En nuestra experiencia trabajando con cientos de equipos ejecutivos durante las últimas dos décadas, hemos descubierto tres roles críticos y altamente interdependientes que deben desempeñar para tener un impacto duradero en el rendimiento, la cultura y la capacidad de adaptación de la empresa.
1. ESTABLECEN UNA DIRECCIÓN COMPETITIVA Y ASEGURAN LOS RECURSOS NECESARIOS.
Al igual que los controladores aéreos guían a cientos de aeronaves dentro y fuera de un aeropuerto concurrido, el rol del equipo ejecutivo (en la dirección de la organización hacia un futuro definido, la movilización de los recursos necesarios para llegar allí y la reducción del enfoque para mantener el rumbo) está plagado de riesgos. Se necesita disciplina para decir no (incluso a las buenas oportunidades) para proteger los retornos de inversión de talento y capital escasos. También se necesita una honestidad implacable para articular un posicionamiento competitivo que mantenga a la organización anclada en la realidad, centrada en mantener una diferenciación real frente a la mera propaganda de marketing.
2. DAN FORMA A UNA CULTURA SALUDABLE MEDIANTE LA CONSTRUCCIÓN DE RELACIONES Y EL MODELADO DE VALORES.
Los equipos ejecutivos no solo deben considerarse "administradores" de la cultura y el sistema de valores de la empresa, responsables de definir y reforzar un conjunto particular de normas, sino que deben ser conscientes de que encarnan esa cultura. Sus acciones hablan más que sus palabras cuando se trata de reforzar o debilitar un conjunto de normas culturales.
Los equipos ejecutivos exitosos articulan una filosofía operativa alineada con su estrategia, no un conjunto de tópicos que lucen bien en el papel, pero que resultan irrelevantes para la operación diaria de la organización. Creen que, al invertir en relaciones entre ellos y en toda la empresa, pueden integrar aún más una cultura que respalde el éxito. Esto se debe a que las relaciones saludables y de confianza entre los miembros del equipo ejecutivo crean la seguridad organizacional necesaria para acoger las voces disidentes y los puntos de vista diferentes, lo que permite profundizar en el conocimiento y compartir la propiedad de las decisiones. Entienden que su forma de gestionar los conflictos sirve de modelo para el resto de la organización.
3. ESTABLECEN UNA GOBERNANZA DISCIPLINADA PARA SINCRONIZAR EL RENDIMIENTO.
Finalmente, con las habilidades de orquestación de un maestro director, los equipos ejecutivos deben establecer un ritmo y un paso productivos para la empresa. A través de un sistema de gobernanza bien estructurado, los líderes guían el flujo de información, asignando recursos para respaldar los innumerables requisitos de coordinación en toda la empresa.
En pocas palabras, la gobernanza es el acto de reunir periódicamente los roles adecuados, alineados con prioridades claras, y equiparlos con los datos y la autoridad necesaria para tomar decisiones informadas y responsabilizar a la organización por la ejecución. En última instancia, una gobernanza bien administrada alinea a la organización, asegurando que todas las decisiones importantes sean consistentes con los objetivos organizacionales establecidos.
UNIENDO LOS ROLES
En la intersección de dar forma a una cultura saludable, establecer una dirección competitiva y asegurar los recursos necesarios, las organizaciones experimentan un mayor grado de cohesión: el amplio sentido de unidad que surge de sentirse profundamente conectado con aquellos con quienes trabajamos, y la sensación de que todos avanzamos juntos en la misma dirección.
Sin duda, las exigencias de dirigir una empresa pueden ser implacables. Hacerlo bien implica desempeñar tres roles sofisticados e integrados que requieren una gama compleja de capacidades. Es comprensible que muchos se hayan obsesionado con la forma de aumentar la eficacia de los equipos ejecutivos: su impacto desproporcionado en el rendimiento de una empresa es inmenso, y la frecuencia de su bajo rendimiento es preocupante. Pero, si usted quiere una empresa alineada, cohesionada y capaz de ejecutar, todo ello mientras protege una cultura envuelta en la confianza, este es el precio que debe pagar.