Así comienza Tú no, princesa, tú no. Apuntes para una película de amor en Cromañón, de Fernanda Meritello. La novela, que acaba de publicarse en formato digital, se consigue en BajaLibros y en la plataforma Leamos.com.
Buenos Aires, año 2006, dos años después de la tragedia de Cromañón, el grupo Callejeros saca su disco Señales.
Se ve en el interior de un auto un hombre que maneja y va desde la autopista 25 de Mayo, pasando por Tribunales, hasta Santa Fe y Talcahuano.
Se ven imágenes de alguna manifestación, alguna pintada pidiendo justicia.
Mientras, pasan los títulos y se escucha la canción de León Gieco “La historia esta”.
Alguna vez sentiste en un espacio de tu imaginación
que el grito de los perdedores es sordo y mudo aunque griten juntos.
Alguna vez sentiste cuando un pueblo chorrea de su sangre nueva,
como se muere lento igual que el corazón de un cuentacuentos.
Déjate atravesar por la realidad y que ella grite en tu cabeza
porque es muy malo dejar pasar por un costado a la historia ésta,
porque es muy malo dejar pasar por un costado a la historia ésta.
Alguna vez sentiste mucha gente tener quebradas sus fuerzas
O alzar del suelo un poema que guardaba en un rincón de su inocencia
Alguna vez sentiste muy de cerca avanzar a la tragedia,
todo lo pisa y lo rompe y en su lomo lleva a una niña buena.
Los títulos van pasando, y en la parte que dice “alguna vez sentiste muy de cerca avanzar a la tragedia, todo lo pisa y lo rompe y en su lomo lleva a una niña buena” se ve la foto de una chica de unos 17 años, que lleva pegada en el parasol del auto.
El auto estaciona en doble fila sobre la calle Talcahuano. Martín, de unos 47 años, baja y camina hasta una disquería sobre Santa Fe, entra y sale con un CD en la mano. Sube al auto y maneja hasta su casa por la avenida Córdoba, le suena el celular dos veces. No lo atiende.
Son las 6 de la tarde, Martín, entra en su casa, un PH en Colegiales que da a la calle, deja el CD arriba de una mesa y en ese momento se escucha un mensaje en el contestador del teléfono:
—Hola, Pa. Soy Bechu. ¿Estás ahí? Te dejé dos mensajes… no me contestás al celular… llamame cuando llegues.
Martín se sonríe, escucha los mensajes anteriores, va a la cocina, busca una cerveza, agarra el CD, lo abre y lo pone.
Se sienta en un sillón, se escuchan los mensajes:
—¡Hola, Pa! Estoy en lo de Lu con Caro. Vinimos después de la facu a estudiar acá… no me esperes a comer… te quiero mucho. ¡Te mando picos y más picos!
—Hola, Pa. ¿Dónde te metiste? Son las 5 y me dijiste que hoy volvías temprano, después no digas que la que no avisa adonde está soy yo… Bueno, vuelvo a casa después de la marcha. ¡Ah! Fijate que te dejé un par de mensajitos de texto… Chau.
—Nene. Soy Angie... ¿Estás por ahí? Me dijo Bechu que te llame... Bueno, parece que no estás... mmm… te creo... llamame vos... Beso.
Mientras, se escucha la primera canción del CD, “Daños”, con el sonido inicial como de un casete rebobinando.
—Hola, Martín. Soy Rafael. Hoy es 30 una vez más, disculpá que te vuelva a llamar, pero quería que sepas que te esperamos en la reunión del grupo de familiares que hacemos antes de ir a la marcha en Once. La dirección es Bartolomé Mitre 1546. Nos juntamos a las 7... Si venís, no te olvides de traer la foto de Vero. Nos siguen faltando unos pocos ángeles... Un abrazo.
Al finalizar los mensajes se escucha con claridad la última parte de la letra de la canción: “dormí sin cuentos, comí las sobras, de padres lentos y madres sordas. Daños nunca más”.
Martín rebobina y vuelve a poner esta parte. Tiene los ojos llenos de lágrimas. Se levanta del sillón. Camina hasta el cuarto de Verónica. La puerta está cerrada y tiene escrita en marcador la canción de Serrat “Tú no, princesa, tú no”.
Abre la puerta despacio. Mira todo, hay ropa arriba de la cama, se acerca a una de las fotos pegadas en la pared donde están Verónica y Mariano.
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