En un nuevo encuentro de Experiencia Leamos, Juan José Mendoza, doctor en Filosofía y Letras, con estudios en filología, y una amplia trayectoria académica, presentó su nuevo libro, Homo Bunker, ensayo que es exclusivo de Leamos.com.
El autor de El canon digital (La Crujía), Diario de un bebedor de petróleo (Vox) o Internet. El último continente (Eduvim), entre otros títulos, aprovechó el 2020, año del confinamiento, para retomar, primero, y dar forma de libro, luego, a una serie de categorías y problemas sobre las que venía trabajando, que configuran un territorio que van desde las tecnologías hasta lo literario, a través de la figura del encierro.
“La pandemia fue la confirmación de muchas hipótesis amargas, tristes”, dirá Mendoza en el curso de la charla. Sobre todo, hará hincapié en aquellos encierros que atravesaron la cultura y el arte: los de Franz Kafka, Virginia Woolf, Anna Frank son algunos. Los de Antonio Gramsci, César Vallejo y Miguel de Cervantes en la cárcel. También se confinaron Juan Carlos Onetti y Osvaldo Lamborghini: uno en su cama, durante quince años, otro en una carpa en el medio de su living, en medio de su exilio.
De esos ensimismamientos y de algunos otros que ocurrieron en instancias ficcionales –como Gregorio Samsa– o de reflexión habla Juan José Mendoza bajo la figura del “homo búnker”.
La charla estuvo moderada por la periodista y editora del libro, Patricia Kolesnicov, y contó con la presencia del ensayista e historiador del arte José Emilio Burucúa, quien brindó una lectura “magistral” del libro de Mendoza. “Estas reflexiones van más allá de la pandemia, o no se sorprenden por el confinamiento que sufrimos” presentó Kolesnicov– “sino como un lugar lógico al que nos lleva nuestra civilización, un camino del afuera a los interiores. Una mirada que excede pero parte de la pandemia”.
Los siguientes son fragmentos del encuentro que puede verse completo en Experiencia.Leamos.com
> Leer Civilización o civilizaciones, de José Emilio Burucúa
PK: ¿Cómo caracterizaría la lectura de Homo Búnker?
José Emilio Burucúa: Si bien el libro la bajada del libro habla de una “Breve historia del confinamiento”, yo le hubiera puesto “Breve historia cultural del confinamiento”, porque es en el terreno de la más alta producción cultural, estética e intelectual en que Juan explora para dar luz a este libro tan breve y tan sagaz. Como filólogo que es, él parte de la composición de una prosapia literaria del confinamiento.
» Es interesante porque allí habrían, según él, diferentes tipos de experiencias literarias-existenciales del confinamiento. Una sería aquella en donde se elige el confinamiento como un marco a partir del cual se escribe, como por ejemplo con el confinamiento humanista: Michel de Montaigne confinado en su famosa torre, para escribir sus Ensayos.
»Aquí se podría también ubicar a Cervantes o Kafka. El primero desde la cárcel, convirtiendo lo que sería una desgracia en una oportunidad para comenzar a escribir el Quijote. Con Kafka pasa algo parecido: pero en él uno identifica al autor con sus personajes. Pessoa, también.
» O autores que como Onetti y Lamborghini eligen el confinamiento para escribir. Otra categoría es la de aquellos que tienen una experiencia de confinamiento impuesta por la percepción de su condición, más que por una presión externa, como es el caso de Kaspar Hauser y de El Hombre Elefante. Luego, otra categoría bien definida de quienes “exploran” el confinamiento, en ocasiones casi “ficcionalidad”: el autor se explaya sobre Xavier De Maistre y por supuesto Virginia Woolf con su reclamo por un cuarto propio, o el personaje de Quiquito en Los Pichiciegos de Fogwill, incluso ubicaría aquí el Kafka de El Proceso o El Castillo. Por último, está la condición más desgarradora, la más difícil y trágica, que es la del confinamiento impuesto, allí donde no da lugar más que a hablar del encierro. Se trata de un confinamiento que enseguida se percibe como un preludio del fin y la disolución, aunque no siempre se produzca, que roza la muerte, en las peores condiciones.
» Es el confinamiento característico del siglo XX que tiene que ver con los totalitarismos y tiranías del siglo, donde aparecen, por ejemplo, las figuras de Ana Frank y Primo Levi; Jean Amérie, Elie Wissel. Yo agregaría quizá a Jorge Semprún, algunos de los cuales se suicidaron (Levi, Amérie). Y por último una muy singular: el producto de una colaboración de quien padeció el confinamiento, Jacob Littner, con la ayuda del escritor Wolfgang Koeppen: Anotaciones de Jacob Littner desde un agujero bajo tierra.
> Leer “Un cuarto propio” de Virginia Woolf
PK ¿Cómo surge Homo Bunker?
Juan José Mendoza: Para mi generación, la dictadura de los ´70, los años ´90, la crisis del 2001 y el estar ahora atravesando una pandemia nos coloca en un lugar donde no podemos decir que no nos ha tocado vivir cosas dramáticas. Con la confirmación de la pandemia, sentí la necesidad de escribir un poco sobre el encierro y la dramaticidad que estamos viviendo desde un lugar cercano en un punto pero también distante. Creo que somos una especie placentaria, in útero, y la pandemia o el confinamiento vino a corroborar alguno de esos impulsos primitivos que todavía nos definen.
» Hay muchas figuras que han quedado por fuera del libro, sin embargo, y la razón viene por el lado de [Ernest] Hemingway, que habla de “la dignidad del movimiento”, es decir, de que el escritor no tiene que poner todo lo que sabe en el texto porque hay una cuestión de dignidad, donde uno debe eludir algunas cosas y dejarlas fuera del campo. Es ahí donde yo decido dejar de lado algunos sujetos, por un lado por la dramaticidad y complejidad de la hilera de nombres que ya empezaba a ser el libro (que es un especie de archivo de enunciación), y por otro lado para eludir el problema de pensar a la figura metafórica del Homo Búnker como “nuevo sujetx” sin tener en cuenta su interfaz política con las instituciones. Porque es en el desconocimiento de esta idea que se encuentran los grandes dramas del presente; lo político debe incorporar a los nuevos sujetos en la historia, y el status quo debe dejar de pugnar por el miedo a que los viejos sujetos pierdan sus privilegios. Los nuevos sujetos pueden ser los refugiados humanitarios, sujetos atravesados por la libertad de los nuevos géneros, las banderas del “Ni Una Menos” y los derechos LGBT, sujetos trans…. Y ahí abordamos también otro tipo de subjetividades que están entre ser nuevas y ser viejas, como el cyborg o las imágenes representadas por el turismo global; entonces, el Homo Búnker es un “nuevo sujeto” pero también un sujeto cargado de historicidad.