Cómo pedir ayuda sin hacerte quedar mal

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En un mundo laboral que valora la propiedad y la iniciativa personal, debes encontrar un delicado equilibrio entre humildad y fortaleza al pedir ayuda. Te guste o no, cómo pidas ayuda puede moldear la percepción que otros tienen de ti. Si pareces demasiado dependiente de los demás o falto de capacidad, tus compañeros de trabajo podrían dudar de tu competencia y fiabilidad, incluso si sus suposiciones no son justas.

Por otro lado, cuando te acercas a los demás con confianza, es más probable que te vean como una persona segura de sí misma, pragmática y que sabe cómo enfrentar desafíos complejos con gracia.

Aquí te explico cómo pedir ayuda desde una posición de fortaleza, y obtener lo que necesitas sin hacerte quedar mal.

COMIENZA FUERTECómo inicias la conversación establece el tono para todo lo que sigue. No uses introducciones que de inmediato socaven tu petición y sugieran que lo que sigue no es importante. Por ejemplo, evita frases como: "Lamento mucho quitarte tiempo."No titubees ni camines de puntillas. Comienza con un propósito, como: "Me gustaría conocer tu opinión sobre un desafío que estoy enfrentando en nuestras operaciones."

RECONOCE SU EXPERIENCIA SIN RESALTAR TUS DEFICIENCIASEs tentador descalificarte a ti mismo para suavizar tu solicitud o parecer humilde. Podrías decir: "Soy tan malo en esto, ¡está fuera de mi alcance!" o "Me siento tonto preguntando, pero siempre sabes la respuesta." Tu intento de modestia, aunque bien intencionado, podría salirte mal, afectando tu credibilidad y haciendo que la otra persona se sienta incómoda.

Es posible destacar sus habilidades y cómo se alinean con tus necesidades, en lugar de enfocarte en lo que te falta. Esto puede sonar como: "He notado que tienes una gran habilidad para la parte técnica. ¿Te importa si te hago algunas preguntas?"

SÉ PRECISO Y CONCISOCuando presentas una solicitud vaga o extensa, esencialmente le estás pidiendo a tu jefe o colega que hagan dos trabajos: primero, averiguar cuál es tu problema real y luego idear soluciones. Pero cuando llegas preparado con una solicitud clara y específica, estás haciendo gran parte de ese trabajo mental tú mismo.

Por ejemplo, en lugar de decir: "Estoy teniendo problemas con esta presentación. ¿Puedes ayudarme?" intenta: "He preparado el contenido para la presentación a la junta, pero no estoy seguro sobre el orden de las diapositivas cinco a diez. ¿Podrías echar un vistazo y decirme cuál crees que es el flujo más lógico?" Esta claridad facilita mucho que la otra persona intervenga y te ayude.

EXPLICA LO QUE YA HAS HECHOSer capaz de compartir los pasos que ya has tomado u opciones posibles da a los demás un punto de partida claro y les permite proporcionar comentarios más significativos. Se pierde menos tiempo sugiriendo rutas que ya has explorado o descartado. También demuestra iniciativa.

PIDE CONSEJOEnmarcar tu solicitud como un deseo de aprender o buscar mentoría también puede ser efectivo. La investigación demuestra que las personas son más propensas a hacerte otro favor si ya te han ayudado una vez. ¿Por qué? Porque tendemos a justificar nuestras acciones asumiendo que nos debe gustar la persona a la que estamos ayudando.

Recuerda, a la mayoría de las personas les gusta sentirse conocedoras y útiles. Al pedir consejo, les estás dando la oportunidad de sentirse bien consigo mismas. Además, pedir ayuda con confianza no solo cambia la forma en que otros te ven, también cambia la forma en que te ves a ti mismo. Comienzas a confiar más en tu propio juicio. Empiezas a ver los desafíos como rompecabezas que puedes resolver. Te sientes más capaz y en control, incluso cuando las cosas se ponen difíciles.

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