Las micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes) son aquellas que emplean a menos de 499 trabajadores, y representan casi seis de cada diez trabajadores estadounidenses y el 40% del valor agregado a la economía estadounidense. Y muchas de ellas no permanecen como pequeñas empresas. Las mipymes que recientemente se han convertido en grandes empresas representan una parte significativa (17%) de las empresas que cotizan en bolsa, con un valor de 10 mil millones de dólares o más. Las mipymes de Estados Unidos forman parte del sistema circulatorio de la economía. Si colapsan, todo el organismo sufre.
En beneficio de las economías locales, sus empleados y el tejido social de nuestras comunidades, lograr que las pequeñas empresas se recuperen después de un desastre debería ser una prioridad. Los gobiernos federales, estatales y locales ya están trabajando en ello. Muchos estadounidenses han dado un paso adelante, contribuyendo con su tiempo, dinero y experiencia. Sin embargo, las grandes empresas tienen un papel único y fundamental que desempeñar. Esto es lo que pueden hacer.
HACER LO QUE MEJOR SABEN HACER
Los líderes empresariales saben más de negocios que de ayuda humanitaria. Así que, piense en lo que su empresa puede hacer (como empresa) para ayudar a sus homólogas más pequeñas a recuperarse tras una catástrofe. Muchas mipymes, por ejemplo, forman parte de grandes cadenas de suministro corporativas, y necesitarán ayuda (financiamiento y acceso a recursos) para volver a operar.
Las pequeñas empresas de distintos sectores tienen necesidades diferentes, y esto es algo que los líderes empresariales saben bien, ya que las pequeñas empresas son sus clientes y socios. Las grandes empresas están en condiciones de ofrecer ayuda precisa, personalizada y rápida. La idea no es sustituir el apoyo gubernamental necesario, sino ayudar a las mipymes para que se recuperen lo más rápido posible.
Las grandes empresas pueden ayudar a las pequeñas empresas expandiendo sus fuentes de ingresos y flexibilizando los plazos de pago.
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La cafetería local o el puesto de comida rápida al que todos acuden no figuran en la lista de activos corporativos. Sin embargo, estos negocios podrían considerarse un vínculo indirecto en las cadenas de bienestar de empleados y clientes. Ayudarles a retomar sus actividades puede contribuir a restaurar la moral y una sensación de normalidad.
Las grandes empresas pueden ayudar proporcionando apoyo especializado y facilitando el acceso a internet de banda ancha.
ESTAR PREPARADOS PARA UNA PRÓXIMA OCASIÓN
Las lluvias torrenciales y otros fenómenos climáticos no desaparecerán, ni tampoco otros desastres como los terremotos. Todo el mundo estará mejor si las grandes empresas desarrollan un plan de acción para responder, en lugar de improvisar ante cada nuevo fenómeno.
En este y en muchos otros casos, más vale prevenir que lamentar. Cuando las pequeñas empresas reciben apoyo en previsión de crisis, se llega más lejos.
Las grandes empresas pueden compartir su experiencia en la planificación de la preparación ante catástrofes y ayudar a las pequeñas empresas a garantizar una cobertura de seguros adecuada para pérdidas relacionadas con este tipo de eventos.
Un estudio del McKinsey Global Institute ha descubierto que cuando las pequeñas y grandes empresas trabajan juntas, ambas pueden beneficiarse en términos de mayor productividad. Colaborar también puede fortalecer la resiliencia de las empresas pequeñas, reflejando el principio de un tejido económico unificado. Por supuesto, después de un desastre natural mortal, lo más importante es un principio simple: Nos necesitamos unos a otros.