Desde hace tres años, el festival de literatura de no ficción Basado en Hechos Reales ocupa una parte relevante de la agenda cultural de la Argentina. Por estos días debería haber comenzado la cuarta edición, pero, por la muerte de Diego Maradona, los organizadores decidieron postergar el inicio una semana: comenzará el 4 de diciembre.
El festival BaHR tiene una iniciativa muy interesante: junto con los paneles en los que se discute sobre la crónica y la literatura de no ficción, convocan a un premio de crónica y literatura de no ficción. De esta manera, el festival se vuelve un espacio de diálogo, de análisis y también de creación y experimentación. El premio está auspiciado por la plataforma Leamos.com y justamente ese es el nombre: Premio Leamos Basado en Hechos Reales. Cada año, muchísimos participantes presentaron sus textos con los temas más urgentes, pero siempre abordados desde un ángulo original, provocador, trascendente.
Inés Ulanovsky obtuvo el Premio Leamos 2019 con su crónica “Las fotos”. El tema de la convocatoria era “Ser hijo” y el texto de Ulanovsky está compuesto a partir de dos historias que corren en paralelo y, con apuestas diferentes, trabajan sobre las ausencias, la reconstrucción de la identidad de los padres, la pregunta sobre qué es ser hijo para alguien que no conoció a su padre. Las dos historias de esta crónica luego formaron parte de un conjunto mayor y así se conformó Las fotos —pero ya no la crónica sino el libro— que Ulanovsky publicó el año pasado y que contiene quince historias como estas.
Invitada por Experiencia Leamos —el ciclo de encuentros que Leamos.com organiza como beneficio exclusivo para sus suscriptores— Inés Ulanovsky habló con Patricio Zunini de su crónica. Aquí algunos pasajes del encuentro.
—¿Qué historias se descubren al mirar una foto?
—La naturaleza de la fotografía es un poco misteriosa y creo que eso tiene que la estructura que, finalmente, tomó el libro. Una estructura basada en el misterio de la fotografía: en el azar que tiene la fotografía. El conjunto de historias tiene en común a la fotografía que devela algo, que revela algo. La fotografía como objeto tiene universos de todo tipo: personales, políticos, sociales, históricos, materiales. Me interesaba contar eso y también hacer una suerte de homenaje a una fotografía que ya está desapareciendo, que es la fotografía analógica. Pienso en una de las dos historias que ganaron el premio: es sobre una foto que tiene un peso tan importante que se mantuvo escondida durante veinticinco años en una Biblia. Me interesaba contar la vida propia de la foto como objeto.
—Hablás de una de las fotos, pero la otra tiene también una historia increíble.
—Es una historia increíble, por un lado, y, a la vez, completamente verosímil en este país. Lucila Quieto y yo estábamos trabajando en la fototeca de ARGRA; nos habían convocado para organizar el archivo de papel y había mucho material que no se sabía bien qué era. Y en una especie de entrepiso muy caluroso y chiquito, había siete bolsas que habían sido recuperadas de la calle: La Razón había tirado material fotográfico y un socio de ARGRA lo llevó a la asociación y las bolsas quedaron ahí durante siete años. Nosotras nos metimos con ese material y descubrimos que era realmente increíble. Era un material producido por la policía en 1975: allanamientos policiales, prontuarios, retratos de detenidos sin ropa o golpeados. Todos con el nombre y su ocupación. Descubrimos que muchas de esas personas estaban desaparecidas de la última dictadura militar, con lo cual el hallazgo tuvo mucho valor. Finalmente, después de recurrir a distintos lugares como al Equipo de Antropología Forense, decidimos hacer una muestra para visibilizar el material. Hicimos la muestra que íbamos a inaugurar un 24 de marzo y mandamos la gacetilla a muchos medios. Y Página/12 publicó esa nota y la ilustró con una foto específica de las muchas que les enviamos, que era la de Pedro Tomás Viviano. Al día siguiente, una persona, Daniel, lee la nota y se ve a sí mismo en esa foto y no entiende nada. Hasta que se da cuenta de que la foto es de su padre, al que no llegó a conocer y de quien no conocía su imagen. Lo que cuento en la historia es ese recorrido medio inexplicable y trágico, pero a la vez con un final relativamente feliz porque alguien recuperó la imagen del padre a quien no había visto nunca.
—Con tantas cámaras en todos los dispositivos y en todos lados, ¿cuál es el peso de la imagen hoy?
—Con la cantidad de fotos que vemos, que hacemos, que consumimos, que circulan en nuestra vida diaria, y que son tantas y con sentidos tan diferentes, la foto dejó de ser un acontecimiento. Nada más fácil que sacar una foto. No tenemos límite de cantidad, no hay un rollo, no tenemos que evaluar qué sacar y qué no. Hoy todo es una foto y nada es una foto. Por eso me siguen conmoviendo las fotos de papel, las que tienen el paso del tiempo en el mismo objeto. Sigo muchas cuentas de fotos antiguas en Instagram y son siempre en las que más me detengo a mirar. Hay algo que me conmueve, que me convoca. Soy de la vieja escuela y me complica la idea de lo digital. Hoy los medios tienen la idea de que ya no importa tanto la calidad sino la inmediatez y en ese camino hemos perdido un montón de miradas complejas, de la construcción de lo que era una imagen. Me siento pesimista y no solamente por la precarización de las condiciones de trabajo, sino porque claramente pesa más la inmediatez que la calidad o la idea que está detrás de la imagen.
Leamos es una nueva manera de vivir los libros y la lectura. Una comunidad que vive el placer de leer, que disfruta vivir historias, compartirlas, conversar y debatir. Cada semana en Experiencia Leamos hay nuevas conversaciones con escritores, músicos, políticos, actores, filósofos, psicólogos. También podés participar de los talleres de lectura y un club de lectores exclusivos para suscriptores. Informate y comenzá ya mismo a disfrutar de todas las actividades.
LEER MÁS