Es la segunda mitad del siglo XIX en los desiertos patagónicos. Aunque la geografía está despojada de casi cualquier posibilidad de riqueza, las poblaciones autóctonas y los colonos galeses que llegan en barco logran superar la desconfianza mutua inicial y se vinculan: comercian, se garantizan la paz y, en algunos casos, se enamoran. Pero la llegada de los militares que protagonizaron la “Conquista del Desierto” quiebra la convivencia: se abren paso con flechas y carabinas para estirar los límites del gobierno de Buenos Aires. Uno de los disparos se clava en medio de una de esas familias que había logrado amalgamar a galeses huérfanos con tehuelches. Se clava y los destroza.
Gustavo de Vera trabajó como periodista en medios gráficos durante décadas, fue como columnista en distintas radios uruguayas y es jefe de noticias del canal de televisión de Esquel. Formado en los talleres de Guillermo Saccomanno, Leopoldo Brizuela y Laura Klein, publicó ensayos, como Memoria del humo: historia de vida de la comunidad mapuche y tehuelche de Lago Rosario y el poemario Último paisaje. En un nuevo encuentro de Experiencia Leamos, el escritor presentó Tucuras —que es contenido exclusivo de Leamos.com— la novela que nos traslada a los desiertos patagónicos en tiempos de la Conquista del Desierto.
Publicamos aquí las partes más salientes del encuentro, que puede verse completo en el sitio de Experiencia Leamos.
—En la novela el narrador expresa que las historias en la Patagonia nacen para ser calladas, ¿por qué?
—Porque, por ejemplo, gran parte de la población estaba al tanto del desalojo de la tribu Nahuelpan en 1937 en Esquel y de lo que hoy llamaríamos campos de concentración en Valcheta, Rio Negro, donde gran parte de las poblaciones indígenas captadas por la conquista del desierto eran retenidas. Esto se sabía, pero no se discutía. Y hoy día avergüenza mucho a la región. Me tocó escribir sobre este tema también en mi libro Memoria del humo, ya que en un pasaje de los diarios de viaje de un galés referente de toda esta zona habla de estos lugares, los describe, por lo que luego, indagando, comenzamos a encontrar más información sobre estos campos. Poco tiempo después de publicar Tucuras, se descubrieron en Carmen de Patagones archivos donde están los nombres asentados de todas las personas que pasaron por ahí en calidad de cautivos y que luego eran trasladados a Buenos Aires, a la isla Martín García, en todo ese proceso que hoy conocemos como limpieza étnica que se hizo desde la Patagonia. Hay muchas historias que son calladas pero que están ahí, esperando a ser descubiertas.
—¿Cuánto aportó la comunidad galesa a la construcción de la Patagonia?
—Muchísimo, al punto que la provincia de Chubut tiene una historia muy singular a partir de la llegada de los Galeses. Como hecho histórico, el vínculo de los galeses con los pueblos originarios, aunque cueste creerlo, fue siempre bastante parejo. Ellos venían con la idea de instalar una nueva Gales. Es decir, venían a subsistir, a intentar establecerse como identidad, en un territorio ocupado por pueblos que también estaban siendo empujados hacia los bordes. El momento de la novela es justamente esa última fotografía del pueblo tehuelche que todavía tenía cierta presencia con todos sus componentes culturales y la intervención de los galeses. Se produce así un proceso de mixturación, donde en un mismo universo tenemos mapuches, tehuelches, galeses, ingleses, criollos y al gobierno nacional. Son muchas culturas e idiomas que de alguna manera inciden en la textura de la Patagonia que intento dejar plasmada en la novela.
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