones empíricas? Afortunadamente, podemos hacerlo.
LA DIVERSIDAD ES COMPLEJIDAD.
Primero, reformulemos el concepto de diversidad como "complejidad". (No complicada, aclaro, sino compleja).
Según los psicólogos organizacionales, la diversidad puede entenderse como una combinación de rasgos inherentes y adquiridos. Los rasgos inherentes están fuera de nuestro control, (incluyen, por ejemplo, el lugar de nacimiento, la lengua materna, el hecho de ser diestro o zurdo, o la situación económica durante la primera infancia). Por otro lado, los rasgos adquiridos pueden variar a lo largo de nuestra vida, (como los idiomas que aprendemos, los roles que tenemos como cuidadores de adultos mayores o niños, o nuestra situación económica actual). Tanto los rasgos inherentes como los adquiridos tienen una poderosa influencia en la forma en que usted se entiende a sí mismo, a los demás y al mundo que lo rodea.
Al expandir nuestra definición de diversidad más allá de categorías estrechas y legalmente protegidas, como la raza y el género, a una comprensión más integral de los rasgos inherentes y adquiridos, desbloqueamos el poder de una nueva idea: Cada persona es una red de complejidad debido a sus rasgos inherentes y adquiridos. Esta complejidad influye considerablemente en la forma en que cada uno de nosotros se percibe a sí mismo, se relaciona con los demás y entiende el mundo. Si buscamos una mezcla verdaderamente diversa de empleados en nuestras organizaciones y equipos, aumentaremos la complejidad en estos últimos.
Pero, ¿por qué es útil la complejidad?
COMPLEJIDAD = ALTO DESEMPEÑO.
La mayoría de las organizaciones existen para crear valor mediante el desarrollo de productos, procesos, ideas, personas o soluciones. Cuando las personas trabajan en equipos colaborativos para impulsar los resultados de una organización, se espera que produzcan soluciones innovadoras ante problemas complejos.
La complejidad actúa como una fricción y, en la ciencia de la innovación, la fricción puede ser una fuerza productiva. Los equipos complejos, cargados de rasgos diversos inherentes y adquiridos, tienen fricciones incorporadas que contribuyen a obtener mejores resultados. La diversidad de estos equipos puede ser una ventaja, ya que ofrece muchas oportunidades para cuestionar suposiciones, pensar de manera diferente y aprovechar los puntos de vista atípicos.
Por el contrario, los equipos más homogéneos tienen menos fricciones que los impulsen a innovar. Estos equipos corren el riesgo de caer en el pensamiento grupal, perjudicando la innovación. Los productos, ideas o servicios que crean carecen de la fuerza productiva de la fricción, y tienen un mayor riesgo de no cumplir con las expectativas.
La complejidad es un ingrediente clave para los líderes organizacionales que buscan optimizar el desempeño de sus equipos. Al formar equipos complejos, se aprovecha el poder de la fricción al servicio de los objetivos y resultados competitivos de la organización. Promover activamente la diversidad, más allá de la raza y el género, es una forma poderosa de acelerar la incorporación de las diferencias inherentes y adquiridas en nuestros equipos, sentando las bases para equipos que sobresalgan de manera constante.
La complejidad ofrece una forma clara de vincular la inversión en diversidad con la innovación y los equipos de alto rendimiento. Esta propuesta de valor permite a los líderes generar impulso para el cambio y lograr que cada miembro del equipo vea la diversidad como la inversión ganadora que es.