En un encuentro de Leamos en el ecosistema editorial, recibimos al arquitecto, docente y urbanista Gustavo Diéguez, autor de Gómez. Improbables aventuras de un fotógrafo en Mar del Plata (Bisman Ediciones).
En conversación con Natalia Ginzburg, Diéguez presentó su novela gráfica, donde configura una Mar del Plata alucinada, a partir de un personaje real: el fotógrafo Manuel Gómez Piñeiro, y una época: la década de 1945 a 1955. En la ficción, personajes reales –como Victoria y Silvina Ocampo, los hermanos Estela y Patricio Canto, la arquitecta Delfina Gálvez, el arquitecto Bustillo, un joven y genial Bobby Fischer, o el mismo Manuel Gómez Piñeiro, que da título al libro– conviven con otros ficcionales, en una suerte de mundo paralelo (el “elsewhere” del género historieta).
La historia también dará lugar a reflexiones sobre el valor de joyas emblemáticas de la modernidad arquitectónica como la Confitería Ariston (de Marcel Breuer) o la Casa sobre el arroyo (de Amancio Williams y Delfina Gálvez)–, su paradójico deterioro hasta el estatus de ruina.
De lo particular a lo general, Diéguez compartió sus ideas sobre urbanismo, la importancia de educar desde niños a “vivir con otros”, y la apropiación simbólica de los espacios públicos por parte de las multitudes. También seleccionó tres libros, que podríamos pensar como intertextos de su novela: La hermana menor, de Mariana Enríquez, biografía de Silvina Ocampo; Rancière, de Federico Galende, y Construir y habitar. Ética para la ciudad, del filósofo Richard Sennet.
Los siguientes son fragmentos de la entrevista que puede verse completa en Experiencia.Leamos.com.
—Se dice que la historieta, cómo género de divulgación, ha sido la puerta de entrada a grandes temas de la historia. ¿En qué tipo de lector pensaste para este libro?
—Pensé en alguien como yo mismo: yo soy un fan del mundo de la cultura, de la literatura, de la historieta, de la arquitectura, de las ciudades... Traté de condensar todas las pasiones en un solo lugar, pensando que el libro es una ficción, plagada de “inexactitudes”, un mundo paralelo, pero igual es una especie de tablero de hipervínculos: y podrías meterte a investigar más sobre otros mundos, y para mí era un modo de acercar universos como la arquitectura, y la historieta. Por otro lado, me interesaba que se volviera más popular algo ligado a lo arquitectónico, o lo urbano, que no suele ser tan popular.
—Trabajar en clave de divulgación.
—La historieta es un género considerado popular, a veces ligado a lo infantil, a veces a los adultos, pero es un lugar interesante a rescatar. Además, la historieta argentina tiene una tradición muy destacable, destacable en el mundo. Ahora, con nuevas generaciones, muchas autoras... de hecho las principales autoras de historieta actual son mujeres: Sole Otero, Power Paola, Muriel Bellini, Gato Fernández.
—¿Qué idea de patrimonio, de vínculo con lo urbano, se desprende de la novela?
—En principio, se ve una Mar del Plata cuyo patrimonio aristocrático ha sido destruido, lo que fueron los grandes palacios, la modernidad más vanguardia, de autoría, que son un patrimonio importantísimo. La verdadera paradoja de la Modernidad es que vino a acabar con el concepto de la historia, en términos de que el presente es el futuro, es que lo edificios más modernos están en ruinas: algo se vino en contra. El patrimonio se pregunta qué cosa de nosotros queda en el pasado; para mí, es muy importante que lo urbano se vuelva un lugar común de la infancia, una materia de escuela, algo que promueva que vivir con las personas es algo para pensar, producir algo que instale el tema. [...] Del mismo modo, cuando uno piensa el patrimonio piensa la cuestión del medio ambiente, del planeta, que la ciudad es una “excusa” para seguir viviendo juntos. De hecho, mi próximo proyecto será un libro de urbanismo para niñas y niños.
Tres recomedaciones de Gustavo Dieguez que se pueden encontrar en Leamos
La hermana menor, de Mariana Enríquez. Por continuidad de tema, elegí La hermana menor, un retrato de Silvina Ocampo, de Mariana Enríquez. Lo que hace la autora es increíble, la fluidez de su relato sobre alguien, como se ha dicho tantas veces, que estaba a “un pasito de San Martín”, familias que forjaron la cultura desde su protagonismo y cierta autopercepción de superioridad. También la rebeldía frente a los mandatos.
Rancière. El presupuesto de la igualdad en la poítica y en la estética, de Federico Galende. Galende es un autor chileno. En torno a lo que conversábamos de la cultura alta y baja, trabaja el concepto de emancipación en Rancière, la búsqueda de igualdad respecto del conocimiento, la construcción del conocimiento colectivo, inteligencias múltiples;también el pasaje del pueblo a multitud, en términos de Toni Negri. Cómo conseguir el objetivo común de una sociedad.
Construir y habitar. Ética para la ciudad, de Richard Sennet. Es el tercer tomo de una trilogía. Soy muy fan del primero, El artesano, que tiene mucho que ver con lo hacemos en el estudio con mi socio Lucas Gilardi. Todo lo que implica producir con las manos: de un arquitecto a un cirujano. El segundo, Juntos, tiene que ver con la producción colectiva. El último, tiene que ver con la ciudad: después del huracán Sandy, pensando desde el cambio climático, la pregunta es qué hacemos con la ciudad: ¿nos acoplamos y adaptamos a lo que nos pase o pensamos cómo enfrentar las circunstancias?: inundaciones, la subida del nivel del mar, qué hacer con la basura... ¿Sostenibilidad o resiliencia?
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