En un nuevo encuentro de “Leamos en el ecosistema editorial”, el ciclo de conversaciones con editores y editoras, para pensar catálogos y el presente de la industria, Natalia Ginzburg conversó con Silvia Itkin, la editora detrás de los libros de Obloshka.
Itkin es periodista, escritora y editora. Trabajó en medios gráficos y audiovisuales, fue directora editorial de Ediciones B entre 2010 y 2018, y actualmente dirige este sello creado en 2018, junto a Gastón Levín (actual director de Fondo de Cultura Económica en Argentina). Paralelamente, coordina talleres de escritura, hace clínica de obra y publicó un libro de cuentos, Nunca terminamos de conocernos (La Parte Maldita, 2018).
Obloshka es un proyecto editorial independiente que intenta destacar lecturas y estrategias de intervención en la lengua. Se propone, también, como un refugio en el que descansar con escrituras de enorme oficio y riqueza literaria. El catálogo de Obloshka –palabra que significa “contratapa” en ruso– se fue nutriendo de novelas, cuentos y relatos; de autores noveles o con primeros libros, y otros consagrados, pero en tal diversidad, se percibe, no hay capricho o caos: sino una postura en relación con la literatura, que se resiste a las modas y no teme revisar la “memoria” de nuestra historia literaria y editorial para revestir esas obras de actualidad, a la vez que las recupera o resignifica.
La entrevista abordó el catálogo, autores y autoras, y la enorme responsabilidad, pero también entusiasmo, del editor independiente. Los siguientes son fragmentos de la entrevista, que puede verse completa en el sitio de Experiencia Leamos.
—¿Cómo fue el arranque de Obloshka?
—Me convocó Gastón para trabajar en un proyecto que él había comenzado a delinear, y que muchas veces, como amigos y colegas, habíamos fantaseado. En marzo de 2019 finalmente salimos con dos escritoras que nos encantan: Flor Canosa (Pulpa) y Gilda Manso (Los bordes del mundo). Por vínculos que ya teníamos, sumamos una hermosa novela de la serie oriental Daniel Guebel (Enana Blanca), apareció la novela Natalia Crespo (Con perdón de la palabra); en otra charla surgió la posibilidad de reeditar Auschwitz de Gustavo Nielsen. Así se nos fue armando “algo” entre novedades y autores de más trayectoria. ¡Todos autores y autoras que nos producen enorme entusiasmo! Durante la pandemia, y con el alejamiento de Gastón, tuve que afrontar un año difícil, que había comenzado arriba, con la primera novela de Abrasha Rotenberg (La amenaza) y el libro de cuentos de Cecilia Ferreiroa (La parte enferma). Luego de un prudente silencio, con la convocatoria de la Feria de Editoriales Independientes virtual, decidimos ir para adelante con el libro de Inés Fernández Moreno, una joyita recuperada: La vida en la cornisa.
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—¿Qué cambió después de la FED?
—La de la FED fue una experiencia muy hermosa, intensa, conmovedora: daba la sensación de que había lugares donde encontrarse, pese a todo, en un año tan duro. Decidimos entonces aprovechar el envión y acelerar: sacamos una novela de Eduardo Blaustein (El eterno silencio), continuamos con Baltasar contra el olvido de Mauricio Koch, y terminamos el año con Los preparados de Sebastián Chilano. Estuvo bueno poner el pie en el acelerador, pese a los riesgos y el insominio. Pasó algo en ese fin de año, fue un momento de buena visibilidad. El 2021 lo comenzamos con la segunda novela de Flor Canosa, Los accidentes geográficos y Papeles de Ana, una novela epistolar de María Inés Krimer, que por estos días está llegando a librerías.
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—¿Con quiénes –interlectores, lectores– dirías que dialoga Obloshka?
—Creo que vamos a buscar, y estamos encontrando, lectores que tengan ganas de leer historias que nunca abandonen el trabajo del lenguaje. Para mí, es lo interesante de la literatura: no me importan mucho las tramas, aunque me enganchan, pero quiero pensar mucho en cómo lo estamos diciendo; y que ese universo de ficción venga de la mano de un trabajo del lenguaje. Trato de que no sean lecturas de identificación; la aventura de la literatura siempre viene de la mano del lenguaje. La diferencia aparece con un escritor o escritora, y su modo de contar. Es lo que a mí me entusiasma, y me permite hacer una buena edición. Como editora independiente, en Obloshoka, hablo bien de cada libro porque cada libro me gusta mucho. Los rescates, incluso, no son por que sí; si no que nos permiten recuperar la historia de un contexto. Manteniendo una memoria del mundo editorial y de la literatura.
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