¿Se siente insatisfecho con un trabajo que antes lo hacía feliz y lo hacía sentir realizado? Ciertamente es posible que necesite un cambio drástico: un mejor jefe, un equipo más grande, un nuevo proyecto, un rol diferente, una organización completamente diferente. Pero también podría estar sucumbiendo a lo que los científicos llaman habituación: la tendencia de nuestro cerebro a reaccionar cada vez menos a cosas que no cambian, de modo que lo que alguna vez trajo alegría y significado pueda dejar de hacerlo con el tiempo.
Afortunadamente, existe un antídoto contra la habituación: la variedad. Cuando cambia su día típico con diferentes actividades, tanto dentro como fuera del trabajo, se obliga a ver las cosas de manera nueva. Ya sea que se trate de adoptar un nuevo pasatiempo, reunirse con nuevos colegas, aceptar una tarea fuera de su ámbito habitual o simplemente tomar una ruta diferente hacia la oficina, esta diversificación lo impulsará a aprender, cambiar y evolucionar. Y, aunque al principio pueda resultar incómodo, al final le traerá más alegría.
Una de las razones por las que la diversificación conduce a la alegría es porque lo pone en un estado de aprendizaje, y el aprendizaje es intrínsecamente gratificante. Consideremos la investigación realizada en Londres por dos neurocientíficos, Bastien Blain y Robb Rutledge. Cuando pidieron a los voluntarios que jugaran un juego y reportaran sus sentimientos cada pocos minutos, descubrieron que los participantes eran más felices no cuando ganaban más dinero, sino cuando aprendían algo sobre el juego.
Como el cambio a menudo conduce al aprendizaje, también puede aumentar el bienestar. En una investigación realizada por el economista de la Universidad de Chicago, Steven Levitt, invitó a personas, que estuvieran considerando un cambio en su vida, a utilizar un lanzamiento de moneda en línea para decidir si hacerlo o no: cara significaba sí; cruz significaba seguir con el status quo. Cuando hizo un seguimiento unas semanas más tarde, descubrió que aquellos que obtuvieron cara no sólo tenían un 25% más de probabilidades de hacer un cambio, sino que también, en promedio, eran más felices que aquellos que no lo hicieron. Esto sugiere que las personas deberían aceptar el cambio y la variedad en sus vidas más de lo que lo hacen.
Las organizaciones pueden animar a las personas a diversificar sus experiencias, por ejemplo, rotando a los empleados en diferentes unidades, asignando diversos proyectos o pidiendo a las personas que experimenten con nuevas ideas o herramientas. Sin embargo, si su organización no le ayuda a diversificar su vida laboral, aún puede tomar medidas para revertir la habituación. Puede optar por desarrollar una habilidad completamente nueva, aprender un nuevo idioma, probar un nuevo pasatiempo o tomar un curso en un campo diferente al suyo.
Tal aprendizaje, como ya sabe, puede aumentar la felicidad. Pero eso no es todo. Una vez que vuelva a su trabajo habitual, podrá verlo desde un ángulo diferente. Es posible que observe aspectos subóptimos de su organización que podrían mejorarse (tal vez en la forma en que se toman las decisiones o en la distribución física del espacio de trabajo). También es posible que redescubra aspectos positivos a los que se ha acostumbrado (tal vez la amabilidad de los compañeros de trabajo o la vista desde la ventana de su oficina).
Dicho todo esto, la diversificación requiere esfuerzo, pero también puede ser divertida. En palabras de la cantante Sheryl Crow, "un cambio le haría bien".