Guía imprescindible para descubrir el humor en El Quijote

Miguel Rep y Federico Jeanmaire, dos apasionados cervantinos, hablaron en Experiencia Leamos del libro que inauguró la literatura moderna.

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Leamos - Miguel Rep y Federico Jeanmarie

“En un lugar de La Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme…”. El Quijote es un libro tan constitutivo de nuestra identidad que, aún quienes no lo han leído, recitan frases, aluden a escenas, refieren personajes. Qué es lo que lo mantiene tan vivo y tan actual. Y por qué muchísimos lectores lo tienen como un libro inabordable. Una de las paradojas de los clásicos es que no se los puede evitar, pero, a la vez, uno se les escapa.

En un encuentro realizado en el marco de Experiencia Leamos —el ciclo que la plataforma Leamos.com pone como beneficio para sus suscriptores—, el escritor Federico Jeanmaire y el dibujante Miguel Rep, dos especialistas y apasionados cervantinos, hablaron del Quijote y dieron algunas estrategias para sacarle brillo a la lectura.

Fue una conversación súper interesante que duró poco más de una hora —y podría haber tomado una hora más sin perder la intensidad—. Aquí algunos pasajes de la charla:

Federico Jeanmaire: Hay ahora una cierta reivindicación de lo lúdico del Quijote, de lo divertido. Ya no tanto esa imagen del Quijote que luchaba contra los males del mundo, que en realidad son elucubraciones románticas. El Quijote es un libro muy divertido. Si uno entra en el libro se va a encontrar divirtiéndose mucho, a veces a carcajadas. En el siglo XXI prima esta vuelta a lectura lúdica del Quijote. Hay que dejar de lado esa cosa de que es un libro inabarcable al que no podemos acercarnos porque es difícil. Divirtámonos y pasémosla bien y, por ahí, descubrimos por qué es tan importante.

Rep: El Quijote te cae en la infancia o en la adolescencia como una especie de ladrillo obligatorio y no podés advertir la diversión que te propicia porque no podés pasar la aduana del español antiguo y porque te pone en el lugar de cumplir para sacarte una nota. Hasta que, si tenés suerte, te reencontrás con ese texto y con otros libros —como el de Federico—, que te ayudan a desolemnizar. Me divertí muchísimo cuando ilustré a estos dos chabones que van por una novela on the road. Tuve y tengo muchas alegrías alrededor de este libro. Después la emprendí con la Divina Comedia y no me dio esa alegría. El Quijote son dos gomías que te van llevando. Me despiertan dibujos con una libertad absoluta que orillan el dibujo de Disney o me llevan al expresionismo. Cervantes te da una libertad que es la que el texto te da.

Quijote, según Rep
Quijote, según Rep

Federico Jeanmaire: La Divina Comedia tiene el mismo problema del Quijote, que es la cantidad de cosas que se nos escapan porque no conocemos el contexto. Si no leí libros de caballería, no puedo saber que el inicio del Quijote es un chiste. El texto empieza y en cuatro renglones dice lo que aquellos otros libros tardaban 20 páginas. Los lectores de ese momento se reían de eso y hoy es muy difícil reírse porque a fuerza de escuchar “En un lugar de La Mancha...” creemos que está maravillosamente escrito ¡y ahí hay un chiste! Los libros necesitan de su contexto. Por eso también el éxito instantáneo del Quijote.

Rep: Yo hice las dos experiencias como dibujante. Gocé mucho dibujando al Quijote y sufrí mucho dibujando al Dante. No sé si hoy emprendería una reedición de mis dibujos del Dante. Me quedó muy tanático y el Quijote me quedó muy erótico. El Quijote es más fácil de reconstruir porque es un hombre moderno. La literatura de Cervantes es más del nuevo hombre. Una obra que está muy cerca del Quijote es Las Meninas de Velázquez: comparada a una obra contemporánea de Dante Alighieri, Botticelli dibujando la Divina Comedia, te das cuenta de que hay un abismo. Es mucho más agradable el Quijote que el famoso canto del resentido de amor y resentido político Dante Alighieri. Podemos pensar en el trámite que hizo Fontanarrosa con Inodoro Pereyra y la gauchesca, cuando la gauchesca ya estaba liquidada. Inodoro Pereyra es una parodia y el Quijote es una parodia de las novelas de caballería que en ese momento estaba muriendo.

Federico Jeanmaire: Dijiste algo fundamental, que es la modernidad del Quijote respecto de la Divina Comedia. En realidad, el Quijote inaugura la novela: la novela es una historia de sujetos que se sienten por primera vez individuales de esa cosa que era Dios, la naturaleza. El siglo XVI es precisamente el siglo del sujeto. Es anterior a Descartes. Y el Quijote es eso: es el primer libro de alguien que, como cualquiera de nosotros, sale al mundo y hace cosas. Cuando hago talleres de lectura, yo siempre pido que lleguen a la página 200. Si llegan a esa página, además de haberse sentido que están descubriendo que su lengua tiene un pasado, el libro se aliviana mucho, básicamente porque ya nos metimos en ese mundo de lengua y ya no nos cuesta tanto.

Rep: Las primeras 200 páginas establecen un mundo y luego viene la parodia. El Quijote son varios libros adentro de un libro; eso no está ni en Dante ni en Bocaccio. La segunda parte, que viene porque la escribe Avellaneda y Cervantes se irrita, es esplendorosa. Y entre una parte y la otra hay diez años. Alrededor y adentro del Quijote hay una cantidad de experimentación: imaginen lo que era en ese momento hacer experimentación en la novela popular.

Federico Jeanmaire
Federico Jeanmaire

Federico Jeanmaire: Hay una cosa que es sabida por todos: Borges era muy mentiroso. Con Cervantes tiene tres o cuatro artículos, cuatro o cinco citas, algún poema y algún cuento maravilloso, pero nunca dice abiertamente que le debe gran parte de lo que ha escrito a Cervantes y al Quijote. No lo dice porque en Argentina esas cosas no se suelen decir. Los escritores suelen esconder sus raíces verdaderas. En el Quijote uno puede ver básicamente gran parte de la estética borgiana: personajes que uno no sabe si son de ficción o no, por ejemplo. Me gusta decir que la primera parte del Quijote anticipó toda la novela hasta final del siglo XIX y la segunda parte anticipó toda la novela del siglo XX y quizá del XXI. Y del XXII, no sé. Hay un momento espectacular en la segunda parte, que es cuando Sancho tiene que salir a buscar a Dulcinea y a esa altura ya sabe que Dulcinea no existe, y entonces se tira abajo de un árbol y —debe ser una página y media— el tipo piensa en voz alta. Es el germen del fluir de la conciencia. El Quijote es importante no sólo porque el Che Guevara lo consideraba su ídolo y murió abrazado al libro y porque Bolívar lo llevaba a todos lados: es importante por cómo funciona literariamente.

En la edición conmemorativa por el 400 aniversario, Vargas Llosa dice una estupidez en el prólogo, que es que el Quijote lleva al castellano a su más alto nivel. El gran valor del Quijote es que, en pleno cambio del castellano, cuando se está formando como lengua, el tipo escribe un libro con todas las diferencias. El Quijote habla como un hombre de la península española de principios del siglo XVI y Sancho habla con todos los lugares comunes que existen en la literatura. De hecho, Cervantes tenía manuales con dichos populares y proverbios que usa para armar al personaje. Nadie habla con una lengua excelsa: todo lo contrario. Es mucho más riesgoso lo que hace Cervantes. Pone en juego todas esas dificultades, esas ambivalencias que está viviendo la lengua. Es más, de vanguardia. El libro es eso, una maravilla. Es una lástima que a la gente le cueste entrar.

Rep: La culpa es la solemnidad de clásico que nos venden los institutos positivistas. Es tan importante esta novela moderna que después uno lee cualquier cosa que tenga un tufillo paródico o humorístico y lo lleva al Quijote. La conjura de los necios: no me puedo sacar al Quijote. El Soriano anterior a La hora sin sombra. Y así. Siempre estás viendo que donde hay alguna desolemnización de la prosa, ahí está el Quijote. Los primeros dibujantes siguen la letra de Cervantes. Es muy gráfico ahí: hace dos isotipos muy fuertes. Hay un dibujante maravilloso, pero que la cagó porque nos volvió a un lugar escenográficamente tétrico, que es Gustave Doré. Es maravilloso; jamás alcanzaré nada al lado de él. Era un hombre del siglo XIX y era un gran escenógrafo. Tanto, que vos agarrás un Gustave Doré de El paraíso perdido y lo ponés adentro del Quijote y por ahí va. Y viceversa. Les ha prestado poca atención a los personajes. Yo, cuando tuve que dibujar al Quijote, me olvidé de Doré.

Miguel Rep
Miguel Rep

Federico Jeanmaire: Cuando salió el libro provocaba carcajadas. Hay cantidad de anécdotas de la época. Pero, por ser humorístico, el libro desapareció. No se leyó más. Y fue rescatado por los románticos, que, hacen dos operaciones: se olvidan de que el tipo está loco y se olvidan de que es una parodia. Tuvimos 200 años comiendo de ese romanticismo. ¡Y es un loco que sale vestido con lo que encontró en la casa, con un caballo arruinadísimo! Él mismo está muy arruinado, es una suerte de clown. Pero los románticos hicieron la operación tan bien, que todavía hoy, cuando alguien tiene que decir que alguien está luchando por algo que es muy difícil, dice que es quijotesco. Y es un adjetivo completamente mentiroso. El Quijote nunca va contra los grandes poderes. Como mucho les pega a dos frailes en el medio del camino, pero no se mete ni con la Iglesia, ni con el rey, ni con el Papa. Es un libro que sale a caminar.

Rep: Sí, pero también es un libro sobre los valores.

Federico Jeanmaire: Claro, absolutamente. Pero eso ya tiene que ver con la lectura propia de cada uno. El texto, con su funcionamiento, no es lo que decían los románticos. Obviamente cada lector lo interpreta a su modo y yo, que he dado talleres, te digo que es increíble las discusiones que se dan por cómo se entiende de diferente manera una misma cosa. Y eso es otra maravilla de libro: lo ambiguo, la polifonía, la cantidad de cosas que se pueden decir de una misma escena. Pero el Quijote no es el gran luchador por la libertad y la justicia.

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