“Amy Jade medía un poco menos de 1,60 m. Ganaba altura usando zapatos de taco aguja y con un llamativo peinado beehive (colmena) en la cabeza que podrían haberla puesto en carrera para el casting de Mad Men. La figura de Amy Winehouse se resuelve en tensión con el presente. Aparece en una época en la que la música puede producirse en un dormitorio. Hay ademanes de conservadurismo en Amy que se corresponden con este neofordismo de la industria musical, aunque ella es justamente la que escapó de la pecera. El cisne negro del karaoke.”
Fernando García (escritor, periodista, referente del rock, y autor, entre otros libros sobre temas de arte, del reciente El Di Tella: Historia íntima de un fenómeno cultural), García incluyó a Amy Winehouse dentro de la serie “Santos y pecadores. Retratos discontinuos de leyendas de la música”. Comparte con los otros protagonistas de la colección una vida fugaz, excesos, talento, todo en cantidades, vidas y obras que se imbrican, y una huella que se convertirá en leyenda.
En conversación con Patricia Kolesnicov, editora de los contenidos exclusivos de Leamos, García repasó las claves de la fugaz y atribulada vida de la talentosa diva inglesa, y propuso por qué, a diez años de su muerte, su figura será difícil de reemplazar.
--¿Qué hace que Amy Winehouse sea Amy Winehouse?
--En el perfil de Amy traté de reflejar el corrimiento que ella hace de su época, y de esa máquina que es el Talent Show, que es una parte de la música pop de hoy. Amy iba a camino a ser una más de esa máquina, y salió fallada. Por eso “El cisne negro del karaoke”. Amy no estaba hecha para el karaoke, sino que era una intérprete que iba mucho más allá. Es una criatura de su tiempo, absolutamente, pero tenía una personalidad que se corría del molde de lo que pudo ser una Adele. Una heroína trágica. Sobre todo por su vida corta, que potenció su perfil, pero además porque fue una de las últimas apariciones como cantante. Trajo de vuelta el jazz, pero lo trajo revuelto, con cierto resabio de contracultura londinense: de pronto las letras tienen que ver más con el hip-hop –un standard de jazz no te va a decir lo que canta Amy Winehouse–. Una intérprete fenomenal, que se transformó en una autora, un poco como pasó con Janis Joplin con el blues en los sesenta.
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--Una vida como biopic
--Cuando ves el documental de Asif Kapadia –el mismo que hizo el de Maradona–, que es buenísimo... te das cuenta que ella representó su propia biopic: en su vida, todo está como guionado. Irrumpe de esa manera –nadie se la esperaba– fuera del circuito por donde el jazz circula o aparece, y muere así... Su aparición moldeó a toda una generación, va a quedar. ¡Para que Tony Benett la haya puesto en la misma genealogía que Billie Holliday! Amy tenía esa cosa del jazz y de la contracultura londinense, que tiene que ver con un movimiento de fines de los setenta, posterior al punk, que se llamó 2 Tone, de donde viene la reivindicación del ska, y que era todo lo opuesto del fascismo del National Front, la parte caribeña, imbricada con la parte blanca, de donde sale Madness, Specials, incluso UB40. Ella forma parte de –y reivindica– eso.
--Escuchar la Playlist preparada por Fernando García para la colección “Santos y Pecadores”
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