En los últimos años nos hemos familiarizado con las palabras “bullying” y “cyberbullying”, las dos caras de una misma moneda: el maltrato entre pares. Ante la creciente preocupación en las familias, instituciones educativas y profesionales de la educación, María Belén Marinone conversó -en marco de “Experiencia Leamos”-, con Flavio Calvo, psicólogo, docente y especialista en la temática. Abordaron ambos fenómenos y el rol de los adultos, cómo generar redes de contención, qué claves y medidas de cuidado articular y cómo fortalecer a niños, niñas y jóvenes para erradicarlo.
Según el psicólogo, el bullying comienza desde el jardín de infantes y va tomando distintas perspectivas dependiendo de la edad: “En el jardín de infantes o primaria, el bullying suele ser más físico; en la secundaria, el bullying suele ser más de intimidación psicológica, de exclusión y de insulto”. Es por eso que el especialista considera de suma importancia que tanto los docentes como los padres estén atentos a los distintos comportamientos para intervenir a tiempo.
Una de las señales de alarma de que un niño sufre bullying es que deje de tener ganas de ir al colegio, “y no las ganas de faltar más comunes”, aclaró, sino más bien que, al llegar el momento de ir al colegio, “empiecen a sentir dolores de estómago, ansiedad, o se muestren retraídos”. A la vez, otra pista de bullying es que el niño o niña se aísle del resto del grupo dentro del colegio: “Estas dos características son claves: la falta de deseo de asistir a clase y el aislamiento dentro y fuera del colegio, son señales de que algo no está yendo bien, por lo que que es necesario intervenir y averiguar qué le sucede al niño”.
Según el psicólogo: “El bullying es 99% prevención”. Una vez que una situación de bullying se instaura, es muy difícil de solucionar: “Es usual que se cambie de colegio al agredido. Lo que sucede es que, una vez que deja ese colegio, el hostigador sigue allí y busca una nueva víctima para ocupar ese lugar: la situación de bullying no termina, cambian los protagonistas”. Es por eso que, para Calvo, lo más importante es trabajar la prevención y la promoción de conductas saludables antes que trabajar con un problema ya desatado. Los colegios que trabajan la interacción de los alumnos, que hacen periódicamente talleres de convivencia, y que trabajan la asertividad (decir lo que a uno le molesta sin ser agresivo), son colegios que no suelen tener situaciones de bullying.
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